Sueño cumplido

Más de una vez se la había pelado pensando en una mujer madura. En una fiesta que organizaron en el trabajo y después de unas cuantas copas, tuvo la oportunidad de recibir la mejor mamada de su vida.

Tomás – GIRONA
Siempre tuve la fantasía de hacerlo con una mujer mayor y la verdad es que esto más que un relato es una crónica de un sueño realizado.
Todo empezó cuando mis compañeros de trabajo me estaban organizando una despedida puesto que me iba de viaje y por un par de meses no me iban a ver. Todo iba de lo más normal, hasta que por esas cosas que tienen las fiestas se empezó a tratar el tema del sexo y la cosa cada vez se puso más picante y una compañera, de nombre Aurora dijo, que un hombre que la atendiera bien le provocaba siete orgasmos en un solo polvo. Al principio las risas desacreditaron el comentario, pero tras unos minutos, mi compañera desafió a uno de los presentes a subir a una habitación para demostrárselo.
El elegido no aceptó, pero dijo que tendría que subir yo por ser el homenajeado. Yo, como estaba con unas copas de más, acepté y subimos. Hasta aquí la cosa no pasaba de ser una broma y nada más, puesto que tanto Aurora como yo esperábamos que subieran pronto a sacarnos de allí. Así que lo que hicimos fue deshacer una cama y ponernos a gritar como si estuviéramos follando como artistas porno.
Pasado un rato y como nadie subía, Aurora se puso a mirar por el agujero de la cerradura a ver si alguien venía y yo, como un pasmado, me quedé mirándole el culo bien redondo que tenía. Ella se percató de lo que sucedía y de vez en cuando se levantaba, me miraba y sonreía. Cuando estaba de pie yo lo que hacía era mirarle sus tetas., unas mamas enormes, que miden más de 110 cm., y que conserva intactas a pesar de sus 50 años de edad y de que está un poco pasada de peso.
Yo en ese momento tenía 26 años y siempre me habían gustado las mujeres de esa edad. Muchas veces me masturbaba pensando en mujeres de 45, 50 o más años. Siempre me gustaron, porque creo que son las que mejor saben follar y que además no tienen problemas de miedos o timidez como algunas jóvenes.
– ¿Qué te parece si jugamos en serio?- le dije
– ¿Cómo… qué dices? – replicó con asombro.
– Que qué te parece si jugamos en serio – repetí, solo que esta vez no la dejé contestar puesto que casi en el mismo instante le di un beso, suave y corto en los labios.
– ¡Se tengo un hijo de tu edad! – exclamó ella como escandalizada.
– ¿Y qué? – contesté yo.
Volví a besarla y empecé a tocarle sus hermosas tetas y su culo. Esas tetas que tantas veces había visto a través de las blusas de seda transparente que llevaba y con las que tantas veces había soñado, ahora las estaba tocando y sobando a gusto y comenzó a gemir y a gozar y una de sus manos fue hasta mi polla y la apretó fuertemente.

Allí me di cuenta de que la cosa no paraba. Ella terminó de sacarse la blusa y el sujetador y comenzó a sacarse el pantalón. Yo me bajé el mío y el calzoncillo, mi polla saltó y quedó tiesa allí, pronta para seguir su trabajo.
Entonces Aurora se agachó y comenzó a chupármela, como nunca antes nadie lo había hecho. La metía y sacaba de su boca, me pasaba una mano por los huevos, me los chupaba un poco y luego volvía a mi polla, la cual se metía casi toda en su boca con total naturalidad. Yo no resistía mucho más, pero como no quería correrme aún le pedí que parara. Ella se recostó en la cama y yo me lancé como un desesperado hacia su coño, que ya estaba totalmente mojado.
Comencé a comérmelo como si en ello se me fuera la vida, se lo besaba, lo mordía, metía mi lengua y trataba de que no se me escapara ninguno de sus jugos. Ella estaba jadeando y gimiendo casi a gritos. En ese momento lo que hice fue meter uno de mis dedos en su coño y comencé a pajearla suavemente. Ella recibía la penetración con mucho gusto hasta me pidió:
– ¡Méteme otro, que me muero!
Yo le di el gusto e introduje otro dedo en su raja, ella se arqueó toda y comenzó a apretarse las tetas, jadeando y como parecía que iba a correrse, metí un tercer dedo en su coño, lo cual fue para ella el éxtasis.
Estuvimos así unos minutos, con mis tres dedos y mi lengua haciendo que Aurora se retorciera de placer hasta que estalló en un gemido y suspiro profundos y mi boca se vio inundada de sus jugos, que traté de chuparlos todos y no dejar escapar nada. Entonces Aurora se incorporó, me dio un gran beso y me dijo:
– Ahora te toca a ti.
Empezó a devorar mi polla como lo había hecho un rato antes, pero cuando estaba en lo mejor, se la sacó de la boca y se la puso entre sus tetas y comenzó a hacerme una cubana. Seguramente vio mi cara de gusto y de que me iba correr en cualquier momento por lo que me preguntó:
– ¿Quieres correrte?
– ¡Sí por favor! – gemí.
Entonces se la volvió a meter en la boca y le dio un ritmo increíble. Mi polla no aguantó mucho más y descargó toda su leche en la boca de Aurora, que se la tragó y después la relamió sin dejar una gota de semen.
– ¿Te ha gustado? – preguntó.
– Sí, me he corrido como nunca.

– ¡Ya lo creo, tenías un montón de leche y la verdad es que estaba muy buena! – exclamó.
Entonces yo me eché sobre ella y quise follarla de una vez por todas, pero no me dejó, diciéndome que por ahora ya había sido suficiente y que si quería el resto tendría que ser en su casa, ya que no quería que nos descubrieran. Si bien ella estaba divorciada y yo soltero no quería que nadie se enterase de lo sucedido porque seguramente los demás querrían follársela también, y no le interesaba mucho que eso sucediera. Por mi parte yo tampoco quería que eso pasara, ya que la quería toda para mí. Así que acepté las condiciones.
Nuestro encuentro en su casa es para otro momento, pero solo puedo adelantar que a partir de ahí comenzamos a follar y la verdad es que nunca follé con nadie como con ella. Es sencillamente genial y nunca dice que no a nada. Saludos y ya contaré el resto.