Relato erótico
Un regalo muy especial
Era su cumpleaños y sus amigos le habían preparado una sorpresa. Fue a su casa, se cambió de ropa y fueron a cenar y después a una discoteca.
Miriam – Navarra
Esta historia que os relataré, amiga Charo, es real y sucedió hace aproximadamente un mes, el día de mi cumpleaños. Primero diré que soy morena, mido 1,75 cm y mis amigos dicen que tengo un cuerpo fenomenal pues mido 98-58-95.
Ese día en que empezó mi testimonio, estaba en mi trabajo cuando recibí una llamada de uno de mis amigos, que me dijo que me pasaría a buscar para celebrar mi cumpleaños, y que me tenían una gran sorpresa.
Yo acepté encantada la invitación pero le dije que primero tendría que pasar por casa a cambiarme de ropa, ya que no quería llevar la misma ropa que uso en el trabajo.
Mi amigo llegó a las siete a buscarme al trabajo, me llevó a mi casa, me duché y me cambié de ropa haciendo caso a mi amigo que me había dicho que me vistiera bastante sexy, cosa que no me costó mucho ya que me encantan las mini y los top. Nos fuimos a un pub y ahí nos juntamos con mis otros amigos. Éramos ocho en total, cinco hombres y tres mujeres, y tras unas copas, decidimos ir a bailar.
En la disco ya estaba medio mareada, y como a mí me gustaba unos de mis amigos, me puse a bailar con él. Estaba en eso cuando pusieron los discos lentos, con lo cual pensé que esta era la mía y empecé a bailar con él de una manera bastante erótica, acercándome a su entrepierna para poder sentirla, ya que me habían dicho que la tenía bastante grande.
Luego, ya más atrevida, empecé a acariciarlo y besarlo. Mi chocho esta mojado de la calentura que tenía, pero él se separó de mí y me dijo:
– Tranquila, que todavía falta tu regalo.
Pero yo lo único que quería era sentir su verga dentro de mí, pero como él se fue a sentar, yo me quedé con las ganas, o al menos eso creía yo.
Cuando llegaron los demás, me dijeron, que ya era hora de recibir mi regalo, uno de ellos se levantó, fue a otro lugar de la disco y al poco regresó acompañado por un negro, diciéndome:
– Este es tu regalo.
Nada más ver ese pedazo de hombre, creo que tuve un orgasmo. Mis amigos sabían que esa era una de mis fantasías, poder follar con un negro, para poder salir de la duda de si la tenían tan grande como lo había visto en varias películas porno.
Entonces decidimos irnos a mi casa a seguir la fiesta y poder disfrutar de mi regalo. Llegamos, pusimos música y yo saqué a bailar a mi regalo. Con la calentura que tenía empecé a realizar movimientos eróticos, para que mi amigo entrara en calor también. Después de un rato y como estaba tan caliente, empecé suavemente a acariciar su paquete, que empezó a reaccionar y después, con mi otra mano le levanté la camiseta que llevaba y comencé a besarle las tetillas mientras él me agarraba del culo y levantándome un poco la mini, comenzó a frotármelo, mientras con la otra mano me meneaba las tetas.
Yo, que ya estaba en la gloria, miré a mi alrededor y vi que mis amigas estaban solo en ropa interior chupando las vergas de mis amigos. Yo no quise ser menos, me agaché y suavemente saqué la verga de mi regalo. Casi me viene otro orgasmo al ver ese tremendo pedazo de carne que me iba a comer. Pero antes de nada, me acerqué al mueble que tengo en el salón y saqué un centímetro para medirla, y aunque vosotros no lo creáis, medía 33,5 cm de largo por 10 cm de grueso.
Casi enloquecida de excitación, me arrodillé delante de él y empecé a mamársela aunque solo me caía una pequeña parte en la boca y eso que, según mis amigos, soy una perfecta tragadora de vergas. Tras lamerle el enorme capullo un rato, intenté meterme algo más pero no pude por lo que seguía con mi mamada de capullo mientras mi regalo me sobaba las tetas
Un rato después, me levantó, me sentó en el sillón y me dijo:
– Ahora vas a gozar como nunca.
Suavemente empezó a recorrer con su lengua cada parte de mi cuerpo, mientras pellizcaba mis pezones con sus tremendas manos. Luego bajó hasta mi vagina y comenzó a lamérmela con una maestría única con lo cual logró que yo tuviera varios orgasmos después de los cuales él seguía lamiendo, desde mi clítoris hasta el agujero de mi culo.
Después de mi enésimo orgasmo y observando a mis amigos que estaban gozando entre ellos a tope, mi “regalito” se sentó en el sillón y yo comencé nuevamente a mamar esa gran verga hasta que se la puse a su máxima expresión y entonces me senté sobre ella, pudiendo sentir como ese tremendo pedazo de carne se abría paso, aunque dolorosamente, dentro de mi coño.
Tardé una eternidad en sentarme casi por completo sobre ella hasta que la tuve toda dentro. Entonces me quedé quieta un momento para que mi vagina se acostumbrara a ella y a continuación empecé a cabalgarla como si en eso se fuera mi vida, mientras mi regalo me mordía mis pezones, y con sus manos jugueteaba en mi culito.
Mis amigos, entretanto, celebraban que yo me hubiese podido comer por el coño todo ese pedazo de carne. Seguí un buen rato montada, moviéndome lentamente de abajo a arriba hasta que mi regalo se quedó quieto en el mismo momento en que me vino un nuevo orgasmo en el que creo que perdí el conocimiento, ya que en un momento y sin darme cuenta, estaba yo a cuatro patas y mi regalo me follaba a lo perro.
Mi placer era enorme y creo que todos mis vecinos pudieron enterarse de mi placer ya que yo no podía evitar lanzar tremendos alaridos mientras me corría.
Tras hacerme llegar a un nuevo orgasmo, el amigo se sentó en el sofá, cosa que aproveché para realizarle una mamada de campeonato, hasta que logré que se corriera, tomándome todo lo que pude de su rica leche, aunque la mayoría cayó en toda mi cara, tetas y cuerpo, ya que jamás yo había visto tanta leche junta. Creo que fue, y no temo equivocarme, como medio litro.
Nos sentamos un rato para descansar, y en ese momento mis amigas aprovecharon para jugar un rato con mi regalito, que por cierto se llamaba Nelson. Le hicieron mamadas tan bestiales, que, a los pocos minutos lo pusieron listo de nuevo para la “pelea” y después, dejando a una de ellas con el negro, las demás se dedicaron a realizarme una lamida de coño, culo y tetas que me llevaron al cielo de nuevo pero, cuando estuve bien lubricada, sacaron un frasco de vaselina que empezaron a pasarme por el culo, metiendo los dedos también.
Cuando mi culito estaba dilatado y la polla de Nelson tiesa, me llevaron hacia allí y me pusieron de espaldas a él. Lentamente me sentaron sobre su verga, pero para sorpresa, y espanto mío, no estaba dirigida hacia mi chocho, sino hacia mi culo.
– ¡No, eso no! – grité muy asustada – ¡Esa tremenda verga me va a partir el culo en dos!
Pero ellas hicieron oídos sordos a mis súplicas y al ver que no me hacían caso les dije que lo haría con él, como ellas deseaban, pero primero tenía que acostumbrar mi culo a una verga más normal, para lo cual llamé a uno de mis amigos, el que me había calentado en la disco, y le dije que me la metiera por el culo. Él, ni corto ni perezoso, me colocó a cuatro patas y suavemente empezó a metérmela.
El dolor que sentía era tremendo ya que no conocía tampoco el tamaño de la verga de mi amigo, pues no tuve tiempo de verla, hasta que pasado unos minutos ese dolor pasó a convertirse en placer.
Estaba gozando como una zorra y tras unos minutos mi amigo la sacó y otro ocupó su lugar. Este la tenía más normal y estuvimos así unos minutos hasta que acabó corriéndose en mi culo.
Estaba súper caliente nuevamente y quería más verga, así que decidí probar con Nelson, ya que mi culo estaba bien lubricado con la corrida de mi amigo, así que me senté en la enorme polla y, él empezó suavemente a penetrarme hasta que de un momento a otro la tuve toda en mi culo. Sentía sus bolas tocando mis nalgas.
Paramos unos segundos para que se adaptara mejor y comenzamos un sube y baja que nuevamente me hizo tener varios orgasmos a la vez, o quizá a lo mejor fue uno solo muy intenso. Luego se me acercó mi amigo y me puso su verga en la boca, momento en que pude ver el tamaño de ésta. Creo que era de 28 cm y 8 de ancho. Con razón me produjo tanto dolor al entrar en el culo.
Después de ponérsela a tono, el amigo se colocó delante de mí y me la introdujo en el coño. Ahí estaba yo gozando y gritando como una loca, encantada de tener dos tremendos pedazos de vergas, que entraban y salían de mis agujeros hasta que me hicieron acabar en un orgasmo que creo que jamás volveré a tener.
Al acabar de correrme, fui rodeada por todos mis amigos, incluido Nelson y me bañaron en leche, desde la punta del pelo hasta mis pies completamente mojada y luego mis amigas se encargaron de limpiarme con largos y placenteros lametones.
De solo recordarlo, ya estoy mojada así que usaré uno de mis juguetitos para bajarme esta calentura. Un beso muy caliente para todos.
Besos a todos y lo que pasó con mi regalo y mis amigas que también lo disfrutaron lo contaré en una próxima historia.