Sexo en francés

Hacía mucho tiempo que no se veian, Se hicieron amigos cuando él estuvo en Francia. Habían salido juntos y sabia que su amiga era ninfómana y muy viciosa. Lo llamó y le dijo que venía a visitarlo y que habría una sorpresa. Vino acompañada de su prima que era casi tan golfa como ella.

Marcos – MADRID
Hola Charo, lo que te cuento sucedió un viernes por la noche. Me dirigí hacia el aeropuerto para recoger a una amiga francesa que venia a pasar unos días conmigo, sabía que yo había estado atravesando una mala racha y quería cerciorarse de que todavía me quedaban ganas de reír. Era una buena amiga. Su nombre es Chantal y tardó en aparecer por la terminal de llegadas lo que tardé en fumarme un cigarro. No suelo fumar a menudo, pero he de reconocer que estaba algo nervioso, hacia bastante tiempo que no nos veíamos, en concreto, 18 meses, desde que volví de Francia. Nos saludamos efusivamente y cual fue mi sorpresa cuando acto seguido veo aparecer a su prima Danielle. ¡Habían venido las dos! Chantal me comentó que no me había dicho nada porque quería darme una sorpresa, y por supuesto que lo consiguió.
El camino de vuelta dio de si para ponernos al corriente de como nos marchaban las cosas a cada uno y ya por fin en casa, me dispuse a meter el coche en el garaje cuando, de repente, Chantal pegó un salto al asiento trasero y se acomodó al lado de Danielle. Afloró mi risa nerviosa que se convirtió en estupefacción cuando vi a las dos primitas empezar a jugar con sus pechos por debajo de sus blusas. Conocía más que de sobra la necesidad de follar que a todas horas tiene Chantal, pero no las de su prima, El caso es que al ver aquel espectáculo mi aparato empezó a levantarse. Yo quería saltar hacia atrás pero me castigaron de momento con mirar como ellas se quitaban lenta y muy sensualmente la ropa hasta quedarse con sus tangas, los cuales estiraban para sentir como se metían por sus respectivas cavidades.
Después de empaparlos, optaron por quitárselos y pegarlos en el techo del coche, momento en el cual me cogieron de la camisa y me llevaron hacia ellas. Con los asientos delanteros pegados al cristal, obtuvimos más espacio de maniobra y sus manos empezaron a acariciar mi cuerpo. Danielle metía su lengua en mi oreja, en mi boca, bajaba por mi cuello y Chantal directa al grano, me desabrochaba el pantalón y se precipitaba ansiosamente a saborear los líquidos que por aquel entonces mi cipote estaba segregando hasta que paró y se dirigió a su prima para hacer las presentaciones:
– Danielle – dijo Chantal – Te presento a mi amiga, la polla.
– Encantada – dijo Danielle.
Acto seguido me regalaron una mamada a dúo de las que hacen historia. Sus lenguas se entrelazaban mientras recorrían lo ancho y largo de mi mástil hasta que me tumbé en los asientos, sujeté a Danielle de la cintura y dándole la vuelta empecé a lamer sus ingles, rozando su coño muy por encima. Chantal seguía comiéndome el rabo y manoseaba las tetas de su prima con fuerza, la cual gemía pues mi lengua había perforado su coño y su culo indistintamente mientras las palmas de mis manos le azotaban sus riquísimos cachetes. Luego le agarré fuerte de la cintura y hundí mi lengua, mi nariz y mi cara en su coño. Ella empezó a jadear con un ritmo muy acelerado y sentí toda su corrida empaparme el rostro. ¡Glorioso!. Por otra parte Chantal se estaba encargando de chupar, pajear, empapar mi polla de tal manera que estaba a punto de reventar.

Ella lo sabía y llamó a su prima para que las dos disfrutasen de tan exquisito néctar. Cuando empezaron las convulsiones, colocaron mi capullo a la entrada de sus bocas y empecé a fusilar esperma como un descosido:
– ¡Aaaah… coméroslo todo, por favor… aaah…! – acertaba a decir.
– ¡Sí, sí, sí… danos toda esa leche calentita! – repetían entrecortadamente por culpa de los chorretones de lefa que inundaban sus paladares y gargantas.
Me apretaron los huevos hasta comprobar que habían exprimido hasta la última gota de mi semen y acto seguido se besaron, pasándose mi corrida de una boca a la otra y viceversa. Al final salieron del coche y, desnudas, me arrastraron hacia dentro de la casa. Llegamos al salón, Chantal se dirigió a la cocina, abrió el frigorífico y sacó una botella de champagne pero cuando me disponía a coger tres copas Danielle me dijo que no harían falta y acto seguido corrió al congelador para volver con una cubitera llena de hielos:
– ¿Sería usted tan amable de prestar atención, por favor? – dijo Danielle, con una voz de zorra deseosa, y poniéndose un cubito entre las paredes de su chorreante coño, preguntó – ¿Es normal que se derrita tan pronto?
– No, no es normal – contestó Chantal – lo que sucede es que estás tan caliente que vas a estallar. ¡Ninfómana insaciable!
– Perdonad que interrumpa pero mi polla, mis manos, mi lengua, en fin todo mi cuerpo esta deseando follaros hasta las últimas consecuencias – me atreví a decir sabiendo, por supuesto, en el lío que me metía.
Y es que follar con Chantal es una jodida maratón, puede estar follando perfectamente las veinticuatro horas del día, los sietes días de la semana y así sucesivamente, pero si encima se une también su querida primita la jodienda se convierte en eterna. Chantal abrió el champagne, lo esparcían por sus cuerpos, en mi falo para luego chuparlo, lo dejaban caer por sus pechos para que al llegar a sus chochos yo recogiese el licor burbujeante con mi boca de paso que mordisqueaba suavemente sus clítoris… Una vez vaciada la botella Danielle fue al baño para coger el bote de aceite corporal, se lo arrebaté y las empecé a untar con dicho líquido. El aspecto brillante y el tacto resbaladizo que fueron cogiendo hacía que mis sentidos se obnubilasen y hasta me doliese la punta del nabo de lo duro que estaba.
Sabía que a Chantal le gustaba que le diese por el culo sin ningún tipo de preparación, tenía un ojete enorme y, aunque le dolía al principio, ella siempre me pedía que empujase hasta que mi polla reventase sus entrañas, pero su prima nunca había catado esos placeres y es por ello que empecé a untarle aceite por toda la raja de su culo, concentrando mis engrasados dedos en su agujero, primero uno, moviéndolo suavemente, luego otro, logrando poco a poco que su ano fuese cediendo, para dar paso a la boquilla de la botella de champagne:

– ¡Aaay…! – gritó – ¡Duele un poco pero me encanta sentirme enculada… mmmm…!.
– Pues, espera a que el figura te calce su herramienta – replico Chantal – ¡Vas a querer estar empalada para el resto de tu viciosa vida!
Al acabar estas palabras Chantal se abalanzó sobre mi cipote, sus lamidas eran desesperadas pero intensamente placenteras, luego se acomodó con su coño encima de mi boca y vaya cuadro. Danielle siendo enculada por una botella de champagne que yo sostenía con una mano, la otra mano introducida casi de lleno en el culo de puta reventadora de hombres de Chantal mientras esta me chupaba el miembro y yo a su vez le devoraba el coño:
– Danielle, vas a degustar el plato principal, carne por delante y vidrio por detrás – afirmé.
Apartando la boca de Chantal, insté a Danielle a que se sentase sobre mi polla, lo hizo con parsimonia disfrutando cada centímetro de rabo que su mojadísimo chumino iba engullendo, y una vez sentada empezó a moverse con lentitud, haciéndome sentir el roce del vidrio a través de la fina capa de tejido que separaba el interior de su culo del de su coño, Chantal manoseaba las tetas de su prima, la cual iba cabalgándome cada vez con más violencia:
– ¡Así, así, fóllame, fóllame! – acertaba a decir con sus agujeros rellenos.
Chantal se zafó de mi puño en su ojal y colocándose detrás de Danielle empezó a empujar la botella para sus adentros:
– ¡Oooh… ooooh…! – era lo único que alcanzaba a decir.
Estaba disfrutando de manera bestial, me destrozaba gloriosamente la polla con cada arremetida hasta que empezó a eyacular como si de una meada se tratase. Expulsaba líquido en cantidades ingentes que resbalaba por mis huevos y se mezclaba con el aceite del cual estábamos pringados. Luego, lentamente se incorporó cediendo el turno a su prima, la cual ni corta ni perezosa se incrustó mi verga en lo más profundo de su orificio anal de una sola tacada:
– ¡Reviéntame el culo, cabrón, reviéntalo! – me sugería a grito pelado -¡Quiero que me rompas por dentro!
Nos incorporamos sin sacarla, se puso a cuatro patas sobre el suelo, empujando sus nalgas contra mi vientre, yo la agarré de la cintura con una mano atrayéndola hacia mi con una cadencia que iba en aumento mientras con la otra mano no paraba de azotarla:
– ¿Te gusta que te azote, ensartada francesita…?. ¡Pues toma ración de polla fresca! – le susurraba al oído.
La cosa se estaba saliendo de madre, Danielle estaba tumbada en el sofá viendo el espectáculo, metiéndose la botella por su irritadísimo chocho y metiendo los cubitos de dos en dos en su perforado ano. La situación en la que me encontraba me permitía observarla y empecé a imprimir un ritmo salvaje que la estaba destrozando pero Chantal no se quejaba, todo lo contrario, empezó a encadenar una serie de orgasmos y sentía como todos sus músculos se contraían aprisionando mi polla y a la vez que gemía me invitaba a no parar de joderla:
– ¡Fóllame el culo, fóllamelo… quiero sentir como te corres dentro de mí, llena mis entrañas con tu corrida, cabrón!
– ¡No, no! – gritó Danielle y tirando de mí hacia atrás consiguió apartarme de su prima – ¡Córrete en la botella, por favor!
– ¡Serás guarra! – le recrimino su prima, aunque sin mucha convicción.

Entre las dos me masturbaron con sus bocas, sus lenguas y sus manos hasta que empecé a soltar leche a mansalva. ¡Vaya par de primitas! Me ordeñaron de lo lindo y no contentas con esto pusieron la boquilla de la botella en la punta de mi capullo, mucha cayó dentro aunque hubo alguna que se escapó en dirección a sus impresionantes tetas, la cual lamieron con rapidez. Después de esto se esmeraron en dejar la punta de mi estaca tan brillante como una lentejuela para acto seguido beberse por turnos toda la lefa que había depositado dentro del recipiente.
Yo ya me encontraba a esas alturas envuelto en sudor al igual que ellas, que no paraban de decirme obscenidades, lo cual no le permitía a mi cipote adoptar una postura de descanso y allí seguía, erguido, dispuesto a follarse de nuevo a ese par de criaturas. Era como si tuviese plena autonomía, no obedecería ninguna orden de mi cerebro que no fuese la de reventar todos los orificios de aquellas soberanas maestras del placer.
– ¡Te vamos a secar, nos vamos a comer tu polla, nos vamos a follar cualquier cosa que puedas meter dentro de nuestros coños y nuestros culos, sí, sí, sí, lo vamos a hacer, lo vamos a hacer ahora! – decían.
Yo no podía dar crédito a lo que estaba oyendo, así era como iba a morir o al menos eso pensaba, pero me daba igual, no me importaba fallecer si era a manos de esas dos ninfómanas insaciables.
Fue un día de sexi bestial. Desperté desnudo, tendido sobre el parquet y abrazado a estas dos maravillas de la naturaleza, recreándome en la idea de pasar los próximos días en una compañía tan especial.
Besos y hasta otra.