Relato erótico
Un domingo especial
Su compañero de trabajo le dijo que tenían que ir a visitar a unos clientes y aunque era un día festivo, aceptó. Fue uno de los mejores y satisfactorios domingos de su vida.
Eloy – Barcelona
Mi nombre es Eloy, tengo 28 años y trabajo en una empresa de seguros en la que llevo poco tiempo. Un día un compañero de trabajo, llamado Ángel que tiene 43 años, me pidió que le acompañara a ver a un cliente un sábado a las 8 de la tarde pues era una reunión muy importante que solo podía ser ese día y después nos iríamos a tomar algo por ahí. Yo soy soltero y él divorciado por lo que no teníamos nada más importante que hacer.
Al llegar a la casa subimos al piso y al llamar nos abrió un hombre de unos 40 años, que era el cliente, y pasamos al salón, donde nos sentamos y comenzamos a hablar de negocios. Al poco rato apareció su mujer en el salón y nos la presentó. Montse tenía 38 años, cosa que sé por la póliza, era muy guapa, morena de lindo pelo rizado y una cara preciosa. Llevaba un vestido corto de vuelo con la parte de arriba muy ceñida y abotonado en su parte delantera. Por lo corto del vestido se le veían unas piernas preciosas y unos muslos que daban ganas de tocar, todo enfundado en unas medias negras de red.
El vestido marcaba sus curvas y unas tetas no muy grandes pero redondas y que parecían muy duras. Además llevaba unos botines de punta con un alto tacón, cosa que me encanta ver en las mujeres. Mi amigo hablaba de negocios con el hombre y yo no podía dejar de mirarla que, frente a mí, me estaba poniendo muy cachondo. Montse nos sirvió unas copas y al inclinarse para hacerlo la parte trasera del vestido se levantó dejándome ver el encaje de sus medias, unidas a un liguero, por lo que se me puso dura de inmediato.
Yo cogí mi móvil y con disimulo le hice una foto cuando, inclinándose un poco más, me enseñó el culo. Bebimos varias copas hasta que todos, menos yo, estaban un poco bebidos y entonces vi algo que me llamó la atención. Ángel apoyaba la mano en la rodilla de la mujer y la subía sobándole el muslo sin que ella dijese nada y su marido parecía no enterarse. Ángel se estaba dando un lote tremendo sobándola y sin importarle que estuviese su marido e incluso vi que mi compañero tenía la mano entre los muslos de Montse y le sobaba hasta el coño.
En un momento dado Montse se levantó y se fue a la cocina y a los dos minutos Ángel se levantó también y se fue al baño dejando al señor leyendo el contrato. Yo me levanté y le dije que tenía que llamar con mi móvil y me fui fuera del salón dirigiéndome a la cocina donde al llegar los follando sobre la mesa. Sin hacer ruido les hice una foto sin que me viesen y me volví al salón. Al poco rato apareció Ángel sonriente y minutos más tarde entró la mujer, besó a su marido y se fue a la cama. Entonces me acerqué a Ángel, le enseñé la foto y él me dijo:
– ¡Vete con ella!
Sorprendido, esperé un poco y luego decidí ir a su habitación, la busqué y allí la encontré, tirada sobre la cama, vestida y dormida. Me senté al borde de la cama y comencé a acariciar sus muslos hasta llegar a la altura de su tanga, que tenía metido entre los labios del coño. Aparté la prenda, con mis dedos le abrí el coño y me agaché para chupárselo comprobando que lo tenía empapado la muy guarra. Su sabor era delicioso, y estaba encharcándose cada vez más. Ella gemía pero con los ojos cerrados por lo que no sabía quien le estaba metiendo mano, entonces saqué la boca de su coño y le fui abriendo el vestido encontrándome con sus tetas que me lancé a chupar como un poseso. Entonces abrió los ojos y al verme intentó apartarse pero yo no la dejé. Ella intentaba zafarse de mí pero yo la empujé sobre la cama, la agarré con fuerza de las muñecas y le empecé a comer la boca. Le separé los muslos mientras sacaba mi polla muy tiesa y dura al aire y arrancándole el tanga se la apoyé a la entrada del coño y de un fuerte empujón se la clavé entera hasta los cojones y comencé a follármela mientras ella me pedía que, no parase. Mientras me la follaba comencé a morrearla, sobándole con mis manos las tetas y pellizcándole los pezones que comenzaban a ponerse duros y se le comenzaban a escapar algunos pequeños gemidos que hicieron calentarme aún más.
Al poco rato comenzó a gemir más fuerte y empezó a correrse gritando como una guarra por lo que tuve que taparle la boca para que no la oyese su marido, y seguí dándole mucha caña. La dejé descansar un poco y me salí de su coño, pero me tumbé en la cama boca arriba con la polla muy tiesa y le pedí que se echase sobre mí. Se puso en cuclillas y me agarró la polla con una mano mientras con la otra se abría el coño. Poco a poco se fue bajando y se fue clavando la polla en el coño hasta tenerla dentro por completo y se quedó quieta unos segundos para amoldar la verga en su almeja.
Entonces se echó sobre mí y comenzó a mover su culo arriba y abajo follándome con ganas mientras comenzábamos a morrearnos. Yo le agarraba las nalgas con ambas manos y empecé a acariciarle el ano pasándole un dedo por su culo y metiéndoselo hasta la mitad en el agujero. Montse no paraba de gemir. Y al momento me corrí en su coño llenándoselo de leche empezando ella a moverse más rápido para que toda mi leche entrase en su chocho hasta sus entrañas. Tuve el mejor orgasmo de mi vida, gimiendo como un cabrón ya que mi Montse seguía botando sobre mi polla cada vez más rápido sacándome hasta la última gota de leche de mi rabo. Cuando me calmé, le di un beso en la boca y me despedí.
Me vestí y salí de la habitación yéndome al baño pensando en que excusa le iba a dar a su marido por tardar tanto, pero al salir del baño oí gemidos y al pasar por la habitación abrí la puerta con cuidado y allí estaba Ángel que tenía a Montse a cuatro patas y ella le mamaba la polla como antes me lo había hecho a mí. Mi polla se puso dura y volví a acercarme a Montse, le subí el vestido, le apoyé la polla en el agujero del culo y se la clavé sin ninguna dificultad.
Mi amigo no tardó en correrse en su boca y en ese momento yo exploté en su culo. Ángel le llenó la cara de leche y de la boca de Montse caía un reguero de semen sobre sus tetas y así la dejamos, tumbada en la cama, mientras Ángel me decía:
– Su marido se ha dormido, así que vámonos.
Nos vestimos y nos fuimos. Al día siguiente volví a ver a Montse y como su marido no estaba, me la volví a follar. Así llevamos casi seis meses y se ha convertido en mi amante viéndonos casi todos los días. Su marido no sabe nada y mi amigo lo sospecha aunque nos la follamos los dos juntos a veces.
Ahora, cuando quiero follar, voy a su casa y me la follo como quiero, Se ha convertido en mi esclava y me obedece en todo.
La muy puta quiere hacer una orgía con cinco o seis tíos y yo seré el encargado de buscarlos.
Saludos y ya contaré lo que ocurra.