Relato erótico

Un culazo de lujo

Charo
7 de julio del 2020

Fue con su novia, su prima y sus madres a pasar el día en la piscina de una casa que tenía que cuidar el novio de su prima. Se bañaron, hicieron una barbacoa. Lo bueno llegó cuando acompaño a las madres maduritas a su casa.

Pedro – ESTEPONA
Al novio de la prima de mi novia, lo dejaron al cuidado de una casa espectacular, muy grande y con una piscina inmensa y como es natural, no tardamos mucho en organizar una visita a esta casa y ocupar la majestuosa piscina. Solos lo cuatro en esa tremenda casa era fabuloso, pero a la prima se le ocurrió invitar a su madre, a mi futura suegra y a la suegra de ella, todas ellas separadas y viudas. Así que al final quedamos Miguel, el novio de la prima Félix, nuestras novias y tres maduras y yo.
El calor ese día, fue increíble y ya aún oscureciendo, continuó caluroso. El novio de la prima y yo, nos dedicamos a encender la parrilla para calentar la carne que había quedado del almuerzo, y las cinco mujeres aún se bañaban. Mientras nosotros trabajábamos, oíamos las risas y bromas de las mujeres, para luego llamarnos para mostrarnos que se había sacado el traje de baño y lo agitaban por sobre sus cabezas. Solo cerca de la parrilla estaba la luz prendida, mientras la piscina permanecía a oscuras, solo con la luz de la luna, que de todas formas dejaba ver algo.
Félix, que ya conocía la casa, me dijo que las distrajera un poco para ir a robarles los trajes de baño que habían dejado a la orilla de la piscina, y que encendería la luz de la piscina. Mientras yo les preguntaba, quien quería alguna cerveza, él cogió los trajes de baño y ellas seguían riendo sin saber lo que se les venía encima. Entonces, de repente, Félix encendió la luz interna de la piscina y la imagen que se vio, aun la tengo grabada en mi mente. Todas nos estaban mirando, escondidas en la oscuridad, cuando se encendió la luz de la piscina.
Pude ver las tetas de todas, las de mi futura suegra exquisitas, redondas, grandes y muy blancas, las de la madre de la prima pequeñas y las de la madre de Félix… ¡espectaculares… gigantescas!
Las de mi novia, ninguna novedad y las de la prima, no las pude ver. Acompañado de un grito, y luego risas, todas se taparon y pidieron que apagáramos la luz, mientras nosotros nos mondábamos de risa.
Entre risas, la madre de Félix, la de las tetas gigantes, que aún teniendo unos 53 años era más alegre y juvenil dijo que ella no tenía vergüenza de su cuerpo, que al contrario, se sentía orgullosa de sus tetas, y se levantó del agua, hasta la cintura y mostró con orgullo sus gigantescas ubres. Mi novia y la prima, igual se envalentonaron y también nos mostraron las tetas riéndose, mientras que mi futura suegra se reía, con el agua hasta el cuello, y con las tetas tapadas por sus brazos, mientras que la otra madura se estaba molestando por la situación, agachada con el agua hasta el cuello y también tapando sus minúsculas tetas.
Las tuvimos un rato, así desnudas en el agua, mientras ellas se sumergían y dejaban sus culos al aire. Lejos de causarme risa, ahora me tenía muy caliente la madre de Félix.

A la hora de regresar a la ciudad Félix, que estaba al cuidado de la casa, se quedó y la prima, también. De regreso veníamos mi novia, su madre, la tía de mi novia y la madre de Félix. Las primeras en bajarse de mi coche, fueron mi futura suegra y mi novia.
Después le tocaría el turno a la madre de Félix, y por último a la tía. Sin embargo, aún siendo el recorrido más largo, dejé primero a la tía y por último a la madre de Félix.
– ¿A dónde me dijo que vivía usted? – le pregunté.
– Tutéame, me llamo Elvira chico, que me haces sentir vieja – contestó sonriendo.
– ¿Te molesta si paso a comprar cigarros? – dije.
– No, al contrario, así me regalas uno a mí, ya que los míos se acabaron.
Fui a comprar cigarros, pero no pudimos encenderlos, ya que mi encendedor se había mojado en la piscina y el del coche no funcionaba, pero como estábamos a pocas manzanas de la casa de Elvira, decidimos que los encenderíamos allí.
Durante el camino, yo había alabado la excelente relación que tenía ella con su hijo. Me dijo que ella a Félix, no le ponía nunca un problema cuando se quedaba con alguna muchacha en la casa, y que de la misma forma ella exigía que él no se metiera en sus asuntos. Llegamos a su casa. En la puerta de la casa el frente, había una vecina vieja en la puerta y antes de bajarse, me dijo que cuando bajara, entráramos abrazados, para que la vecina del frente, que era muy chismosa, tuviera de que hablar. Nos bajamos, cerré el coche y ella me abrazó de la cintura y yo de la de ella. Mientras abría la puerta, me cogió los brazos y me hizo abrazarla por detrás mientras ella buscaba las llaves. Así sentí sus enormes nalgas apoyadas contra mi verga.
Al entrar, nos reímos un buen rato. Ella me explicó que con la vecina no se llevaban bien y que se moriría al pensar que ella había traído a un ligue a su casa. Me sirvió un vaso de cerveza y otro para ella, mientas fumábamos, a la espera que la vecina entrara en su casa. Pero yo no quería irme y seguimos hablando hasta que el tema de conversación tocó el ámbito sexual, confesándome ella que tenía una buena vida sexual a pesar de su edad. Yo la alabé diciendo que era una mujer muy interesante. A ella le gustó que la alabará, se rió y me dijo que tuviese cuidado, porque dentro de sus gustos estaban los jovencitos. Yo también, como broma, le dije que no había problema, porque a mí me gustaban maduritas.
Aunque cambiamos el tema, vi en sus ojos algo distinto, seguramente la broma no le pareció nada mala como idea, y me sirvió otro vaso de cerveza. Nuevamente como broma, le dije que la cerveza me hacía portarme mal, a lo que ella respondió:

– Entonces te traigo toda la botella – y se rió alegremente.
Después de unos 15 minutos, cuando terminaba mi segundo vaso, me dijo:
– Bueno chico, gracias por traerme. No es que te esté echando, pero yo también con la cerveza me porto mal y con un joven tan apuesto como tú, puede que termine violándote.
– ¡Entonces no me voy! – exclamé.
– ¿A no?
Ya estaba todo dicho, ambos entre bromas, pero diciendo lo que realmente sentíamos. Ella colocó su vaso en la mesa de centro, me miró y dijo:
– Bueno, entonces…
Sin añadir nada más, se me acercó y me besó. Yo aún con mi vaso en la mano, correspondí su beso. Ella cogió mi vaso, dejándolo en la mesa, se abalanzó sobre mí, echándome su gran cuerpo encima y besándome, su mano se fue directa a mi entrepierna, mientras mis manos se apoyaban en sus nalgas, pero estábamos bastante incómodos. Entonces ella se levantó y cogiéndome de la mano me dijo:
– ¿Qué te parece si vamos a mi habitación a pasar un buen un rato?
– Me encantaría.
Me cogió de la mano y me llevó a su habitación, allí nos desnudamos los dos sin perder tiempo, y arrodillándose ante mí y sin ninguna suavidad, me cogió la polla de la base y se la tragó por completa, chupándome muy fuertemente. Sus mamadas eran impresionantes, con una fuerza increíble, era como que me quisiera sacar todo lo que tenía allí. Me costó mucho contenerme de no correrme en su boca y cuando casi lo logra, tuve que cambiar de posición, porque quería que eso durara aún más. Entonces fue el turno de ella. Adivinó mis pensamientos y abriéndose de piernas me mostró su gran coño, rosado, húmedo y lleno de pelos negros.
Sin ningún asco me abalancé sobre él y traté de hacer el mejor trabajo posible. Pero su almeja era descomunal. Yo tenía muy claro que muchos ya habían pasado por ahí y tendría que hacer mi mejor esfuerzo por conseguir hacer correrse a esta hembra. Con mis dedos separaba sus grandes pliegues en busca de su clítoris, que no aparecía por ningún lado. Aparte de eso, su humedad era demasiada. Con mis dedos separé lo más que pude esos tremendos y carnosos labios. Mi lengua hacía lo mejor posible, pero notaba que no le hacía un efecto mínimo, comparado a mis otras aventuras. Solo gemía y gozaba al ver a un joven de 20 años metido con su boca en las piernas, pero creo que estaba acostumbrada a herramientas más grandes.
Con mis dedos ayudé a mi lengua, metiéndole dos, luego tres y luego cuatro dedos, que entraban sin ninguna dificultad. Después me subí a su pecho y preferí trabajar en sus gigantescas ubres. Cogía cada una con ambas manos, ya que una no era suficiente y chupaba embelesado.

¡Nunca en mi vida había tenido un par de tetas tan grandes como esas en mi boca! Luego me arrodillé y ella a cuatro patas me comenzó a chupar nuevamente la verga. En el espejo de su ropero, podía ver su voluminoso cuerpo en cuclillas chupándome la polla mientras yo, con mis manos, agarraba sus dos tetazas que colgaban y su enorme y gigantesco culo.
Luego ella se dio la vuelta y me ofreció su culo. La cogí de las caderas y metí mi verga entre esas carnes, pero tuve que abrir sus nalgas con mis manos para encontrar su coño y para estar más cómodo, preferí bajarme de la cama. Ella a cuatro patas se giró dejándome su culo nuevamente apoyado contra mi verga. Nuevamente le abrí las nalgas con mis manos, busqué su almeja y apenas la encontré, le apunté mi verga y se la metí de un golpe, lo más adentro que pude, comenzando a follarla, pero incluso de repente yo no sabía si estaba mi verga dentro o fuera. ¡Sus nalgas eran demasiado grandes! Yo hacía mi mejor esfuerzo, pero me daba la impresión que ella era poco lo que sentía. De todas formas, estar detrás de ese monumento de culo, era fantástico.
Entonces tuve una enorme sorpresa pues por primera vez en mi vida, una mujer me pidió que se lo metiera por el culo. Con mi novia y otras siempre había querido, pero siempre encontraba el rechazo, en cambio, la mamá de Félix, estaba deseosa de sentir mi humilde verga en su culo. Ella misma se separó sus carnes y me mostró un diminuto hoyo. Se lo acaricié con mis dedos, mojados en saliva, y cogiendo mi verga desde la base, la apunté a su entrada. Al principio esta no se quería abrir, pero de repente la punta de mi polla logró entrar y de ahí pasó hasta el fondo del culo de la gorda.
Por primera vez sentí un gemido, mezcla de placer y dolor real, comenzando a bombearla lentamente hasta que nuestros cuerpos se acostumbraron. No sé que me pasó en ese momento, pero mi miembro duro como palo y aún estando en extremo caliente duré mucho rato metiéndoselo y sacándoselo una y otra vez, logrando que la gorda se corriera. Después de mucho rato de estar enculándola, incluso causándome algo de dolor, se la saqué, ella se dio la vuelta y de nuevo comenzó a mamármela, aunque esta vez su lengua llegó un poco más allá de mis bolas, y comenzó a rozar la entrada de mi ano. Con sus manos me agarraba las nalgas y con su lengua me acariciaba el ano, dándome un placer increíble, hasta que me dijo que ya estaba cansada y que tenía que correrme, donde yo quisiera, pero tenía que eyacular y yo le dije que ya estaba apunto y que me gustaría acabar entre sus nalgas.

Ella se dio la vuelta, quedando boca abajo y yo me subí a su espalda, comenzando a restregar mi verga entre sus nalgas, luego se las abrí y se la volví a meter en el ano. Ella parecía no importarle ya nada y al cabo de unos pocos minutos, comencé a lanzar todo mi semen, blanco y caliente, dentro del culo de la gorda.
Descansé un rato a su lado, y luego me marché, no antes de que ella me dijera que lo que había pasado estupendamente y que estaría encantada si yo quisiera estar nuevamente con ella otras veces.
Saludos y hasta otra.

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