Relato erótico
¡Soy muy caliente!
Lo reconoce, es una mujer muy caliente y necesita follar cada día. En cuanto llegó su nuevo compañero de trabajo, se gustaron y follaban cada vez que podían. A él las cosas no le iban bien en el trabajo y dejaron de verse. Pronto encontró un “sustituto” que era más ardiente y mejor dotado.
Irene – La Rioja
Soy una mujer muy fogosa que siempre está buscando con quien disfrutar del sexo. Desde que llegó Cesar a trabajar en mi oficina a finales del año pasado, se despertó una atracción brutal entre los dos.
Aunque no es del tipo que se pueda definir como guapo es muy varonil. Tiene unos 35 años, moreno, alto y con unos pocos kilos de más. Suele ser muy atrevido y cada día en cuanto viene a saludarme me desnuda con la mirada.
Ese día me había puesto una blusa blanca con un escote que dejaba ver mis encantos y una falda corta abierta a los lados y muy ceñida al cuerpo. Cuando él llegó yo estaba en la oficina de mi Jefe, entró bruscamente y cerró la puerta, se abalanzó sobre mí y de un golpe me quitó la blusa dejando mis enormes y bien formados pechos a su merced. Me mojé solo de pensar en su lengua recorriendo cada parte de mi cuerpo, yo no dije nada porque quería que llegara hasta donde él quisiera.
Al verme tan excitada, me puso contra la pared mientras yo lo abrazaba, siguió acariciándome y cuando llegó a mi coño me excito aún mas, empezó a tocar primero con sus dedos y de pronto sentí cómo me penetraba, despacito mientras yo gemía de placer. Sólo de pensar que mi jefe podría aparecer en cualquier momento me excitó de tal forma que estalle en un gran orgasmo.
A pesar de que su verga no era muy grande sentía que había algo especial entre nosotros y eso me hacia disfrutarlo enormemente, siguió así por unos minutos hasta que aceleró el metisaca hasta que por fin, estalló y me soltó un lecherazo tremendo. No arreglamos la ropa y salimos como si nada hubiese pasado, fue un muy buen inicio de día.
Pasaron las semanas y yo cada vez lo deseaba mas, no podía dejar de pensar en él, le llamaba por teléfono todas las tardes cuando salía de la oficina y nos mandábamos mensajes nocturnos. No nos importaba que su mujer estuviese en casa, sin embargo algo pasó, ya que, lo notaba muy lejano, empezó a tener problemas con su jefe y compañeros de trabajo, estaba de mal humor y decidí dejarlo tranquilo.
Cómo la situación parecía empeorar y voy siempre tan caliente, me empecé a fijar en un compañero de otra planta de la oficina. Una mañana me enviaron a entregar correspondencia para firma vi como recorría mi cuerpo con una mirada lasciva y no desaproveche la oportunidad, coquetee con mucho descaro y cayó inmediatamente, quedamos en vernos más tarde, a la hora que salía el personal a comer.
Unos minutos antes me perfumé y preparé para la pequeña fiesta privada que me esperaba. Estaba muy nerviosa y caliente, entré en su oficina cuando estaban saliendo los demás compañeros, cerré la puerta y me incliné sobre su escritorio en plan muy sugerente para que pudiese admirar mis redondas y enormes tetas, de inmediato vi cómo se levantaba un gran bulto bajo su pantalón. No podía creer lo bien armado que estaba ese hombre, al levantarme pude observar su mirada lujuriosa y sin más empezó a besarme. Empezó a restregar su polla contra mi cuerpo, ya no aguantaba más y le pedí que se sentara en la silla para poderle mamar la polla, cosa en la que soy realmente buena.
Qué buena estaba, era enorme. La cogí entre mis manos y mientras acariciaba sus huevos empecé a mamarla más y más rápido. Era increíble su verga crecía y se ponía cada vez más dura tenía un aguante fenomenal, de pronto me agarró y me “obligó” a sentarme encima de él, no puedo escribir lo que sentí cuando semejante herramienta entraba dentro de mí, no podía contener los gemidos de placer y aquello se convirtió en un metisaca bestial mientras que con sus labios acariciaba mis durísimos pechos, esto siguió por un tiempo interminable hasta que me corrí en una explosión indescriptible, él no contento con eso se levantó, me puso a cuatro patas en el escritorio y me empezó a penetrar nuevamente por mi ardiente ano, yo me dejaba llevar, ahora su juego era muy despacito, lo metía y lo sacaba…. Mmmm
Mientras hacía eso, me acariciaba con una mano el clítoris y con la otra mis redondas nalgas. Me sentía plena después de tanto desplante de Cesar, Intenté recordarlo y no pude, intente aguantar esa sensación de infinito placer y tampoco fue posible, ese hombre tenía un aguante impresionante y me llenaba de placer, no sé decirles cuanto tiempo paso, solo sé que al final estallamos los dos a la vez.
Cuando vi en el reloj que llevábamos más de dos horas follando me asusté. Tenía que regresar a mis quehaceres en la oficina, al igual que él.
Al día siguiente aparecí con una gran sonrisa en la oficina, la cual desapareció al saber que Cesar se había ido de la empresa. Me sabía mal, pero egoístamente, mi nuevo amante era muchísimo más resistente y fogoso.
No sé lo que durara, pero hoy por hoy, estoy plenamente satisfecha.
Un beso para todos los lectores de esta maravillosa revista.