Relato erótico
Tarde de película, palomitas y…
Estaba en su casa viendo una película y llamaron a la puerta. Era un compañero de la universidad que traía parte del trabajo que habían hecho juntos. Le dijo si quería quedarse a ver la película con ella y aceptó.
Julia – Murcia
Hola, me llamó Julia y hoy voy a contaros una historia que me ocurrió hace unos años. En esos tiempos tenía 19 años. Buenos pechos, buen culo y buenas caderas. Era y sigo siendo muy atractiva.
Estaba sentada en el sofá, viendo la televisión, una película de acción sobre la segunda guerra mundial, salvar al soldado Ryan, de Tom Hanks. Siempre me habían gustado ese tipo de películas. Al empezar la película me había preparado un cuenco con palomitas, pero ahora este se encontraba vacío sobre la mesa donde reposaba las piernas.
Un regimiento americano atacaba una posición alemana mientras uno de sus compañeros los observaba con una mira por ser un inútil y demasiado cobarde. Cuando el timbre de la puerta sonó. Algo enfadada por la interrupción cogí el mando y pausé la película. ¿Quién diablos sería? Además, ya eran las ocho de la tarde. Tal vez mis padres, pero no, mis padres se habían ido a cenar con unos amigos y no volverían hasta tarde. Me levanté del sofá y me dirigí a la puerta, en lo que el timbre sonó de nuevo. Miré por el agujero de la puerta y vi a uno de mis compañeros de clase.
-¿Qué quieres Daniel?-pregunté abriendo la puerta.
-Te he llamado varias veces pero no contestabas -se disculpó este.
Saqué el móvil del bolsillo y vi que estaba sin batería.
-Ya he terminado mi parte del trabajo, toma -me dio una decena de folios escritos.
-¿Le has puesto fotos? -le pregunté ojeando el trabajo.
-Sí tranquila, seguro que nos ponen un diez -bromeó este. -¿Qué estabas haciendo que has tardado tanto?
-Ah, eso, es que estaba viendo una peli.-respondí sonriendo.
-¿Cuál?
-Salvar al Soldado Ryan-contesté tímidamente. A pocas chicas les gustan ese tipo de películas.
-Ah, me encanta esa película, pero hace ya tiempo que no la veo, ¿cómo es que te gusta?-preguntó con curiosidad.
Me encogí de hombros y sonreí de nuevo.
-¿Quieres pasar y verla conmigo? -le pregunté en ese momento inocentemente.
-¿Puedo? -preguntó cortésmente.
-Claro, pasa.-me aparté de la puerta para dejarle pasar.
Los dos nos sentamos en el sofá, juntos, sus piernas rozaban las mías, y podía notar la tensión de sus músculos.
-¿Te importa que no veamos el principio?, es que ya lo he visto antes.-dije dándole al play sin mirarle.
-Ah, bah… no importa, esta parte también mola.
A los cinco minutos el regimiento había tomado la posición alemana, pero ahora estaban alrededor del médico que había sido herido, intentado salvarlo.
-Pobre…-dije sollozando-
El médico tenía cara de niño, y no paraba de mencionar a su madre una y otra vez a la vez que lloraba y se desangraba pidiendo morfina. Me hacía mucha pena esa escena, ya me habían contado que ocurría algo triste, pero no pensaba que fuera eso. Con las lágrima recorriéndome las mejillas me acurruqué junto a él.- ¿Se salva no?-
-Ehhhh…esto pues… no sé, no me acuerdo de esta parte.-mintió, sabía que el médico moría.
Y eso fue lo que ocurrió al minuto de que lo hirieran. Entonces Me eché a llorar al ver que dejaba de moverse y enterré mi cara en su entrepierna sin querer ver como lo enterraban.
Esto le pilló por sorpresa y no pudo evitar ponerse un poco erecto. Mientras él rezaba para que no me diera cuenta, yo dejé de llorar y me quedé mirándole.
-¿Qué es esto?-le pregunté.
Por supuesto que sabía la respuesta de antemano, pero quería ponerlo nervioso. Y la verdad es que me estaba poniendo cachonda también. Tenía diecinueve años y por supuesto, no era virgen.
-Emmm, pues…
Le froté el pene erecto y Daniel se quedó blanco, pero yo estaba más caliente a cada momento.
-Mis padres no volverán hasta pasada la medianoche, y son las ocho.-dije con una sonrisa picarona.
Me levanté un poco y le besé en la boca. Un beso rápido, un segundo.
Al hacer esto, Daniel me acarició el pelo y me besó, tenía los labios húmedos y suaves, no como los míos, que estaban algo agrietados de comer palomitas.
Así estuvimos durante varios minutos, besándonos, mientras el regimiento americano llegaba a una pequeña ciudad francesa con un puente.
De repente, me tumbó en el sofá y me abrió de piernas, y con un poco de torpeza me quitó el chándal mientras yo esperaba ardientemente que me lo quitara. También me quitó las bragas, dejando al descubierto mi húmedo coñito que deseaba sentirlo. Con suavidad, introdujo uno de sus dedos en mi coño, haciéndome gemir de placer. Al oír esto, Daniel sonrió y colocó su boca sobre mi chocho, chupándome el clítoris, y más tarde me la metió dentro del coño.
-Umm, si…. chupa, si….ahí, ahí -susurraba yo entre cada gemido. -Ahhh, me corro, me corro. -dije con dificultad para que quitará la boca.
Daniel siguió chupando hasta que terminó con la boca llena de mi corrida, como insistió, consiguió mi segundo orgasmo.
-Ahora te toca a ti
Dicho esto dejé que se tumbara mientras yo me quitaba la camisa y el sujetador. En cuanto él se tumbó, me incliné sobre él, y lentamente pasé la lengua por la punta de su polla, hice esto un par de veces, mientras él cerraba los ojos de placer. Entonces, lentamente, y con dulzura, introduje su rabo duro en mi boca, al tiempo que la chupaba con la lengua.
-Oh que gusto -gimió Daniel mirando al techo.
Me la metí entera un par de veces y luego me puse a chupar el tronco de su polla, hasta llegar a los huevos, succionándolos uno a uno. Tenía algo de pelo en los huevos, pero no me importo. Luego volví a subir y comencé a chupar y chupar como si fuera una piruleta o un calipo.
-Creo que me voy a correr -dijo-
-No la saques de mi boca, quiero bebérmela toda.
Seguí mamándosela, esta vez más rápido, hasta que noté un líquido caliente en mi boca, y me lo tragué todo. Cuando dejó de salir, se la chupé un poco más para sacarle todo el jugo.
-A sido genial -dijo Daniel acariciándome la mejilla.
-Y será mejor -le dije relamiéndome los labios- aún no hemos terminado, pero esperaré a que estés de nuevo preparado.
Los dos estábamos desnudos y exhaustos, jadeando de placer, yo me recosté en el sofá y seguí viendo la película. Daniel me imitó, pero apenas se enteraba de nada de la película porque no paraba de mirarme la tetas y mi húmedo coñito.
-Creo que ya estás -le dije a los minutos mirándole la polla.
En esos momentos el regimiento se encontraba defendiendo el puente con sus vidas contra los nazis que atacaban sin piedad. Pero Daniel apenas le prestó atención a la batalla, y se volvió hacia mí, que me había abierto de piernas para él. Daniel se colocó sobre mí e intentó meter su polla en mi coñito, pero yo le cogí y le besé mientras le cogía la polla y me la colocaba en la punta de la vagina, sobre el clítoris.
Daniel solo tuvo que hacer un leve movimiento para metérmela, y tras varios intentos consiguió metérmela entera, y empezó a meterla y a sacarla repetidamente.
Me entregué a él por completo, disfrutando y gimiendo de placer mientras le miraba lujuriosamente. Se me había ocurrido alguna vez hacerlo con él, pero no me había atrevido. Y ahora, me estaba follando en el sofá del salón de mi casa.
-Date la vuelta -me dijo él sacando la polla de mi coño.
Yo obedecí como una buena putita y me puse a cuatro patas sobre el sofá con el culo en pompa, invitando a su polla a entrar en él. Daniel me cogió del culo con las dos manos y me penetró lentamente al principio, para terminar de dilatarme el ano.
Me hacía un poco de daño, pero no dije nada. Pero cuando empezó a meterla y sacarla más rápidamente empecé a gozarlo como una perra, y mientras él me penetraba por detrás yo me frotaba el clítoris con la cara sobre el cojín.
-Me corro ya -dijo jadeante.
-En mi boca-le pedí yo deseosa de volver a probar su leche.
Entonces retiró la polla de mi culito húmedo y yo me puse de rodillas en el suelo con la boca abierta mientras él se pajeaba para correrse en mi boca. No cerré la boca en ningún momento mientras esperaba a que me diera de beber, que tardó unos pocos segundos. Me salpicó la cara por la mejilla izquierda, y la boca.
Sin dejar de mirarle se pasó la mano por la mejilla y dejó colgar el semen de su dedo mientras este iba cayendo a su boca.
-Está delicioso-le dije chupándome los dedos- Pero ahora tienes que irte, mis padres no tardarán mucho y me quiero ver la película entera. En esos momentos, Tom Hanks disparaba con una pistola a un tanque que avanzaba hacia él. Como despedida le di una última chupada a su polla aun dura.
Después de esto él se fue más que contento, y tras limpiarme la cara de su semen terminé de ver la película, y me fui a dormir.
Ahora somos novios y llevamos ya dos años juntos, haciéndolo todas las semanas.