Relato erótico

Una apuesta hay que cumplirla

Charo
5 de marzo del 2020

Salieron a cenar y a tomar unas copas. Pasaron con el coche por una zona en la que había prostitutas. Entre risas y bromas hicieron una apuesta.

Lorena – MADRID
Me llamo Lorena, soy de Madrid y quiero contarte el resultado de una apuesta estúpida que una amiga y yo, en una noche cargada de alcohol, hicimos con nuestros respectivos maridos.
Durante el camino de regreso en la camioneta, las dos parejas íbamos hablando de todo de manera muy escandalosa y desinhibida, debido al alcohol que habíamos bebido. Cuando pasamos por una zona donde había un grupo de prostitutas nuestros maridos se detuvieron, bajaron las ventanillas y les preguntaron que cuanto cobraban y les dijeron las cosas que harían con ellas, lo que nos pareció de mal gusto sobre todo porque íbamos con ellos.
Mi amiga, molesta, les dijo que eso era de muy mal gusto y que si les parecería bien que a nosotras nos dijeran lo mismo en la calle. Ellos riéndose contestaron que solo si fuéramos putas porque solo así alguien se fijaría en nosotras. Mi amiga, entonces, dijo:
– ¿Qué tal si lo fuéramos?
Ellos soltaron tal carcajada que por poco nos estrellamos contra la barra de protección de la carretera. Nos dijeron entre grandes risas que ni siquiera seríamos capaces de vestirnos como ellas y mucho menos pararnos en una esquina y conseguir clientes, que para eso se requería estilo y buen cuerpo. Esto nos encendió de coraje y les contestamos que si quisiéramos podríamos hacerlo en cualquier momento. Ellos, sin dejar de reírse, dijeron:
– Por ejemplo, en este momento, ¿no?
Yo les contesté que por el momento no, pues no íbamos vestidas de manera apropiada. Ellos tomaron esto como una confirmación de nuestra actitud de que no seríamos capaces de hacerlo y envalentonados por el alcohol nos lanzaron un reto. Nos dijeron que si éramos capaces solamente de vestirnos como ellas y pararnos en una esquina ellos dejarían todo un año de ver el fútbol por la tele. Ambos son fanáticos de este deporte. Yo me quedé callada pero la respuesta de mi amiga me dejó sorprendida, al aceptar el reto. Ella es, o era, más conservadora que yo en cuestiones del sexo.
Después de reponerme de la inesperada respuesta la apoyé y les pedí que para probarlo nos llevaran a casa para vestirnos apropiadamente y que volveríamos para cumplir la apuesta.
Ellos se envalentonaron aún más y aceptaron la apuesta seguros de que no seríamos capaces de hacer algo así y además agregaron que si ellos ganaban nosotras les concederíamos libre una noche a la semana sin que
les preguntáramos qué hacían o a dónde iban. Nosotras aceptamos.
Llegamos a casa. Mientras nuestros maridos se quedaban en la sala bebiendo, yo tomé una botella de coñac y subí junto con mi amiga a la habitación para cambiarnos de ropa. Ambas bebimos un fuerte trago mientras subíamos.

Ya en la habitación, mi amiga me pidió le prestara algo apropiado y yo le pregunté que si en verdad lo íbamos a hacer. Ella asintió diciéndome que ya no me podía echar para atrás o seríamos la burla de nuestros maridos. Tomé un vestido de licra color rojo muy corto y ajustado que mi marido me había comprado para usar una noche especial. Mi amiga es más alta que yo y una talla mayor por lo que el vestido le quedaba como una segunda piel y se le marcaban las bragas. Al verse al espejo decidió a quitárselas igual que sus medias. Como no había usado sujetador se notaba perfectamente que solo traía puesto el vestido. Sus pechos y sus pezones erectos, así como su entrepierna, se marcaban claramente a través de la tela del vestido por lo que para cubrir un poco le presté una tanga de hilo dental en color blanco y unos zapatos de tacón de aguja.
Yo, por mi parte, cogí un vestido de encaje negro que tenía un fondo de tela que se podía desprender. Le quité el fondo por lo cual el vestido quedó totalmente transparente. Me puse un tanga negro de encaje, sin sujetador y un liguero negro con medias del mismo color. Por ultimo cambié mis zapatillas por unas de color negro de tacón alto.
Nos cubrimos cada una con una gabardina negra, tomamos un fuerte trago de coñac y bajamos dispuestas a cumplir el reto. Al bajar observamos que nuestros maridos seguían bebiendo. Al vernos nos dijeron que si era en serio eso de aceptar el reto. Dijimos que solo que se retractaran y aceptaran haber perdido no lo haríamos. Al vernos muy cubiertas con las gabardinas dijeron que nos descubriéramos a lo que nos negamos. Ellos pensaron que simplemente estábamos jugando por lo que nos dirigimos a la camioneta y salimos rumbo a la zona roja. En el camino nos maquillamos lo más llamativamente posible de tal forma que pareciéramos efectivamente dos prostitutas.
Al llegar a la zona se acercó a la furgoneta una de las chicas a ofrecer sus servicios pero se quedó sorprendida al vernos. Le pregunté que quien era el que estaba a cargo de ellas y ella señaló a una señora, ya un poco mayor pero muy bien cuidada. Nos bajamos mi amiga y yo de la camioneta y nos encaminamos hacia donde estaba la señora.
Mientras caminábamos todas las demás chicas se nos quedaban mirando y uno que otro cliente nos preguntaba el precio por nuestros servicios. Al llegar junto a la encargada, nos recorrió de arriba a abajo con la mirada y nos preguntó qué queríamos.
Brevemente le contamos el motivo de estar ahí y ella nos pidió que abriéramos las gabardinas. Al vernos vestidas con “traje de trabajo” dijo que no había ningún problema en ayudarnos siempre y cuando le pagáramos.
Aceptamos y le entregamos la cantidad pedida. Tomó el dinero y llamó a un par de chicas diciéndoles que nos ayudaran a “volvernos putas”.
Ellas, riendo, dijeron que nos ayudarían. Nos llevaron a una de las esquinas, dijeron que nos quedásemos allí y que nos quitáramos la gabardina. Al ver nuestras vestimentas las chicas nos dijeron:
– Bueno, la pinta de putas sí la tenéis.

Nos pusimos donde ellas dijeron añadiendo que no solo era situarse en una esquina, que era necesario hacerlo con estilo en el que se resaltaran las piernas, las nalgas y las tetas y nos dieron indicaciones de como hacerlo. En eso tenían razón nuestros maridos, se requiere de cierto estilo.
Al poco rato empezaron a llegar los clientes a pedir nuestros servicios, que rechazamos. Al principio estábamos nerviosas pero poco a poco fuimos superando nuestras inhibiciones. Al fin y al cabo era solo un juego. Después de estar un rato así volveríamos a la camioneta e iríamos a casa a celebrar nuestro triunfo.
Al cabo de un rato de estar jugando a ser prostitutas llegó un coche de lujo, con chofer y dos personas en la parte posterior. Se detuvo con la señora encargada del lugar, intercambiaron de palabras y la encargada se acercó a nosotras diciéndonos:
– ¿Querían volverse putas, ¿verdad?, pues ésta es su oportunidad. Los señores son gente fina que requiere vuestros servicios.
Nosotras no supimos que responder. Una cosa era jugar a ser prostituta y otra muy diferente serlo. La encargada le hizo señas al chofer del automóvil y se acercó hasta donde estábamos. Uno de los caballeros se asomó por una de las ventanillas y nos pidió que nos subiéramos.
Contestamos nerviosas que ni siquiera habían preguntado el precio. El caballero sonrió y contestó que no importaba cual fuera ya que valía la pena. Mi amiga, tras unos segundos de duda, me dijo:
– Vamos, sube al coche.
Obedecí como un autómata. En el interior del coche, aparte del chofer, estaban dos señores de unos 55 ó 60 años. Uno de ellos era alto, atractivo y de cuerpo atlético bastante bien para su edad. Al parecer en su juventud había sido un consumado atleta. El otro era más bien bajito, también de cuerpo atlético aunque un poco regordete parecía tener un carácter más fuerte que el primero. La ropa y los accesorios de ambos eran muy caros. Nos sentaron entre ambos señores y el bajito ordenó al chofer que se pusiera en marcha. Al pasar de la puerta al asiento, el señor alto nos agarró la entrepierna y las nalgas y por instinto, tratamos de quitar su mano pero él solo dijo al otro hombre:
– Sí, son mujeres.
Nos dirigimos a uno de los moteles que está en las afueras de la ciudad y al llegar, el chofer hizo una seña al portero, y en vez de entrar por la puerta principal entramos por una puerta lateral disimulada con plantas. El camino daba a una casona rodeada de paredes muy altas y jardines por todos lados. Mi amiga y yo nos preguntábamos con la mirada en qué clase de problema nos habíamos metido.

Entramos a la casa que tenía un aspecto singular. Era solo una gran habitación con una pequeña piscina en el centro rodeada de plantas y paredes de vidrio. Había también varias camas grandes de tal forma que fácilmente se podía pasar de una a otra, ya que no estaban separadas por nada. Había toda clase de barras de mármol a diferentes alturas donde una mujer u hombre cabían perfectamente acomodados. Había también un pedestal con un tubo al centro y varios sillones de fina piel alrededor del pedestal. En uno de los extremos había un bar surtido con vinos y licores de buena marca, vasos y copas de muy buena calidad, refrescos de todas las marcas y en una de las paredes unas cómodas así como una pantalla de televisión y equipos modulares perfectamente bien organizados con altavoces distribuidos de manera profesional. Por último había un par de duchas. Había, en otro extremo, dos baños más hechos de mármol que después conocimos mi amiga y yo. La decoración estaba muy bien cuidada con replicas de pintores famosos. Dentro de esa casona había más dinero que en muchas de nuestras casas. Claramente se veía que era una casa de reuniones privadas que no sé si habían alquilado o pertenecía a alguno de nuestros acompañantes.
El chofer sirvió cuatro copas de coñac y tan pronto como entregó las copas, se encaminó hacia la puerta cerrándola al salir. Hasta ese momento debo decir los señores se habían comportado como todos unos caballeros. No nos habían hecho sentir como prostitutas, lo cual de alguna manera calmó un poco nuestros nervios.
Tomamos todos nuestras copas y la combinación con lo que habíamos bebido antes y lo de ahora, fue fatal. Desaparecieron todos nuestros temores e inhibiciones que quedaban y en ese momento dijeron que comenzara el show.
Lo que sigue, todo el desarrollo de este show os lo contaremos en una próxima carta.
Saludos para todos.

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