Si está prohibido… mejor

¿Por qué nos seduce y obsesiona tanto “lo prohibido”? A nuestra amiga le gusta el novio de su hermana y no paró hasta que consiguió follarselo, pero… cuando él rompió con su hermana, ya no era tan “atractivo”

Raquel – Fuengirola
Mi nombre es Raquel, provengo de una familia sencilla, soy una mujer atractiva, muy sensual, tengo 20 años, mido 1,66, de piel morena, ojos color miel, cabello negro como el azabache que llevo hasta los hombros, un poco ondulado en las puntas, uso sujetadores de la talla 95, mi vientre es plano y dicen que mi culo es un “paraíso”. Mi vida sexual es muy activa y desde los 18 años he estado tanto con hombres como con mujeres, aunque la mayoría de mis experiencias lésbicas las tuve en el internado. Actualmente estudio en la universidad, y mi familia se compone de mis padres, de mi hermana y yo.
Mi hermana es 8 años mayor que yo y es totalmente diferente a mi, mientras que a mi me gusta vestirme sexy, mostrar mis piernas y todos mis atributos, mi hermana es toda una “señorita” recatada que, a sus 28 años, todavía es virgen. No es una mujer fea, todo lo contrario, es guapa, pero vive no sé en que época, opina que el sexo fuera del matrimonio es pecado e incluso aun cuando tuviera sexo con su marido no podría disfrutarlo porque hasta eso sería pecado. Tiene un novio desde hace seis meses que se llama Carlos y es todo un bombón, es alto, moreno, tiene unos brazos fornidos, y unos ojos verdes que matarían a cualquiera, es toda una delicia y de solo pensar en él se comienza a humedecer mi tanguita.
Desde que lo conocí lo deseo, y sé perfectamente que mi hermana no le da lo que él quiere. También me da un poco de envidia ver como se besan. Siempre envidié a mi hermana, tal vez porque siempre, a mi modo de ver las cosas, ella tenía lo mejor, de niña yo siempre quería tener lo que ella tenía y ahora ella tenía algo que no se merecía, tenía un hombre que debía ser mío.
Carlos tiene 30 años, es abogado y actualmente está haciendo un máster en la misma universidad a la que yo asisto. Casualmente coincidimos en nuestros horarios, así que lo veo muy seguido en la universidad.
Cierto día después de desear a ese bombón por más de seis meses, decidí actuar e ideé un plan para atraparlo. Por medio de un amigo que era cerrajero, conseguí una llave maestra de esas que se supone que abren cualquier tipo de cerradura de coche, aunque, claro que ese favor no me salió gratis y tuve que darle una buena sesión de sexo oral. Pero finalmente la conseguí y recordad que el fin justifica los medios.
El viernes se cumplían los siete meses de estar liados y yo oí, mientras él estaba de visita en casa, que saldrían a cenar y que él vendría a buscarla después de salir de la universidad. Yo pensé que era el día perfecto para mi plan, así que el vienes me depilé completamente el coño, dejando unos pocos vellos muy bien arregladitos, me puse un tanga negro diminuto que se escondía entre mis nalgas, un vestidito ligero y corto que tenía un precioso escote que dejaba ver solo lo necesario, me puse un abrigo largo y me fui a la universidad sabiendo que Carlos saldría a las a las ocho.

Llegué a la universidad y comencé a buscar en el parquing el coche de Carlos y para suerte mía estaba alejado de donde pasaba la gente. Era perfecto. Saqué la llave maestra y logre abrir la puerta, me quité el abrigo y lo puse en el asiento de atrás, entré y me senté en el asiento del copiloto esperando a Carlos. Recliné un poco el asiento y traté de calmar mis ansias. El clima era frío pero no quería ponerme el abrigo así que mis pezones comenzaron a ponerse duritos. Estaba muy nerviosa y comencé a imaginar lo que iba a hacer, todo estaba planeado pero solo hasta ese momento, después de que Carlos entrara en el coche, no tenia ni idea de lo que pasaría.
Finalmente vi por el espejo retrovisor que Carlos se acercaba al coche, subí un poco mi falda, y respiré profundo. Carlos abrió la puerta y se sorprendió al encontrarme diciéndome:
– ¿Qué haces aquí, Raquel?
– ¿Y tú que crees? – Contesté – Te estoy esperando.
– ¿Para qué? – preguntó.
– Sube al coche, que quiero hablar contigo.
Carlos subió y me miro desconcertado al ver como yo comenzaba a acariciar suavemente mis piernas, lo que hizo que él las mirara notando yo como su mirada empezaba a cambiar, tal vez porque comprendía lo que yo estaba buscando. Entonces le dije que quería hablar con él mientras le comenzaba a acariciar la cara con mi dedo índice, hasta bajar a sus labios. Luego, lentamente, bajé mis manos hasta su vientre y comencé a acariciarlo. En ese momento el empezó a acariciarme las piernas por lo que yo bajé mi mano y busque su cremallera empezando a bajársela lentamente acariciando luego su pene por encima de su ropa interior. El estaba que explotaba, me miró y me dijo:
– ¿Qué quieres de mí?
– Quiero que me hagas gozar, quiero ser tuya – respondí.
Me recordó que tenía cita con mi hermana para ir a celebrar sus siete meses de noviazgo, pero yo le dije:
– Al diablo con eso, vámonos a un lugar más cómodo.
Le di un beso en la boca, mientras llevaba mi mano a su polla y lo seguí acariciando. Estaba durísimo y yo no me aguantaba por ver como era su “paquete”, pero entonces él se separó de mí y arrancó el coche sin decir una palabra. Pensé que me llevaría a casa y el plan se había ido al infierno porque estaba muy serio y no me dijo ni una palabra.
Pero la ruta por la que íbamos no era el camino a casa y llegamos a un motel bastante bonito y al que ya había ido un par de veces. Entramos en la habitación y él me dijo:
– Ahora sí, vas a ver lo que es bueno.
Comenzó a desnudarme, me quitó el vestido y me dejó solo con mi tanga, y entonces me pegó una palmada en la nalga que me excitó y le dije:

– ¡Sí, castígame porque he sido una niña mala!
Me quitó el tanga y quedé totalmente desnuda. El estaba vestido y me fascinaba sentir mi cuerpo desnudo rozar con su ropa. Era sensual. Entonces se sacó la polla, que estaba erecta y media unos 18 centímetros. Me senté sobre la cama y estando él de pie, comencé a pasar mi lengua calientita por toda su polla. Me acariciaba los pechos y yo estaba excitadísima. Bajé mi lengua hasta sus testículos y comencé a chuparlos suavemente, con mi lengua hacia circulitos en ellos lo que lo hacia estremecerse. Yo le quería dar placer pero no demasiado, quería prolongar más su eyaculación hasta que comencé a chupar su verga y él me decía:
– ¡Lo haces súper bien!
Estuve así 20 minutos hasta que se corrió y me llenó la boca de leche. Luego se acostó en la cama mientras yo veía el repertorio de películas porno que había en la habitación, puse uno de los videos y me acosté a su lado. Era una película de lesbianas y él se inclinó hacia mí y comenzó a tocar mi vagina, masturbándome unos diez minutos mientras veíamos como las chicas del video gozaban. Eso me hizo llegar al orgasmo, estremeciéndome de pies a cabeza y cuando se recuperó, se montó encima de mí y me penetró de un solo empujón, lo que me dio mucho placer. Luego agarró mis piernas y las puso sobre sus hombros. Eso permitía una penetración profunda y sus testículos golpeaban mis nalgas, cuando empezó a darme durísimo haciéndome gozar como una loca. Así me hizo llegar al orgasmo y mi chocho se contraía queriendo atrapar su deliciosa polla. Entonces me dijo:
– Date la vuelta.
Yo accedí, apoyó su verga en el agujerito de mi culo, que estaba mojado por mis propios jugos, y la metió de un solo golpe sintiendo que me partía en dos. Me dolía y aunque quise sepárame de él no puede pues me sometió con fuerza y luego me bombeó unos cinco minutos hasta que se corrió dentro de mi.
Quedamos exhaustos. Había sido el mejor de todos los amantes, y pensar que mi hermana lo estaba esperando. Miré el reloj, eran las once y le dije que me llevara a casa, pero que me dejara una esquina antes para que no sospecharan.
– Espero que esto se repita – me dijo camino a casa.

– Claro que sí – le dije – no creas que te me vas a ir tan fácilmente.
Llegué a casa mi hermana y vi que estaba llorando como una magdalena porque su novio la había dejado plantada. Me dieron ganas de reírme pero me aguanté. Mi hermana terminó con Carlos dos semanas después, y yo seguí follando con él a escondidas, aunque ya no era tan divertido porque había dejado de ser el hombre prohibido.
Saludos y ya os contaré algo más de mi vida.