Un huesped maravilloso

Una buena amiga de su madre la llamó para pedirle un favor. Le explicó que su hijo iba a Madrid porque le había salido un trabajo muy bueno. Le pidió si podía hospedarlo en su casa mientras él se afianzaba en el trabajo.

Raquel – Madrid
Soy una mujer separada de 35 años. Una buena amiga de mi madre me llamó diciéndome que a su hijo, David de 27 años, le había salido un trabajo en Madrid y quería saber si podía vivir conmigo, momentáneamente, hasta que se afianzara en su trabajo.
Yo me alegré mucho pues así no estaría sola y como a David lo conozco desde que nació, y es un chico estupendo, me haría compañía en mi soledad. Y así fue, nuestra convivencia era perfecta hasta que me enteré que estaba saliendo con una chica y me alegré de ello, pero un día me encontré con una amiga que, muy seria, me dijo:
– No quiero preocuparte pero David está con una mujer que tiene dos hijos de dos distintos hombres y no solo sale con él, en pocas palabras, la tía es más puta que las gallinas.
Esta misma noche traté de hablar con él y después de una larga charla me dijo:
– Esa mujer me hace sentir lo que nadie.
– ¿Así que te acuestas con ella? – pregunté.
-Ya te he dicho que nadie es como ella – insistió él.
– Será en la cama y por lo que sé tiene de experiencia – le solté.
Las cosas se pusieron muy tensas y me amenazó con irse con ella si yo seguía así. Más tarde se lo comenté a mi mejor amiga y al decirme ella que David ya era un hombre, me recordó lo que él me dijo que esa mujer era muy buena en la cama, y eso me dio una idea. Estaba dispuesta a todo con tal de no ver a David con esa mujer.
Aprovechando el día de mi cumpleaños, le invité a cenar fuera y para ello me puse la ropa interior más provocativa y así, medio desnuda, le llamé pidiéndole que me ayudase a escoger algún vestido. Al entrar en mi dormitorio, se quedó como alelado mirando mi cuerpo, no como el de su una amiga de su madre, sino como el de una hembra con un buen tipo. Mientras me decidía por el vestido, observé como se le había puesto dura pues tenía un tremendo bulto en el pantalón y cuando me puse el vestido me dijo:
– Me gusta mucho pero creo que es muy atrevido, se te ven casi todas las tetas y los muslos por entero.
Yo le dije que fuera a darse un baño y a vestirse pues ya era hora de irnos. Entonces calculé el tiempo y con la excusa de llevarle la ropa, entré en el baño cuando se estaba secando, y cuando le vi completamente desnudos se me mojó el coño al ver su tremenda polla que ya estaba morcillona. Hice como que no había visto nada y salí muy excitada.
Tomamos un taxi y, al subir pudo verme los muslos. Una vez sentados mi falda seguía subida hasta casi las ingles, no quitaba la vista de mis piernas y nuevamente le noté el bulto. Mi plan estaba dando resultado, le estaba poniendo muy caliente y ya veríamos quien era la mejor en la cama.

La cena fue muy rápida, después le llevé a bailar a una disco que yo conocía y como parte de mi plan me tomé varias copas y cuando bailábamos rozaba mi cuerpo contra el suyo hasta que le pregunté que me había preparado como regalo. Él me contestó que iba a ser una sorpresa y yo, poniéndole una mano en el paquete, le dije:
– ¿No será “esto” lo que me tienes de regalo?
Yo me hacía la borracha y él me tenía bien cogida por la cintura, apretando mi cuerpo contra el suyo hasta que en medio de la pista me dio un beso con lengua incluida, que me hizo mojar. Los dos estábamos ya muy calientes. Entonces le pedí que nos fuéramos a casa que estaba un poco mareada. Me hizo caso y cuando bajamos del taxi me ayudó a entrar en casa dándome cuenta de que una mano la tenía sobre mi nalga, casi metida bajo mis faldas. Así me llevó a mi habitación y diciéndome que me ayudaría a desvestirme así lo hizo y me magreó a tope, acariciando mis muslos y mi entrepierna de una manera descarada.
Cuando ya me tenía en ropa interior, me abrazó y metió su lengua en mi boca mientras sus manos me cogían por las nalgas y me hacía sentir en mi bajo vientre su poderosa verga. Caímos sobre la cama y terminó de quitarme lo poco que yo tenía puesto. Estaba desnuda en la cama y con el hijo de una amiga. Entonces me entró remordimiento y le dije:
– ¡Déjame… eso no está bien!
No me hizo caso, se incorporó, se bajó los pantalones y calzoncillos, con una mano se cogió la enorme polla y me dijo:
– Mira, esto está así por tí, llevas toda la noche calentándome, así que ahora vas a saber lo que es tener todo esto dentro de tí.
Se metió entre mis piernas y aunque yo traté de evitar que me penetrase, cuando sentí el calor de su capullo entre mis labios vaginales, me abrí de piernas para recibir al macho y una vez penetrada, me folló mientras me llamaba golfa. El sentirme penetrada con tan poderosa verga y el que me tratasen como una zorra, me hizo llegar a un orgasmo como nunca en mi vida.
En medio de la tremenda monta, me pidió que se la mamase y sin darme tiempo a responder, me la sacó del coño y me la metió en la boca. Mientras se la chupaba, me decía:
– ¡Que bien la chupas…!.

Todo ello me ponía más caliente y me hacía chupar con más ganas por lo que no tardé en sentir como mi boca se llenaba de leche y, como buena mamona, me tragué por primera vez toda la leche que salía de mi semental.
Cuando se la dejé bien limpia pensé que con eso tendría bastante pero me equivocaba. Como loco metió su cabeza entre mis piernas y lamió y chupó toda mi caliente y empapada raja haciéndome tal comida que no tardé en correrme aunque él, sin dejarme descansar, me puso boca abajo en el borde de la cama.
No dudé ni un segundo en pensar en la que me esperaba y menos cuando sentí como su dedo, previamente mojado en mi coño, se posaba sobre mi ano y entraba en él. Aunque era imposible que mi agujero anal pudiera tragar semejante verga pero él, con su dedo bien metido dentro de mi culo, me dijo:
– ¡Prepara tu culo, relájalo, así sabrás lo que es tener un verdadero hombre dentro de ti!
Cuando sentí que sacaba su dedo y que inmediatamente metía su capullo, presionando mi virgen ano, me hizo soltar lágrimas de dolor pero mi macho siguió metiendo su verga entre mis nalgas hasta que sentí sus huevos pegados a mi coño. Me la había metido hasta el fondo. Mientras yo era montada analmente, metió la mano y me sobó el coño. Luego metió dos dedos haciéndeme tal paja que me olvidé del dolor y fui yo quien empujó mis nalgas para sentir muy adentro la enculada.
Sin dejar de decirme lo buena que estaba y el culo tan estrecho que tenía, me soltó un río de leche en el culo y los dos nos quedamos dormidos.
Cuando desperté, tenía uno de mis pezones en a boca y yo, entonces, me metí su verga en la boca y le saqué la leche. Ese fue mi desayuno.

David dejó a la mujer que, según supe, estaba otra vez embarazada, y desde entonces él duerme conmigo en mi cama y todos los días nuestras “enganchadas” eran de fábula hasta que un día conoció a una chica y pronto se casarán.
Besos