Relato erótico
Sin planearlo
Llegó cansada después de un viaje con sus amigos. Uno de ellos, vivía en las afueras y sus padres le dijeron que se quedara a dormir en su casa.
Vanesa – Barcelona
Me llamo Vanesa y soy una chica de 19 años que desde siempre había soñado estar así, llena de placer y poder sentir la maravillosa sensación de ser poseída, pero nunca pensé que sucediera de esa manera que voy a contar. Hace un año y con un grupo de amigos, habíamos llegado de viaje y estaba muy cansada, pero no podía sacarme de la cabeza que, durante el transcurso del viaje, había notado que Oscar, uno de los amigos, me miraba de forma inusual e incluso con algo de malicia. Como la casa del tal Oscar quedaba lejos, mi familia lo invitó a quedarse en la nuestra, compartiendo por supuesto el mismo techo. Él se quedaría en el cuarto de huéspedes, que queda junto al mío. Yo, a pesar de todo, ya había reparado mucho en lo que él me había insinuado durante la cena pues trató por todos los medios de acercarse a mí y tocarme por debajo de la mesa.
A la hora de dormir me fui a mi habitación pero como estaba tan cansada y por el calor del viaje, me dispuse a darme un baño. Al estar en su punto justo el agua, me quité la bata. Ya había aprovechado para quitarme toda la ropa dejándola desordenada por toda mi habitación. Mis pechos son algo grandes y tengo una muy buena figura, bastante trasero y poca cintura. Me miré al espejo y luego me metí en la bañera. Al recostarme, mi cabeza comenzó a analizar, entonces y no comprendo por qué, cada una de las miradas y los gestos de Oscar. Me estaba poniendo caliente el saber que lo tenía justo al lado de mi habitación y comencé a sentirme impotente de no poder correr a su cuarto así como me encontraba, totalmente desnuda. Entre esas divagaciones, oí un ruido pero no le hice caso. Creí que era mi excitada imaginación pero al ir a ducharme, la puerta del baño, que se encontraba entreabierta, se abrió por completo. Tuve un sobresalto pues era él.
Traté de cubrirme pero no hallé con que, ya que la bañera no tiene cortinas ni puertas que la cubran. Quedé quieta, desnuda frente a él sintiendo un fuerte cosquilleo en mi estómago y como mis partes más íntimas, a pesar del agua, estaban fogosamente ardiendo. Nunca antes había estado con un hombre y menos en esa situación tan extraña.
Él me miró de abajo a arriba, deteniéndose a observar muy bien mis pechos y mi zona más íntima. Luego se fue acercando a mí poco a poco y cuando sentí su aliento en mi cara yo estaba totalmente excitada. Trató de tocarme pero, tras dudar unos instantes, se contuvo y me dijo:
– Deja que yo te duche.
Como no le di respuesta alguna, comenzó a quitarse la ropa pero con sus ojos fijamente puestos en los míos. Nunca me hubiera imaginado que Oscar estuviera tan bueno. Sus músculos, su vientre plano y con buena forma, pero sobre todo su polla que quería escapar de debajo de su slip, que marcaba una gran erección. Por lo que pude observar tenía un buen grosor y una considerable longitud.
Vino hacia mí y me tomó de los brazos, me acercó a él y yo me sentí en las nubes. Estaba desvariando. Me besó y me dijo que me deseaba y que quería hacerme sentir todos los placeres del mundo. Fue besando mi cuello mientras que con su mano derecha abría la llave del agua y con la izquierda iba rozando mis pezones, bajando por mi vientre. Al final me empujó contra la pared y comenzó a bajar por mi cuerpo. Por un lado me caía el agua que casi me ahogaba ya que sus caricias me producían tanto placer que tenía que abrir mi boca para gemir. Llegó a mis pechos y comenzó a jugar con ellos. Los lamía y los chupaba. Casi sentía que después de aquello me iba a quedar sin tetas. Cuando me los vio bien tiesos, fue bajando por mi vientre y entonces sentí como si una tormenta se apoderaba de mi y tuve mi primera reacción. Lo tomé por el cabello y comencé a darle una especie de masaje. En el acto él embistió mi clítoris y con la lengua, comenzó a jugar con él. Yo ya no aguantaba más, tenía la sensación de que me iba a caer pero él, dándose cuenta, se levantó dejándome totalmente a su merced.
Cerró la llave del agua y cogiéndome en brazos, me llevó a la cama, abrió las sabanas y me tumbó de espaldas. Cerró la puerta con el seguro y se echó sobre mí. Aquella embestida me devolvió a la vida y pude apreciar sus hermosos ojos verdes. Abrió mis piernas y bajó su cabeza para ir lamiendo mi mojadísimo coño. Se lo comía. Podía sentir su lengua penetrándome por todo mi interior. Era fabuloso lo que hacía. Al final me corrí en su boca mientras él no desperdiciaba nada de lo que de mi brotaba. Así llegó mi primer orgasmo. Al tranquilizarme y ya dueña de mí, me levanté y agarrando su rostro con ambas manos, lo besé en la boca. Luego le di la vuelta y quedé encima de él, fui directamente hacia su slip y se lo bajé.
Agarré su enorme polla y se la masajeé suavemente primero, luego con un poco de más intensidad hasta que no aguante más y me la metí en la boca como si estuviese comiéndome un helado. La abarqué por completo entre mis labios, haciéndole círculos con mi lengua en su punta. Le oía gemir y casi gritar. Quizá nunca pensó que yo fuese capaz de eso. Estuvimos así un rato hasta que me dijo que me separara un poco que me quería penetrar.
Me acostó y me abrió las piernas de nuevo pero como sabía que yo era virgen, me tomó de las rodillas y las colocó a sus costados, quedando mis piernas en su espalda. Agarró su miembro, lo dirigió a mi entrada, lo humedeció un poco con mis jugos y lo pasó por mi clítoris. Esa caricia me hizo brincar de placer y en ese momento me lo introdujo con todas sus fuerzas produciéndome un dolor que me hizo soltar un grito que él, tapándome la boca con su mano evitó para que no nos oyeran. Entonces empezó a embestirme en un metisaca con el que me producía una deliciosa sensación. Sus huevos chocaban en mi ojete y las salidas de su polla de mi coño producían un chasquido que me hacía estremecer. Cuando sentí llegar mi orgasmo, él se puso en marcha más fuerte y con sus dedos me tocaba el clítoris hasta que, al sentirme ya sin fuerzas desbordó toda su leche dentro de mí. Era caliente y brotaba en grandes cantidades. Con ella bañó completamente mi entrada, luego cayó sobre mí pero diciéndome que me girara, que ahora venía lo bueno.
Después de lo que había gozado, accedí y me di la vuelta. Entonces me dijo que me pusiera a cuatro y tras mojar su polla de nuevo en mi coño, colocó su verga en la entrada de mi culo. Me mojó un poco y lo fue introduciendo poco a poco. Era algo que yo nunca antes había sentido, una sensación de dolor y placer. Se apoyó en mis caderas y comenzó de nuevo de dentro hacia afuera mientras que, con sus manos, tocaba mi clítoris. Yo disfrutaba al máximo de todo aquello. Era espléndido como me follaba y me hacía gozar. Cuando él iba a correrse, según me dijo, me sacó la polla del culo me giró con una velocidad impresionante, metiéndome toda su verga en la boca, haciéndome estallar con un nuevo orgasmo al mismo tiempo que llenaba toda mi boca de su semen.
Se la limpié como es debido, quedando complacido, me besó y se acostó invitándome a que hiciera lo mismo que él para quedarnos dormidos estrechamente abrazados.
Como os podeis imaginar es lo que tuvimos que hacer para que mis padres no nos pillaran en la cama.
Besos