Relato erótico
Soy una zorra y me gusta
Lo dice ella, es muy zorra y le encanta follar con otros hombres. A su marido le gusta llevar cuernos y no le importa hacerle algún que otro “trabajo de limpieza” al amante de turno.
Sara – Palma de Mallorca
Soy Sara de Palma de Mallorca, tengo 35 años, estoy casada, tengo buenas tetas, mejor culo y unas piernas que son el complemento para que los tíos me miren y me digan guarradas cuando me ven por la calle. También quiero deciros que soy muy viciosa, las pollas me vuelven loca y mi coño siempre está mojado, es decir dispuesto a follar.
Hace cinco años que me casé y mi marido, Jaime, al principio no se enteraba de que yo era una golfa pero al final acabó sabiendo que lucía hermosos cuernos, aunque lo bueno del caso es que le gustó, con lo cual acabé enterándome de que estaba casada con un cabrón y cornudo con- sentido, tanto que incluso él acabó participando también en alguna de mis “infidelidades” pero solo como mirón y perrito lamedor, dejándonos a mi amante de turno y a mi la polla y el coño limpios y lustrosos después de follar y llenarme el coño de leche.
También, aparte de cornudo, es un poco afeminado pues no veas como chupa las pollas con la excusa de limpiarlas de mi corrida, pero ahora os voy a contar una aventura que viví hace unos días.
La semana pasada cuando serían más o menos las dos de la madrugada y yo venía de cenar con unas amigas, llegué al parking de casa, en el que nuestra plaza está en el segundo sótano. A esa hora iba con cierto temor pues no hay nadie por allí que pudiera defenderme si alguien quería robarme o hacerme daño. También sabía que Jaime, mi marido, estaría durmiendo pero, en fin, solo tenía que desplazarme hasta el ascensor, que me deja directamente en casa.
Aparqué, pero al salir del coche oí que, por la rampa, bajaba una moto y al ir acercándose a mi pude ver que se trataba de un vecino que, la verdad, aunque conozco a su mujer, tengo que reconocer que el tío está muy bueno y
además, en ocasiones, ya
había notado que en el ascensor o al cruzarnos por la
escalera, me miraba con deseo, es decir que me desnudaba con la mirada.
El aparcó su moto junto a mi coche, bajó, se quitó el casco y me saludó:
– Buenas noches y… ¡que guapa estás!
– Gracias – contesté yo – ¿Y tú qué tal?
– Vengo reventado, menudo día de trabajo – contestó.
Tengo que decir que mi vecino es directivo de una importante empresa y que se llama Carlos.
– Pues yo he estado de cena con unas amigas… – empecé a decirle.
En este momento se apagó la luz del automático y los dos al mismo tiempo y a oscuras, nos dirigimos hacia el interruptor al que yo llegué primero. La verdad es que no se veía nada y de pronto un cuerpo aplastó el mío contra la pared, notando su polla endurecida en mi culo.
– ¡Perdona, está tan oscuro! – exclamó.
– No importa – le contesté. Todo pasó muy rápido.
Justo cuando volvía a encenderse la luz, Carlos me dio la vuelta, me besó en los labios mientras me abrazaba y acercándose a mi oído me dijo:
– ¡Me vuelves loco y la de veces que me he pajeado pensando en tí!
Mientras me hablaba, ya tenía sus manos en mis muslos y acabó por subirme la corta falda, llegó a mis bragas notando en el acto como su mano cogía mi coño y me lo apretaba, haciéndole sentir con toda seguridad la humedad, pues el morbo de la situación había conseguido mojar mi almeja.
De nuevo se apagó la luz del automático y la única luz que había era la de los pilotos de emergencia en las puertas, pero a pesar de la poca claridad vi como Carlos se desabrochaba el pantalón y se lo bajaba junto con el slip. Estábamos muy excitados. Yo sabía que él se moría por follarme y yo deseaba que lo hiciera. Y menuda polla tenía el tío, larga, dura y parecía a punto de reventar.
Imaginaos la escena, casi a oscuras con un casi
Desconocido, con su enorme polla balanceándose y yo como una zorra cachonda bajándome las bragas para que me follara. Y la “cosa” no se hizo esperar, me dio la vuelta y ordenándome que me apoyara inclinara en el capó de un coche, quedé con todo mi culo y mi coño a su entera disposición. ¡Que guarra y feliz me sentía en aquellos momentos!
Lo notaba detrás de mi hasta que se agachó y abriendo mis nalgas buscó, con su boca, los labios de mi mojado coño y al encontrarlo, empezó a lamerlo como un desesperado. Yo me moría de gusto y mi chocho chorreaba. Me movía como una culebra hasta que le dije:
-¡Me corro… me corro…! – le dije al rato – ¡Pero no pares, lame cabrón, cómeme el coño, no pares…!. Me hizo caso y así me corrí en su boca como una cerda mientras él tragaba mis líquidos y me decía:
– ¡Que puta eres y menudo cuerpo tienes!…
En el acto y con su verga bien metida en mis entrañas calientes y chorreantes, empezó un frenético metisaca. Notaba como sus duros y gordos huevos chocaban contra mi culo.
– ¡Venga fóllame fuerte! – le provocaba yo – ¿Tenías ganas de mi, verdad, ganas de tenerme así, toda tuya, con tu polla perforándome el coño?
– ¡Sí! – contestaba él – ¡Sabía también que tú buscabas mi polla así que ahora ya la tienes… toma, zorra, toma polla!
– ¡Oooh, me voy a correr… oooh, que gusto, me corro, me viene… aaah… dámela toda, córrete en mi boca, dame tu leche de macho! – le repetía yo.
– ¡Sí, sí! – consintió él.
Con un golpe rápido, me la sacó del coño, yo me di la vuelta, me arrodillé delante de su brillante capullo a punto de reventar y metiéndomela en la boca le hice una buena mamada hasta que se corrió de tal manera que notaba su leche caliente salir a borbotones y casi me atraganto pero que rica estaba y como una buena mamona que soy, no desperdicié ni una gota.
Carlos, después de correrse, se la sacudió y con las últimas gotas me manchó todo el pelo de semen, se vistió y solo me dijo:
– Muy bien, ya te pillaré otro día – y se marchó.
Yo también me arreglé como pude, aunque no encontré mis bragas por ninguna parte. Más tarde me enteré que Carlos se las había llevado. Al llegar a casa mi marido se despertó y al besarme, me dijo:
– ¿De dónde vienes? Tus labios saben a vicio y a polla. ¿Te has ligado y follado a alguien?
Entonces le conté lo del vecino y se puso muy contento así como su polla, ya que se le puso a tope de dura, y lógicamente acabamos follando mientras yo le contaba con todo detalle lo del parking, la comida de coño que me hizo el vecino y la mamada que yo le regalé. ¡Que cornudo que es mí marido! Se corrió enseguida, contento de lucir una buena cornamenta. Entonces me duché, dormimos como bebés y otro día seguiré con más historias que me
han pasado.
Un beso