Relato erótico

Un viernes cualquiera

Charo
10 de agosto del 2019

Llego de trabajar cansada y con ganas de darse un buen baño, pero se dio cuenta de que no había hecho la compra de la semana. Llamó al supermercado, hizo el pedido y se cambio de ropa. Aún no sabe porque, pero se puso un conjunto de ropa interior muy sexy, con liguero incluido. Lo que pasó, mejor que lo leáis vosotros mismos.

Aurora – Teruel
Me llamo Aurora, tengo 43 años y hace dos meses que me he separado. Mi marido me puso unos enormes cuernos con una compañera de trabajo y lo eché de casa. Soy una mujer independiente, tengo mi propia empresa y dicen que estoy muy buena. Mido 1,68, pero 72 kilitos y mis grandes tetas y enormes culo vuelve loco a más de un tío, pero de momento, no quiero “casarme” con nadie.
Era viernes y había vuelto del trabajo bastante sofocada y con intenciones de darme una ducha fría, cuando recordé que todavía no había hecho las compras de la semana y ya faltaban unas pocas horas para que cerrasen el supermercado. Corriendo, agarré el teléfono y después de marcar hice el pedido de todo lo que tenía que comprar, rogando que me lo trajeran a casa.
Ya más tranquila, después de la ducha, fui a cambiarme y descansar un poco hasta que llegara el chico del súper. Revolviendo el cajón de la ropa interior busqué algo cómodo y encontré un conjunto de ropa interior muy sexi, con ligueros incluidos. No sé porque, pero me lo puse. De pronto, llamarón a la puerta, seguro que traían mi pedido y yo con aquella pinta. Me coloque una bata por encima y abrí a puerta.
Le pregunté su nombre y disculpándome por mi aspecto lo hice pasar. Kevin, que así se llamaba, esforzándose en vano por ocultar una amplia sonrisa, me dijo que no me preocupase y enseguida le dejé pasar para que llevase mí pedido a la cocina. Era rubio y de ojos claros, de un atractivo perfil y con un cuerpo robusto y musculoso, producto del trabajo. Traté de que no viera como se me hacía la boca agua al mirarlo de pies a cabeza y muy especialmente, su paquete. Se me mojaron las bragas.
Mientras descargaba las bolsas, notaba que sus ojos me repasaban de pies a cabeza, parándose en la apertura de la bata que dejaba los ligueros a la vista. Por supuesto, también se había fijado en mis enormes tetas.
Cuando termino, me di la vuelta y le di la espalda. Estaba preparando el dinero para pagarle y de pronto noté como su dura polla se apoyaba en mi culo. Me di la vuelta, apoyada en la mesa y vi que se había desnudado.
Apoyé el culo en la mesa y Kevin se abalanzó sobre mí buscando mi boca desesperadamente. Me morreaba y sobaba mi culo con fuerza. Poco a poco, separé las piernas y le enroque una a su cintura para que no se apartase. Me recosté en la mesa y al ver el tamaño de mis enormes tetas, se me tiró encima a besarme el cuello para luego bajar lentamente hasta mis gordas mamas, y sus húmedos labios y su lengua hicieron las delicias en mis grandes pezones erectos.
Excitándose cada vez más, me chupaba las tetas y me mordía los pezones con fuerza, mientras mi chocho no paraba de chorrear. Sin poder aguantarme más, lo abracé rodeándolo con ambas piernas y él me llevó así hasta la cama. Me sentó en la orilla a escasos centímetros de su abultada polla y mí boca voraz no tardó ni un segundo en engullirla. Debajo, dos hermosos huevos colgaban llenos de esperma, listo para mí. Bajé la piel con los labios empezando a descubrirlo y a mamarlo con todo mi arte, mirándolo a los ojos con toda su cabeza en la boca. Chupaba despacio, envolviéndola con mi lengua mientras mis labios la acariciaban apretadamente a lo ancho y a lo largo en cada movimiento. Chupaba sin parar, tragándola toda entera hasta taparme la garganta y luego hacia afuera, siempre despacio y con dedicación.

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Movida por la terrible calentura de tan espectacular mamada empecé a hacerlo mas rápido, tomándola por la base y comiéndome todo ese largo y grueso tronco y chupando esos colorados huevos que estaban cada vez más gordos. Estaba hirviendo del calor que me invadía. De lamer sus huevos volví a subir para seguir chupándole la verga entre gemidos de toda clase, por lo que supe que ya la tenía tan dura como a mi me gusta. Terminé de darle un buen chupón a la cabeza y después de bajarme las bragas, empecé subirme a la cama hasta acostarme boca abajo con las piernas abiertas y las nalgas separadas, un poco nerviosa. Levanté el torso apoyada en mis antebrazos, dejando descansar mis grandes y gordos pechos sobre la sábana. No tenía el culo demasiado abierto así que me unté un poco de saliva con los dedos, para facilitar la entrada de tan enorme verga.
Con el pulso acelerado esperé ansiosa la penetración, que llegó enseguida y con un poco de dolor. Me forzó el ano hasta abrirlo y una vez que me metió toda la cabeza fue enterrándome toda la polla hasta el fondo, de un solo empujón, y haciéndome gritar a medida que avanzaba hasta acostarse completamente sobre mi espalda con toda la tranca metida hasta los huevos. Me sentía brutalmente empalada y llena por completo por un cipote tremendo y grandioso, del que no esperaba menos que una espectacular cogida.
Al acomodarse sobre mí seguía haciendo presión adentro y su cipote se me clavaba aún más haciéndome delirar de placer. Luego se incorporó hasta quedar sentado sobre mi culo y empezó a bombearme normal, pero con cierta fuerza, pronunciando cada entrada y llegando lo más adentro posible. Yo gemía y gritaba como una loca, con los ojos cerrados, y la cara contra la almohada mientras la cama entera se movía por las fuertes sacudidas que atravesaban mi culito abierto y enrojecido.
Sentía su verga dura entrar y salir de mi culo una y otra vez, agrandándome el agujero hasta el dolor y golpeándolo furiosamente con los huevos en cada arremetida, hasta que después de un rato cambiamos de posición. Kevin se acostó y yo me senté sobre su verga para clavármela a gusto y gana hasta donde quería. Agarré su polla por la base y al apoyarla sobre mi ano su cabeza lo abrió nuevamente con mucha facilidad, mientras yo bajaba con las caderas hasta cubrirlo por completo, sentada sobre sus huevos.
Los dos gozábamos a lo loco, por su polla endurecida que me daba sin piedad y por mi culo estrecho que pedía más, mientras él me agarraba de la cintura y yo empezaba a subir y bajar con los ojos cerrados, mordiéndome el labio del placer. Al levantar los brazos para acomodarme el pelo, sus manos dejaron mi cintura para apretar fuertemente mis pechugas, que subían y bajaban por mis movimientos, manoseándome y pellizcándome los pezones para volverme loca de calentura. Nuestros continuos gritos y exclamaciones sumados a la presión en mis pezones y en mis pechos me hicieron inclinarme hacia delante para sentir su boca succionarlos y morderlos, envolviéndome de placer y lujuria como nunca antes, haciéndome mover y gritar de una manera casi salvaje. Así estuvimos casi veinte minutos, y su polla se inflamó hasta explotar de tal manera que me levanté de encima de él segundos antes de que acabara.

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Masturbándose y gritando de placer delante de mi cara, su polla me escupió grandes y calientes chorros de semen que yo, sentada al borde de la cama frente a él, lamía levantando y juntando mis grandes tetas a medida que iban saliendo y que me empaparon de la frente a la barbilla. Aún habiendo tragado bastante y con la cara completamente cubierta de leche me acercó la boca al miembro todavía acabando para que me lo comiera y así llenarme la boca de crema.
Escupió algo más y eso comenzó a mezclarse con mi saliva y a hacerse más abundante dentro de mi boca a medida que yo chupaba. Con ambas manos sujetándome por la cabeza, se movía haciéndome mamar su gran cipote hasta la garganta, ahogándome un poco al tragar su leche y babeando el resto por las comisuras de mis labios, que ocupados en chupar esa tremenda manguera, no podían contenerla más. Después de tragar todo el semen, seguí chupando sólo para saborear un poco más aquella delicia antes de obligarlo a que me follara por el culo otra vez hasta reventármelo. Con la verga dura por la espectacular chupada que le di y sin siquiera limpiarme un poco la cara de su leche, me miraba ponerme a cuatro patas sobre la cama, abriendo las piernas y separando las nalgas para mostrarle el negro fondo de mi agujero y dejarlo abierto a su disposición, una invitación al placer.
Con el ano medio abierto y el pulso acelerado esperaba ansiosa la entrada de esa tremenda tranca, que no se hizo esperar para hacerme temblar de gusto. Me montó por detrás para abrirme el culo a la fuerza con su ancha y gorda cabeza, y terminó de atravesarme y de dejármela metida bien adentro.
Sus fuertes manos me agarraron de la cintura y enseguida empezó a bombear enérgicamente, haciéndome sentir todo su tronco de principio a fin, huevos incluidos, que golpeaban mis nalgas en cada entrada aumentando mi calentura. Sentía su cipote endurecerse y agrandarse todavía más a medida que me follaba sin parar, lo que hacía más lento el bombeo, por lo que después de unos segundos de seguir así la sacó casi del todo lentamente para luego clavármela hasta lo más profundo, en una arremetida brutal que me dejó boquiabierta.
De gemir despacio pasé a gritar pidiéndole más y más duro, duro por el culo y sin parar. A esa fortísima envestida siguieron muchas más, bombeándome durante un cuarto de hora de esa manera mientras yo, a cuatro patas, gozaba a lo loco gritando como una marrana por la espectacular enculada que me estaban dando. A medida que me la daba por el culo tan fuerte y sin piedad, de vez en cuando me daba una palmada en las nalgas y me las separaba para hacerme sentir que tan adentro me la estaba metiendo. Ardiendo de deseo seguía recibiendo esa enorme verga una y otra vez, mientras mis gordas tetas se sacudían violentamente hacia delante y hacia atrás y mi culo se colmaba de placer con cada empujón.

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Ya con las tetas notablemente hinchadas y con los pezones ardiendo de excitación, sentí una gran sensación de placer expandirse por todo el cuerpo, a la vez que Kevin no paraba de dármela un poco más duro cada vez. Entre gemidos que parecían lamentos, mi placer aumentó y mi culo reventó en un orgasmo anal terrible, que disfruté como una puerca durante varios minutos. Temblando exhausta por semejante cogida, me dejé caer hacia delante para retomar el aliento, esperando ansiosa el momento en que la verga de Kevin explotase adentro de mí.
Sin darme descanso, Kevin gritaba bombeándome más corto pero rápido hasta que me la clavó profundamente como antes, gozando un gran orgasmo. De su cabezota inflamada salían largos chorros de leche caliente y espesa que mi culito tragaba sin parar hasta llenarse. Yo sonreía de placer con los ojos cerrados al sentir todo ese semen hirviente fluir hacia mi interior cada vez más adentro, mientras su duro falo seguía llenándome la el culo hasta rebalsar, enterrado demasiado dentro de culo en una mezcla de dolor y placer. Blancos hilos chorreaban de los bordes de mi enrojecido y dilatado ano, cayendo por mi entrepierna a la cama, mezclándose con mis jugos. Unos segundos después de tan abundante eyaculación, Kevin bombeó un poco más antes de sacármela del todo, dejándome el culo roto y todo cubierto de leche. De mi enorme y negro agujero comenzaron a saltar blancos y pequeños chorritos hacia afuera, de toda esa leche que no se tragó y que todavía me quedaba dentro.
Mentiría si dijera que no lo disfruté. Rendida, me acosté tratando de recobrar el aliento mientras veía como Kevin se vestía para volver al trabajo. Me hubiera gustado que se quedase un poco más, ya que el fuego de deseo que llevaba dentro era difícil de apagar, pero tampoco quería ser la causante de su despido, por lo que una vez vestido me puse la blusa otra vez y con las piernas temblorosas por tan brutal enculada le pagué por el pedido y lo acompañé a la puerta, prometiendo volver y con un beso en la boca, me dio un apretón cariñoso en los pezones y se despidió de mí. Y yo, al volver a recostarme en mi cama y con el culo y la boca todavía sucias de semen, sonreía y me relamía satisfecha por el estupendo servicio personalizado de esta empresa.
Hasta otra.

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