Relato erótico
Trío improvisado
Llevaban muchos años casados, se querían, pero el sexo era un poco “aburrido”. Su marido le proponía que podían montar algún intercambio o un trío con otro hombre, pero siempre se había negado.
Carmen – Motril
Hola a todos me llamo Carmen, tengo 41 años y estoy casada. Quiero contarles nuestra primera experiencia con otro hombre.
Después de casi 20 años de feliz matrimonio, yo también al igual que mi marido sufríamos de un desinterés en nuestras relaciones sexuales, en lo que a mí respecta les aseguro que no era por falta de amor hacia él, si no que la rutina hace su trabajo con el correr de los años y la pasión va disminuyendo, así entonces nuestro sexo conyugal era rutinario y cada vez mas espaciado en el tiempo…
Al principio fueron excelentes, pero con los años se transformaron en buenas, y después regulares. Jamás pensé en engañarlo y confieso que oportunidades no me han faltado. Siempre he cuidado mi físico y mi estética, voy tres veces a la semana al gym y me mantengo en forma, naturalmente soy muy sociable y simpática.
Una noche mientras hacíamos el amor mi marido me confesó que le gustaría mucho verme “jugando” con otro hombre. Lo primero que pensé es que estaba loco y que, tal propuesta tendría que rechazarla de inmediato pero observe que se estaba excitando mucho con esa loca idea así que le seguí la corriente. Le dije que estaría bueno encontrar a alguien que me hiciera el amor tan bien como él. Así pues pasaban las noches siendo recurrente esa propuesta y nuestras relaciones sexuales se habían incrementado. Incluso para demostrarme que no era tan descabellado ese juego, me mostraba páginas de swinger con relatos.
Bueno así durante un tiempo. Nos fuimos de vacaciones y mi marido le dijo a un compañero de trabajo que nos cuidara la casa durante nuestra ausencia. Era un chico, 29 años y muy atractivo, me encantó de veras. Le di unas cuantas instrucciones sobre el cuidado de la casa y nos fuimos.
Pasaron los treinta días y volvimos muy tarde (cerca de las 2 de la mañana) y muy cansados. Entramos el coche en el garaje y solo bajé un bolso con mis cosas personales. Allí estaba este chico esperándonos y muy amablemente nos ayudó a sacar el equipaje del coche. La casa estaba perfecta y mis plantas maravillosas. Nos quedamos charlando un rato y decidí pegarme una buena ducha. Ellos se quedaron mirando la tele y charlando. Aproveché la situación para hacer lo que todas las mujeres queremos hacer después de volver de unas vacaciones en la costa… que vean nuestro bronceado. Así que, me “encreme” bien para que mi piel se viera mas brillante y tersa, me puse una falda blanca y una blusa. Estrené las sandalias que me había comprado y me incorporé a la charla en el comedor. Me senté en el sofá al lado de mi marido y sólo teníamos la luz de la tele y me cruce de piernas. Todo este juego sensual estaba dedicado a mi marido pero, era evidente que el chico no se cortaba mirándome las piernas.
Me divertía la situación pero, también me preocupaba por la actitud de mi marido. Bueno todo bien y al rato me disculpé con ellos y me fui acostar. Me puse un body que estrene precisamente esa noche. Al rato vino mi marido y cerramos la puerta para hacer el amor, en el momento del máximo climax me preguntó si quería que viniera Nacho a nuestra cama. Le dije que no, pero como él insistía y me aseguraba que me iba a querer mas, que me amaba y que me quedara tranquila porque estaba muy seguro de mi, etc. accedí con la condición que apagara la luz, quería total oscuridad porque la verdad es que me moría de vergüenza.
Al rato volvió mi marido con Nacho, se acostó a mi izquierda y sentí su mano en mi hombro sin decir una palabra. Yo estaba temblando, una mezcla de miedo, excitación e incertidumbre recorría todo mi cuerpo. Mi marido me beso apasionadamente y tiró de la cinta de mi body para dejar libres mis pechos, sentí sus lenguas en cada uno de mis pezones que estaban tan duros como una piedra.
Nacho dijo que estaba nervioso y nunca había tocado una piel como la mía. Mi marido me pidió que le agarrara la polla, y eso hice llevándome un sorpresa, la verdad que este chico estaba muy bien dotado, mucho más que mi marido.
Nacho me dio un beso en la mejilla, me dijo que era muy linda y no resistí mas, le abrí la boca para que me besara a su gusto. Mi marido se bajó para comerme el chocho, mientras Nacho me seguía besando y recorriendo mi cuello y mis pechos. Nacho estaba nervioso, eso era evidente pero lo que más me gustaba era su delicadeza. En ningún momento fue brusco, sus besos eran una delicia, así pasaron unos cuantos minutos y la verdad que yo esperaba el consentimiento de mi marido para meterme la polla de Nacho en la boca. Por fin, me dijo que podía hacer lo que quisiera incluso chupársela.
Comencé a lamérsela despacito. Él le decía a mi marido que yo era hermosa y le agradecía mucho por poder disfrutarme. Yo alternaba mi boca entre la polla de mi marido y la de Nacho. Pasados unos minutos, mi marido encendió la luz, pero con la calentura que tenía, no me importó, al contrario.
Después me puse boca abajo y mientras Nacho me besaba las piernas mi marido la espalda, mi marido me dijo que me diera vuelta y que abriera bien las piernas para que Nacho me penetrara. Él se puso entre mis piernas y yo agarré su polla con mis dos manos para acomodarla en mi chocho.
-Joer, que pedazo de polla -dije casi sin querer-
Mi marido me dijo que la disfrutara y en las posiciones que quisiera. Nacho me fue penetrando muy delicadamente, lo atraje hacia mí para besarlo y susurrarle que me follara toda la noche. Yo no podía creer lo que estaba pasando, pero a la vez, no quería que se terminara nunca. Ya había tenido dos orgasmos y sabía que lo mejor estaba por venir.
Nacho ya había metido la polla dentro de mí y comenzó a moverse lentamente, mi marido se puso de rodillas mi lado y empecé a chupársela como nunca.
Iban cambiando de posición y yo estaba en la gloria, me sentía una mujer súper-deseada y muy puta, esto me excitaba aún más. Después me coloqué encima de Nacho y mi marido miraba desde atrás como me lo follaba. Vi que mi marido se ponía lubricante en la polla y me imaginé lo que iba a ocurrir.
Era la primera vez que me la iban a meter por los dos agujeros y tenía un poco de miedo al dolor. Mi marido fue penetrándome el culo lentamente y con la doble follada no tarde ni cinco minutos en correrme. Tuve dos orgasmos seguidos, los mejores de mi vida.
Nacho resoplaba y me dijo que se iba a correr, la sacó de mi chocho y me la metí en la boca hasta que soltó un buen chorro de semen, después acabó de correrse en mis tetas.
Noté como mi marido me la metía en el chocho y a los pocos minutos me llenaba el chocho de leche calentita.
Cuando Nacho acabó, lo besé apasionadamente para demostrarle lo bien que me había follado. Después me di la vuelta y abracé a mi marido y así nos quedamos un buen rato. Nacho me acariciaba la espalda y luego me dijo al oído que lo había pasado maravillosamente y que regresaba a su habitación.
Le dije que se quedara un rato más porque la verdad es que yo estaba dispuesta a seguir toda la noche. Mi marido quedó dormido y entonces me di la vuelta para que Nacho me besara. A los pocos minutos la tenia dura como una piedra y yo tenía unas ganas tremendas de que me follara.
Mi marido seguía dormido, así que para evitar un mal entendido lo desperté. Él me dijo que estaba cansado y que podía follar con el chico tantas veces como quisiera.
Dicho y hecho, follamos todas las noches sin parar y no recuerdo la cantidad de veces que me corrí.
Después de esa noche vinieron muchas más, Nacho formaba parte de nuestra vida sexual, hasta que conoció a una chica y dejamos de vernos. Como la experiencia nos había gustado, buscamos parejas para intercambio y a chicos para tríos, pero a pesar de pasárnoslo muy bien, nunca fue igual como la primera vez.
Un beso para todos de parte de los dos.