Solución acertada

Dice que tiene carita de ángel pero, la verdad es que, es muy golfa. Tenía novio y, hasta que llegó la rutina, el sexo funcionaba bien. Al final encontraron la solución a sus problemas.

Lola – CÓRDOBA
Amiga Charo, la historia que les voy a contar ocurrió hace dos años, pero antes voy a presentarme.
Me llamo Lola, tengo 25 años y vivo en Córdoba, mido 1,65 y mis medidas son 92-62-93. Mi pelo es castaño oscuro, que llevo largo hasta media espalda, casi lacio y mi cara desconcierta casi siempre, porque generalmente parezco recatada. Sin embargo, por lo que me han dicho los muchos chicos con los que compartí mi cuerpo, no se imaginaban encontrar detrás de esa carita una puta tan relajada. Y es verdad, cuando me desenfreno, en la cama o donde sea que veo una polla, me convierto en una viciosa.
Yo tenia novio, con el que nos llevábamos muy bien en la cama pero, sin embargo, la rutina comenzó a hacer mella y decidimos empezar a buscar soluciones, así fue que empezamos alquilando películas porno y luego a comentar nuestras propias fantasías mientras follábamos y un día, en plena sesión de sexo, le dije que me gustaría follar con varios hombres. Al día siguiente empezamos a hablarlo más seriamente y decidimos que lo mejor seria ir por etapas.
Lo primero era acostarme con algún chico, y en lo posible que fuera desconocido. Tal cosa no sería gran problema, pues en mi época de solitaria, iba a las discotecas y siempre salía acompañada.
El primer fin de semana que pudimos, lo organizamos. Me vestí bastante normal para salir, falda no muy corta, blusa suelta y zapatos de tacón. Por debajo, un tanga sencillo y un sujetador semi transparente, todo en color negro.
Entré sola en la disco y en poco tiempo entablé conversación con un chico que me gustó. Mi novio estaba por allí viendo con quien hablaba y yo solo debía esperar un gesto de él, para seguir adelante. Poco tiempo paso, y el chico, Ángel, me invitó a ir a un lugar más tranquilo. Dado que ya había recibido el gesto de mi novio, acepté, pero poniendo como condición que fuéramos a mí casa. Esto era una cuestión de seguridad. Como hay dos habitaciones, mi novio iría a una, llegando antes que nosotros, y yo estaría en el resto de la casa con el muchacho que me acompañara. Así fue que salimos para mi casa, yo tratando de hacer tiempo para que mi novio llegara primero.
Solo fue llegar, servir un vaso de cerveza y empezar con la juerga. Yo me excité muy rápido, pensando que ya estaba con otro hombre y mi novio estaba en la otra habitación, encerrado, escuchándolo todo. Con tanta excitación, no tarde en correr un poco la silla en la que estaba sentada para desabrochar el pantalón de Ángel y empezar a chuparle la polla. El respondió inmediatamente desabrochando mi blusa, tocándome las tetas. Tenía una polla hermosa, sabrosa y no demasiado grande.

En menos de lo que tardo en contarlo, me saqué la braga, me subí la falda hasta la cintura y le bajé los pantalones, para sentarme encima de esa polla tan bonita. La sentía entrar y salir lentamente de mi coño hasta que Ángel me agarró del culo, me abrió los cachetes y me empezó a trabajar mi culo virgen con el dedo. Fue tanto el placer que no tardé en correrme a gritos, olvidando por completo a mi novio en su escondite.
Tras una hora y media, con dos polvos encima, Ángel se fue y yo fui en busca de mi novio. Estaba en la habitación y había encendido la tele para ver una película porno. Me dijo que no había podido parar de pajearse mientras me oía gemir, y allí estaba, con su gorda verga entre las manos, a punto de estallar. Si bien yo ya estaba satisfecha, no podía negar que todo se lo debía a él así que decidí poner mi boca a su servicio. Sabía que le gustaba mucho que se la chupase, diciendo que soy una experta en eso, y así lo hice correr. Como Ángel no se había corrido en mi boca, tenía muchas ganas de sentir el semen, saborearlo y tragarlo.
Esa noche dormimos muy bien sabiendo que ya podíamos pasar a la siguiente etapa. Tenía que acostarme con dos chicos de la facultad. Con uno de ellos, ya había tenido algún acercamiento, aunque nunca habíamos llegado a nada.
A los dos días, el lunes siguiente a la salida con Ángel, quedamos en que nos juntaríamos a hacer un trabajo en mi casa. Dado que eran conocidos, le dije a mi novio que no estuviera allí, para evitarle el mal momento que suponía que iba a pasar. Sin embargo, me pidió repetir lo de la noche del viernes, así que se escondió nuevamente en una de las habitaciones.
A las 4 de la tarde llegaron Daniel y Esteban, pero con una sorpresa: venían con otro chico, al que yo solo conocía de vista, diciendo que como no tenía con quien hacer el trabajo, habían decidido invitarlo. Su amigo se llamaba Santiago y realmente estaba muy bien. Pensé en echarme atrás con el plan, pero resulta que me había vestido de tal modo que eso sería difícil. Después de las presentaciones y las explicaciones, noté como los tres habían clavado su mirada en mis tetas. Fui a la cocina a preparar un café, como para enfriar el ambiente, pero al volverme me di cuenta de mi error pues sus ojos se habían dirigido definitivamente a mi culo. Mientras tomábamos el café, charlamos un poco, y en la charla mencione las pocas ganas que tenía de estudiar. Lógicamente, lo hice para ver si reaccionaban como era esperado. Y así fue. Los tres estuvieron de acuerdo conmigo y cuando me disponía a juntar las tazas, Daniel se ofreció a ayudarme. Al volver de la cocina, sin ningún pudor, frené de golpe, fingiendo un tropezón, y Daniel chocó conmigo, apoyando todo su frente contra mi espalda y culo. Aproveché el momento para refregarlo un poco frente a los otros dos chicos y al girar hacia el, deslice mi mano rozando su bulto sobre el pantalón. Solo dijo.
– Me parece que hay mucho calor en el ambiente, vamos a ver si te podemos enfriar.

Me abrazó, me besó y enseguida puso sus manos en mi culo. Cuando me soltó, mire a los otros dos, que estaban aun sentados observando lo que pasaba, y les dije:
– ¿Qué os parece si vamos los tres a la habitación? En la cama grande vamos a estar más cómodos.
No hubo respuesta, solo se levantaron y me siguieron. Al entrar, se desnudaron mientras yo me sentaba en el medio de la cama, quedando ellos en calzoncillos y yo todavía con mi ropa, salvo los zapatos que me había sacado. Cuando se subieron a la cama con intenciones de arrancarme las ropas, los detuve diciendo:
– Tranquilos, que tenemos tiempo.
Y empecé a desenvolver los paquetes. Lo puse a los tres arrodillados sobre la cama, y yo me puse a cuatro patas, frente a ellos, moviéndome sensualmente y permitiendo que vieran un poco más por mi escote. El primero fue Daniel. Le acaricie la polla por encima del calzoncillo. Ya lo tenía duro y parecía de tamaño normal, unos 17 cm. Le bajé suavemente el slip y empecé a chuparla magistralmente. Una vez que tuvo su dosis, empecé con Santiago. Su rabo era más grande y lo tenía bien erecto, por lo que la cabeza sobresalía por el elástico del slip. Debía medir unos 23 cm. Yo nunca había visto un pollón tan grande. Pasé la lengua por la cabeza, manteniéndome apoyada en la cama, sin usar las manos. Con los dientes le bajé un poco el slip, que con la fuerza de su erección se deslizó hacia abajo. Aún sin usar las manos, contemplé tan hermosa verga y empecé a chuparla, pasándole la lengua, hasta que me la fui metiendo hasta donde pude. Se la chupé un rato, hasta que noté que Esteban se había cansado de esperar su turno y se estaba pajeando, al igual que Daniel.
Esteban tenía una polla parecida a la de Daniel, solo que un poco más gruesa, lo cual comprobé después al notar que apenas podía rodearlo completamente entre mi dedo pulgar y anular. Empecé entonces una mamada a trío, como en las películas que veía con mi novio. Un rato cada una, un par de lengüeteadas a los huevos.
Los dejé así y me situé sobre la cama.
– ¡Sorpresa! – les dije.
Empecé a deslizar mi top hacia arriba, para que vean que no llevaba sujetador. Me lo saqué por completo y me agaché hacia delante, poniendo mis tetas al alcance de sus manos. Soltaron sus pollas y me manosearon un poco, hasta que me levanté un poco la minifalda, dándome la vuelta para que vieran mi precioso culo y no tardé en sentir sus manos recorriéndomelo, así que me di vuelta y le pedí a Daniel que se acostara. Cuando lo hizo, me saqué la minifalda y me senté encima de él, metiéndomela en mi coño, para cabalgarlo. Mientras tanto, se la empecé a chupar otra vez a Santiago, agarrando el pene de Esteban, y así fue cuando noté lo grueso que era. A estas alturas, los chicos ya estaban totalmente excitados.

Como si adivinara lo que quería, Daniel me agarró del culo, me abrió los cachetes, y empezó a sobarme el agujero del culo. Yo no paraba de chuparlos a los otros dos, hasta que decidí cambiar, después de dos orgasmos. Me acosté boca arriba, le pedí a Esteban que me penetrara y me reservé para el final a Santiago, con su polla maravillosa.
Esteban bombeó un buen rato mientras yo, desde abajo, le chupaba los huevos a los otros dos. Con las piernas abrazaba el culo de Esteban y lo empujaba cada vez más adentro, sintiendo como entraba su polla, tan gruesa que me abría bien el coño. No tardó en acabar, en medio de los gritos de:
– ¡Toma leche, te lleno de leche, putita!
Eso me excitó tanto que me corrí ruidosamente y entonces Daniel, que ya llevaba un rato aguantando, me dijo:
– ¿Quieres que te la dé?
Mi voz sonó casi desesperada, muy fuerte:
– ¡Sí, dame tu leche, dame… dámela… quiero tomarme toda tu leche!
Abrí la boca para recibir los chorros, que fueron todos a mi garganta. Faltaba todavía Santiago. Le limpié la polla a Esteban y le dije a Santiago que me la metiera en el coño, pero para eso me puse a cuatro patas, me agarró desde atrás, apoyó la punta de su gran verga en la abertura de mi coño, bastante ensanchada por la de Esteban, y empezó a meterla muy despacio. Parecía que no terminaba nunca y cada vez la metía más despacio.
– ¡Que hermosa polla… que polla tan enorme… métela toda… como me gusta esa polla inmensa..!.
Llegué a un orgasmo intenso tras el cual pude empezar a pensar en las pollas que tenía delante.
Mientras tanto, yo chupaba a Esteban y limpiaba bien la polla de Santiago, que aún fláccida, era hermosa y enorme, al menos para lo que yo conocía hasta ese momento.
De pronto, Daniel salió de mi coño y empezó a frotar su polla por mi culo.
– Cuidado, nunca me lo han abierto – le dije.
– No importa, te lo voy a agrandar poco a poco – contestó.
Al oír esto, Esteban se metió debajo de mí y me metió su polla de un golpe en el coño, mientras me sobaba las tetas y chupaba mis pezones, lo cual me excitaba mucho, al tiempo que yo me entretenía chupando la polla de Santiago, que estaba empezando a ponerse en todo su esplendor.

En ese momento, la verga de Daniel venció la primer resistencia de mi ano, que al estar bien lubricado y ensanchado por los dedos que me había metido, no me provocó ningún dolor, pero si mucho placer. Sentía las dos pollas dentro y otra en la boca, y me sentía una puta total. Solo pensar eso me hizo sentir que me venía otro orgasmo. Entonces pensé en mi novio, en la habitación de al lado, escuchando como me follaban entre tres, y así me corrí.
Besos, Charo, y ya te seguiré contando mi vida