Relato erótico
¿Su primera polla?
Se encontró con la hija de unos amigos de sus padres. Hacía tiempo que no la veía y desde luego sus 19 años le lucían de maravilla. Se ofreció a llevarla a su casa y cuando llegaron al parking…
Andrés – BARCELONA
Hola. Os voy a contar una historia que jamás pensé que pudiera ocurrirme, pero ocurrió. Solo de recordar lo que aquella tarde pasó en mi coche, me pongo a mil, no puedo evitarlo.
Volvía hacia casa en coche. No estaba demasiado lejos; estaba en un centro comercial cerca de mi casa, parado en un semáforo, mirando alrededor para distraer un poco la vista, y al girarme, vi a la hija de unos amigos de mis padres. Tenía 19 años, y hacía tiempo que no la veía. Así que bajé la ventanilla, y la saludé:
– Hola, ¿qué tal?
– Hola – puso cara de decir, cuanto tiempo sin verte, con una expresión un tanto tímida.
– ¿Cómo estás? ¿Vas hacia casa?
– Si.
– Pues venga, que te llevo.
Estuvimos hablando de sus estudios y de sus clases de judo, pero pronto llegamos al barrio donde vivimos, el camino se hizo corto. Vivimos muy cerca el uno del otro. Le comente que tenía una plaza de parking con plataforma y dijo que quería verlo.
Mientras el coche subía y todo eso, le día un beso y bromeando le dije:
-Supongo nunca te ha besado un tío de 29 años, pero ahora ya no podrás decir lo mismo.
Ella no opuso resistencia, enseguida se entregó al cálido beso que le di al principio, y luego a los que le fui dando suavemente, dulcemente, mientras le acariciaba la parte trasera de la cabeza. Su boca estaba ansiosa, besaba con ganas. La notaba muy nerviosa, yo también lo estaba, incluso me estaba excitando un poco, pues sabía dónde podía llegar. Después de unos minutos, paré de besarla, dejándola a punto de caramelo. La plataforma dejó de bajar, y me disponía a dejar mi coche en la plaza. No había nadie, claro, es un sitio poco transitado y más a esas horas. Noté que me miraba con cara picarona y se relamía los labios lentamente, con cara de vicio. Entonces, le pregunté.
– ¿Alguna vez has visto una polla de un chico de 29 años?
– No.
– Pues aquí dentro tienes una – le dije señalándole mi bragueta – Desabróchame el pantalón y podrás verla.
No estaba equivocado; estaba a punto de caramelo y por lo visto el que nos conociéramos desde hacía años y la diferencia de edad la ponía cachonda. Me desabrochó el pantalón, yo le ayudé un poco, pues con los nervios… y me aparté lo suficiente los pantalones como para estar cómodo.
– ¡Madre mía, que polla! – exclamó al verla.
– Cógela, es tuya, puedes cogerla.
La cogió suavemente, con delicadeza. A pesar de que no estaba totalmente empalmado, la cara que puso fue de asombro. Estuvo unos segundos jugando con ella, sobándola de arriba a abajo, y poco a poco se fue poniendo tiesa y dura como una piedra.
– ¡Caramba, que dura se está poniendo, vaya polla!
– Ven, súbete encima, ponte encima de ella.
Llevaba un pantalón muy fino, casi transparente, que se le ceñía al cuerpo un montón. Puse su culo encima de mi polla, encajándola para no hacerme daño y para que la pudiera notar.
– ¿La notas?
– Si. Está muy dura.
¡Como me ponía notar la presión de su culito sobre mi polla!. En ese momento empezamos a besarnos salvajemente mientras yo le iba quitando poco a poco la ropa. Le quité la camiseta que llevaba, para verle los pequeños pechitos que tenía, pero madre mía que pechitos. Los tenía pequeños, si, pero con unos pezones… ufffffff… tenía ganas de comérmelos. Empecé a chupárselos, a masajeárselos… Ella arqueaba su cuerpo hacia atrás, mientras se le escapaba de vez en cuando un gemido pequeño y largo. Hasta que llegó un momento que se abrazó intensamente a mí y yo dirigí mi mano derecha hacia su chochito, y pude comprobar lo caliente que lo tenía, como temblaba.
– Chúpamelos más. Quiero que me los sigas chupando – me dijo de pronto.
Seguí chupándoselo mientras le acariciaba por encima del pantalón su chocho, el cual pedía algo más que caricias. Notaba como se retorcía de vez en cuando y como flexionaba su cuerpo y en ese momento, le dije:
– Quítate el pantalón, quiero ver tu chochito. Ponte cómoda, y disfruta. Ábrete un poco de piernas.
Cuando se abrió de piernas lo pude contemplar entero. Iba depilada y era una tentación. Ella estaba muy nerviosa, ansiosa, no podía ocultarlo. Se arqueaba, respiraba profundamente, estaba empezando a sudar un poquito. Empecé a lamérselo, poco a poco para saborearlo todo, para que ella disfrutase y se llevase un buen recuerdo. Primero jugué con mi lengua, luego con uno de mis dedos. Le metía poco a poco la lengua, dibujaba círculos, el sabor era increíble, ella disfrutaba, gemía. Luego, cuando metí uno de mis dedos en su interior, se le escapó un pequeño grito, un grito de placer, no debía ser el primer dedo que le metían, seguro,
Le dije que cogiera mi polla y que la chupara. Se le abrieron los ojos cuando dije esto y me la cogió con las dos manos, con fuerza.
– Chúpamela. ¿Sabes chuparla… no…? Pues yo te enseñaré.
Se la metió en la boca poco a poco y empezó a lamerla y a chuparla. Mamaba con fuerza y no me soltaba la polla para nada, la tenía cogida con las dos manos sobre su base, y al mismo tiempo la chupaba con tanta fuerza que podría correrme en cualquier momento, pero aguanté.
Estábamos a oscuras en el garaje, pero podía verla perfectamente. Notaba sus labios como subían y bajaban, notaba su saliva sobre mi polla que tarde o temprano iba a reventar.
– ¡Un poco más rápido, así… asiiiií… aaaah…!.- ¿Te gusta? – pregunté y ella asintió – Pues sigue, no pares… vas a probar algo que te va a gustar. Chupa con un poco más de fuerza…¡Siii, sigue, chupa, siiiiiiií… aaaah…!.
Me corrí salvajemente. Fue brutal y pensé que se iba a asustar y sacarse mi polla de su boca, pero no lo hizo, se quedó quieta hasta que descargué todo lo que pude, y para colmo al final se lo tragó todo. Me quedé alucinado.
– ¿Te ha gustado?
– No mucho, pero está bien – contestó mientras sonreía.
Jugaba con su lengua y los jugos en su boca, como si realmente le gustase. Le di un pañuelo para que se limpiase un poco, y otro largo y cálido beso, mientras le pasé la mano con fuerza por su caliente y ansioso chochito.
– Ponte la ropa, que nos van a pillar. Otro día, eso de ahí abajo, va a saber lo que es una polla de verdad. Esta polla va a caber toda ahí dentro – aseguré.
Sonriendo, se vistió y yo me escondí la polla. Fue el principio de una buena y caliente relación.
Hasta pronto.