Relato erótico

Siempre se aprende algo

Charo
19 de agosto del 2019

Alquilaron una casa para el fin de semana. Irían a la playa, comerían bien y se relajarían. En cuanto llegaron decidieron cambiarse de ropa, ducharse e ir a cenar alguna cosa.

Laura – Gerona
Me llamo Laura y tengo una historia que contar. Ocurrió el mes de junio y fue de lo más excitante. Cuatro amigas y yo decidimos alquilar una casa para pasar un fin de semana tranquilas. Unos días antes, fuimos juntas a comprarnos ropa interior. Ya en una tienda, empezamos a mirar y a probarnos cosas y no sé cómo, pero me excité viendo a mis amigas, semidesnudas, probándose sujetadores y braguitas. Pero, aunque me mojé las bragas enseguida, no le di excesiva importancia. Cuando llegó el día de irnos, fuimos en dos coches. Yo me fui con mi gran amiga Claudia, y en el otro coche iban Bea, Patricia y Lia. Todas tenemos 19 años, pero somos muy diferentes.
Yo soy rubia, ojos verdes, delgada, con culito respingón y unas medidas de impresión pues son de 125-61-92. Claudia es morena, pelo corto, ojos azules, medidas de 92-61-93, alta y delgada como Bea, de 94-60-91. Patricia es pelirroja, con una larga melena, unos ojazos verdes, como yo, y unas enormes tetas, mayores que las mías ya que sus medidas son 130-63-94. Y por último Lia, la más dulce de todas. Es morena, ojos negros, delgadita, con poquito pecho, 87-60-90, pero guapísima y con una bonita sonrisa. Llegamos sobre el mediodía y nos instalamos en la casa, que era enorme.
Dejamos las cosas y decidimos bajar al pueblo para comer algo. A partir de esa tarde comenzó todo. Fui a mi habitación, que compartía con Claudia, y abrí mi bolsa para cambiarme de ropa tras darme una ducha. Cogí una camisa y un pantalón corto y me dirigí al baño. Me fijé que estaba ocupado pero como la puerta estaba entreabierta, decidí mirar quien estaba dentro. Miré y quedé alucinada. Estaba Lia, desnuda, con las piernas abiertas y depilándose el coño. Ver esto y ponerse mi coño a chorrear fue todo uno. Igual que aquel día en la tienda. Pero en vez de irme, me quedé a contemplarla.
No perdía detalle de como mi amiga se depilaba el chocho e instintivamente, cachonda a tope, metí la mano bajo mi falda y separando la braguita, empecé a masturbarme. Me corrí como una loca y nada más acabar de depilarse Lia, me fui corriendo a mi habitación. Lo ocurrido me hizo pensar mucho ya que a mí me gustan los hombres pero también tenía que reconocer que me había gustado lo que había visto en el baño. Un cuarto de hora más tarde, Lia se acercó a nuestra habitación y nos dijo:
– Si queréis ducharos, yo ya he terminado.
Cogí mi ropa, mi champú, mi toalla y entré en el baño. Tardé 45 minutos ya que no paraba de pensar en lo que había visto. Cuando al fin salí de la ducha, me vestí y bajé al salón, donde estaban todas menos Bea. Estaban tiradas en el sofá viendo la tele, cuando apareció Bea y como buena cotilla que es, empezó a revolver todos los cajones y armarios cuando, de repente, empezó a chillar diciendo:
– ¡Chicas, venid, mirad lo que he encontrado… un vídeo, a lo mejor hay alguna película por ahí!
No paró hasta encontrarlas. Estaban muy escondidas, pero Bea lo encuentra todo.
– ¡Anda, mirad que películas! – exclamó – ¡Son todas porno!
Todas las chicas empezaron a reír menos yo que me puse roja como un tomate.
– Vamos Bea, conecta el vídeo y pon alguna – dijo Patricia.
Así lo hizo. Conectó el vídeo y puso una de las cintas.

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Yo me levanté y me fui a mi habitación, ya que no me gustan esas películas. Me tiré encima de la cama y empezaba a ojear una revista, cuando de repente, Lia entró en mi habitación.
– Vamos, Laura, no pasa nada – me dijo – Les he dicho a las chicas que quitasen la película ya que a ti no te gustan, así que baja ahora mismo con nosotras.
– Es igual, si la queréis ver, no pasa nada – contesté – Yo aquí estoy muy a gusto.
Lia sentó a mi lado, en la cama y me dio un abrazo, diciéndome con una sonrisa:
– No sé cómo no te pueden gustar, salen unos tíos buenísimos y con unas buenas pollas, pero creo que a ti te van más los… coños, ¿verdad?
Me quedé de piedra. Eso significaba que me había visto, que me había visto masturbándome mientras la contemplaba.
– Lia, no sé por qué dices eso… – dije sonrojándome.
– Vamos, Laura, no seas tonta, te he visto pero tranquila, que no se lo he dicho a nadie.
– No sé lo que me pasa, Lia – confesé – A mí me gustan los hombres, aunque no lo he hecho con ninguno, pero lo sé…
– ¿Aún eres virgen? – me preguntó asombrada.
– Sí, Lia, y por eso estoy asustada, porque no sé si soy lesbiana o hétero – le dije – ya que me excité viéndote depilarte el coño.
Entonces Lia se levantó la falda y apartándose la braga, pude comprobar que no tenía nada de pelo.
– ¿Te gusta? – me preguntó – Hace tiempo que me lo depilo porque así me comen mejor el coño. ¿Quieres que te lo depile también? Estaría encantada de hacértelo.
No contesté. Lia se levantó y volvió a los cinco minutos con una maquinilla de afeitar, espuma y una tina de agua.
– Anda, quítate la ropa – me dijo.
Yo dudaba pero, al final, accedí. Me bajé los pantalones y las bragas, dejando al aire mi peludo coño.
– Caray hija, sí que tienes pelo ahí, pero bueno, tú tranquila que yo lo arreglaré – añadió.
Me enjabonó todo el coño y empezó a afeitarlo. Al poco rato mi chocho estaba chorreando y Lia alucinaba viéndolo. Cinco minutos más tarde, acabó.
– ¿Qué te parece… mejor, verdad? – preguntó.
– Pues, la verdad es que sí – dije – Está más suave.
Lia entonces acercó su mano a mi raja y empezó a acariciar mi clítoris.
– ¿Qué haces? – le dije asombrada.
– Nada, estoy ayudándote a correrte – contestó con toda tranquilidad – Cuando te depilaba veía como te salían los jugos del coño. Evidentemente estás muy caliente.
Sin más, se agachó y empezó a comerme la raja. Yo no pude o no supe oponer resistencia, me tumbé y dejé que ella hiciese lo que le diera la gana. Estuvo un buen rato chupándome hasta que se sentó en la cama y me quitó la camisa.

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– ¡Por fin, Laura, cuento tiempo he esperado este momento… te he deseado desde que nos conocemos! – exclamó.
– ¿Me deseabas? – pregunté extrañada – Pero tú tienes novio…
– Sí, pero me encanta follarme a una chica de vez en cuando, ya que también me van – contestó.
Me estaba dando cuenta de que la dulce Lia era una auténtica guarra. Yo no sabía nada de eso pero la verdad es que empezaba a darme igual. Tiró mi camisa al suelo y pudo comprobar cómo mis pezones estaban tiesos por debajo de mi sujetador.
– ¡Tienes unas tetas preciosas! – me dijo al sacarme el sujetador.
Me las cogió y se las metió en la boca. Estuvo chupando hasta que, de repente, bajó hasta mi coño y me metió un par de dedos. Eso me hizo poner a cien y no tardé mucho en correrme. Entonces se levantó y pude comprobar la cara de Lia, llena de mis jugos y como se relamía.
– Lo siento Laura – me dijo – Si te enfadas lo entenderé.
– No, no me enfado, cariño – le dije sonriendo y animada, añadí – Pero tenemos que repetirlo, aunque ahora quiero ser yo quien te lo haga a ti.
– Por mí de acuerdo – contestó levantándose y saliendo de mi habitación.
Me vestí y bajé de nuevo al salón. Las chicas estaban igual, queriendo ver la película.
– Vaya, ya apareció sor Laura – dijo Bea con sorna.
– Déjala en paz – replicó Claudia – Ella no es una zorra como tú, que ves una polla y ya tienes las bragas en el suelo.
No podía creer lo que oía. Estaba claro que todas habían follado alguna vez. Entonces Bea se me acercó y me dijo:
– ¿Qué pasa, nunca lo has hecho?
– Bueno, algo he hecho por ahí – contesté mirando y sonriéndole a Lia.
Así acabamos la discusión y como ya era tarde, decidimos cenar. Preparamos la cena y nos sentamos en la mesa pero, sin saber exactamente lo que me pasaba, la cuestión es que me puse bastante contentilla en la cena. Me entraron ganas de follar como una loca. Empecé a tocarme, con disimulo, los muslos. Estaba pero que muy cachonda. Con lo que me había pasado esa tarde, deseaba follarme a Lia. Me daba cuenta de que había cambiado de la noche a la mañana. Acabamos de cenar y nos dirigimos al salón. Bea empezó otra vez con la película, pero esta vez yo no dije ni hice nada, así que Bea puso la cinta y se sentó. Yo estaba al lado de Claudia y Bea al de Patricia. Lia estaba sola pero no por mucho tiempo. Empezó la peli y vimos a una mujer acariciándose el coño con una mano y con un enorme consolador en la otra. Al momento empezó a refregarse el consolador por la raja del coño hasta que se lo introdujo.
Las chicas ya empezaban a ponerse nerviosas, sobre todo Bea, que empezaba a revolverse. La mujer de la pantalla, con el consolador bien metido ya en su coño, empezó a masturbarse. Yo miré a Claudia, que sonreía. Miré a las demás y vi como Patricia y Bea se estaban besando en la boca y como Lia no hacía más que mirar a Claudia, sonriendo. Patricia comenzó a quitarle el suéter a Bea besándole el cuello, mientras que Bea metía la mano, bajo la falda de Patricia. Yo estaba a tope cuando, de repente, Lia se levantó y se sentó entre Claudia y yo. Claudia empezó a acariciar a Lia y Lia a mí. No tardamos mucho en quitarnos la ropa. De reojo miré a Bea y a Patricia. La dos estaban desnudas por completo y por primera vez contemplé las enormes mamas de Patricia, que Bea estaba chupando. De pronto me estremecí y al bajar la cabeza, vi a Claudia, mi mejor amiga, chupándome el coño.
– ¡Laura, que coño más bonito! – me decía – Nunca me habías dicho que lo llevabas así.
– Es que Lia me lo ha depilado esta tarde – confesé algo aturdida.
– Vaya con Lia – exclamó sonriendo:
– ¡Seguro que te la has tirado también!

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Lia no dijo nada y empezó a chuparle las tetas a Claudia. Lea y Patricia iban a lo suyo. Estaban haciendo un espectacular 69. Lia, Claudia y yo, habíamos cambiado y ahora era yo quien le chupaba el coño a Lia, aunque no con mucha experiencia, y Claudia a mí.
Estuvimos una hora comiéndonos la una a la otra hasta caer rendidas. Al final nos juntamos todas, nos abrazamos y comentamos lo bien que lo habíamos pasado, sobre todo yo. Pero eso no es todo, ya que hay mucho que contar, pero lo dejaré para la próxima.
Un beso muy cariñoso para todos.

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