Relato erótico
Un buen examen
Eran compañeros en la universidad y además buenos amigos. Aunque muchos creían que salían juntos, entre ellos solo había amistad. Le comentó que tenía mucho trabajo y que tenía que pasar a limpio muchos folios, ella se ofreció a ayudarle. Quedaron que el domingo le llevaría los apuntes a su casa. “trabajaron” y mucho.
Víctor – Santiago de Compostela
Se llama Belén y la conocía desde hacía un buen tiempo, aunque no manteníamos una relación todo el mundo lo daba por hecho, pero nada más lejos de la realidad, solamente éramos buenos amigos, sin más, salíamos mucho juntos y porque no decirlo en ocasiones saltaban chispas entre los dos sin que nunca llegáramos a tener sexo. Por otra parte, yo era asiduo a su casa, conocía a toda su familia, por tanto no era un extraño. Tenía poca experiencia sexual, no era virgen por supuesto pero era muy poco dada al sexo.
Estaba por entonces cursando estudios en la universidad, y llegaban los meses de mayo y junio, y con ellos una batería de exámenes y trabajos, recuerdo que le comenté que no tenía tiempo para nada, ni para estudiar, con tantos trabajos para presentar y, encima debía de pasarlos a limpio. Al escuchar mis quejas, se ofreció a pasarlos en limpio, al principio me negué pero ante su insistencia accedí sin rechistar, la verdad es que me aliviaría de tiempo y podría estudiar tranquilamente.
Era un domingo por la tarde cuando quedé en acercárselos a su casa, llegué sobre las cinco y, tras saludar a sus padres, fui a su habitación en la que estaba sentada frente al ordenador sobre un amplio y cómodo sillón negro, nos saludamos con los dos besos de rigor y al levantarse pude apreciar lo sexi que estaba, muy de andar por casa pero sexi, con una camiseta blanca transparentando el sujetador y unas mallas grises marcando todo el culo y la entrepierna, se le notaba un pequeño triángulo invertido y la raja del chocho, ya me entienden. Ni que deciros que me encendí pero no quería que lo notara así que sin darme cuenta me senté en el único sillón de la habitación; era de mediana estatura, en torno al 1,62 m. unas buenas tetas, unas caderas anchas y un culo redondo y firme. Sentado en el sillón le mostré el trabajo, era extenso, pero no le importaba, buscó para sentarse y, al no encontrar silla alguna, para mi sorpresa se sentó donde yo estaba pero un poco más adelante, sin rozarnos.
Los minutos fueron pasando y con el movimiento de uno y otro su culo se fue acercando cada vez más, además al inclinarse para escribir lo ponía muy respingón, al ver aquello marcado perfectamente en las mallas, mi polla dejó de estar morcillona y comenzó a crecer a tope. Continuaron pasando los minutos y ya su trasero rozaba mi polla pero no lo quitaba hasta situarse prácticamente encima, le estaba dando un rabo de campeonato y, dada su dimensión, debía de estar saboreándolo, no dijo nada, solo movía el culito para sentir mi polla, no dejaba de moverse escribiendo meneando el pandero sobre mi tranca, de arriba abajo y de un lado a otro, en todas direcciones. Ante tanto frenesí decidí empujar hacia adelante, ya no había sorpresas ambos hacíamos lo que nos pedía el cuerpo, yo empujaba hacia adelante y ella hacia atrás, hasta que se levantó un poco inclinándose y le sobe y palpé el culo,
-¿Qué haces…?”, comentó disimulado.
-Que… ¿Qué hago?, ¿con el filete y el roce que nos hemos dado?”.
Deje el culo y me centré en sus tetas, ella permanecía de espaldas a mí, inclinada, y le veía la cara por un espejo que había enfrente, sin duda estaba gozando de mi sobada de tetas y pezones. No tardo en quitarse las mallas y unas bragas pequeñas blancas dejando al aire su exquisito culo e inclinada con los codos sobre la mesa me mostro el coño sin depilar ya mojado por la excitación que tenía; me bajé, metí la lengua y comí todo lo que pude comer, especialmente el clítoris. Estaba a punto de correrse y decidí penetrarla, nos situamos convenientemente, pero cuando el capullo traspasaba su chocho dio un respingo y dijo:
-No, no puedo, no tenemos preservativos.
-Pero…, no me dejes así, mira como estoy y le enseñe mi polla totalmente erecta y babeando.
Inmediatamente me sentó, cogió la tranca con ganas y comenzó a lamerla por todas partes como un helado escuchando mis cortos gemidos de placer, no era una experta pero me daba placer, se la introdujo en la boca dando varias mamadas, en ocasiones hasta el fondo produciéndole algunas arcadas, la volvía a sacar para lamerla, se la volvía a meter para mamar y así hasta que me llegaron las convulsiones y estallé en su boca, por si fuera poco llamaron a la puerta, era su padre que nos preguntaba si queríamos merendar. Sonreí y pensé: “tu hija ya está merendando a base de bien”, ella me miraba con sus ojazos rasgados bien abiertos mientras tragaba mi polla y todo mi semen. Acabamos, y aun me acuerdo como tenía las comisuras y la boca llena de leche mientras se limpiaba con un pañuelo que sacó de un cajón.
Descansamos, y salimos de la habitación para tomar el socorrido café, ella primero caminando hacia el lavabo para enjuagarse un poco el chocho y la boca para así quitarse el olor a semen; por mi parte permanecí en la habitación, cuando la escuché salir del baño, hice lo propio para limpiarme algo el sable para no dar olor y dejar pistas, no era conveniente en su propia casa y prácticamente en la cara de sus padres. La merienda fue de lo más normal, sin sobresaltos, por mi parte algo cohibido por lo sucedido, con un sentimiento de culpa inexplicable, como si sus padres supiesen que su hija me había hecho una mamada genial minutos antes en su habitación, pero nada más lejos de la realidad.
Al volver a la habitación, cerró nuevamente la puerta con el pestillo y con un “vamos al lío” se me volvió a insinuar, o quería continuar con mi trabajo “ya lo pasaré entre esta noche y mañana” me comentó al tiempo que me dijo que quería seguir disfrutando del sexo, quería algo más, ser follada por ejemplo y si no podía ser por el coño, que se lo hiciera por el culo, algo que yo hasta la fecha no había experimentado. Reconozco que me sorprendió su proposición, no le hice ascos aunque estaba algo aturdido, follarla me apetecía pero por el culo me impresionaba pero no quería darle esa impresión, me reconoció que era virgen del culo y a sabiendas que le dolería quería que me la follase por ahí, eso o nada u otra felación, me dio a escoger entre dos buenas propuestas no cabía duda, pero como la segunda ya me la había hecho opté por cogerla por el culo.
Nos desnudamos íntegramente y entre caricias y contoneos logré colocarla a cuatro patas al borde de la cama y comencé con la boca y lengua a comerle el conejo y finalicé con los dedos una formidable paja, chorreaba como un caño de cómo se corría, mi mano se embadurno de flujos y con ellos me engrasé la polla, acto seguido jugué con su agujerito por fuera y pronto metí dos dedos hurgando en su interior para engrasarlo y dilatarlo, se estremecía de dolor y gozo y yo me estaba poniendo muy burro con la situación, me pidió que la embadurnara con una cremita que tenía en la mesilla, y así hice tanto en el sable como en su culo, y cuando nos creímos preparados lo colocó en pompa, ¡que culazo más apetitoso!, me coloqué detrás, la abrí un poco separando las nalgas y, algo nervioso, apunté al orificio comenzando a traspasarlo con el capullo, “lo tienes muy estrecho…te va a doler mucho le dije. Efectivamente se estremecía por el dolor y algo por el placer nuevo que estaba sintiendo en su interior, “empuja más…” me indicaba provocándome, así hacía hasta que la ensarté hasta la mitad, la saqué y volví a incrustársela escuchándola un leve quejido pues no podía gritar por temor a que la escucharan, por mi parte también me aguantaba los gemidos, y poco a poco se la metí hasta dentro.
Emprendí suaves embestidas que se hicieron continuas y más fuertes a media que le tomaba el pulso al polvazo anal, como antes he referido era mi primera vez por el culo y quería disfrutarlo, se estremecía sin duda por muchas cosas, su estrechez me permitía hacerme una paja en su interior, inclusive le cerré un tanto las piernas y cuando me llegaron los espasmos eyaculé en su interior, “me voy a correr dentro, disfrútalo como yo, venga…”, empecé a darle fuerte mientras salía semen y semen de la punta de mi capullo llenándola toda de leche caliente. Cuando acabé permanecí un tanto fatigado con el miembro en su interior. Nos tumbamos en su cama y me limpió el nabo con la lengua, se encontraba algo dolorida por haberle roto el culo.
Tras aquella experiencia, a las pocas semanas a solas en su casa tuvimos varias buenas sesiones de sexo, pero sin duda esta fue la que abrió la veda entre ambos, desvirgándonos los dos mutuamente en el sexo anal.
Un beso para todos.