Relato erótico

Sin vergüenza ni tabús

Charo
25 de febrero del 2020

Casi todos los fines de semana los pasan con sus cuñados. Son algo mayores que ellos, se conocen desde hace muchos años y tienen muy buena relación.

Oscar – Sevilla
Casi todos los fines de semana, Rosana mi mujer, y yo Oscar, acostumbramos a quedar para comer y jugar a las cartas o solamente charlar con la hermana de Rosana, Carmen, y su marido, Pedro, con los que tenemos muy buena relación. Son algo mayores que nosotros pues ella tiene 37 años y él 40, mi mujer 31 y yo 29. La mayoría de las veces nos juntamos en su casa, pero la historia que os voy a contar ocurrió en la nuestra.
Un sábado primaveral nos llamaron a media mañana porque venían a comer. Como hacía tan buen día le comenté a Rosana que mejor comiéramos en el jardín, cosa que a ella le pareció genial, incluso dijo que iba a cocinar algo más sofisticado. Yo, como siempre, aproveché que Rosana estaba en la cocina para conectarme un rato a páginas de relatos eróticos y estuve viendo algunos de intercambio de parejas, mi fantasía desde hacia algún tiempo, pero todo esto sin que mi mujer se enterara porque ella y en general toda su familia, es muy puritana y no aceptarían nada de ese tipo o por lo menos eso pensaba yo.
Cuando ya tenía un calentón que me iba estallar el pantalón, salí de la habitación para que me diera un poco el aire y al pasar por la puerta de la cocina vi a Rosana muy atareada con la comida. Sin que se percatara de mi presencia, me acerqué por detrás abrazándola y acariciándole los pechos, que tiene enormes, por encima del delantal que llevaba y le dije que porque no hacíamos guarrerías antes de que llegara su hermana, pero ella me separó con el codo y dijo:
– Oscar, déjame terminar que tengo todavía mucha tarea y además siempre estas pensando en lo mismo.
En ese momento sonó el timbre y de mala gana fui a abrir disimulando mi erección. Era Carmen y Pedro, pero me quedé un poco asombrado al ver como iba ella. Llevaba un top y un pantalón de licra ajustadísimo y con el cuerpazo que tiene dejaría sin aliento a cualquiera.
– ¿Qué tal estáis? – acerté a decir mientras Carmen me abrazaba y me daba un par de besos.
– Muy bien, espero que comamos en el jardín porque vengo preparada con el biquini para tomar el sol – dijo ella.
Saludé a Pedro y me fui con él al jardín para preparar un par de Martinis.
– Chicas, ¿queréis algún aperitivo? – dijo Pedro
– Hacednos también un par de Martinis, por favor – contestó su mujer.
Mientras Pedro preparaba las copas, me quité la camiseta quedando en bañador y me tumbé boca arriba en una hamaca disfrutando de los rayos del sol.

Casi sin darme cuenta empecé a recordar los relatos que había leído en Internet y me imaginé todas esas escenas pero cambiando los personajes por nosotros. Estaba quedándome dormido con aquella imagen cuando oí que mi mujer me decía con cara de enfado y mirando mis partes bajas:
– ¡Oscar, sé un poco discreto!
Yo, saliendo del trance en el que me encontraba, miré hacia abajo y mi bañador parecía una tienda de campaña, incluso tenia levantado un poco el elástico del bañador de la presión que hacia mi instrumento. Rápidamente me tapé con las manos, mire a los cuñados, que estaban riendo y murmurando, y dije:
– Perdonad pero es que me estaba quedando dormido y no me he dado cuenta.
Todos rieron más fuerte y Carmen se acercó sin quitar la vista de mi paquete y me trajo mi copa diciéndome:
– Toma para que te enfríes un poco – luego se giró mirando a Rosana y me dijo – Pero, ¿como le tienes así?
– Calla que si por él fuera estaríamos todo el día enganchados como los conejos – contestó en tono de burla mi esposa.
– Pues que suerte, porque a Pedro hay que pedírselo por favor – exclamó su hermana.
Entonces Pedro se acerco a Carmen, la abrazó por detrás y le dijo:
– Si me lo pides ahora, no voy a decir que no
– Pobre Oscar, solo faltaba que lo calentaras más – contestó Carmen.
Se rieron los dos y se fueron a dar un baño en la piscina. Yo no podía quitar la vista de Carmen mientras se quitaba la ropa, quedando con un mini biquini que a duras penas tapaba sus pezones y su matita de pelo. Rosana, sentada a mi lado, también se puso a observar y me dijo:
– Esta parece una historia de las que lees en el ordenador.
– ¿Como? – pude decir tras quedarme unos segundos paralizado por el asombro.
– No te hagas el tonto, que he visto las páginas a las que te conectas.
– Solo era por curiosidad – respondí esquivando la situación.
– Y con esta escenita que nos está regalando mi hermana, ¿se te pone dura?
– Pues si te soy sincero sí, la tengo durísima – confesé.
Rosana riendo, acercó la mano, empezó a masajearme la polla por encima del bañador y mirándome con cara de viciosa dijo:
– ¿Quieres que haga una paja delante de ellos?
Yo no contesté y la dejé hacer para ver hasta donde era capaz de llegar con su hermana y su cuñado mirando y entonces Rosana, sin cortarse, metió la mano dentro del bañador y empezó a subir y a bajar muy despacio.
– Cuidado que me roza con el elástico – dije al notar el pellizco en el prepucio
Ella, sin decir nada, me bajó el bañador hasta las rodillas y continuó con el masaje muy despacio. Pronto solté un gemido que oyeron mis cuñados perfectamente y al girarse vieron la escena que les estábamos regalando. Se acercaron los dos al borde de la piscina y se pusieron a observar como Rosana me daba placer.
– Ahora soy yo la que se ha puesto cachonda, Pedro – dijo Carmen – ¿Quieres que te masturbe también?
– ¿Pero delante de ellos?
– No me digas que ahora te va a dar vergüenza.
Salieron de la piscina y se sentaron en la hamaca de al lado sin quitar la vista de la tremenda paja que me estaba haciendo mi mujer. Pedro se tumbó boca arriba ya sin bañador y Carmen sentándose en las rodillas de él bajó la cabeza hasta su polla que era gigantesca, no muy gorda pero muy larga. Empezó a jugar con la lengua en la punta de la polla y de golpe se la metió toda en la garganta.

Le debía llegar hasta el esófago. Rosana miraba a su hermana alucinada y dijo:
– Pero ¿cómo puede entrarte entera? Eso no lo había visto nunca.
– Hermanita ¿Quieres que te enseñe?, Mira tienes que abrir la garganta todo lo que puedas ayudándote con la punta de la polla.
– ¿Y no te dan arcadas?
– Un poco al principio pero te acostumbras, mira ven, prueba con la de Oscar, que es mas fina que la de tu marido y te entrará mejor.
Rosana, escandalizada me miró para ver que decía yo, pero viendo la oportunidad, la empujé un poco para que pusiera la cara delante de la polla de Oscar y ella solo acertó a decir:
– ¿No nos vamos a arrepentir de esto?
Acto seguido abrió la boca todo lo que pudo y se la metió hasta la mitad. Se notaba como le hacia tope en la garganta por lo que su hermana la agarró por la cabeza y empujó más hacia adentro provocándole varias arcadas.
– ¡Venga así, Rosana un poco más adentro… aaah… hasta que llegue a los huevos! – jadeaba Pedro – ¡Que boca más buena tienes!
Rosana empezó a coger ritmo y cada vez introducía un poco más aquella enorme verga y sus tetazas se balanceaban de un lado a otro. Carmen con la mano empujaba su cabeza. Yo no me podía creer lo que estaba viendo, Rosana comiéndose literalmente la polla de Pedro mientras yo me pajeaba delante de todos ellos. Entonces Carmen me miró con cara de viciosa y me dijo:
– ¿Qué pasa Oscar, no me vas a comer el coño? ¡Deja tu rabo para mí y méteme la lengua hasta el fondo, cabrón!
Salté como un resorte hacia ella y de un tirón le arranque la parte de abajo del biquini. Tenía el coño totalmente depilado, con unos labios tan grandes que le colgaban, los separé y me puse a jugar con la punta de la lengua en su clítoris.
– ¡Así, así, ábreme más el coño… aaah… que bueno… mi hermana tiene que estar encantada contigo!
Rosana levantó la cabeza para mirarme y al darse cuenta de lo que hacíamos, le preguntó a su hermana:
– ¿Te gusta como te come el coño mi marido?
– ¡Me encanta! – respondió Carmen.
De pronto Carmen empezó a convulsionarse y a gemir que se corría, Pedro se separó de mi mujer y los dos observábamos masturbándonos sentados en la hamaca, cuando noté la mano de Pedro que me agarraba la polla y empezaba a subir y a bajar. No fui capaz de decir nada porque estaba a punto de correrme y me daba mucho placer. Cuando notó que me corría, se hincó de rodillas y se la metió en la boca. Cerré los ojos y me tumbé mientras un dedo de Oscar me buscaba la entrada del ano y al encontrarlo fue empujando poco a poco hasta meter la primera falange. Era un placer que nunca había experimentado y no pude aguantar más, me corriéndome en su boca con un dedo metido en el culo y gritando con cada espasmo.
Miré hacia las chicas que, masturbándose, estaban mirándonos sin perderse detalle de mi corrida, y aceleraron el ritmo hasta que explotaron en un orgasmo simultáneo. Pedro, todavía con restos de mi semen en la boca, dijo:
– ¿Que pasa, que nadie va a hacer que me corra?

– Propongo que Oscar te coma la polla – dijo mi mujer – Quiero ver a mi marido comiéndose un buen pollón. Eso me pone muy cachonda.
– Ni de coña – exclamé – Lo siento Oscar, pero no voy a meterme tu rabo en la boca.
– Pues si no lo haces, no te dejo que te folles a mi hermana – añadió Rosana – Mira cariño que dos agujeros te vas a perder, con lo ricos que están.
Oyendo estas palabras, se me puso dura otra vez y con resignación me arrodillé ante Oscar, con una mano agarré su polla y con la otra le masajeaba los huevos, a continuación le pasé la lengua por la punta para comprobar a que sabía. No estaba mal, era un sabor un poco salado pero agradable. Me la fui metiendo poco a poco para darle el mismo placer que él me había regalado y fui acelerando el ritmo acompañando sus caderas como si me estuviera follando la boca.
– ¡Aaaah, me corro! – gritó – ¡Cómeme el culo mientras me corro!
Abrí sus nalgas y metí mi lengua en ese agujerito. Estaba caliente y sabia muy raro pero como me encantaba darle placer, empujé hasta meterle toda la lengua y cuando estaba dentro la movía todo lo rápido que podía. Las chicas viendo la escenita, habían cogido dos plátanos que había en la mesa para el postre y se lo metían en su respectivo coño follándose a un ritmo increíble. No se veía casi las manos y Rosana, con la cara casi desencajada, me dijo:
– Oscar, límpiale la polla y la barriga con la lengua y así probaras lo que es una buena corrida.
– ¿Te gusta verme comiéndome una polla, eh? Pues mira como limpio todo su cuerpo. Esta rica, ven a probarla – dije sorprendiéndome de las palabras que salían de mi boca.
Rosana se acercó sin sacarse el plátano del coño, se arrodilló y se puso a chupar los restos de semen que tenía Pedro en la barriga y luego le bajé mas la cabeza para que ella también le comiera un poco el culo y la muy viciosa lo devoraba. Pedro no paraba de gemir y su polla empezaba otra vez a ponerse dura. Entonces me fui hacia Carmen, que estaba sentada en una silla con las piernas totalmente abiertas y metiéndose el plátano hasta el fondo, me agarré la polla y apuntándole a la entrada del culo se la metí de un tirón. Ella soltó un grito de placer que me estremeció exclamando:
– ¡Aaah… cabrón, como he deseado este rabo en mi culo!
– Pues tómalo todo zorra y disfruta – le contesté.

Yo agarraba sus pezones tirando hacia mí, cosa que le encantaba, y ella se metió el plátano hasta que desapareció en todo su chocho. De pronto noté una lengua en mi culo, miré y era mi mujer que me la metía desesperadamente mientras Oscar se la follaba a cuatro patas. Carmen empezó a correrse con movimientos como poseída y quedó casi desmayada con el plátano dentro. Yo me coloqué debajo de Rosana y mientras Oscar le perforaba el culo yo me follaba su coño. Los dos nos corrimos dentro de ella y al notar la leche como le ardía en las entrañas tuvo el mejor orgasmo de su vida.
Una vez recuperados, nos vestimos y estuvimos hablando de lo bien que nos lo habíamos pasado. Acordamos no decírselo a nadie porque no lo entenderían. En la conversación salió a relucir lo buena que estaba Isabel otra cuñada nuestra y lo que tendríamos que hacer para convencerla a que se uniera a nuestras fiestecitas privadas. Pero eso es otra historia.
Espero que os haya gustado y excitado o por lo menos que os haya servido para disfrutar de una buena paja. Si es así os contaré alguna que otra cosa que nos ha pasado.
Saludos a todos.

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