Relato erótico
Un buen plan
Una vez a la semana iba a jugar a los bolos y formaba parte del equipo del colegio de su hijo. Había dos chicos que le gustaban pero, tenía que ser discreta, aún y así se montó una buena estrategia.
Cristina – MURCIA
Amiga Charo, desde hace un tiempo coincidía con dos chicos muy guapos en la bolera y nos habíamos hecho amigos, aunque siempre manteniendo la distancia porque el equipo donde yo juego es de la
asociación del colegio donde estudia mi hijo y por supuesto debo de mantener un recato. Aún así mis deseos podían más y me dije un día:
“Cristina, si lo deseas no te reprimas”.
De manera que les pregunté directamente y a solas que cuando volvían a jugar y me dijeron que el miércoles. Perfecto, ese día la asociación tiene reunión y ninguna de las amigas las iba a encontrar en la bolera, así que acorde con los chicos en vernos el próximo miércoles.
Para ese día decidí ponerme una falda rosada corta, de tela de lycra de esas que se te suben cuando vas caminando como una franela muy ajustada. Una franela ancha para que mis gordas tetas sin sujetador pudieran moverse libremente aunque para simular, me puse un pequeño suéter que cerrado ocultaba lo que llevaba abajo. Dudé en que braga ponerme y decidí por un pequeño tanga de esos de tiras muy delgadas para que no se notara debajo de mi estrecha falda. Quizá el tanga era excesivamente pequeño porque se me metía algo entre mis labios depilados del coño, pero las cosquillas eran exquisitas y me gusta la sensación. Unos zapatos deportivos complementaban mi vestimenta. Me eché una última mirada en el espejo y la imagen que me devolvió era de una señora vestida muy juvenil sin rayar en lo ridículo ni lo obsceno. Eso era muy importante para mí.
Cuando llegué, allí estaban, ya practicando y me fui rápidamente a su lado. Los saludé con un beso a cada uno y sentí las manos de Rodrigo apretarme por la cintura y estrecharme contra su cuerpo. Él siempre me pareció el más efusivo y descarado. Jesús, su amigo no se quedaba atrás pero se notaba menos atrevido. Se podía notar la alegría de ellos y al principio la competencia que se generó para ver quien se quedaba con el premio, es decir conmigo. Desde ayudarme a ponerme los zapatos y descuidadamente mirar entre mis semiabiertas piernas, hasta el de quitarme el suéter y apreciar mis tetas libres bailar debajo de la tela de la amplia franela, la tensión sexual parecía aumentar en el trío.
Para mantener el equilibrio comencé a agarrarlos por parte iguales cada vez que hacían algo bien en la línea. De nuevo Rodrigo más atrevido, me sobaba el culo con descaro, como hacen los peloteros si yo hacía algo bien a su vez. Jesús por el contrario, le gustaba abrazarme por detrás y apretar su bulto contra mis nalgas. A veces dejaba que la falda se subiera de manera que cuando me tocaba jugar y me inclinaba se subiera hasta la orilla de mis nalgas dejando ver mi bultito cubierto por el tanga blanco.
Después de lanzar mi bola me giraba y con la mejor de mis sonrisas los miraba a ambos alternativamente y me bajaba la faldita nuevamente.
Así estuvimos un buen rato, y tras jugar cuatro líneas ya me estaba cansando y los chicos cada vez eran más atrevidos. Rodrigo me agarraba las nalgas y me las separaba haciendo que el delgado hilo se me metiera más entre mis labios vaginales. Jesús metía sus manos debajo de mi sudadera y me agarraba las tetas. Entonces pensé que era el momento de mi movimiento y les dije:
– Cambiemos esto por más comodidad. ¿Qué os parece?
Inmediatamente Rodrigo propuso su apartamento que no estaba muy lejos y quizás pensando en que Jesús se rajaría, pero antes de que este dijera algo le dije:
– Ven Jesús, que somos un trío y quisiera así terminar la noche.
Mis palabras causaron el efecto deseado, ambos se miraron y se estrecharon las manos en señal de triunfo. Bueno, ya había soltado el toro y me tocaba a mí agarrarlo por los cuernos. Me monté en el coche con Rodrigo mientras Jesús nos seguía en el de él. El muy sinvergüenza no dejaba de meterme mano entre las piernas y yo, entre risas, le decía que se quedara quieto. En una luz roja no se contuvo y me dio un beso muy húmedo. Sentía la rugosidad de su lengua recorrer la mía con deseo y devolví el beso con la misma pasión, dejando que su mano llegara a donde quería pero aunque buscaba meterme sus dedos en mi raja del coño no lo dejé. No obstante acaricié su bulto por encima del pantalón y encontré que su erección era inmensa, pero como estaba incomodo por la presión y mis administraciones solo empeoraban su situación, me separé de él riéndome y le pedí que parara en un súper para comprar algo de beber. Llegamos a la tienda y entonces le dije que seguía el resto del camino con Jesús y sonriéndome me cambié de coche.
Jesús pareció ver un ángel, su cara se iluminó inmediatamente y yo, descuidadamente, me senté de manera que mi falda la tuviese muy arriba y pudiera ver mi tanga metido entre mis labios del coño. Sin mediar palabras fui yo quién se abalanzó sobre él y me tocó a mí besarlo con mucha lengua. Sus manos, automáticamente, se fueron a mis tetas y metiéndolas debajo de mi franela comenzó a agarrármelas y a pellizcarlas. Mis pezones estaban erectos y sensibles y él lo podía notar, pero aunque quería mamármelas, le dije que allí no, que se diera prisa para llegar a casa de Rodrigo. Me miró y me preguntó:
– ¿De veras que quieres hacerlo con los dos?
– ¡Claro que sí y apúrate! – le respondí mientras le acariciaba el bulto.
Me tomó un ratito controlar a los chicos y poder tomarme un trago mientras estaba sentada en el sofá entre ellos dos. A los pocos minutos, mi franela salió volando y ambos chicos los tenía en mis tetas devorándomelas con placer.
Jesús era un hombre de tetas y Rodrigo parecía disfrutar más con los culos, de manera que mientras uno me besaba y me acariciaba las tetas el otro procedía a quitarme el resto de la ropa solo dejándome el pequeño tanga, que le encantaba a Rodrigo como me lucía. Podía oír sus expresiones obscenas, que más que ofenderme contribuía a aumentar mi excitación. Sus manos me separaban con fuerza las nalgas, casi con dolor y al instante tenía su cara besándome y mordiéndomelas, incluso temí que dejara alguna marca muy difícil de explicarle a Pablo, mi marido. Pedí un descanso y les dije que era mi turno de desvestirlos y así poder tomar un poco más de aire
Comencé a desnudar a Rodrigo como premio por su control y aproveché para acariciarle su pecho, muy velludo. Me fascinan los hombres con pelos en el pecho, cosa que mi marido no posee, y sumergí mi rostro en ellos aspirando el aroma varonil de su pecho sudado. Jesús no se aguantó y se desnudó sin esperar y cuando me agaché para quitarle los pantalones a Rodrigo, sentí como me levantaba las caderas y de nuevo su rostro se sumergía en mi cueva a lamérmela, chupármela y realmente disfrutar de mis aromas. Siempre me he preocupado de mantenerme muy limpia de manera que mi cuerpo solo emane aromas muy femeninos.
Los suspiros de Rodrigo eran intensos mientras mamaba su verga y contemplaba a su amigo comerme la almeja. Las acciones eran rápidas y Rodrigo parecía querer acabar con tanto jaleo, pero de nuevo me separé porque mi fantasía era otra.
Los tomé de las manos y los llevé desnudos a la cama donde se acostaron uno a cada lado. Pude admirar sus cuerpos y pollas erectas. Los huevos de Jesús eran más grandes que los de Rodrigo, pero la polla de él era más gruesa y un poco más larga. Tenía la verga un poco curva con venas muy salientes y la de Jesús era diferente, toda recta, sin pelos con pocas venas salientes. Una polla bonita, blanquita y unos huevos grandes sin pelos que podía meterme en la boca divinamente. En cambio Rodrigo tenía una polla negra, curvada y aunque se depilaba siempre encontraba pelos. Sus huevos suele tenerlos sin pelo, pero uno más arriba que el otro. Después de deleitarme mirándolas y acariciándolas mientras las describo, les planteé mi oferta y les dije:
– Chicos, quiero que me penetréis juntos los dos… Rodrigo me follará por el culo mientras Jesús me lo meterá en el coño.
Los dos se quedaron sin habla pero inmediatamente Rodrigo reaccionó y le alegró que lo hubiese seleccionado para que me sodomizara. Le pedí que se acostara y después de untarme bastante lubricante anal, que siempre llevo en mi cartera, me monté encima de él dándole la espalda y me fui metiendo su hermosa verga en el agujero del culo mientras dilataba el esfínter poco a poco.
Hacía días que no me penetraban analmente y temía lastimarme, pero resultó y al minuto estaba ensartada completamente como un helado de palo y mis intestinos parecían protestar, pero el calor en mi recto era delicioso. Me moví un poco para disfrutar de la tensión sexual del momento, mientras Jesús no perdía vista de lo que hacíamos e inmediatamente se colocó entre nuestras piernas y lo hizo de tal manera que logró también penetrarme por el coño.
Lentamente fuimos tomando el ritmo y mis palabras de aliento los mantenían realmente excitados. Rodrigo parecía que estaba gozando más, pero Jesús se movía y disfrutaba de mi rostro y de mis tetas. Para mí era una fantasía hecha realidad y la sensación de estar poseída por ambos huecos al mismo momento fue encantadora. Quería controlar mi orgasmo pero no podía. Por suerte soy multiorgásmica y ¡como los gozaba! Rodrigo no aguantó más y sentí como su verga pulsaba en mi recto y descargaba su chorro caliente dentro de mí. El semen actuaba como lubricante y su verga se movía con más facilidad y mantenía su erección.
Jesús se dio cuenta que su amigo había terminado y me levantó en sus brazos manteniendo su penetración y me colocó a un lado del cuerpo de Rodrigo, y elevando mis piernas por encima de sus hombros comenzó a bombearme con una fuerza descomunal. Parecía una ametralladora y a pesar de causarme gracia, sus movimientos lograron que me viniera de nuevo. Del culo me chorreaba el semen de Rodrigo y ahora con la explosión de Jesús dentro de mi, se unieron los chorros en un encuentro de viejos conocidos. La intensidad del momento nos dejó agotados y al rato me dirigí a la ducha a asearme y realmente me sentía satisfecha.
Besos y ya os contaré nuevas aventuras mías.