Relato erótico

Sin duda el mejor

Charo
29 de octubre del 2018

Cuando conoció a aquel hombre no se imaginaba que fuera un ser tan tierno y apasionado, que fuera el hombre que despertara a la mujer que realmente era, y que le hiciera sentir tantas sensaciones desconocidas.

Manuela – Barcelona
Amiga Charo, cuando lo conocí no creía que fuera el amante apasionado con el que soñé. Es imposible cuando ves a una persona saber cómo es sexualmente. Hay hombres que alardean de tener grandes pollas y ser muy buenos en la cama, lo mismo que hay mujeres que dicen ser muy calientes y apasionadas, siendo los dos, en la mayoría de los casos, puros habladores. He descubierto que la gente que menos alardea es la mejor. En cambio, él, que se veía tan común, tan ocupado en sus libros y negocios que daba la impresión de estar siempre en su mundo, que nunca presumió de galán y conquistador resultó ser el mejor amante. Les contaré nuestra historia.
La primera vez que me llevó a la cama fue la experiencia más excitante que he sentido hasta ahora, tanto es así, que nunca pensé poder tener tantos orgasmos y con tal magnitud. Llegamos a su casa, y entre palabras y miradas me empezó a besar. Eran unos besos tan apasionados que inmediatamente mi coño se humedeció, comenzó a besarme la cara, la boca, el cuello, y, al sentir su aliento y su respiración, comencé a llegar al borde del placer.
Entre besos y caricias me quitó el suéter que llevaba y en ese momento se lanzó contra mis tetas y mientras las mamaba y lamía, comencé a quitarle la camisa para descubrir su piel tersa y suave, pero a la vez dura.
Entre besos y jadeos, él desabrochó mi falda y se dio cuenta del liguero que llevaba. Eso lo excitó aun más y, sin poder resistirme, toqué su miembro erecto que ya me embestía. Los dos estábamos alcanzando el nivel máximo de placer sin poder dejar de sentirnos, besarnos y acariciarnos.
Entonces me empujó contra la pared y comenzó a besar toda mi espalda hasta llegar a las nalgas. Mientras las mordía, su mano se deslizó por debajo de mis bragas y con su dedo acarició mi coño, de arriba abajo, y fue tal mi placer que llegué al orgasmo. Mis gritos y gemidos se confundían con sus palabras cuando me llevó a la cama y lentamente me comenzó a quitar el liguero y las medias. Cuando estuve desnuda por completo comenzó otra vez a besar y lamer cada parte de mi cuerpo, hasta abrir mis piernas y dejar su cara en mi sexo.
Lentamente comenzó a besar mi clítoris y a meter su lengua en mi vagina mientras sus manos se deslizaban por todo mi cuerpo. Pero yo quería probar su verga, así que comencé a moverme hasta que mi cuerpo quedó de tal manera que él pudiera seguir besando mi clítoris y yo pudiera probar su pene que, era delicioso. No podía creer que se pudiera sentir tanto placer y así tuve mi segundo orgasmo. Él recibió con gusto mis jugos y al escuchar mis gritos y gemidos se excitó más, me giró y así de espaldas, me penetró.

Al fin lo sentía dentro de mí, se movía lentamente y con ritmo hasta que sus movimientos se hicieron más rápidos. Ya no pensaba, solo sentía como se movía cada vez más rápido y llegamos al orgasmo al mismo tiempo, sintiendo correr su leche dentro de mí y sentí como su cuerpo temblaba. Sin darme cuenta algo que me excita muchísimo estaba sucediendo.
Nuestros cuerpos estaban empapados, del sudor que se desprende cuando se hace el amor, algo que en verdad me excita y me gusta porque no sabe a sal, sabe a sexo, a placer. Con la lengua, comencé a limpiar ese sudor de su frente, de su pecho, de su abdomen y casi sin darme cuenta, tenía su miembro en mi boca. Lentamente, su polla comenzó a levantarse otra vez.
Él comenzó a suspirar mientras yo deslizaba suavemente mi lengua y labios por toda su verga, recorriendo también sus testículos. Así estuve hasta que su miembro se endureció del todo. Sin dejar que él se moviera me subí encima y comencé a introducir su pene en mi vagina y a moverme. Esta posición me gusta porque yo tengo el mando, yo decido cuando entra, sale y como se mueve.
Después de un rato me puse a horcajadas y comencé a moverme de arriba hacia abajo sintiendo como entraba y salía su polla una y otra vez con movimientos suaves que se intensificaron hasta que logré sentir otra vez esa sensación llamada orgasmo.
Era tal mi cansancio que me recosté a su lado, él me atrajo hacia su cuerpo y entre besos, caricias y palabras tiernas, me adormecí pensando que él era tierno y apasionado como ninguno. Entre sueños recuerdo que se levantó y me cubrió con una sábana. No sé cuánto tiempo estuve así y cuando desperté la habitación estaba llena de velas y una música suave envolvía el ambiente. Estaba de pié a mi lado, me enseñó unas cintas de seda y una pluma, sin decir nada y con mucha suavidad me ató las manos a los barrotes de la cama y lo mismo hizo con mis pies. Me tenía a su disposición.
Con la pluma fue recorriendo todo mi cuerpo y esa sensación me enloqueció. En unos minutos ya estaba otra vez al borde del placer y la pasión, lo deseaba y no podía más, necesitaba sentirlo nuevamente pero como no podía moverme le pedí que me penetrara, que quería sentirlo dentro de mí. Entonces, suavemente, me desató mientras me besaba tiernamente y me hizo suya una vez más. Las velas, la música y él despertaban en el ambiente el romanticismo y la pasión, esta vez no sólo gemíamos sino también hablábamos, yo le pedía más y él decía que me deseaba y que le encantaba hacerme el amor.
En una noche había descubierto tantas cosas y tantas sensaciones nuevas para mí, habíamos probado casi todo, y lo increíble era que todavía ardíamos en placer y así obtuvimos nuestro segundo orgasmo juntos. Ahora el adormecido era él y sentí tanto amor al verlo así que lo acaricié para que descansara.

Al rato, yo tenía sed, fui a la cocina por un vaso de agua y en el refrigerador vi una botella de chocolate líquido y en ese momento se me ocurrió hacer algo que siempre había deseado. Tomé la botella de chocolate y regresé a la cama, él descansaba aún pero al verme sonrió, tomé la botella y lo bañé de chocolate, desde su velludo pecho hasta su verga, que se encontraba flácida en ese momento. Luego comencé a lamerle el chocolate lentamente desde el pecho hasta que llegué a su miembro y chupé hasta que de nuevo empezó a tener erección.
Una vez que terminé de limpiar el chocolate, él excitado de nuevo me recostó y comenzó a besarme desde el cuello hasta mi ano. Lentamente deslizó un dedo en él agujero, despacio para no lastimarme. Era una sensación desconocida para mí, entre dolor y placer, pero lo hacía con tanto cuidado que el dolor desapareció muy pronto. Entonces sacó el dedo, me inclinó un poco y con mucho cuidado me fue penetrando por atrás. Yo siempre había pensado que de esa forma dolería mucho, pero que equivocada estaba pues él lo hacía con tanto cuidado que el dolor fue sustituido por placer y yo gritaba de gusto. Ya con toda su verga en mi culo, comenzamos a movernos más y más rápido hasta que llegamos a otro orgasmo juntos. Cuanto tiempo llevábamos haciendo el amor, no sé. Esta vez quedamos tan exhaustos los dos que nos quedamos dormidos abrazados, besándonos y diciéndonos palabras de amor.
A la mañana siguiente fue maravilloso despertar y darme cuenta que no había sido un sueño, que en verdad ese hombre existía y que estaba a mi lado. Entre caricias y besos lo desperté, entre bromas y risas fuimos al baño. Él abrió el grifo del agua caliente y nos metimos en la bañera, tomó el jabón y comenzó a enjabonarme, despertando una vez más la pasión y volvimos a amarnos bajo el chorro del agua, esta vez con más calma, más tiernamente pero igual de placentero.
Cuando terminamos, salimos a desayunar pues en verdad estábamos hambrientos, hablamos de mil cosas, reímos con las bromas y cosas sin sentido y cuando me dejó en mi casa, ya anhelaba volver a verlo para sentirme suya una vez más. Esa ha sido la experiencia más maravillosa de toda mi vida.

Cuando lo conocí nunca me imaginé que fuera un hombre tan tierno y apasionado, que él fuera el hombre que despertara a la mujer que realmente soy, y que me hiciera sentir tantas sensaciones desconocidas.
Era un hombre que parecía tan normal. ¿Ahora se entiende por qué digo que el que menos alardea es el mejor amante?
Besos a todos los lectores y uno muy fuerte para ti. Charo.

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