Relato erótico
Sinfonia sexual
Es profesora de piano y encontró un anuncio de un trabajo que le interesó. Al margen de esto, nos cuenta que es una mujer muy caliente y que sus dos aficiones son el sexo y la música.
Alejandra – SEVILLA
Amiga Charo, cuando tenía 26 años vi un anuncio clasificado en donde se necesitaba una profesora de piano para dar clases en un centro, y como yo era profesora, envié mi curriculum como se solicitaba en el anuncio y a los pocos días recibí una carta en la que se me comunicaba que acudiera para tener una entrevista con el director del mismo.
Antes de seguir con el relato quiero decir que soy una chica muy caliente. Tengo varios amigos con derecho a roce y me considero muy liberal. Mis dos pasiones, la música y el sexo. Dicho esto sigo con mi historia.
El día fijado me vestí provocativamente como lo hacía siempre y llegué a la hora convenida. Después de anunciarme no tuve que esperar mucho para ser atendida por el director. Se trataba de un hombre un poco mayor, un poco canoso, pero que todavía se conservaba bastante bien. Nada más entrar, me ofreció asiento y yo me senté cruzándome de piernas viendo como él, enseguida, dirigió su mirada hacia ellas hasta que, haciendo un esfuerzo, apartó la mirada de las mismas para explicarme los requisitos para el cargo y cuales serían mis funciones.
A mi me interesaba el puesto, más que por razones económicas, pues no pagaban mucho, por la razón de que me gustaba la docencia y como también disfrutaba de la música podría combinar ambas cosas. A pesar de ello no le presté mucha atención a lo que me decía aunque si trataba de mostrar mis atributos físicos desabrochando mi blusa y levantando mi falda de tal forma que lo vi excitarse porque en su pantalón se notaba un bulto cada vez más grande.
Entre los requisitos para el cargo existían algunos que yo no tenía pero iba a tratar de compensarlos de otra manera, por lo tanto me levanté de mi asiento y diciendo que tenía calor, me terminé de desabrochar la blusa dejando al desnudo mis tetas, pues nunca usaba sujetador, lo que aún excitó más al director y acercándome a él, sin decir palabra, le bajé la cremallera del pantalón y al hacerlo saltó hacia delante su polla ya libre de su encierro. En el acto la empecé a acariciar con mis manos para luego metérmela en la boca y mamársela suavemente, cosa que se notaba que estaba disfrutando por sus gemidos y porque me decía:
– Sí, no pares, sigue así que me encanta…
Yo le hice caso hasta que se corrió en mi boca. Yo no sé si antes se la habían mamado pero quedó tan contento con lo que hice que terminó por darme el puesto, comenzando en pocos días el inicio de las clases.
Llegó finalmente el día en que empezaría como profesora de piano a dar clases por lo que fui presentada al equipo de profesores y luego a quienes serían mis alumnos y alumnas, pues la clase era mixta, todos jóvenes, pues casi todos estaban en los 19 años.
Los chicos de la clase estaban contentos de tener una profesora tan joven y aunque quede mal que yo lo diga, también tan hermosa, y las chicas eran de su misma opinión por lo que enseguida congeniamos y se formó un grupo muy atractivo y ellos me tenían confianza como para contarme sus cosas y pedirme, en algunos casos, consejo.
Había un chico sin embargo con el que no había logrado tener una relación muy estrecha, tal vez por su timidez, por lo que un día le pedí que se quedara después de clase para poder hablar con él. Se llamaba Daniel.
Después de la clase, Daniel se quedó, y entonces pude conversar con él y aunque al principio no me quería decir nada, después me contó que como había comenzado el curso tarde no alcanzaba a tocar el piano como sus compañeros, lo que lo apenaba.
Eso era cierto, pero yo le dije que no se preocupara, que ya se iba a poner al día a los demás. Al cabo de un rato de hablar, al entrar más en confianza, me dijo que no sabía como tratar a las chicas y por eso no le hacían caso. No podía hacer amigas, cuando todos los demás chicos incluso salían con las chicas del grupo. Yo entonces le propuse que se quedara algunos días después de clase, que yo le iba a dar lecciones particulares y aunque él no lo sabía, las lecciones no iban a ser solo de piano.
El día previsto Daniel se quedó después de la hora para tomar su primera clase particular. Empecé por explicarle algunas cosas sobre el piano y como debía hacer para corregir sus errores, cosa que entendió perfectamente, y enseguida pudo ejecutar las piezas en las que tenía más dificultad mejor de como lo estaba haciendo normalmente.
Lo felicité por su progreso y le dije que teníamos que descansar un poco y que le iba a dar un premio.
Dicho esto me senté a su lado frente al piano y me quité la blusa sorprendiéndolo, por lo que le dije que no se pusiera nervioso. Luego tomando sus manos entre las mías, se las llevé a mis tetas para que me los acariciara, cosa que hizo un poco rudamente por lo que tuve que guiarlo para que lo hiciera más suave. Al ratito de este juego le pregunté:
– ¿Te gustaría chuparlas?
Él se sorprendió de mi pregunta pero, tartamudeando, respondió que sí y empezó a chuparlas como si en ello le fuera la vida. Yo me divertía con su inexperiencia pero estaba dispuesta a que con unas pocas clases se convirtiera en un buen amante. Por lo tanto lo detuve y lo desnudé completamente haciendo yo lo mismo. Daniel estaba excitadísimo, lo que se podía notar viendo su polla, que parecía a punto de reventar. Yo me arrodillé delante de él y le chupé la polla suavemente pero él, sin poderse contener, enseguida se corrió en mi boca tragando yo toda su rica leche.
Nuevamente se la empecé a chupar para que se empinara lo que no me costó mucho trabajo y enseguida estuvo nuevamente a tono. Entonces yo le dije que quería que me la metiera y como nunca lo había hecho antes me acosté en el piso y le dije que se acostara sobre mí, después tomé su polla y la metí en mi coño empezando a movernos mientras yo le decía:
– Vamos métemela toda y dame toda tu leche, hazme gozar.
Con estas palabras Daniel se excitó más y al poco rato descargó dentro de mis entrañas toda la leche acumulada en sus cojones y pese a su inexperiencia, me hizo gozar.
Por supuesto que la clase todavía no iba a terminar hasta que me la metiera por el culo, cosa que a mi me encantaba y no me quería quedar sin poder probar esa polla en mi agujero por lo que dejé que descansara para que se repusiera y cuando vi que su verga estaba nuevamente tiesa, lo hice acostar en el suelo, yo me puse sobre él y fui bajando lentamente sobre su polla y ésta iba entrando en mi culo, haciéndome disfrutar como una zorra con esa tranca que, aunque inexperta, era lo bastante grande como para hacer gozar a una mujer y más siendo tan caliente como yo.
Esta fue la primera pero no la última clase y antes de terminar el curso de piano, Daniel se había convertido en un muy buen amante y de eso estoy segura pues así como pienso yo pensaban sus compañeras de grupo con las que después de mis clases logró conquistar e incluso follar con algunas de ellas.
Muchos besos, querida amiga.