Relato erótico
Sin proponerselo
Su compañera de trabajo le vuelve loco, pero nunca se ha atrevido a “cruzar la barrera”. Hablan, bromean pero nada más. Aún asi, llevaba unos días que en cuanto la veía, le quería proponer una salida.
Luís – La Rioja
El domingo pasado pensaba en Lola, mi compañera de trabajo, pensaba en como proponerle algún encuentro o algo por el estilo, había notado que desde unos días atrás intercambiábamos miradas, y el lunes nos encontramos un par de veces, pero como todos los lunes tengo mucho trabajo, no pude acercarme.
Cuando salimos del trabajo me quedé conversando con un amigo en un kiosco mientras comprábamos cigarrillos y cuando nos estábamos despidiendo, me encontré con Lola, en el acto se me vino a la cabeza que era mi oportunidad para proponerle salir, y así lo hicimos, charlamos un rato, la abracé un par de veces, le acaricié su pelo, lo cual le encantó, me respondió con mimos y entre risas le propuse que quedáramos algún día para tomar algo.
– ¿Y por qué no ahora? – me dijo.
Pero en ese momento me acordé que tenía que volver temprano a casa, así que le respondí que no podía, que por favor me disculpara, que tenía que hacer algo urgente, aunque por adentro de mí pensaba que tal vez me estaba perdiendo lo bueno, pero tenía que decidirme. De pronto me interrumpió con una nueva propuesta.
– No te preocupes – me dijo – Lo dejamos para otro día.
Me despedí con un beso y me retiré, caminé un par de metros y por una cuestión de energía, me di la vuelta y la llamé. Ella vino a mi encuentro y le dije que estaría mejor que no desperdiciáramos esta noche, caminamos unas manzanas pensando en que restaurante nos quedaríamos, pero ninguno nos parecía el indicado y cuando estábamos frente a un supermercado, por una cuestión de química, nos miramos y ella me dijo:
– ¿Por qué no comer en mi casa?
Compramos unos vinos, un pedazo de carne y una lata de setas. En su casa, ella no dejó que me acercara a la cocina, diciéndome
– Siéntate y disfruta, hoy cocino yo.
Ahora tengo que decir que su apartamento es impresionante. Por lo visto todo su dinero lo invierte en arreglarlo. Sistema de sonido, pantalla de plasma… alucinante, al ver como miraba sorprendido su apartamento, me gritó desde la cocina:
– También soy decoradora de interiores.
– Pues voy a contratarte – le respondí.
La comida estuvo riquísima y la primera botella voló, en todo momento miré su cuerpo y me di cuenta de que no estaba tan buena como me había parecido, empecé a notar que estaba un poco gordita, que su culo estaba un poco caído, pero pensé que si se me entregaba no me molestaría, pero la noche se hizo un poco larga, no pasaba nada y yo pensaba que tal vez tendría que haberme marchado a casa.
Ella trajo otra botella de vino y nos sentamos en un sillón a conversar, noté que su perfume era exquisito y muy excitante, que sus labios eran súper carnosos y su sonrisa era mágica, nuestros rostros estaban cada vez más cerca y ella retiraba su cabeza hacia atrás cada vez que se reía lo cual me dejaba ver sus redondos pechos, entonces la tomé de la mano y acariciando su cabeza acerqué mis labios a los suyos. Eran tan carnosos y suaves como había imaginado. Recorrí toda su boca con mi lengua, sintiendo su aliento cálido lleno de deseo, estuvimos besándonos y acariciándonos por un rato, nuestra calentura era terrible, estábamos totalmente excitados así que nos dirigimos al dormitorio.
Estábamos de pie frente a la cama, besándonos, yo no quería tomar la iniciativa de desnudarla, deseaba que ella comenzara, y así fue. Empezó a quitarse la ropa y totalmente desnuda caminó como una gata sobre la cama, al llegar al respaldo se dio la vuelta y quedó con su espalda afirmada en él, sus piernas abiertas dejaban ver su coño perfectamente depilado. Me quité la ropa, cogí una silla, me senté frente a la cama mirándola y le pedí que se acariciara el cuerpo. Me parecía tan excitante sus movimientos, al obedecerme, que comencé a masturbarme. Ella miraba mis manos como acariciaban mi polla y yo los suyos acariciando su clítoris y sintiendo su deseo, me fui directamente a su coño.
En el acto, mi lengua recorría cada parte, sus manos acariciaban mi cabeza y a su vez me guiaban hasta su clítoris, notando el sabor en mi boca de los fluidos que empezaban a surgir. Ella estaba gozando locamente. Me di la vuelta y ella se sentó sobre mi cara, sus manos recorrían mi vientre buscando mi polla, con sus dedos buscaba mi fluido y lo esparcían por mi glande, luego se arqueó y sus labios besaron mi verga y pronto su boca tragó toda mi polla toda mi verga, chupándola de maravilla, masajeándome los huevos y acariciando su rostro con ella. Era increíble.
Luego se levantó, se puso de rodillas frente a mi polla y allí comenzó el espectáculo. Me la chupaba como si nunca más en la vida lo volviera a hacer, la tragaba a toda, sentía mi verga en su garganta, la cogía con las dos manos, la llenaba de saliva mientras deslizaba suavemente sus manos…
Me excitaba su mirada y ella miraba mis ojos como mostrándome que le encantaba mi polla, después se puso se rodillas sobre mi rabo, con una mano lo agarraba subiendo y bajando, deslizándose por la saliva, y con la otra acariciaba su clítoris, acercaba su coño para que mi polla tocara su raja, hasta que entraba el capullo y volvía a retirarlo. Yo estaba loco, pero ella seguía masturbándome y acariciando su clítoris, y volvía a hacerlo.
Cada vez entraba un poco más, hasta que lentamente fue bajando quedando con toda mi polla dentro, y ella subía y bajaba sin dejar de acariciar su clítoris y sus pechos. Era una visión alucinante, sus gemidos eran sensuales, llenos de deseo. Luego, cambiamos varias veces de posición.
Cuando estaba sobre ella, me encantaba sentir su mano acariciándome la polla mientras entraba y salía, buscaba sentir con sus manos el flujo de su cuerpo bañándola, sus gemidos no cesaban, cogía con las manos mis glúteos y me presionaba contra su cuerpo y, al cabo de unos minutos, sentí los temblores de su orgasmo, sus uñas clavadas en mi cuerpo y como me decía:
– ¡No pares… que gusto tengo!
Yo no deseaba parar ni un momento, pero saqué mi polla y me fui directamente a su coño para chuparlo nuevamente, y su excitación era cada vez mayor, por lo que decidí que era el momento de lamer su culo. Mi lengua giraba en su ano llenándolo de saliva, empujando para que se dilatara, luego volvía a su clítoris y vuelta a su culo, oyendo su voz diciéndome que no parara cada vez que lamía su ano.
Pronto introduje mi dedo en su coño y cuando estaba lleno de jugo lo llevé hasta su ano y suavemente entró, sintiendo como era acogido. Mi lengua golpeaba su clítoris y mis dedos ahora entraban y salían de su culo, sintiendo como sus gemidos iban en aumento, por lo que me acerqué a su oído y le dije suavemente que deseaba follarla por el ano, y como parecía que mis palabras la excitaban más, volví a repetirlo y ella gemía cada vez más
Al fin me puse de costado, ya que es la forma más fácil de follar por el culo, pero mis dedos seguían en su ano y al repetirle yo que deseaba metérsela por el culo, oí su voz diciéndome:
– Hazlo mi amor, hazlo…
Saqué mis dedos y apoyé mi verga en su ano y, lentamente, entró toda.
Sus manos en mis glúteos me presionaban para que no dejara de moverme, sentía como su ano apretaba suavemente mi verga, pero ahora yo deseaba encularla a cuatro patas, así que la levanté y le seguí dando. Creo que estábamos en otra dimensión ya que nuestros gemidos eran intensos mientras yo sacaba mi verga de su culo para ver como su ano se cerraba lentamente. Lo hacía una y otra vez.
Podía oír sus gritos de placer, y yo sacaba y volvía a meter mi verga en su culo, apoyaba mis manos en sus nalgas, y puedo decir que su agujero se iba agrandando cada vez más, eso me volvía loco, y parece que a ella también ya que gritaba como una histérica, de placer.
Mis deseos de acabar llegaron, ya no aguantaba más, se la saqué del culo y le pedí que me la chupara hasta correrme. Aceptó y nuevamente lamía mi verga, podía ver su rostro lleno de satisfacción, pero de pronto, se alejó un poco y me dijo:
– Acaba ya, deseo verte eyacular.
Comencé a masturbarme y ella, con su boca frente a mi verga, recibió mi primer chorro de leche y luego buscó cada chorro para que cayera dentro de su boca, después me la chupó hasta vaciarme, pero siguió masturbándome y chupándola. Era increíble ver su rostro de satisfacción chupando mi verga, lamiéndome los huevos aunque, a pesar de todo, mi polla se tornó flácida y ella paró.
Nos fumamos un cigarrillo y luego le dije que no se molestara, pero que yo tenía que volver pronto a casa.
– No te preocupes – dijo – Lo entiendo.
Mientras ella se iba al baño a asearse, yo me vestí, y luego le pregunté si había disfrutado tanto como yo.
– Lo he pasado genial – ella me aseguró – Tendremos que organizar otro encuentro.
Saludos y ya os contaré lo que ocurra.