Relato erótico
Sin esperarlo
A veces las cosas ocurren sin provocarlas, al menos conscientemente. Estaban de vacaciones en la playa. A su marido le gustaba que otros hombres la miraran y ella tenía la fantasía de follar con otros hombres, delante de su marido.
Gloria – GERONA
Durante el mes de vacaciones del año pasado, decidimos, mi marido y yo, ir a la playa para broncearnos y descansar un poco del trabajo. Nos alojamos en un hotel y nos asignaron una habitación un poco alejada de las demás, pero con un balcón desde el cual se divisaba perfectamente el mar y también las demás habitaciones.
Cuando fuimos a la playa vimos que estaba muy llena, pero me fijé en los hombres, algunos de buen ver. Me gusta mirar a los tíos, ya que me encanta llamar la atención, y además, a mi marido le gusta que me miren.
Me compre un bikini diminuto ya que tengo buen cuerpo, estoy delgada, con unas tetas grandes, redondas y muy tiesas, e igualmente mis glúteos son redondos, proporcionados para mi cuerpo. Para cubrirme la cara del sol llevaba una pamela y también unas gafas oscuras.
Después de estar un rato en el agua, me tendí en una de las sillas de la playa para broncearme, con mi marido a mi lado.
De pronto levanté la cara para mirar un poco el panorama y vi a un tío de unos 45 años, bien parecido, de buen cuerpo, que me estaba mirando y cuando él notó que yo lo estaba mirando alzo un vaso de refresco que tenía en su mano como en acción de brindis y de ofrecimiento, yo le sonreí discretamente, vigilando que mi marido no se diera cuenta.
Me solté las tiras del sujetador para que se vieran un poco las tetas, la tira del tanga me la enterré más entre las nalgas y levanté un poco el culo. Aquel hombre no paraba de mirarme y de pronto mi marido me dijo:
– Voy un rato al mar ¿me acompañas?
Yo le dije que prefería quedarme un rato más tomando el sol, pero la verdad era una disculpa para poder quedarme sola y hablar con aquel hombre y efectivamente así sucedió. Cuando mi marido estaba en el agua el hombre se acercó a mí y me preguntó mi nombre. Yo le contesté que me llamaba Gloria y él dijo que Miguel. También me preguntó dónde estaba hospedada, le dije el nombre del hotel y él me contestó:
– Que casualidad, yo estoy en el mismo hotel y… ¿en qué habitación?
Yo le di el número y resultó que estábamos con una habitación de por medio, añadiendo:
– ¿Y él es tu marido? – y al decirle que sí me preguntó – ¿Y esta noche dónde vas a estar?
– Creo que vamos a estar un rato en la discoteca – respondí.
– Entonces yo estaré allí también esta noche – me dijo y yo sonreí – Bueno, nos vemos esta noche.
Se marchó nuevamente a su silla y cuando regresó mi marido me preguntó qué estaba hablando con aquel hombre y yo le respondí con una mentira, con cualquier cosa. Cuando regresamos a la habitación nos duchamos y mi marido me dijo:
– Quiero que esta noche te pongas bien sensual para la disco.
La verdad yo ya había pensado eso imaginando el encuentro que iba a tener. Me había bronceado un poco y estaba con un color muy bonito y decidí ponerme un vestido rojo que consiste en una mini falda, bien pegado a mi cuerpo, con la espalda totalmente descubierta y que, por eso, siempre me lo pongo sin ropa interior para que no se marque, y unas sandalias negras de plataforma bien altas lo que hacía ver mis piernas más largas y mi figura estilizada. Me recogí el cabello para dejar mi espalda descubierta y un maquillaje apropiado para la noche.
Cuando llegamos a la discoteca Miguel aun no había llegado, mi marido pidió un par de copas y estuvimos hablando un rato diciéndome lo bien que estaba así vestida, que estaba muy sensual y que daba la impresión que estaba así para otra persona.
La verdad es que yo no hacía más que mirar a la entrada esperando que llegara Miguel y de pronto vi que entraba en compañía de dos amigos más. Al verlo mi corazón empezó a latir más rápido y las manos me sudaban. Estaba vestido con un pantalón negro y una camisa también negra que estilizaba su figura, los tres se sentaron justo en la mesa enfrente a la nuestra. Yo disimulaba para que mi marido no notara nada y cuando la música sonó, mi marido me invitó a bailar. Bailábamos frente a ellos y yo lo miraba disimuladamente. El y sus amigos estaban extasiados mirándome y cuando la canción terminó nos sentamos. Entonces mi marido me dijo:
– ¿Te fijaste como te miraban esos hombres que están en la mesa del frente?
Yo muy ingenuamente le dije que no y seguimos hablando de muchas cosas, pero Miguel seguía mirándome y de pronto le dije a mi marido:
– Sí, he notado que me miran mucho.
– Es que estás muy guapa – él me contestó y añadió – Oye, tú siempre has tenido la fantasía de querer estar con otro hombre conmigo al lado ¿quieres que lo realicemos en este sitio?
Yo me quedé mirándolo, pero no le respondí nada aunque aceptaría gustosa estar con Miguel. Mi marido siguió insistiendo en la idea diciéndome:
– Si quieres podemos invitar a los hombres de la mesa del frente, parece que le has gustado mucho, pues no han hecho otra cosa más que mirarte desde que llegaron, sobre todo el hombre de la camisa negra que es el que más te mira – y de pronto mi marido añadió – Ya vengo, voy al baño, no tardo.
Miguel aprovechó esto para invitarme a bailar y saludándome, me dijo:
– Hola, ¿cómo estás?
– Muy ansiosa por verte – le contesté.
– Estás muy guapa esta noche y mis amigos quieren conocerte.
– Más tarde – le dije sonriendo.
Él me apretó contra su pecho y así seguimos bailando y como mi vestido tenía un escote tan profundo en la espalda que casi se podía ver el principio de mis nalgas, sentí como Miguel iba deslizando suavemente su mano en mi espalda hasta introducirla por el vestido y como no llevaba ropa interior empezó a acariciarme las nalgas. Esto me fue poniendo a mil y me apreté más a su pecho y mientras él seguía acariciando mi culo, yo sentía como su verga iba creciendo dentro de su pantalón. Yo lo miré a los ojo, después busqué su boca y lo besé suavemente.
– Que trasero tan firme y hermoso tienes, tus nalgas son preciosas y hoy en la playa pude admirarlas – me dijo.
De pronto la música se terminó, yo regresé a la mesa y cuando me senté mi marido regresó. Yo estaba muy excitada, nerviosa y creo que mi marido lo notó. De pronto Miguel se acercó a la mesa, yo lo miré con ojos de asustada, pues si se había atrevido a venir a la mesa era porque estaba decidido a muchas cosas. Se presentó a mi marido y le dijo que lo admiraba por tener una esposa tan hermosa y sensual y si le permitía bailar conmigo. Mi marido aceptó y yo salí a bailar nuevamente con Miguel, el cual volvió a tocar mis nalgas, atreviéndose incluso a meterme un dedo entre ellas. Yo, con disimulo, tocaba su polla por encima del pantalón hasta que me dijo:
– ¡Me tienes ardiendo, estoy loco por probar este culo!
Yo le dije que estaba igual y que si podía esta noche lo invitaba a mi habitación añadiendo:
– Desde que te conozco lo que más quiero es estar contigo.
Cuando regresé a la mesa mi marido me beso sin saber por qué, fue un beso muy tierno y a la vez muy apasionado diciéndome:
– Me tienes loco y soy capaz de hacer lo que tú quieras solo para verte feliz y voy hacer algo que siempre has querido ¿vamos a la habitación? – y al preguntarle yo el por qué tan pronto, dijo – Te tengo una sorpresa, vamos – y cuando llegamos siguió – Quiero que te pongas bien puta, que te pintes como una zorrona.
Mi marido siempre me está comprando ropa muy exótica para jugar los fines de semana y a mí me encanta. Entonces me puse unas botas negras brillantes, hasta las rodillas, con tacón muy alto y una plataforma súper gruesa, un tanga seda dental negro y diminuto, y un chaleco negro que me que deja las tetas casi enteramente al aire y en el cuello me anudé una gargantilla negra, me puse un antifaz negro y el cabello me lo alboroté quedando como una puta en celo. Me acerqué a mi marido y le dije:
– Bien ¿a qué quieres jugar?
– Quiero que te asomes al balcón así vestida – me dijo.
– Pueden verme, hay gente todavía afuera – le dije mirándolo muy sorprendida.
– No importa que te vean, quiero que vean las tetas y el culo tan hermoso que tiene mi mujer – contestó y al hacerlo continuó – Quiero que camines por todo este balcón.
Todas las habitaciones que había allí estaban ocupadas y me daba un poco de miedo que saliera alguien de alguna de ellas y me viera casi desnuda. En la playa aun había gente y yo hice todo lo que mi marido me pidió mientras él se meneaba con fuerza su verga, excitado de ver cómo me exhibía casi desnuda por aquel balcón, pero de pronto vi que venía Miguel con sus amigos, entré y le dije a mi marido que se acercaban aquellos tres de la disco y que podían verme.
– No importa que te vean, para eso tienes un culo espectacular y unas tetas preciosas para que él y todos sus amigos te vean.
Cuando miré a Miguel recordé lo que había hecho en la discoteca y no me importó que me vieran, por lo que le dije a mi marido:
– Mi amor ¿me dejas tener mi fantasía esta noche?
– Está todo preparado para que cumplas tu fantasía – contestó.
De pronto golpearon en la puerta. Era Miguel y sus amigos. Yo corrí al baño a esconderme mientras mi marido les abría la puerta. Entraron los tres hombres, mi marido me llamó y me dijo:
– Quiero que salgas como estás vestida, quiero que vean lo guapa que eres – yo salí del baño y al verme casi desnuda los tres hombres hicieron la misma exclamación y entonces mi marido les dijo
– Es toda vuestra, podéis hacer con ella lo que queráis y de paso cumpliréis el sueño más deseado por ella.
Mientras tanto mi marido les sirvió una copa a cada uno y brindaron por lo que podía pasar. Yo les pregunté qué querían hacer ellos dijeron que querían ver como bailaba en la discoteca, encendiendo un equipo de música, me subí a una mesa que había en la habitación y empecé a bailar. Los tres hombres estaban alrededor de la mesa y yo pasaba mi culo por la cara de cada uno de ellos, que me tocaban, me pellizcaban y me daban nalgadas. Después un amigo de Miguel me dijo:
– Quiero que nos muestres el agujerito de tu culo.
Inclinándome un poco abrí mis nalgas, aparté un poco la tira del tanga y de pronto sentí algo mojado rozando mi ano. Cuando miré era la lengua del amigo de Miguel que estaba lamiendo mi agujero. Entonces exclamó:
– Yo quiero probar este ano tan apretado y pequeño, ven, que te lo voy abrir.
Me bajé de la mesa y me arrodillé en un sofá, Miguel sacó de su pantalón una verga larga y tiesa que, aunque no era muy gruesa, sí era de buen tamaño. Con ella empezó a golpear mis nalgas y mientras tanto el otro amigo se colocó a mi lado haciendo que con mis manos le acariciara la polla que muy pronto me llevé a la boca de un bocado, casi atragantándome.
De pronto miré a mi marido y vi que estaba filmando todo lo que estaba pasando. En su rostro se veía la satisfacción. Después le dije a Miguel:
– Quiero que me abras el culo con tu polla.
Poco a poco Miguel fue introduciendo se verga en mi culo, después de haberlo lubricado con una crema que había en la mesa de noche. Se movía de una forma espectacular y mis tetas se balanceaban al mismo ritmo, mientras yo seguía mamando la verga del amigo y de vez en cuando me la sacaba para mamar la polla del otro amigo.
Todos nos movíamos al unísono y entre gemidos nos corrimos los cuatro, dejándome llena de leche mientras mi marido de nuevo filmaba mis hazañas.
Besos a los que hacéis la revista y a todos los lectores.