Un buen cliente

Está separada y aunque trabaja su situación económica no es muy buena. Como tiene un buen cuerpo decidió, vender fotografías y videos eróticos. Incluso tiene una “clientela fija”. Uno de los compradores le propuso si podían conocerse y hacerle él mismo las grabaciones.

Lola – Valencia
Me llamo Lola, tengo 37 años, soy morena y con un cuerpo que gusta a los hombres. Llevo el pelo largo, tengo grandes tetas y un culo respingón. Como estoy separada desde hace dos años, mi situación económica me indujo a tener que aumentar mis ingresos vendiendo fotografías y videos caseros y a anunciarme en varios medios para conseguir clientela. Todo eso ocurría con normalidad y yo vendía mis productos a particulares sin más aunque muchos de mis compradores me ofrecían ganar algún dinero extra a cambio de encuentros íntimos y otros sólo pretendían follarme después de ver mis videos y mis fotos. Pero yo nunca acepté. Por miedo y vergüenza nunca me atreví.
Durante este verano pasado, uno de mis compradores, un hombre de 55 años que vive en Valencia (trabaja en una portería y al que, por discreción, llamaré Paco), me propuso comprarme casi todos mis ejemplares si me grababa él en persona. La oferta que me hizo de dinero fue muy interesante. Me dediqué en pensarlo detenidamente. Me había dicho que estaba divorciado y también, en alguna ocasión, me había mandado fotos suyas y tengo que reconocer que, mirándolas, me habían puesto muy caliente. Al final, imaginando la cantidad de dinero que me iba a pagar, decidí llamarle al teléfono que me había mandado en una de sus cartas y quedamos, dos días después, un sábado, en una conocida cafetería de la Plaza de España.
Cuando apareció pude comprobar que, realmente, a pesar de sus 55 años, se conservaba tan bien como en las fotografías que tenía de él. Tuve que reconocer que me excité bastante al verle. Nunca me han disgustado los hombres de aspecto interesante, con el pelo blanco como él, y de 50 en adelante. Tras saludarnos con un beso en los labios, nos sentamos y empezamos a charlar de cosas sin importancia. Yo me sentía un poco descolocada. Me sorprendía la situación. Había quedado con él se supone que por dinero y me estaba poniendo caliente. De todas formas traté de disfrutar del momento. Cuando terminamos la copa, me propuso que le acompañara a un conocido club de intercambio de aquí, de Madrid, lo que acepté gustosa pues, ya conocía estos sitios de haber ido algunas veces con mi ex marido, y la idea me gustó.
Cuando llegamos, el pub estaba repleto de gente a pesar de ser agosto. El ambiente era muy morboso. Se oían gemidos por todas partes, sobre todo de mujeres que se corrían escandalosamente. Eso me puso a cien y pensé que era una buena ocasión para que fuésemos a la pista de baile, donde la gente hace de todo menos bailar, y pasar un buen rato. Él aceptó y nos fuimos a bailar. Al poco rato estábamos magreándonos sin disimulo. Paco me había subido la falda hasta casi la cintura y me acariciaba, con una mano el culo y con la otra el coño.
Cuando me sacó la mano del culo para desabrocharme la blusa y tocarme las tetas desnudas, noté que otra mano me sobaba ahora las nalgas. Me giré y vi que se trataba de una pareja, más joven que nosotros. La mano era del chico y la chica me miraba sonriente. Estaba ya tan excitada que no dije nada. Paco tampoco. No tardé ni cinco minutos en estar casi en pelotas.
Paco me había desabrochado toda la blusa, me la había bajado por los hombros y los brazos y al no llevar sujetador, mis gordas tetas estaban al aire al igual que mi culo ya que el chico me había bajado las bragas hasta las rodillas. Así fui tocada y magreada por Paco y por el otro chico. De repente la chica de la otra pareja empezó a tocarme los pezones, que tenía ya erectos como dos clavos, y a sobarme el coño con una destreza de la que nunca había disfrutado.

A todo esto, tanto el otro chico como Paco, se habían apartado un poco y estábamos ella y yo solas, dándonos la más placentera caña que se pueda uno imaginar.
Yo ya había estado en más ocasiones con mujeres, pero aquello era diferente por el morbo del lugar. El otro chico y Paco se habían sacado la polla y estaban masturbándose mientras nos veían a nosotras. Estábamos totalmente excitadas. Primero ella se agachó y empezó a comerme el coño. Es una cosa que me vuelve realmente loca. Sobre todo si es una mujer la que me lo hace y esa chica era fantástica.
Como soy multiorgásmica, hizo que me corriera tres veces y como también soy muy escandalosa, mis gritos eran enormes. Cuando hubo terminado conmigo me tocó el turno a mí. Se puso a cuatro patas, apoyando las manos en unos asientos laterales que por allí había. Así empecé a pasearle mi lengua por su culo mientras que, con mi mano derecha, le acariciaba el clítoris. Empecé a frotárselo, cada vez con más intensidad, hasta que tuvo su primer orgasmo en esta posición. Luego pasamos al reservado del local donde estuvimos haciendo de todo y por todos nuestros agujeros. Nada más entrar, los dos hombres se desnudaron por completo mostrando la tremenda erección de sus pollas. Luego, tras hacérnoslas chupar un buen rato, nos pusieron a cuatro patas, con los cuerpos bien juntos. Paco penetró por el coño a la otra chica mientras su pareja me follaba a mí. Era tanta mi excitación que, a pesar de haberme corrido en la pista, nada más sentir aquella verga perforarme las entrañas, exploté en otra corrida chillando como una loca. Mientras todo mi ser se agitaba a impulsos del increíble placer que estaba sintiendo, el chico me la sacó del coño y de un sólo empujón, me la metió en el culo hasta los huevos.
A mi lado, la chica se estaba corriendo gracias a la polla de Paco el cual, sacándosela también del coño y en vez de metérsela en el culo, como mi amante me había hecho a mí, se me acercó, se deslizó debajo de mi cuerpo y a los breves segundos tenía su verga en todo mi coño. Los dos hombres me habían convertido en un fantástico bocadillo que me llevaba a un orgasmo tras otro sin dejar de chillar como si me estuvieran torturando. En realidad era eso lo que hacían pero dándome placer y no dolor. Al poco rato y sin saber cómo logró montárselo, tenía el coño de la chica en la boca haciéndome callar y obligándome a comérselo. En mi vida había gozado tanto. Mis orgasmos eran como uno muy largo. Los empalmaba sin parar.
El primero en correrse fue el chico dejándome el culo lleno de su leche. Luego la chica se corrió en mi boca haciéndome tragar sus jugos mientras Paco me llenaba el coño con su esperma. Cuando salieron de mí, caí en la cama, destrozada de tanto placer y viendo como la chica limpiaba, con su boca y lengua, la verga de los dos machos. Debió de hacerlo tan bien que no tardaron, los dos, en tenerlas de nuevo tiesas. Hicieron subir a la chica sobre el cuerpo de su pareja enchufándose su polla en el coño. Luego, inclinándola sobre él, Paco se la metió por el culo. Me hubiera gustado darle mi coño a comer pero la verdad era que ya no tenía fuerzas ni para levantarme. Me limité a contemplar la doble follada hasta que se corrieron los tres. Ella varias veces.

Estuvimos un rato sobre la cama, descansando. Luego nos vestimos. Salimos todos satisfechos del local y, tras despedirnos de estos amigos de una noche, Paco y yo nos dirigimos a su casa para descansar de tanta faena.
Al día siguiente era domingo y Paco me despertó con su polla tiesa. Era fantástico el tío a sus 55 años. Me pidió que empezáramos con la grabación. Sacó la cámara de video y me pidió que me masturbara en la bañera de su cuarto de baño a lo que yo accedí, ya que el trato era que yo tendría que hacer todas las poses que él quisiera. Era un vicioso como una casa. A mí me encantaba hacer todas las guarrerías que me pedía. Me ponían cachonda. Luego me pidió que meara en el bidet para grabarlo también.
Así estuvimos una buena parte de la mañana. Incluso hizo que me metiera un huevo cocido por el coño para luego grabar como me lo quitaba. Yo accedí porque necesitaba dinero y la oferta era interesante. Al final, con la cámara en una mano y en la otra la polla, me la metió primero por el culo y luego por el coño para, al final, correrse en mi cara. Todo lo grabó.
Me invitó a desayunar y, tras pagarme la cantidad acordada, nos despedimos quedando para el mes siguiente. Desde este día es uno de mis mejores clientes. Todos los meses nos montamos un número. Él me paga y yo, además, disfruto de los clubs de intercambio que frecuentamos. Puedo afirmar que tengo todos mis agujeros bien satisfechos.
Un beso.