Relato erótico

Si juegas con fuego…

Charo
4 de enero del 2019

Después de quince años de casados y gracias a un concurso de ventas de su empresa, ganaron un viaje a la maravillosa isla de Menorca. Se lo tomaron como la Luna de Miel que no habían celebrado cuando se casaron. Llegó con retraso y además con alguna que otra fantasía cumplida.

Manel – BARCELONA
Ahí estaba yo, impaciente, en la habitación de un hotel de Menorca, a las siete de la mañana, esperando a mi mujer Sara, de la que no sabía nada desde hacía cinco horas, con la intranquilidad que dentro de otras tres horas debíamos salir hacia el aeropuerto para regresar a nuestro domicilio, después de pasar una semana de vacaciones en la isla.
Todo empezó por una fantasía que tenía yo desde hace muchos años. Somos un matrimonio con quince años de casados, ambos tenemos en la actualidad 40.
Habíamos sido novios desde los 18 años, ella solo me ha conocido a mi como hombre, aunque había tenido algún novio con los cuales no pasó de los besos pero yo, por mí parte, fui algo más promiscuo, tanto antes como durante el noviazgo, en el cual tuve relaciones con varias chicas, destapándome en un periodo en el que cortamos con Sara nuestro noviazgo, en el cual ella también tuvo algún escarceo con un chico, llegando a tener únicamente toqueteos, magreo y masturbación.
A la vuelta de nuestra ruptura y pronto matrimonio, en mi cabeza entró la fantasía de que tuviera relaciones con otros hombres, haciéndose cada vez más persistentes en mis pensamientos, los cuales incluí en nuestros juegos de acoplamiento, gozando cuando me explicaba la relación con el chico con el que habían llegado a masturbarse y reconociendo que si hubiéramos tardado un poco más la reconciliarnos, habría llegado a follar con él, pues reconocía haber disfrutado de la relación. Todos estos recuerdos nos ayudaban mutuamente a excitarnos en la cama, pero una vez pasaba todo, ella me decía que solamente me quería a mí y no necesitaba ningún otro hombre en la cama.
Durante estos quince años de matrimonio, mi deseo y fantasía iba en aumento y cada vez necesitaba más de este relato y de otros que ella se inventaba, contándome historias imaginadas con hombres que en alguna ocasión me hacía dudar si eran realidad, lo que hacía volverme loco de excitación y deseo.
Había llegado el punto que por mi parte en la cama y cada vez que iniciábamos una relación de sexo, necesitaba mi fantasía, consiguiendo de ella que sintiera curiosidad y deseo también por experimentar. Pero no llegaba nunca a consumarse, por falta de oportunidades y valentía mutua por provocar y buscar la ocasión. Pero todo ello llegó por si solo.
En mi empresa, y a través de un concurso de ventas, fui merecedor de un viaje de una semana a Menorca. Llegó el día de la marcha, y nos fuimos a disfrutar de una merecida semana de vacaciones pagadas.

Durante los primeros días disfrutamos de la vida diurna de la isla en las instalaciones del hotel y en la playa, donde mi mujer hacía topless en las calas que descubríamos, junto con otras gentes que hacía desnudo integral, excitándome dicha situación y calmando mi fogosidad casi a diario, momentos en los que surgía de nuevo mi fantasía, así que
fui proponiéndole intentar buscar alguna experiencia o situación que satisficiera mi deseo, aunque fuera minimamente, verla ligar o bailar con otros hombres.
Una noche fuimos a una disco recomendada por el personal del hotel, donde encontramos un ambiente que nos agradó y allí iniciamos mí anhelado juego. Ella bailaba en la pista y yo miraba desde la barra. Llegó a bailar con otros hombres que se le acercaban, ritmos sensuales que invitaban al roce, ella se lo pasaba alegremente y yo disfrutaba de la situación. Ya en el hotel, me explicó las insinuaciones y toqueteos de algún lanzado, que a ella le habían agradado y que a mi excitaba en sobremanera. Dicha noche hicimos un polvo extraordinario, en el cual insistí y supliqué que en la siguiente noche adelantara en sus escarceos, intentando convencerla que la experiencia nos ayudaría en nuestra relación y que no pasaría nada que ella no quisiera, pues ahí estaría yo para vigilarla y protegerla.
Esa noche, la última que pasábamos en Menorca, nos fuimos a cenar a una marisquería, donde me encargué bebiera un poco más de la cuenta con un par de botellas de cava. Del restaurante fuimos directamente a la discoteca de la noche anterior, donde iniciamos la sesión de nuevo tomando algún que otro combinado. El local se iba ambientando y en la pista de baile yo insistía en mi juego, al cual Sara accedió y me invitó a que me sentara y observara como bailaba e intentaba provocar algún ligue.
No tardaron en acercársele un par de chicos algo más jóvenes y de buen aspecto, que alternaban sus atenciones en mi morena Sara y una rubita que también bailaba provocadoramente sola en la pista. Del acercamiento de ellos, pasaron a hablar y bailar todos cuatro juntos, acercándose a tomar una bebida a la barra, momento en el que Sara aprovechó para venir a verme, con la excusa de ir al servicio. Me explicó que se lo estaba pasando “bomba”, que los chicos eran italianos, llamados Marco y Fabio, reconoció que ambos eran muy simpáticos y que estaban buenísimos, que el primero, el más alto y moreno parecía interesarse por ella y que el tal Fabio, algo más bajo y de complexión fuerte tenía preferencia por la rubita, que resultó ser francesa y llamarse Ivonne. La animé para que siguiera con la juerga y que intentara llegar más lejos con Marco si era de su agrado y que el limite lo ponía ella, a lo que respondió que no jugara con fuego, pues se sentía muy animada y dispuesta, que podía haber llegado el momento que me pusiera los cuernos tan pretendidos por mi.
Yo, viéndola de esta manera, me excitaba por momentos y la provoqué diciéndole que no pasaría de algún beso inocente, a lo que me contestó:

– Tú verás – y se fue al encuentro del grupo.
Los estuve observando un rato largo y la verdad que me sorprendió y excitó lo que estaba viendo. Los italianos habían hecho su reparto de las chicas, y en los bailes y descansos en los reservados fueron adelantando en sus escarceos, la francesita parecía bastante bebida y en el sofá vi como el tal Fabio la besaba y le tocaba los pechos mientras ella le magreaba el paquete y en cuanto a mi mujer, empezó a darse un espectacular lote con Marco, dejándose meter mano por debajo de su sensual faldita. La cosa estaba al rojo vivo y prometía.
Sara se levantó del reservado, fue hacía los lavabos, y yo me dirigí a su encuentro pues imaginaba quería cambiar impresiones. Cuando nos encontramos, debido a mi excitación, la arrinconé y le di un morreo, metiéndole mano en su coñito, encontrándolo mojado y caliente. Estaba excitadísima y me pidió volver al hotel y que la follara hasta reventar, pero yo quise provocar la situación y la invité a volver, respondiéndome ella que no se hacía responsable pues se encontraba muy caliente y no sabía si podría resistirse a los escarceos y propuestas de Marco que la invitaba a irse los cuatros a su apartamento para acabar la noche. Oyendo yo esto le propuse el juego de esperarla a la hora fija de las dos de la noche en la puerta de la sala, que si la encontraba allí sabía que volvía conmigo y que sino es que había decidido irse con ellos y que la esperaría impaciente en el hotel. De nuevo se fue en busca de ellos, diciéndome a modo de reproche que arriesgaba mucho y que no sabía como acabaría el juego pues su cabeza daba muchas vueltas y que estaba muy caliente.
Yo, otra vez solo, decidí ponerle morbo al tema y dejé de espiarles en su reservado y me fui a tomar una copa a otra sala de la disco, esperando pasara el tiempo y esperarla a la hora fijada en la puerta principal.
A las dos en punto yo estaba esperando en la puerta, impaciente y convencido de la llegada de Sara para que me explicara con detalle lo vivido en ese rato. Para mi sorpresa pasó media hora y no salió, por lo que volví dentro del local y la busqué, comprobando que ya no se encontraba dentro. De nuevo en la salida verifiqué que el local tenía dos puertas de entrada y salida iguales, asustándome ante la incertidumbre de saber si Sara había salido en mi búsqueda en otra puerta diferente donde yo la estaba esperando o por el contrario había decidido seguir con su aventura.
Me dirigí ansiosamente hacía el hotel, esperando encontrarla allí para finalizar follando juntos y por otro lado deseando que no estuviera para al fin conseguir hacer realidad mi fantasía.

Evidentemente no estaba en la habitación y empezó mi impaciente espera con una mezcla de sensaciones de excitación, preocupación, intranquilidad y paroxismo. Las horas iban pasando y todas estas sensaciones se acrecentaban por momentos, no consiguiendo dormir en ningún momento. Eran cerca de la siete de la mañana y no tenía noticias de ella, a punto de llamar a los hospitales o policía, preocupado por ambos pues al cabo de tres horas debíamos partir hacía el aeropuerto, pero todo se resolvió cuando oí como se abría la puerta de la habitación y aparecía ella, desencajada, pálida, despeinada, ojerosa, abrazándose a mí llorando, pidiéndome perdón, diciéndome que me quería y ante mi insistencia me explicó el siguiente relato.
A la hora fijada de las dos en punto fue en mi busca, no encontrándome y que a los diez minutos salió el grupo de los dos italianos y la francesa y le dijeron que la habían estado buscando. Enojada conmigo por empujarla de esa manera en brazos de otro, decidió seguir la fiesta y que fuera que el destino quisiera.
Subieron todos al coche, Marco al volante, ella de acompañante y la otra pareja detrás. Estuvieron como un cuarto de hora de viaje, durante el cual la pareja de atrás aprovecharon al máximo, viendo de reojo como la francesa tenía el vestido en la cintura, había perdido toda su ropa interior y estaba haciendo una mamada impresionante a Fabio, al cual se le entreveía un polla larga de unos 20 cm.
En cuanto a mi mujer se morreaba con Marco, en cuanto podían y él también le bajó las bragas, le fue tocando su coño mojado y su calentura, me reconocía, iba en aumento.
En cuanto llegaron al apartamento, cada pareja se dirigió a su habitación. Ivonne ya iba totalmente desnuda y con evidente estado de embriaguez. Mi mujer estaba ya totalmente convencida a llevar a cabo su primera infidelidad y ponerme esos cuernos tan deseados por mi. Se sentó en el borde de la cama y empezó a desnudarse, igual que Marco que estaba de pie frente a ella, y cuando levanto la vista se encontró con su gruesa polla frente a ella. Entendió lo que él insinuaba y decidió darle una merecida mamada. La primera polla además de la mía que probaba. Todo ello se prolongó un rato largo, pues ella estaba excitada y le satisfacía seguir chupando y lamiendo ese cipote, el cual de repente de una fuerte convulsión descargó una corrida de leche en su boca, pero al no estar acostumbrada a ello, apartó de si la polla y continuó la corrida encima de su pecho. De inmediato Marco la invitó a tumbarse y él desde el suelo de rodillas, le inició una buena lamida de coño alternando chupadas en su clítoris.

En la duración de ese cunilinguo, vio con la puerta entre abierta, como la francesita, entre tropezones corría hacia el lavabo y de inmediato oyó unas fuertes arcadas que indicaban como vomitaba producto de su borrachera. Sara, no dio importancia al hecho y se concentró en la lamida que le estaba realizando Marco, llegando a un fuerte orgasmo.
Después de ello, Marco volvía a estar empalmado y le pidió que la follara. Empezaron en la postura del misionero pero fueron cambiando de posición varias veces, follándola al final ella a cuatro patas y corriéndose él dentro de ella, cayendo exhaustos ambos encima de la cama.
Mi mujer reconoce, que a pesar de la fuerte excitación de ambos, todo fue dulce y afectuoso, por lo cual cuando acabaron de follar, estuvieron abrazados cuan amantes embelesados, pero de repente oyó sobresaltada la voz de Fabio decir:
– ¿Qué tal parejita? ¡Vaya polvo! La puta de la francesita me ha dejado a medias, está durmiendo la borrachera, dejadme un sitio.
Se tumbó en la cama a su lado, dejándola en medio de los dos hombres y ella, sobresaltada, intentó expresar su queja y rechazo pero Fabio le dijo:
– ¿Qué pasa putita, te crees que tú también vas a dejarme así?
Y le enseñó la larga polla que antes había visto de reojo en el coche. Sara se resistió pero le dijo:
– Por las buenas o por las malas… no querrás que tu maridito cabrón vea por Internet el polvo que acabas de pegar y que he grabado desde la puerta.
Por lo visto se habían quedado con nuestro juego en la discoteca.
Marco la invitó a que se dejara llevar y disfrutará de la situación, mientras Fabio ya la había cogido del pelo y le acercó su polla a la boca, empezando de nuevo una segunda mamada en la misma noche. Marco a la vez le volvía a tocar su coño y de nuevo le clavó su gruesa polla. Lo que nunca había imaginado, se encontraba en medio de un bocadillo sexual y poco a poco disfrutando de ello. Excitada, la fueron cambiando de posturas y se la follaron de todas maneras, estando a cuatro patas chupando la polla de Marco y clavándosela por detrás Fabio, pero notó como este le iba untando el ojete de su virgen culo con saliva y sus propios fluidos y ella, imaginándose lo peor, pidió por favor que no lo hiciera por ahí. Fabio reía y le decía:
– Déjate llevar o te dolerá más, ten por seguro que vas a volver con tu marido escocida y ese cabrón consentido no podrá follarte en varios días.
Mientras decía eso, le apoyó la punta del cipote en su ano y le introdujo poco a poco toda su larga polla. A Sara le temblaban las piernas por el miedo y dolor, pero al cabo de un rato, reconoce, estaba disfrutando como decía ella “como una puta”.

Si con dicha situación no hubiera bastante, en esa orgía en la cual era protagonista, apareció de nuevo Ivonne y se metió con ellos en la cama, le arrancó la polla de Marco de la boca y empezó a mamársela ella, poniéndose en postura para que Sara le lamiera el coño. Indecisa notó como Ivonne y Fabio le sujetaron la cabeza y le amorraron la boca al coño de la francesa, e Sara se dejó llevar, lamió y disfrutó de todo, según me estaba reconociendo en la exposición de su relato.
Finalizaron el polvo, Ivonne follando con Marco y Fabio corriéndose en su culo. En solamente una noche había probado semen por todos sus agujeros, mis cuernos estaban más que conseguidos. Sara seguía relatándome todo lo ocurrido durante la noche, mientras le ayudaba a desnudarse, solamente llevaba el vestido, y le acompañaba a ducharse, comprobando las señales y restos de sexo en su cuerpo. Cuando finalizaron la sesión de sexo, una vez repuesta, vio asustada la hora que era y pidió la acompañaran al hotel, negándose los italianos a su petición, facilitándole solamente el teléfono móvil para que llamara a un taxi.
Corrió a vestirse y sin despedirse, vio como Ivonne continuaba jugando con ellos. Salió de la casa y en un momento llegó el taxista, pidiéndole avergonzada la llevará al hotel señalado, él la miraba de reojo y con cara de guasa, estaba claro que intuía la noche que había tenido mi mujer.
Así llegó asustada al hotel, donde esperaba cualquier reproche mío, pero yo, al contrario, intenté tranquilizarla y después de la ducha, la invité a dormir al menos un rato en la cama y viéndola desnuda y excitado por su relato, me hice una paja, disfrutando de mis estrenados cuernos.
El viaje de avión lo hizo descansando y una vez de vuelta en casa tardamos una par de semanas en volver a tener relaciones y comentar lo sucedido. Las primeras veces Sara, aún mantenía cierto pudor a dar más detalles de esa noche, pero poco a poco, íbamos disfrutando cada vez más los dos, de lo que hizo.
Tardé al menos un año a proponerle de nuevo el volver a jugar e intentar con otra experiencia de compartirla, pero eso es otra historia.
Saludos y gracias por leerme.

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