Relato erótico
Solo en casa
Su mujer tuvo que ausentarse unos días por problemas familiares. Decidió no ir y aunque le apetecía ir a la playa, pensó que si se quedaba solo podría hacer alguna “travesura”
Víctor – Gerona
Todo esto que voy a contar, amiga Charo, se inició hace unas tres semanas cuando mi mujer se fue de la ciudad por una semana con sus padres y que yo, por cuestiones de trabajo, no pude ir con ellos. Por un lado me dolía ya que tenía muchos deseos de tomar el sol y disfrutar de la playa, pero por otro lado me gustaba ya que podría salir a portarme mal con alguna amiguita.
El apartamento de al lado había estado desocupado pero el sábado mientras dormía, como a las siete de la mañana, me despertó un ruido muy fuerte en ese apartamento desocupado. Me levanté rápidamente y me dirigí hacia allí para ver qué pasaba y me encontré con que casi no podía salir de mi apartamento ya que en la puerta me encontré con cajas y cosas.
Inmediatamente recordé que mi mujer me había comentado que vendrían nuevos vecinos, y que ella estaba muy contenta ya que se veían muy serios y formales que tendrían entre los 35 y 40 y eran muy educados, ya que se presentaron a ella y preguntaron algunas cosas como farmacias cercanas, por las paradas del autobús y todas estas cosas que no sabes cuando llegas nuevo algún lugar.
La cuestión es que al primero que conocí fue a él cuando, al verme, vino corriendo a recoger las cosas, pero yo le indiqué que no se preocupara, ayudándole a meterlas en su casa y a acomodarlas un poco, pero cuando me di cuenta y ya habían pasado dos horas, yo estaba en calzoncillos y camiseta justo cuando llegó su mujer. Me dio mucha vergüenza estar así casi desnudo y todo sudado pero como ya faltaba poco para colocar las cosas, me disculpe y me fui a mi casa a tomar un baño, quedándose ellos muy agradecidos e invitándonos a cenar en la noche a mi mujer y a mí, pero yo les indiqué que ella no estaba en la cuidad por lo que me dijeron que no importaba, que viniera solo.
Pasó todo el día con mucha normalidad, a la tarde fui a alquilar algunas películas para tener con que entretenerme y de paso algunas XXX para una buena masturbación nocturna ya que cuando estoy solo a provecho para darme una buenas sesiones antiestrés.
Durante la cena pude verlos con detenimiento. Ella tendría unos 36 años, era una mujer normal y no como en todos los relatos que son mujeres esculturales con cuerpos de diosas, bastante atractiva de cara y esa noche llevaba una falda a la altura de las rodillas y una blusa ajustada en la que se le notaban unas tetas medianas y también algo de barriguita pero cuestión de un poco de ejercicio y desaparecería.
Él era un hombre de 39 años, delgado, totalmente lampiño ya que usaba un pantalón corto, y me pareció también algo amanerado. Después de comer y conversar pensamos en hacer algo y ella dijo que por que no iba a casa por alguna de las películas. Les tuve que decir de qué tipo eran y a ella le dio un poco de corte pero él dijo que no importaba, que era muy normal y entonces fui a buscarlas.
Vimos una y todo fue normal, aunque a ella se le pusieron duros los pezones que se notaban por su blusa y a él como a mí, se nos notaba algo abultado en el pantalón. Ellos se comportaron muy natural pero yo estaba que me reventaba la verga de lo dura por lo que entonces me despedí de ellos y cuando entré en mi casa me desvestí rápidamente y me masturbé. Fueron unos pocos movimientos antes de que salieran chorros de leche ya que llevaba como tres horas de tenerla como una piedra. Limpié un poco y me fui a dormir auque como a las dos horas me despertaron unos quejidos y me di cuenta que eran los nuevos vecinos.
A partir de ese momento no pude dormir ya que estuvieron como tres horas follando y se oía enteramente todo. Ella se quejaba y decía cosas que me ponen súper caliente, como por ejemplo:
– ¡Que rica polla, métela, rómpeme el coño… aaaah… si más… más, que polla más rica… quiero tu leche caliente en mi cara y en mis tetas… siiií…!.
Me la sobé todo el rato que lo hicieron y orgasmé dos veces más y así me dormí. Cuando me desperté por la mañana salí a comprar cosas para el desayuno y me encontré con mi vecina, que también salía para lo mismo.
Nos saludamos como grandes amigos y yo, como para ver la reacción de ella, le dije:
– Parece que dormiste poco.
– Pero por una buena razón -contestó sonriendo- pero tú pareces desvelado también.
– Sí, no dormí bien – le dije en tono de broma – ya que los nuevos vecinos se pasaron toda la noche haciendo cositas y ella era tan escandalosa que no me permitió dormir.
Se puso muy colorada y me dijo con mucha vergüenza:
– Que pena, ¿qué pensarás de mí?
Yo muy serio le dije que era una mujer muy sensual y que estaba bien todo lo que pasaba ya que eran marido y mujer y ella sonriendo me dijo y:
– ¿Si fuera con otro que no fuera mi esposo, qué?
– Depende de quien sea, si me cae tan bien como tu esposo yo me callaría.
Pero mi y mi sorpresa fue cuando me dijo:
– Podría ser el nuevo vecino.
– ¿A cual le pusiste el ojo? – pregunté.
– Al que cuando conocí iba en calzoncillos y camiseta solamente – dijo.
Todo esto sucedía mientras habíamos llegado a la puerta de mi apartamento. Entonces la tomé de la mano y la metí en casa, cerré la puerta y contra ella la besé mientras le recorría todo el cuerpo con mis manos al tiempo que le bajaba el pantaloncito corto que llevaba y se quedaba con un tanga blanca que se le metía toda entre sus labios y cuando empecé a besarle su coño sobre su ropa me llegó ese olor a sexo por lo que pensé que todavía no se había lavado el chocho después de la noche de sexo que tuvo con su marido.
Yo la única almeja usada que he mamado era la de mi mujer y yo soy el único que la uso. Pero ese olor y ese sabor me encantaba y aunque ella parecía incómoda pronto, con el afán en que yo se la estaba mamando, se dejó hacer hasta que tuvo un delicioso orgasmo en mi boca. Fue estupendo.
Cuando se repuso un poco, se arrodilló y me besó la punta de mi verga de manera muy tierna, pasó su lengua por toda ella, desde los huevos hasta la punta y luego se metió la cabeza en la boca y la chupó como un ternero tomando leche hasta que realmente se la trago toda haciendo que me derramara en su boca. Inmediatamente se puso de pie y me besó en la boca para darme de mi propia leche. Era la primera vez que lo hacía y me gustó el sabor. Después nos separamos y me dijo que había disfruto mucho y que el único hombre que conocía que le gustaba su propia leche y le encantaba que ella se la diera en la boca era su esposo.
– Pues en mi caso es la primera vez y me ha gustado – le dije.
Irene se despidió diciéndome que esto solo era el principio de algo muy bueno pero antes de salir de mi casa me hizo una pregunta que me dejó desconcertado:
– ¿Realmente eres de mente abierta en el área sexual?
Me besó y salió de mi apartamento. Pasado un tiempo entendí su pregunta.
Un abrazo para todos.