Tarde especial

Lo que había programado como una tarde de relax en la playa, para descansar de su trabajo, fue un día de sexo total y “novedoso”

Luis – Murcia
Soy Luís, tengo 37 años, soy una persona muy normal y por trabajo, me muevo por diferentes provincias de la costa mediterránea. En uno de mis viajes desde Murcia a Alicante del caluroso verano pasado, me decidí parar para tomar un refrescante baño en una de las playas, concretamente en una que conocía en Guardamar de Alicante. Al pasar cerca de ella, paré. Eran las primeras horas de la tarde y como digo, realmente me apetecía mucho liberarme de la ropa que llevaba y con un bañador y una toalla, que llevo siempre en el coche, me acerqué hasta allí. Cuando aparqué el coche también lo había hecho una pareja, más o menos de mi edad, que se dirigían a la misma playa, con sus toallas y sombrilla.
Por un momento pensé que me había equivocado de sitio pero al llegar a la playa vi que era realmente la nudista que yo buscaba. Seguí a la pareja a cierta distancia y cuando montaron sus toallas, procuré situar la mía muy cerca de ellos. Se desnudaron, me desnudé y nos tumbamos a tomar el sol. Yo estaba unos metros de ellos, en la parte de arriba de la playa y ellos tumbados con los sexos en dirección a donde yo estaba. Primero procuré no mirar con descaro pero no podía evitarlo. La visión del cuerpo de ella era muy excitante, con sus grandes labios vaginales, muy sonrosados, y sus abultadas tetas, sobre todo con el bamboleante movimiento que ella hacía al abrir y cerrar las piernas.
Así pasó cerca de un cuarto de hora, yo mirando el fabuloso espectáculo y pensando que a ellos les gustaba que yo me sobara con cierto disimulo la polla, como agradeciéndoles su exhibición. Al cabo de un rato, me levanté y pasando cerca de ellos, me fui al agua para rebaja la temperatura que había en el aire. Nadé sin prestarles atención pero al cabo de un rato me di cuenta de que los dos estaban bañándose a pocos metros de mí. Estábamos lo suficientemente alejados de la orilla para no ser advertidos de lo que pudiera pasar. El agua nos cubría justo hasta debajo de sus tetas que flotaban en la salada superficie. No sé cómo me salió un saludo, correspondido por ella y por él en una conversación sobre el tiempo, el calor, lo buena que estaba el agua y temas parecidos.
Acabamos presentándonos, pero lo curioso del caso es que, al poco rato de estar hablando, noté como la mano de ella, debajo del agua, me acariciaba con suavidad la polla, que yo tenía al máximo de dura, por lo que no tuvo que hacer mocho esfuerzo para localizarla. Alex, que así se llamaba su marido, se situó detrás de ella y a escasos centímetros de mi nariz, le sobaba las gordas tetas, repasando sus sonrosados y abultados pezones haciendo que ella, Silvia, cerrara los ojos dejándose hacer, sin dejar de acariciar mi polla con una mano y con la otra buscando, hacia atrás, la verga de su marido.

-Siento unos continuos deseos de follar y de disfrutar del sexo -me susurró Silvia en un momento dado -Tengo el coño todo el día caliente y si no te importa, me gustaría que me usaras.
Mi respuesta fue, naturalmente, de afirmación y de cooperación.
Desde este momento descubrí todos los rincones de aquel atractivo cuerpo femenino y ellos exploraron el mío ya que Alex, que me comentó que se consideraba bisexual, me dijo que si no me importaba ser masturbado por él. No le di más importancia y me dejé hacer. Después de estar un buen rato en la agua, decidimos en tumbarnos en las toallas y tomar el sol.
-Si no te importa – me dijo Alex – yo me acuesto en tu toalla, tú lo haces en la de Silvia, pasando por ser pareja, y yo hago como mirón.
Así lo hicimos. Nos secamos y tumbados al sol, ella me pidió que la untara con el bronceador, por cierto con sabor a coco. Empezando por la espalda, le fui recorriendo todo el cuerpo, con muchos problemas para mí para esconder mi completa erección.
Disfruté mucho untándole las gordas tetas una y cien veces e incluso atreviéndome a meterle tres dedos en el coño, que encontré chorreante. A estas alturas teníamos un par de parejas pendientes de nosotros y como mirón a Alex que se sobaba la polla como lo había hecho yo unos minutos antes. De pronto, ella se atrevió a mamármela por unos instantes y cuando se la sacó de la boca, me preguntó:
– ¿Dónde pasas la noche?
– En un hotel de Alicante – le contesté.
-Nosotros vivimos cerca de aquí y podríamos continuar en un sitio más discreto y sin observadores… en mi habitación – añadió.
Nos levantamos y Alex nos siguió.
Nos juntamos antes de llegar a los coches y comentamos el plan a seguir insistiendo él en que Silvia viniese conmigo en mi coche y que me masturbara mientras ella se acariciaba el coño, así como que ella me comiera la polla para espectáculo de Alex que nos seguía con su auto pegado al mío.

Antes de llegar al hotel, ella cambió de coche, llegando ellos a los quince minutos de haber ocupado yo la habitación, tiempo que aproveché para tomar una buena ducha. Aún sin vestir, fui a abrir cuando llamaron a la puerta. Silvia iba con las tetas al aire por el pasillo. Estaba muy excitada y no le importaba que la viera, tan caliente como estaba, cualquier huésped del hotel que pudiera salir de la habitación, cosa que, por cierto, no ocurrió. ¡Lástima! Alex se metió en la ducha, ella y yo fuimos a la terraza y allí mismo, Silvia se desnudó.
Pudimos ver en una ventana de enfrente, a una pareja que se acariciaba pero no terminaron, vistiéndose y despareciendo de su habitación, e igualmente a un hombre, acostado en la cama semi desnudo, leyendo. Silvia, arrodillándose ante mí, me cogió la polla y metiéndosela en la boca, empezó a mamármela mientras ella misma se frotaba el coño. Al poco rato y para no correrme tan pronto, la acompañé a la ducha, cuando Alex aún no había terminado y nos metimos los tres, mojando nuestros cuerpos. Nos enjabonamos para que corrieran mejor las manos, le froté el coño con jabón y llegué a introducirle cuatro dedos. Yo estaba muy caliente e intenté lo mismo por detrás, donde fácilmente entraron dos en el agujero de su culazo. Ella al notarlo, suspiró mientras se acariciaba las tetas.
Alex no tardó nada en arrodillarse ante mi dedicándose a comerme la polla, acción a la que pronto se sumó Silvia, lamiéndome alternativamente los huevos y la verga. Con este tratamiento me corrí, gimiendo como si me mataran, pero sin lograr distinguir una boca de la otra. Lo que sí sé es que fue Alex quien se tragó toda mi descarga de leche con terrible ansia, la misma ansia con la que estaba Silvia para que le pegáramos una buena comida de coño. Antes hice que me la chupara y ella, con extraordinaria sabiduría, no tardó mucho en ponérmela de nuevo tiesa. Junto con Alex, le llenamos los dos agujeros de leche, él por el coño y obteniendo yo el privilegio de follarle el culo.

Ya muy entrada la noche, hicimos el penúltimo polvo. Alex le metió la polla en el culo a Silvia y yo se la metí a él. Realmente fue una triple corrida sorprendente. Ya muy entrada la madrugada, se despidieron, dándonos el teléfono y ahora estoy esperando a que me llamen para repetir la experiencia. Espero que ella esté tan caliente como aquella tarde.
Un saludo para todos.