Relato erótico
![](http://apple-rnd.ru/hqseek/wp-content/uploads/2017/04/portada-31-900x450.jpg)
Un poco de locura
Llegaban las vacaciones y se propusieron hacer una lista con las “locuras” que les gustaría hacer. Una de ellas era montarse un trío con una amiga. El trío no acabo de salir bien, pero vivieron momentos muy morbosos y calientes.
Sebastián – SALAMANCA
En el mes de Mayo de ese año y para añadir un poco más de morbo a nuestros encuentros llenos de amor y pasión, se me ocurrió que, mi mujer y yo, hiciéramos una lista de tres o cuatro cosas de las que considerábamos “locuras” para realizarlas durante el próximo verano.
Después de varias propuestas acordamos que ese año tendríamos que hacer las siguientes cosas: una ir a un pub liberal dispuestos a todo lo que se presentara, otra que Susana, mi mujer, haría fotos de sus amigas en top-less en su piscina, otra grabar en vídeo una ducha en la que ella alcanzase esos orgasmos maravillosos y al no haber propuesto ninguna cosa, debería decirme una cosa a realizar cuando estuviese dispuesta, es decir como dice ella “receptiva”.
Nuestra aventura del pub liberal al que fuimos dos veces, la contaremos en otro relato ya que dio para mucho.
Estábamos en uno de nuestros encuentros en la cama, los dos ya desnudos y con los juegos amorosos que tanto nos encantan, la tumbé y me dirigí hacia sus piernas mientras ella intentaba retenerme para que continuara con mis besos y caricias en sus pezones, que ya la habían puesto muy cachonda. Entonces le separé las piernas al mismo tiempo que mis manos separaban los labios de su coño ofreciéndome toda su raja, que empecé a besar, chupar y mordisquear. Susana gemía y le susurraba palabras excitantes. Estaba fuera de sí y en ese punto de “locura” en el que le podía pedir cualquier cosa.
En ese estado, como os podéis imaginar, se atrevía con todo y al decirme que haría lo que yo quisiera, yo insistí que si era “todo” sin excepción. Su respuesta entrecortada por gemidos:
– Sí… amor mío.
Entonces le dije que deberíamos hacer un trío con una chica. Dudó unos instantes pero al final me contestó que sí y que eligiera yo la chica. Volví a insistir que habría que hacerlo sin echarse atrás, mientras durante todo el tiempo mis dedos no habían dejado de tocarla acariciándole el clítoris. Estaba llegando al orgasmo y repetía sin parar:
– ¡Haré lo que quieras… oooh… y con quien tu quieras… aaah… sí…!.
Seguí acariciándola como a ella la encanta introduciendo mis dedos dentro de su raja y excitando aun más su otro punto erógeno con el que consigue nuevos y múltiples orgasmos.
Después de haberla complacido como a mí me gusta, me pidió que la follase, cosa que yo iba a hacer sin que me lo pidiera, pero estaba tan fuera de sí, que me agarró la polla y empezó una mamada bestial y metió uno de sus dedos en mi culo. Jadeando le dije:
– ¡No sigas por ahí, que me voy a correr en tu boca!
Ella, sin sacarse mi polla de la boca, asintió con su cabeza indicándome que me dejara ir, lo cual hice llenándole la boca de una buena cantidad de leche.
Al día siguiente aproveché para tantear como haríamos el trío que habíamos acordado. Estaba claro que buscar una chica dispuesta a participar no iba a ser nada fácil. Me dijo que Marisa de la que me había hablado en alguna ocasión, era la más lanzada, con diferencia, de sus amigas.
En cuanto a Marisa, sabía que no se cortaba nada, que estaba bastante bien, que en sus tiempos no despreciaba un buen polvo y que debido a sus confidencias conocía perfectamente nuestra relación y el cambio total experimentado por Susana en cuanto al sexo. Mi mujer le había contado con bastantes detalles los orgasmos múltiples que consigue conmigo y con la ducha.
Marisa siempre le contestaba que creía que se estaba perdiendo algo, y aunque probó lo de masturbarse con la ducha y le encantó. Insistió diciendo que como su marido estaba muy liado con el trabajo y no le hacía mucho caso, ella con su ducha era de lo más feliz sin tener que aguantarle.
El caso es que al rato mi mujer me llamó al trabajo. Me dijo que me pasaba a su amiga Marisa, con la que yo nunca había hablado, y a quien le había dicho que yo tenía algo que decirle. Con ese detalle comprendí que Susana estaba totalmente dispuesta a seguir con el trío.
Después de saludar a Marisa empezamos a hablar de la transformación que había conseguido en Susana, ya que de ser una estrecha había pasado a convertirse en una viciosa que quería recuperar el tiempo perdido.
Tras un buen rato de charla orienté la conversación a los juegos eróticos de salón, que sabía le encantaban, diciéndole que si quería participar con nosotros y al preguntarme ella hasta donde queríamos llegar yo le respondí diciéndole que no teníamos limite. Marisa me respondió que en ese momento no estaba preparada para un trío pero quizás más adelante.
Nos despedimos, luego lo comenté con Susana y nos quedó claro que tendríamos que seguir buscando. Nuestra amistad con Marisa siguió como si nada y de hecho hemos comido alguna que otra vez los tres juntos pero solo cuando el azar vino a sorprendernos.
Resultaba que ese año las vacaciones de verano empezaban el 29 de Julio para nuestra empresa, pero al marido de Susana se las daban en Agosto por lo que ella tendría que estar sola en casa unos días.
Así que ideamos que mi mujer invitase a Marisa para que viniese a nuestra casa. Las dos amigas aprovecharon para tomar el sol con las tetas al aire, como les gusta antes de que yo llegase a comer.
Comimos los tres juntos aunque ellas se pusieron la parte superior del bikini, lo cual, no me gustó nada porque yo seguía sin ver las tetas de su amiga, pero tenía la esperanza de que luego llegaríamos a bastante más. Después de la buena comida con bastante vinito, Susana nos preparó una copita para ir entonando más el ambiente. De pronto nos dijo que nos fuéramos al dormitorio porque si no terminaríamos follando en la mesa. Yo le dije que de acuerdo pero, que cuando la llamásemos, no se hiciera la estrecha y subiese.
– ¿Por qué tengo que subir? -me preguntó-
Como yo veía que estaba un poco reacia a participar, le contesté que era para subirnos alguna copa más. Ella no dijo nada y se fue a la piscina. Desde el dormitorio la veíamos en la tumbona echada pero con el bikini completo.
Empezamos a besarnos y acariciarnos ya que teníamos que aprovechar el poco tiempo de que disponíamos, estábamos ya desnudos y Susana muy mojada como había comprobado, ya que, la había penetrado varias veces. Entonces la llevé a la ventana, subimos la persiana, corrimos la cortina, yo me puse detrás de ella penetrándole el coño y le dije que la llamase para que nos viera. Marisa nos miró y comprendió por los gestos de Susana que me la estaba follando.
– ¿Por qué no nos subes un refresco? – le dije- Susana tiene la garganta seca.
– De acuerdo, pero como no quiero veros follar lo dejaré en la entrada del dormitorio – contestó.
Dejé de moverme para no correrme aún y le contesté que eso no era lo que queríamos, que tenía que entrar y le ofrecí una alternativa, o subía a la habitación a traernos un refresco o se quitaba el bikini.
– ¿Y si no hago ninguna de las dos cosas? -preguntó en tono seco.
Entonces me confabulé con Susana para que dijésemos juntos que bajaríamos a la piscina y de entrada la desnudaríamos por completo y luego ya vería lo que hacíamos.
Ella, tras pensarlo unos segundos, nos dijo que de acuerdo, que se quedaba con las tetas al aire pero que teníamos que corrernos en la posición en que estábamos. Sin decir nada más se quitó la parte superior del bikini y al verle esas tetas maravillosas y la conversación tan morbosa que habíamos tenido continúe follando a mi mujer hasta correrme de placer, mientras Marisa no nos quitaba ojo.
Luego Susana y yo nos acostamos los dos acurrucados y noté como sus dedos buscaban su puntito para masturbarse y correrse teniéndome a su lado.
Para rizar el rizo, y aunque nos quedaba poco tiempo, nos bajamos a la piscina y nos dimos un chapuzón los dos desnudos ante los ojos melosos de nuestra amiga Marisa.
No completamos lo que queríamos, pero nos dejó buen sabor de boca y más cuando al día siguiente me contó mi mujer que Marisa estaba muy excitada y que si hubiésemos estado un poco de tiempo follando, habría participado con nosotros porque la pusimos a tope y llegó un momento que realmente la apetecía.
Besos de mi mujer y míos.