Relato erótico
Una cliente especial
Trabaja en una asesoría y una de sus clientes es una empresaria madura y con la que tiene una buena relación. La visita de aquel día se alargaba y fueron a comer al lado de la oficina. Hablaron y la conversación se fue calentando poco a poco.
Ricardo – Sevilla
Carmen es una de esas mujeres que de forma habitual pasa por mi oficina para resolver asuntos de su empresa. Una mujer de unos 50 años aunque mantiene un esplendor y una vitalidad que le hacen aparentar muchos menos de los que realmente tiene. La verdad es que sus carnosos labios, un culo de película y unos pechos que desafían a la gravedad me han hecho desear más de una vez el poder estar con ella aunque sé que primero de todo es una clienta y una amiga con la que mantenemos una buena relación de amistad fuera de las horas de oficina aun y la diferencia de edad. Aquel lunes vino cargada de papeles como siempre a mi oficina a verme.
– Hola mi amor – era su saludo habitual.- ¿Nos ponemos a trabajar?
Y acto seguido un montón de papeles cayó sobre mi mesa. Por lo menos teníamos para un par de horas de estar juntos.
Después de aquel par de horas que se convirtieron en tres decidimos ir a comer juntos a un bar cercano en el que yo solía comer muchos mediodías ya que mi mujer trabaja y no está en casa hasta las 6 de la tarde. Durante la comida pude admirar a través de la transparencias de su blusa aquellos hermosos pechos, grandes, inmensamente redondos y con unos pezones que parecía que fuesen a atravesar el sujetador. También pude admirar sus tremendos ojos marrones que se me clavaban cada vez que me miraba como si quisiera atravesarme con ellos.
– Como va con tu mujer – me pregunto – ¿Todavía follais poco?
Podría parecer que la conversación tomaba un ritmo excesivamente erótico pero entre nosotros era bastante habitual este tipo de temas.
– Muy bien. ¿Y tú?
– No me quejo pero me gustaría un buen jovencito…
Después de tomarnos el café nos volvimos a la oficina donde continuamos la conversación que cada vez subía más de tono.
– Tú sabes que eres mi amante secreto.- me dijo.
-Secreto y virtual. – le contesté con un poco de enfado porque ya me cabreaba tanta tontería con lo del amante, comentario que se repetía a menudo.
-Pero así estamos bien. -me replicó.
En ese momento con ella reclinada sobre mi mesa y a tan solo quince centímetros de mi cara no pude evitar el levantarme de la silla y sin darle la oportunidad de decir que no le di un tremendo beso en los labios al que ella reaccionó permitiendo en paso de mi lengua entre sus labios juntándonos en un tremendo, frenético y apasionado beso que parecía que no tuviera fin.
Aproveché para situar mis manos sobre aquellos pechos que desde hacia tanto tiempo deseaba y sobarlos con fuerza por encima de la tela de la blusa. Sin saber cómo le abrí la blusa y desabroche el sujetador que llevaba y que tenía el cierre delante. En aquel momento pude tener ante mi aquellos pechos firmes y suaves a los que pude acariciar con total libertad, Dejando sus labios me dirigí a sus pechos y los sorbí como un niño que intenta hacer salir la leche de su madre. Ella me hizo quitar el suéter y después de soltar mi cinturón y mirarme con una mirada de lujuria se agachó ante mí y empujándome con una mano en el pecho contra la mesa cogió mi polla con la otra llevándose a la boca y haciéndolo desaparecer en su interior.
Fue un momento sensacional ya que no era habitual en mi mujer este tipo de actos y por lo tanto lo estaba disfrutando de una manera especial. Ella movía su lengua alrededor de mi capullo haciéndome sentir a cada movimiento de su lengua como un cuchillo. En menos de dos minutos me había hecho llegar al séptimo cielo y cuando quise avisarla de la inminencia de mi eyaculación el placer que sentía no me permitió articular más que una especie de murmullo.
En el momento de sentir la leche derramándose en su boca fue como la culminación de aquel momento, mas cuando ella se aferró con fuerza a mi culo metiéndosela lo más profundo posible y haciéndome llegar a niveles de placer que nunca hubiera podido ni soñar. Después de esto se levantó y apoyándose sobre mí me miro mientras se relamía el exterior de la boca con su lengua para de nuevo pegar sus labios a los míos y enzarzarnos en un beso en el que el sabor intenso del semen en su boca se me hacía patente.
Mientras, mi polla volvía a estar de nuevo en situación de combate preparado para nuevas acometidas. Apoyándola sobre la mesa sentada frente a mí le abrí las piernas y tras comprobar con satisfacción que su chocho estaba completamente húmedo me introduje de un solo golpe dentro de ella. Sin prácticamente dejarle tiempo para aclimatarse a la nueva situación empecé un vaivén frenético en su interior haciendo que tuviera que morder su mano para no gritar y que el resto de la oficina pudiera oír sus gritos de placer al sentir mi miembro de 20 cm y un buen grosor entrando y saliendo de ella.
Cuando sentí que de nuevo la eyaculación era inminente le di media vuelta y apoyándola contra la mesa y sujetándole con fuerza los pechos le coloque la punta de mi miembro en la entrada de su ano que estaba húmedo debido al sudor y a sus propios flujos vaginales para antes de que tuviera tiempo de poner ninguna objeción iniciar una lenta penetración por su canal trasero mientras con una de mis manos le masturbaba su clítoris con fuerza a lo que ella no pudo resistirse y de nuevo sintió un orgasmo que hizo que tirara el culo hacia atrás clavándosela con violencia y provocando mi segunda eyaculación.
Tras estos momentos quedamos ambos exhaustos sobre la mesa besándonos y acariciándonos mutuamente. Esa fue mi primera experiencia extramatrimonial con una mujer madura aunque más adelante tendrían que venir otras incluso con la misma mujer.
Un saludo y gracias por leerme.