Relato erótico
Sumisa y golfa
Aunque trabajaba en un pequeño negocio familiar, le llamó la atención un anuncio de un hombre que quería contratar a una mujer para que llevase la casa. Como tenia las tardes libres pensó que era buena idea contactar y ganar un dinero extra.
José – Benidorm
Hola amigos de Clima, la razón de este relato es que nos sirva de presentación y a la vez contaros la última experiencia que hemos tenido mi mujer Pilar y yo.
Estábamos mirando el periódico comarcal y vimos un anuncio de hombre que buscaba a una mujer para que llevara las tareas de la casa. Mi mujer trabaja por las mañanas en la pequeña empresa familiar que tenemos y pensó que si podía combinarlo se pondría en contacto con él.
El señor en cuestión se llama Alfredo vive en la misma ciudad que nosotros pero en una zona privilegiada en una casa muy bonita rodeada de árboles y flores.
Según me contó Pilar, cuando se presentó a Alfredo, este se quedó perplejo ante la belleza de mi mujer ya que, aunque peque de modesto, Pilar es elegante, guapa, culta y muy sexy y como persona es graciosa y cae bien a la gente ya que solo habla lo justo y necesario.
A los pocos días Pilar me comentó que estaba segura de que Alfredo la deseaba pero nunca le había faltado el respeto, pero después de tres meses de estar en casa de Alfredo, este le dijo a Pilar que un día tendría que presentarle a su marido. Así que un sábado quedamos en que iríamos a su casa para que nos conociéramos. Cuando llegamos nos tenía preparado un aperitivo con un buen vino blanco, después pasamos a un salón y allí me dijo que yo era un afortunado por tener una esposa tan encantadora.
Luego nos contó que hacía años que vivía solo pues su mujer pidió la separación para irse con otro y entre frase y frase siempre se dirigía a Pilar para decir que ella había devuelto la alegría en esa casa. Pilar se estaba poniendo nerviosa ante tanto elogio. También nos contó Alfredo que era médico pero que dejó de ejercer por los celos de su esposa al tratar a tantas mujeres.
Cuando empezamos a intimar en la conversación, yo le pregunté si tenía amigas íntimas y me contestó que no, ya que todas ellas buscaban su patrimonio aunque en más de una ocasión le había pasado por la cabeza pagar a una chica para tener relaciones intimas.
A todo esto Pilar no sabía dónde mirar, estaba muy sofocada pero yo notaba que también excitada. Entonces me levanté y le dije a Alfredo:
– No será necesario el ir a buscar a una desconocida para tener sexo – me dirigí hacia Pilar, la hice poner en pie, le bajé el vestido hasta la cintura dejando al aire su sujetador y añadí – Aquí tiene a su zorrita para lo que quiera.
Pilar estaba preciosa con su conjunto de ropa interior negro, cosa que queda muy bien a una mujer rubia. Alfredo se abalanzó sobre ella acariciándola y diciendo:
– ¿Como no me he dado cuenta de lo que tengo en casa? – y al ver como yo azotaba el culo de mi mujer y esta no se quejaba, añadió – ¿Es que es una perrita sumisa? – y al asentir ella, dijo – Entonces no te importará que juegue un poco contigo.
Pasamos a una salita que era como una especie de consulta, con muchos artilugios y aparatos de los que usan los médicos, la hizo colocar sobre una camilla ginecológica y separando todo lo que pudo sus piernas las apoyó sobre los soportes, luego con unas correas se las sujetó y así ella quedó en una posición muy vulnerable para cualquier cosa que quisieran hacer con ella, pero al darnos cuenta que no le habíamos quitado las braguitas Alfredo, cogiendo unas tijeras, se las cortó por ambos lados quedando al descubierto su bonito y depilado conejo.
Alfredo se desnudó y me invitó a que hiciera lo mismo, luego me dio una bata blanca y así vestidos quedamos un poco ridículos ya que como estábamos empalmados salían nuestras pollas al exterior.
– ¿Estás preparado para ver lo que hago con ella? – me preguntó Alfredo y al decirle yo que sí, añadió – Entonces manos a la obra.
Se colocó unos guantes de látex y cogiendo una crema, que se apreciaba que era lubricante, se la expandió por las manos. A continuación se dirigió a Pilar y separando aún más los cachetes de su culo, le introdujo un dedo completo en el ano y removiéndolo me dijo que Pilar lo tenía muy estrecho y que tenía que solucionarlo.
A todo esto Pilar estaba excitadísima y Alfredo le preguntó si estaba dispuesta a entregarse totalmente a él.
– ¡Sí! – exclamó ella.
Alfredo, entonces, se fue a un armario y sacó una especie de jeringuilla gigante, como de un litro de capacidad, cogió varias botellas de suero, cuyo líquido absorbió con ese aparato, y a continuación se dirigió hacia el agujero del culo de Pilar, le introdujo la cánula, de unos quince centímetros de larga y comenzó a oprimir la jeringuilla introduciéndole todo el líquido en cuestión de segundos. Pilar apretaba el ojete pero Alfredo le dijo:
– Eso es peor, relájate y todo irá bien
Se veía perfectamente como su vientre se hinchaba y ella suplicaba que la soltásemos ya que no podía contener el líquido en su interior.
Yo creí que Alfredo la iba a soltar pero entonces vi como él recargaba el aparato pero esta vez con un líquido espeso y caliente. Pilar estaba muy asustada pidiendo que, por favor, otra vez no, pero Alfredo, sin escuchar sus súplicas, le introdujo de nuevo la cánula y empezó a apretar.
Cuando iba por la mitad a Pilar se le caían las lágrimas de dolor y pedía a gritos que parase. Alfredo me miró, dio un apretón y le introdujo todo el líquido de una sola vez. Pilar decía, llorando, que iba a explotar pero Alfredo seguía sin hacerle caso, se fue hacia un cajón, sacó una especie de bola ovalada, la introdujo en el agujero del culo de Pilar y con una pera la hinchó. Era un tapón para que contuviese los líquidos.
Entonces la desató, la puso de pie, le hizo separar las piernas y tumbado Alfredo en el suelo, le introdujo toda la mano en el coño. Pilar se agachaba y levantaba follándose ella misma. Yo no daba crédito a lo que veía. Nunca hubiera podido imaginar que Pilar fuese tan sumisa y marrana. Además se corría como nunca lo había hecho y sus jugos le resbalaban por sus bonitos muslos.
– Si eres una obediente zorrita – le dijo entonces Alfredo levantándose – y me haces una buena mamada sin perder ni una sola gota de mi corrida, prometo que te quitaré el tapón del culo y te dejaré ir al baño.
La puso de rodillas y le introdujo toda la polla en su boca empezando ella a chupar como una desesperada. Pero lo que Alfredo no sabía es que Pilar chupa las polla como nadie así que a los dos minutos Alfredo no pudo aguantar más y corrió dentro de su boca, tragándose Pilar hasta la última gota. Alfredo cumplió su palabra.
Así estuvimos toda la noche y al terminar Alfredo le entregó un sobre diciéndole que no lo abriese hasta llegar a casa. Allí había una importante cantidad de dinero y así fue como Pilar descubrió su forma de disfrutar del sexo siendo “utilizada”.
Gracias a todos.