Relato erótico
Una antigua amiga
Había llegado el fin de semana y se estaba preparando para salir a dar una vuelta. De pronto sonó el teléfono, y era Patricia, una antigua novieta suya y muy buena amiga. La fue a recoger a su casa, fueron a tomar una copa y acabaron en su casa. Fue una velada de vértigo.
Manel – Barcelona
Mi nombre es Manel, tengo 28 años, y vivo en una preciosa casa en un pueblo cerca de Barcelona, soy un profesional liberal, con lo cual vivo bien, y sin presiones económicas ni familiares, en definitiva, lo que se podía decir todo un single.
Hace unos años, no estaba nunca en casa, me gustaba salir por las noches, me gustaba vivir la noche. Veintiocho años, son muchos años, te da tiempo de conocer muchas gentes, muchos amigos, y muchas amigas.
La historia que quiero narrar empezó el pasado viernes, sobre las seis de la tarde, la hora que sonó la melodía de sabina que tengo descargada en mi móvil.
-Si, ¿quien es?
-Hola Manel, que tal ¿Como estas?
Por un momento dude, su voz me resultaba familiar, de hecho muy familiar.
-Soy Patri, ¿que tal estas?
Patri, Patricia, era una gran amiga mía, bueno sigue siendo una gran amiga mía, hacia tiempo que no sabía de ella, en un tiempo pasado habíamos estado liados, con toda la plenitud de la palabra liados.
-Yo muy bien, pues aquí en casa, y tu ¿que tal?
-Bien, gracias, quería ver si te apetecía salir esta noche a tomar algo.
-Pues porque no, si te va bien, sobre las diez te pasó a buscar.
Era morena, no muy alta, de proporciones ideales, con unos pechos bonitos, redondos, firmes, ojos negros, de mirada intensa, aunque a veces un poco perdida, y sobre todo de una bonita sonrisa, así era Patri.
Me puse unos vaqueros nuevos que había comprado en las rebajas, una camisa negra, y como ya estaba afeitado y con un poco de perfume y ya estaba listo para lo que me deparara la noche.
Llegue a su casa unos 5 minutos antes de las diez de la noche, espere un rato, y allí estaba ella, saliendo de su portal.
Con una minifalda vaquera que se me corto casi la respiración, su pelo liso, sus labios rojos, y su sonrisa blanca, tal y como la recordaba.
Nos dirigimos hacia un local nuevo, el cual tenía una sala VIP, solo para clientes selectos, yo quiero decir que por mi trabajo conozco mucha gente y suelo tener buenos contactos. Subimos y pedimos dos copas.
Estuvimos hablando un buen rato, del pasado, del presente, del futuro y de muchas otras cosas, de repente se levanto y se dirigió a la pista a bailar, el Dj, había pinchado una canción de salsa, y que decir que a ella le encantaba la salsa, yo para no estar solo sentado en ese triste taburete, me levante y me puse a bailar con ella, no soy un experto bailarín, pero sí que me lo paso muy bien cuando lo hago.
Note unas miradas que se dirigían a mi acompañante, la gente la miraba, he de decir que ella sí que era una experta bailarina. Al terminar la canción, se abrazo a mí, y clavo sus labios con los míos, primero sus labios y luego su lengua, ese momento me estremecí, las sensaciones se acumulaban en mi cabeza, y quise que no terminara nunca.
-Venga vamos que te invito a otro cubata.
-Lo que me podías es dar otro beso así Patri.
-No te preocupes que tú sabes que todos mis besos son para ti.
Así trascurrió la noche, con unas copas y bailando en ese ambiente relajado de la sala VIP. A eso de las tres de la madrugada, me susurro al oído.
-Que te parece si tomamos la ultima en tu casa.
-A mi me parece perfecto, vamos.
Así fue como en media hora lleguemos a mi casa, aparque el coche, entremos en el salón, y prepare unas copas.
Sentados en el sofá, puse un poco de música, mientras permanecíamos abrazados, envuelto en un beso interminable. Su lengua recorría, mis labios, mi boca, se encontraba con mi lengua, aparecía y desaparecía, recorría mi cuello, mis orejas, mi barbilla, yo buscaba su piel, recorrer su rostro, besar cada milímetro de ella.
Nuestras manos, jugaban, con la única intención de despojarnos de nuestra ropa, primero la camisa, los pantalones… Mi mano comenzó a jugar debajo de su falda, mis dedos empezaron a notar la humedad de su sexo, aun protegido por un minúsculo tanga negro, que no tarde en quedar desprendido de su cuerpo.
Le dije que me acompañara, y ella me siguió. Llegue a mi habitación, encendí unas velas que tenia encima de la mesita de noche, y me tumbé en la cama.
-Ven, quiero tenerte para mí, quiero que esta noche solo sea tuya y mía.
Ella ya estaba completamente desnuda, su figura, perfecta, a la luz de las velas, sus curvas me parecían una imagen de sueño.
Se tumbo a mi lado, sonriendo, y se dejó hacer, inmóvil entre murmullos de placer, mi lengua, recorría su cuerpo, sus senos, sus pezones, sus muslos, llegue a su sexo, lo bese, lentamente, mi lengua jugaba con sus labios, cada vez que mi lengua se encontraba con su clítoris, su respiración aumentaba.
Eso me ponía, hacia que estuviera aun mas excitado, mi lengua parecía tener vida propia, su sexo me pedía más, no deje de recorrer ni un rincón de ese delicioso lugar, su respiración aumentaba, y cuando su cuerpo empezaba a arquease, como queriendo volar, le llego un orgasmo, un grito de placer que me estremeció.
Estuve un buen rato en esa posición, hasta que por fin recuperó la respiración. Me puse encima de ella y la besé, la besé con el ansia que se besa por primera vez, o la última vez, con el ansia de unos labios nuevos.
Acerqué mi polla a ella, y poco a poco, quise notar cómo me introducía en ella, como nos pertenecíamos uno al otro, ella no dejaba de mirarme con esa poca luz que nos daban las velas.
Lentamente, empecé a moverme, con suavidad, como si tuviera miedo a que un gramo de placer se me escapara, la notaba, notaba su humedad, su respiración, su placer, su placer era el mío.
Me sonreía entre sollozos de placer, lentamente, sentía, y no quería que ese momento acabara nunca.
Al cambiar de posición, ella se puso de rodillas, y me pidió que siguiera, seguí igual, con ese moviendo lento, mientras sus nalgas chocaban contra mí, mientras mis manos masajeaban sus senos excitados, con ese momento, aceleré el ritmo, notaba que ella estaba cada vez mas excitada, yo estaba a punto de correrme, pero como pude aguante a que ella lo hiciera, y explote junto a ella, en el mayor de los orgasmos que jamás hubiera tenido. Tumbados, abrazados, me dijo:
-Siempre te he querido, siempre he deseado este momento, siempre te deseare.
Le respondí con un beso y una sonrisa, y allí permanecimos dormidos hasta el otro día.
Al ser sábado no teníamos que trabajar ninguno de los dos, así que pasamos el día en casa, y ya podéis imaginar de que manera, pero esa primera vez con ella, la recuerdo como la mejor de mi vida, igual porque es el amor de mi vida.
Un abrazo para todos. Seguiré enviado mis experiencias.