Relato erótico

Siempre se aprende algo

Charo
19 de abril del 2020

Había quedado con un amigo y su primo para ir a la playa. Pasarían la noche en casa de uno de ellos ya que sus padres no estaban. Fue un fin de semana provechoso y aprendió “cosas”.

Marta – ALICANTE
Lo teníamos todo listo para ir a la playa ese fin de semana, Daniel y un grupo de amigos. La salida se planeó a lo más tardar a las 6 de la mañana y para facilitar esto, todos saldríamos desde un mismo punto, la calle donde vive Daniel. Ante todo te diré que me llamo Marta, que mis amigos dicen que tengo tetas de fantasía, muslos para comérselos, el culo astronómico y fuego en la sangre. Pienso que todo eso es verdad.
En casa de Daniel, cuyos padres habían salido por el fin de semana, pasaríamos la noche el primo lejano de Daniel, Diego, y yo. Después de preparar todo para salir temprano, solo nos quedaba comer algo y dormir lo suficiente para poder levantarnos a la hora adecuada.
– En la nevera solo hay para hacer bocatas de pollo, ¿queréis eso? – decía Daniel mientras revisaba la nevera, en la que Diego y yo colocábamos lo de las mochilas.
– Lo que sea estará bien – dije, y el primo asintió con la cabeza porque tenía una sabana sujeta con los dientes.
– Muy buenos tus bocatas primo, creo que deberás ser el chef este fin de semana – decía Diego mientras masticaba el último bocado de su cena.
Lo teníamos todo listo y solo nos quedaba dormir, pero ninguno parecía tener sueño, por lo que pensamos que la TV podría resultar como un buen somnífero, pero esa noche no había nada bueno en ninguno de los canales.
– ¡Que fiasco, no hay nada que ver! – dijo Daniel mientras pasaba los canales con el control remoto.
Él y Diego se levantaron de los cojines colocados en el suelo frente a la TV, yo cogí el control y después de pasar unos canales, fijé mi atención en un espacio muy especial de un canal de cable.
Una rubia desnuda, de largas piernas y bellas tetas saltarinas, tenía una pierna apoyada en la pared y se contoneaba al ritmo de las envestidas de un negro que le clavaba el garrote desde atrás. El volumen de la TV estaba algo bajo y la ardiente escena solo era contemplada por mi atenta mirada, que no perdía un solo detalle, hasta que el débil sonido de los gemidos y gritos de la rubia en la TV no tardó en llegar a los oídos de los chicos que fueron atraídos hacia la pantalla como lobos a la carne.
– Esta es la hora de las mejores películas en este canal. Casi lo olvido porque solo estaban pensando en ver algún aburrido partido – dijo Daniel al notar el interés de sus amigos en el programa.
– No sabía que dieran películas de ese tipo en este canal – dijo sorprendido Diego al tiempo que la escena terminaba con la despampanante rubia recibiendo un baño de semen en su cara por parte del dotado negro.
– Sea como sea esto, es más interesante que muchos programas deportivos – dijo Daniel, colocándonos los tres sobre los cojines dispuestos en el suelo.

La tanda para adultos estaba muy buena, estaban echando porno del mejor y a todo esto Diego estaba a 100, pero seguía callado y muy quieto, hasta que vio Daniel metía la mano debajo de mi short y como yo gemía y comenzaba a menearme un poco sobre mi cojín, pero cuando Daniel cambió de posición fue para quitarme la camiseta y empezó a lamer suavemente uno de los apetitosos pezones de mis hermosas tetas. Entonces Diego se sintió más en confianza y al no poder más con la emoción, se abrió la bragueta de su short y se sacó la polla, que ya llevaba bastante rato tiesa y con fluido lubricante saliendo de su único ojillo. Sin perder tiempo, Diego comenzó a hacerse una paja mientras sus amigos parecíamos estar muy ocupados para notarlo.
Entre quejidos y gritos de placer, la escena del sexo en grupo, llegaba a su fin con la masiva eyaculación de los actores sobre las enloquecidas actrices porno, mientras yo acariciaba la cabeza de Daniel, que permanecía pegado a mi pezón, haciéndome girar el cuello suavemente en señal de mi goce, pero entonces vi a Diego con su herramienta en la mano, sonreí al verle y con la mano le invité a participar del festín.
Diego, aún incrédulo, pero no inmóvil, se levantó rápidamente y se apoderó del pezón de mi otra teta. Ambos chicos saboreaban mis duros y grandes pezones, dándoles besos, chupadas, lamidas y haciendo la delicia para mí, hasta que Daniel comenzó a bajarme el short, situándome yo para que el pantaloncillo pudiera salir mejor. Yo debajo llevaba una minúscula braguita blanca, una prenda muy sexy. Las manos de los chicos casi volaron hacia mi pelvis y el roce de sus manos sobre la suave tela de la braguita me estimulaba al punto que yo misma me saqué la prenda para mostrar mis atributos a los cada vez más excitados chicos: mi carnoso y rasurado coño, mis tersas y duras nalgas y ni hablar de el par de tetas que ya gozaban.
Daniel jugaba también con mi culo, me acariciaba las nalgas y me metía la mano entre ellas para buscar mi ano y penetrarlo con sus dedos. Mi ano no es nada estrecho y el chico pudo meterme primero uno y luego dos dedos, mientras Diego hacía labores manuales en mi coño, el cual ya estaba bien mojado y los dedos de Diego podían entrar sin mayor problema, el chico con gran habilidad podía hurgar mi chocho y a la vez estimular mi clítoris haciendo que yo me sintiera estallar de placer.
– ¡Daniel, la doble, la doble! – le susurré de pronto al oído.
Entre mis gemidos, Daniel casi no me entendió, pero él captó el mensaje y me respondió:
– Sabía que querrías hacerlo de nuevo, lo sabía, te quedaste con las ganas, ¿verdad? De acuerdo pero yo pido el culo esta vez, dale a probar a mi primo las delicias de tu coño galopante – dijo Daniel mientras se ponía de pie.
-Tengo una mejor idea – dije yo mirando con picardía a Daniel.

Me coloqué de espaldas a él y con mi coño busqué su verga. Daniel consiguió penetrarme, pero yo solo subí y bajé en la polla de Daniel una, dos y tres veces, lo suficiente para que la herramienta del chico se humedeciese y el erecto pene quedó brillante por las abundantes secreciones de mi jugoso coño. Ambos chicos se excitaron al doble, si eso era posible, con mi maniobra y que ahora sí me disponía a dejarme penetrar por Diego, el cual se hallaba recostado sobre unos cojines con las piernas abiertas y la polla expectante, pero no esperó mucho pues yo me dejé caer lentamente sobre el garrote de Diego. La sensación de ese coño mojado, cálido y bambolearte hacían las delicias para la verga de Diego, mientras Daniel aún no penetraba mi culo y en su lugar se daba a la tarea de besar y lamer mis redondas nalgas.
Al rato, con una mano, me separó ambos glúteos y comenzó a besarme y lamerme los alrededores del ano. La húmeda lengua de Daniel daba electrizantes caricias a mi arrugada intimidad trasera y en realidad a mí me encantaba que Daniel me lamiese el culo, pero eso era algo que él no me hacía mucho y ahora yo lo disfrutaba junto con la verga de Diego metida hasta el fondo en mi coño.
A los pocos minutos dijo que ya estaba listo y se colocó para poder sodomizarme. Se arregló como pudo con las piernas extendidas de su primo y al fin pudo cuadrar la pose y con su verga aún húmeda gracias a los jugos de mi coño, comenzó a meter la polla en mi estrecho culito. Con gran suavidad Daniel encajó su garrote hasta el fondo de mi recto excitándome al máximo con mis entrañas llenas por las vergas de los dos chicos.
Al tiempo que, en la TV, un sujeto corpulento y velludo le clavaba su polla a una chica de cabellos muy negros y lacios que estaba a cuatro patas mientras se comía el coño de una pelirroja acostada en una cama, yo, sobre los cojines del suelo meneaba mis caderas al ritmo del fondo musical de la escena que tenía un inconfundible sabor erótico. Mis movimientos, arriba, abajo, a un lado y a otro con los penes de ambos chicos en mi culo y coño, terminaron por arrastrarme a un violento y descomunal orgasmo, mientras que ellos echaban mano de todo su aguante para no correrse allí mismo y acompañarme en mi convulso clímax.
Yo me sujetaba la cabeza con ambas manos, gemía, gritaba y mi respiración temblorosa y los flujos que bañaban la pelvis de Diego eran prueba del brutal orgasmo que yo sentía al tener un pene enculándome otro follándome el coño.
En más de una ocasión, en lo máximo de mi excitación, arañé el pecho de Diego que veía con complacencia mis ojos en blanco y la piel sudorosa mientras yo no solo me corría una vez sino que lo hacía una y otra vez. Al final me dejé caer sobre Diego quien me recibió con un abrazo y yo le regalé un beso que más parecía una follada de lenguas.

– Aún no hemos terminamos contigo, mi polla quiere más y estoy seguro que la de él también – dijo Daniel mientras se sobaba la dura y brillante verga después de haber taladrado mi culo – Ponte de rodillas y chúpale la polla a mi primo.
Yo lo obedecí, no por sumisión, sino porque yo sabía que faltaba algo más para hacerme gozar. Cogí la verga de Diego y tras lamérsela unos instantes, me la metí en la boca y empecé a chupársela hasta que exclamó:
– ¡Aaah… ahora sí, me corro… me corro…!
Rápidamente me saqué la polla de la boca, la apunté hacia abajo y la comenzó a pajear hasta que Diego derramó su semen sobre el suelo. ¡Y vaya que ese chico tenía leche guardada!
– Que desperdicio, Marta, hubieras recibido leche en la boca también – dijo Diego con humor mientras miraba la mancha de su esperma en el suelo.
– Marta nunca ha probado el semen, y menos lo ha tragado – dijo Daniel mientras se revolcaba sobre un cojín.
– ¿Es eso cierto? ¿Una chica como tú que hace todas estas locuras no se ha tragado una lechita jamás? – preguntó muy sorprendido Diego -Eso si que es sorpresa, bueno, esta ha sido la noche de las sorpresas, porque yo jamás sospeché que vosotros fuerais novios y menos de los “liberales”.
Hablaba Diego a lo que ambos, Daniel y yo, soltamos una carcajada, dando yo esta respuesta:
– Liberales si somos, pero novios, no que va. Yo no le haría esa maldad a Daniel y el no me la haría a mí – dije – Si, si podemos follar y gozar no nos hace falta nada más.
– Pero, Marta, Diego tiene razón, ¿como es que tú que hasta un coño te has comido, y te gustó, como es eso que no vas a querer ni tocar el semen? – inquirió Daniel mirándome fijamente mientras Diego permanecía estupefacto al oír que yo me había comido un coño.
– Creo que ahora es la hora, hoy pruebas la leche – dijo Daniel levantándose y dirigiéndose hacia mí.
– Yo no sé, eso me da asco, es caliente y viscoso – dije yo – No, no, que va, yo no la pruebo y menos tragarla, que va.
– Tú me dijiste una vez que tenías la fantasía de comerte dos pollas, ¿verdad? aquí tienes las dos pollas, cumple tu fantasía y en el gusto te vas y nos dejas corrernos en tu boquita bonita, ¿si? – dijo Daniel cogiendo su pene, que iba cogiendo dureza una vez más.
Diego lo imitó y ambos se colocaron frente a mí, que no pude resistir la tentación de tocar y sobar los dos garrotes. Efectivamente entre los toques y caricias, fui besando y lamiendo las dos pollas y paulatinamente comencé a chuparlas viendo que mi fantasía iba cobrando forma.

Yo estaba de rodillas y gozaba enormemente al mamar dos vergas a la vez, y al mirar hacia abajo vi como Daniel, con su dedo gordo del pie me frotaba el coño produciéndome una excitante sensación. Yo solo gemía ligeramente al no poder hablar o gritar, hasta que las pollas se pusieron más duras y en esta ocasión los chicos no tenían intención de aguantarse las ganas. Yo sabía que era cuestión de instantes para que los chicos eyaculasen, y debía decidir si haría lo de siempre, apuntar hacia abajo y listo o dejar que el semen de dos penes erectos y cálidos se derramasen en mi cara o tal vez en mi boca, y quien sabe, tal vez tragar algo.
Como suele pasar a menudo, el momento llega sin avisar, y la primera verga en correrse fue la de Diego y a los pocos segundos Daniel lo siguió, pero yo no tuve tiempo de reaccionar, el semen se derramaba sobre mi rostro y buena parte se iba hacia mi boca. La leche abundante empapaba mi cara lo que casi me hizo ahogarme, y en el reflejo de abrir la boca para buscar aire buena parte de ese semen entró en mi boca. La sensación del fluido caliente y espeso deslizándose en mis mejillas, por mis dientes y sobre mi lengua, hizo que me sintiese de manera extraña, pero no me desagradó.
Rendidos nos fuimos a dormir, pero yo no pude dejar de pensar que con los tres, en una casa de playa todo un fin de semana, sería difícil predecir lo que podría pasar.
Besos, Charo y a todos los amigos de CLIMA.

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