Relato erótico
Una amiga y otra más
Ya nos ha contado alguna vez los polvos que echa con una compañera de trabajo que está casada. Hoy nos cuenta como se ha incorporado a sus sesiones de sexo una amiga.
Rafael – Almería
Soy Rafael y mando un nuevo relato en el que la protagonista es una chavala llamada Mónica, que tiene 25 años y está casada. Me la vengo follando desde hace más de un año y disfruta horrores poniéndole los cuernos a su marido. Trabajamos juntos y desde que me la follé por primera vez y le estrené el culito, se ha vuelto poco menos que una ninfómana, porque, gracias a mi aguante, conmigo disfruta follando ya que, dice, su marido no aguanta nada y ella no se corre con él. Hemos hecho un trío con su amiga Marta y nos la hemos follado mi amigo Nacho y yo a la vez, probando ella el bocadillo por primera vez en su vida y quedamos en que se traería un día a Marta para que disfrutara también del placer de ser perforada por dos pollas al mismo tiempo.
Este es el relato de lo que pasó aquella tarde. No sé qué excusa le darían a los cabrones de sus maridos, pero lo cierto es que las dos se presentaron puntuales en casa de mi amigo Nacho. Iban vestidas muy sexis y estaban ansiosas. Sobre todo la guarra de Mónica, deseosa de ver como su amiga era follada por dos pollas a la vez. Nos sentamos Nacho, yo y Marta en un sofá y Mónica en una silla, frente a nosotros. Estaba un poco inquieta y para ir calentando el ambiente, abría las piernas para que nosotros, sentados en un plano más bajo, le pudiéramos ver las diminutas braguitas que llevaba.
– ¿Tú también llevas unas bragas tan pequeñas? – le pregunté yo a Marta al oído.
Ella, levantándose un poco la faldita, nos enseñó su afeitado chochito diciendo:
– ¿Bragas…? Hoy no me puesto bragas…
Le toqué el coñito metiendo un dedo en la raja. Estaba empapada y suspiró al notar mi dedo haciéndole una lenta y suave paja. Nacho la besó en la boca y empezó a quitarle la blusa. Tampoco llevaba sujetador. En un momento estuvimos los tres desnudos y mientras yo seguía pajeándola,
Nacho le comía las tetas agarrando ella una polla en cada mano haciéndonos, también, una lenta paja. Mónica estaba sentada en la silla, desnuda y masturbándose, excitada por lo que estaba viendo, pero de momento solo se dedicaba a observar como la zorra de su amiga se ponía cachonda. De pronto, Marta se incorporó y arrodillándose delante de nosotros, siguió enganchada a nuestras pollas, pero ahora, mientras le hacía una paja a una, chupaba la otra.
Mónica sacó los dedos que tenía entrando y saliendo de su chochito, se lanzó como un rayo hacia Marta y abriendo las nalgas de su amiga, se puso a lamerle el ano. Marta dio un largo gemido, pero no dejó de trabajarnos las pollas. Nacho hacía esfuerzos para no correrse, así que hice ponerse de pie a Marta y sentándola encima de mí, de espaldas, le metí toda la polla en el culo.
– ¡Ooooh… que pollazo, como me gusta… toda tu polla en el culo… así, que bien…! – gritó Marta al sentirse enculada.
Mónica hizo de mamporrera y cogiendo la polla de Nacho, la encaró en el chocho de su amiga la cual se abrió de piernas esperando la embestida. Cuando tuvo las dos pollas en sus dos agujeros hasta los huevos, Mónica exclamó:
– ¡Anda que si te viera tu marido ahora tal y como estás, le da un telele…! ¿Te gusta, guarra? – y dirigiéndose a nosotros, añadió – ¡Eso es, follaros a esta perra hasta que reviente de gusto… dadle caña… eso es… hacedla disfrutar…!
Marta se corría una y otra vez y mi amigo también se corrió pero se la sacó del coño y le echó la leche en el estómago y las tetas. Mónica se lanzó a lamer las tetas de su amiga y entre esto y mi polla, que todavía tenía metida en el culo, Marta se volvió a correr como una cerda. Entonces Mónica, cuando hubo lamido todo el semen del cuerpo de su amiga, le dijo a esta, después de darle un beso en la boca:
– Vamos a hacer que te llene el culito de leche caliente.
Agachándose, empezó a comerme los huevos hasta que hizo que sacara yo el culo un poco más, al borde del sofá, y entonces llegó con su lengua al agujero de mi ano. Este tratamiento y Marta, que no paraba de subir y bajar por mi polla, hizo que me corriera en el culo de la chica que, al notar mi leche entrar en su culito, se quedó quieta y empezó a gemir como una gata en celo. Mónica se incorporó y acariciándole las tetas, le dijo:
– ¿Te ha gustado, verdad? Pues no te preocupes, que luego te volverán a follar. Ahora que descansen que mis agujeritos están cachondos y calientes.
Los cuatro, desnudos, tomamos una copa y ellas, inevitablemente, nos hablaron de sus maridos. Las dos coincidían en lo mismo.
Cuando se las follaban, se corrían enseguida y ellas no se enteraban. Mientras Mónica hablaba, su amiga le acariciaba los duros pezones y cuando vio que nuestras pollas daban señales de vida, dijo:
– ¡Venga, Mónica, vamos a ponérselas bien duras para que te follen a ti, tengo ganas de ver cómo te meneas con dos pollas follándote a la vez!
Mónica empezó a chuparle la polla a Nacho mientras Marta se metía la mía en la boca. Cuando las tuvimos a punto, nos dedicamos los tres a poner a tono a aquella putita rubia que, sin dejar de chupar mi polla, pajeaba la de Nacho y abría las piernas para que Marta le preparara el agujerito anal. Marta lamía con avidez el ano de su amiga pero fue Mónica, cachonda perdida, quien se subió encima de Nacho y se metió su polla en el coño, luego, echándose un poco hacia adelante, me dijo:
– ¡Venga, no esperes más, métemela por el culo… fóllame el culo!
Marta abrió con las manos las nalgas de su amiga para facilitarme la enculada y así se la metí enterita. Nacho le comía las tetas a Mónica mientras nos la follábamos los dos a la vez. Marta acariciaba a su amiga que gemía, pidiendo más y más. Le hice un gesto a Marta y, obediente, se puso sumisamente detrás de mí y agachándose, me fue lamiendo la espalda hasta llegar, con su lengua, al agujero de mi culo. Me encanta que me coma el culo una tía mientras enculo a otra y aquello hizo que enculara aún más fuerte a Mónica, que pedía, excitadísima, que la folláramos más fuerte. Nacho y Mónica se corrieron al mismo tiempo y yo, gracias a las lamidas de Marta en mi ano, me corrí al momento en el interior del culo de Mónica. Desde que se corrieron y debido a mí aguante, le estuve follando el culo a Mónica de quince a veinte minutos sin dejar Marta de comerme el culo.
Mónica aún tenía dentro la polla de Nacho y este, mientras yo le follaba el culo, le comía las tetas y los pezones, haciendo que entre la enculada y la comida de tetas, Mónica se corriera dos veces más antes de llenarle de leche el culito. Estuvimos follando con ellas hasta las nueve y media porque tenían que estar en sus casas a las diez ya que les habían dicho a sus cornudos que iban a merendar y luego al cine. Quedaron muy satisfechas y con ganas de volverlo a repetir, lo cual hemos hecho en varias ocasiones.
Las dos disfrutan poniéndoles unos buenos cuernos a sus maridos, y particularmente Mónica, que se vuelve loca cuando me la follo ya que, con mi aguante, en el primer polvo se corre tres o cuatro veces antes de que yo lo haga, y el segundo ya se hace interminable, llegándose a correr, entre los dos polvos, catorce veces en una sesión. Por lo menos ahora puede disfrutar de una polla y no como con el cabrón de su marido.
Besos para todos.