Relato erótico
Solo para ella
Contestó a un contacto de nuestra revista Clima. Era de una pareja que buscaban un hombre para ella. El marido solo quería complacerla y la dejaba follar con quien ella quisiera.
Jorge – Barcelona
Me llamo Jorge, ahora tengo 39 años pero cuando la conocí, tenía 30 recién cumplidos. Respondí un anuncio de vuestra revista Clima, se trataba de un matrimonio en el que el marido quería que su mujer follase con todo el que a ella le gustase y le daba vía libre para todo. Yo tenía miedo de lo que podría encontrar pero al final me decidí a contestarlo. Una llamada de teléfono fue nuestra primera toma de contacto, quedando en vernos la noche siguiente en su casa. Con treinta años lo que yo buscaba era darme un buen revolcón ya que siempre he sido un salido, con una buena polla y mucho aguante. Llamé a la puerta de la casa y aquí empezó una maravillosa relación de deseo y necesidad que con los años aún dura. Estuvimos un rato hablando en el salón y yo nunca hubiera imaginado que una mujer tan guapa pudiera conocerla a través de un contacto. Estaba yo que no daba crédito a lo que veía.
Se llamaba Norma, se sentó a mi lado. Tenía diez años más que yo pero no se notaba la diferencia de edad. Cuantas chicas de veinte años hubieran deseado su cuerpo y su belleza. Por cierto, con el paso de los años sigue igual, con el mismo aspecto. Compra la ropa en tiendas de chicas jóvenes, es rubia, tiene ojos de viciosilla, labios carnosos y anchos, es delgada, ni un gramo de grasa, y culito redondito y respingón. Por eso al verla me quedé atontado.
No sé cómo fue pero nos fundimos en un beso largo y muy sensual. Puse una mano en su muslo. Ardía en deseos de poderla follar. Pero estaba un poco cortado ya que al ser tan guapa no quería meter la pata y que toda mi ilusión desapareciera al parecerle yo poca cosa. Pero todo fue muy rápido. Ella me miró a los ojos y me dijo:
– ¡Jorge, vamos a la cama, quiero follar contigo!
– Norma, eres preciosa y lo estoy deseando desde que te he visto – pude contestar.
Fuimos a su habitación y quitándose la ropa se quedó completamente desnuda. Tragué saliva. Creo que el corazón me latía a toda velocidad. Ante mi tenía una cara preciosa pero también un cuerpo impresionante con un pecho redondo, no muy grande y nada caído, con unos pezones tiesos y abultados. Cuerpo delgado, vientre plano, cintura de avispa, piernas delgadas, muy sensuales y bien torneadas, pero destacando su coño, muy abultado en proporción a su delgadez lo que hacía que resaltara mucho. Lo lleva depilado para que se le vea bien toda la raja. Le miré el culo, redondito, suave y respingón. Preciosa, realmente preciosa por delante y por detrás. Me cogió de la mano y me tumbó en la cama. Nos besamos, acariciándonos todo el cuerpo. Rápidamente llevé mis manos a su culo y a su coño, que tenía empapado. Eso me dio más confianza.
Norma, en un momento dado, cogió mi polla y se la llevó a la boca chupándola y succionándomela. Yo tenía la polla al máximo, bien larga y gorda, con el capullo hinchado, a punto de reventar. Giré su cuerpo para meter la lengua en su coño. Así hicimos un fenomenal 69. Llené mi boca con su coño, lamí, succioné y acaricié su sonrosado y abultado clítoris. Cuando ya estábamos a punto de reventar, me dijo:
– ¡Móntame, quiero toda esa pollaza dentro de mi coño, clávamela… fóllame, cabronazo… estoy como un volcán!
– Norma, voy a romperte el coño – le dije – Quiero darte todo el placer del mundo.
Se tumbó, bien abierta, y yo se la clavé hasta el fondo. Notaba las paredes de su coño, húmedas, apretando mi polla. Cambiábamos de postura una y otra vez hasta que todo terminó en un brutal orgasmo. Además Norma no se reprime nunca y sus suspiros y gemidos son muy sonoros. Estaba alucinado por todo.
Norma era preciosa pero en la cama era una fiera. Yo soy fogoso pero ella es imparable. Descansamos, tomamos un café y al rato seguimos. Había sucedido algo más que unos polvos, mucho más. Una química especial había surgido entre los dos. Esa noche casi no dormí pensando en Norma. Ella debió tener una reacción parecida ya que, desde entonces, seguimos follando juntos, deseándonos y calentándonos como el primer día. Era un deseo irresistible. Ahora ya no puedo vivir sin ella. No soportaría perderla. Deseo estar con Norma a todas horas, quiero seguir follándola años y años. La necesito y si durante unos días no la veo, por estar de vacaciones u otras circunstancias, me siento muy mal, vacío. Necesito follarla, verla desnuda, acariciar todo su cuerpo. Os contaré ahora algunas cosas que hemos realizado juntos pues creo que hemos follado en todos los lugares posibles.
Un día, tomando los dos un café en un bar, con la camarera y un cliente al fondo de la barra pero que solo podían vernos de cintura para arriba, Norma me dijo:
– ¡Sácate la polla que voy a hacerte una paja aquí, venga sácatela que quiero vértela bien gorda y dura!
– Como nos vean, se monta el número – le dije – Pero, toma, viciosa, menéamela.
Me saqué la polla y pegados a la barra del bar me la meneó. La camarera se movía tras la barra y el otro cliente miraba pero sin saber lo que pasaba.
– Aparta un poco y deja que te la vea bien – me dijo Norma – ¡Que grande se te ha puesto… venga, echa toda la leche!
Siguió con el meneo, arriba y abajo, y cuando no pude aguantar más solté unos buenos chorretones de leche. Ella, rápidamente, se agachó y me dio un beso en el capullo. Me la metí en el pantalón, pagamos y nos fuimos.
En otra ocasión estábamos de vacaciones junto con Rafael, su marido. El la deja hacer y ella folla conmigo todo lo que podemos. Norma iba caliente. Aunque casi siempre está así. Fuimos a tomar el sol a la playa. Ella llevaba solo la braga del bikini, que le tapaba justo la raja del coño y con medio culo al aire. Le estuve dando crema por todo el cuerpo, besándolo, chupándolo y sobándoselo a placer. Tenía el coño empapado, me miró con cara de vicio y me dijo:
– Fóllame, necesito una polla dentro del coño… vamos a las rocas del espigón y me follas allí…
– Vamos, cariño, yo también tengo ganas, me pone a cien verte con tan poca ropa – le contesté.
Fuimos a las rocas. A unos cincuenta metros había unos pescadores. Se desnudó por completo y se tumbó en una grande y plana. Yo creo que los pescadores veían algo.
Ella estaba como loca, quería el rabo dentro y me pidió que la empujase con fuerza. Su coño chapoteaba. Sudábamos al calor del sol y sus jadeos eran constantes. Los pescadores no sé si veían mucho pero sí sabían lo que pasaba ya que algunos se acercaron unos metros. Pero nos daba igual. Ver su cara de deseo, notar su coño húmedo y admirar su desnudez total, era excitante al máximo.
La besaba en la boca mientras la follaba y también chupaba sus pezones tiesos y duros. Abrazó mi cuerpo con sus piernas, cogí su culo y empujé mi polla con todas mis fuerzas, una y otra vez. Tuvimos una tremenda corrida. Norma lanzó cuatro o cinco gritos que debieron de oírse a larga distancia. Nos besamos, rotos, jadeantes, sudorosos pero muy satisfechos. Al tranquilizarse, se puso de pie, se colocó la braguita del bikini y salimos andando hacia la playa. Ella meneaba el culito. Nos mirábamos y reíamos. Íbamos empapados en sudor. Seguro que los pescadores se quedarían alucinados y puede que también excitados.
Ahora creo que comprenderéis porque estoy tan necesitado de ella y de su cuerpo. Lo tiene todo, belleza y ese fuego que me quema. Por eso soy suyo, solo suyo. Con ella tengo más que suficiente, es mi felicidad y mi vicio. Os mandaremos más experiencias de todo tipo que hemos realizado los dos juntos e intentaremos mandar fotos también.
Besos de los dos.