Relato erótico
Sexo, cuernos, infidelidad y…
Hoy quiere contarnos una aventura que tiene con una amiga. Está casada, pero esto no impide que follen como locos. Además en esta ocasión se unió otra amiga, también casada.
Gustavo – Murcia
Soy Gustavo y mando un nuevo relato en el que la protagonista es una chavala llamada Marta, que tiene 25 años y está casada. Me la vengo follando desde hace más de un año y disfruta horrores poniéndole los cuernos a su marido. Trabajamos juntos y desde que me la follé por primera vez y le estrené el culito, se ha vuelto poco menos que una ninfómana, porque, gracias a mi aguante, conmigo disfruta follando ya que, dice, su marido no aguanta nada y ella no se corre con él.
Hemos hecho un trío con su amiga Silvia y nos la hemos follado mi amigo Asier y yo a la vez, le hicimos probar el “bocadillo” por primera vez en su vida y quedamos en que se traería un día a Silvia para que disfrutara también del placer de ser perforada por dos pollas al mismo tiempo.
Este es el relato de lo que pasó aquella tarde. No sé qué excusa le darían a los cabrones de sus maridos, pero lo cierto es que las dos se presentaron puntuales en casa de mi amigo Asier. Iban vestidas muy sexis y estaban ansiosas. Sobre todo la guarra de Marta, deseosa de ver como su amiga era follada por dos pollas a la vez. Nos sentamos Asier, yo y Silvia en un sofá y Marta en una silla, frente a nosotros. Estaba un poco inquieta y para ir calentando el ambiente, abría las piernas para que nosotros, sentados en un plano más bajo, le pudiéramos ver las diminutas braguitas que llevaba.
– ¿Tú también llevas unas bragas tan pequeñas? – le pregunté yo a Silvia al oído.
Ella, levantándose un poco la faldita, nos enseñó su afeitado chochito diciendo:
– ¿Bragas…? Hoy no me puesto bragas…
Le toqué el coñito metiendo un dedo en la raja. Estaba empapada y suspiró al notar mi dedo haciéndole una lenta y suave paja. Asier la besó en la boca y empezó a quitarle la blusa. Tampoco llevaba sujetador. En un momento estuvimos los tres desnudos y mientras yo seguía masturbándola, Asier le comía las tetas y ella agarró una polla en cada mano haciéndonos, también, una lenta paja.
Marta estaba sentada en la silla, desnuda y masturbándose, excitada por lo que estaba viendo, pero de momento solo se dedicaba a observar como la zorra de su amiga se ponía cachonda. De pronto, Silvia se incorporó y arrodillándose delante de nosotros, siguió enganchada a nuestras pollas, pero ahora, mientras le hacía una paja a una, chupaba la otra. Marta sacó los dedos que tenía entrando y saliendo de su chochito, se lanzó como un rayo hacia Silvia y abriendo las nalgas de su amiga, se puso a lamerle el ano. Silvia dio un largo gemido, pero no dejó de trabajarnos las pollas. Asier hacía esfuerzos para no correrse, así que hice ponerse de pie a Silvia y sentándola encima de mí, de espaldas, le metí toda la polla en el culo.
– ¡Ooooh… que pollazo, como me gusta… toda tu polla en el culo… así, que bien…! – gritó Silvia al sentirse enculada.
Marta hizo de mamporrera y cogiendo la polla de Asier, la encaró en el chocho de su amiga la cual se abrió de piernas esperando la embestida. Cuando tuvo las dos pollas en sus dos agujeros hasta los huevos, Marta exclamó:
– ¡Anda que si te viera tu marido ahora tal y como estás, le da un telele…! ¿Te gusta, guarra? – y dirigiéndose a nosotros, añadió – ¡Eso es, follaros a esta perra hasta que reviente de gusto… dadle caña… eso es… hacedla disfrutar…!
Silvia se corría una y otra vez y mi amigo también se corrió pero se la sacó del coño y le echó la leche en el estómago y las tetas. Marta se lanzó a lamer las tetas de su amiga y entre esto y mi polla, que todavía tenía metida en el culo, Silvia se volvió a correr como una cerda. Entonces Marta, cuando hubo lamido todo el semen del cuerpo de su amiga, le dijo a esta, después de darle un beso en la boca:
– Vamos a hacer que te llene el culito de leche caliente.
Agachándose, empezó a comerme los huevos hasta que hizo que sacara el culo un poco más, al borde del sofá, y entonces llegó con su lengua al agujero de mi ano. Este tratamiento y Silvia, que no paraba de subir y bajar por mi polla, hizo que me corriera en el culo de la chica que, al notar mi leche entrar en su culito, se quedó quieta y empezó a gemir como una gata en celo. Marta se incorporó y acariciándole las tetas, le dijo:
– ¿Te ha gustado, verdad? Pues no te preocupes, que luego te volverán a follar. Ahora que descansen que mis agujeritos están cachondos y calientes.
Los cuatro, desnudos, tomamos una copa y ellas, inevitablemente, nos hablaron de sus maridos. Las dos coincidían en lo mismo. Cuando se las follaban, se corrían enseguida y ellas no se enteraban. Mientras Marta hablaba, su amiga le acariciaba los duros pezones y cuando vio que nuestras pollas daban señales de vida, dijo:
– ¡Venga, Marta, vamos a ponérselas bien duras para que te follen a ti, tengo ganas de ver cómo te meneas con dos pollas follándote a la vez!
Marta empezó a chuparle la polla a Asier mientras Silvia se metía la mía en la boca. Cuando las tuvimos a punto, nos dedicamos los tres a poner a tono a aquella putita rubia que, sin dejar de chupar mi polla, pajeaba la de Asier y abría las piernas para que Silvia le preparara el agujerito anal. Silvia lamía con avidez el ano de su amiga pero fue Marta, cachonda perdida, quien se subió encima de Asier y se metió su polla en el coño, luego, echándose un poco hacia adelante, me dijo:
– ¡Venga, no esperes más, métemela por el culo… fóllame el culo!
Silvia abrió con las manos las nalgas de su amiga para facilitarme la enculada y así se la metí enterita. Asier le comía las tetas a Marta mientras nos la follábamos los dos a la vez. Silvia acariciaba a su amiga que gemía, pidiendo más y más. Le hice un gesto a Silvia y, obediente, se puso sumisamente detrás de mí y agachándose, me fue lamiendo la espalda hasta llegar, con su lengua, al agujero de mi culo. Me encanta que me coma el culo una tía mientras enculo a otra y aquello hizo que enculara aún más fuerte a Marta, que pedía, excitadísima, que la folláramos más fuerte. Asier y Marta se corrieron al mismo tiempo y yo, gracias a las lamidas de Silvia en mi ano, me corrí al momento en el interior del culo de Marta. Desde que se corrieron y debido a mí aguante, le estuve follando el culo a Marta de quince a veinte minutos sin dejar Silvia de comerme el culo.
Marta aún tenía dentro la polla de Asier y este, mientras yo le follaba el culo, le comía las tetas y los pezones, haciendo que entre la enculada y la comida de tetas, Marta se corriera dos veces más antes de llenarle de leche el culito.
Estuvimos follando con ellas hasta las nueve y media porque tenían que estar en sus casas a las diez ya que les habían dicho a sus cornudos que iban a merendar y luego al cine. Quedaron muy satisfechas y con ganas de volverlo a repetir, lo cual hemos hecho en varias ocasiones. Las dos disfrutan poniéndoles unos buenos cuernos a sus maridos, y particularmente Marta, que se vuelve loca cuando me la follo ya que, con mi aguante, en el primer polvo se corre tres o cuatro veces antes de que yo lo haga, y el segundo ya se hace interminable, llegándose a correr, entre los dos polvos, catorce veces en una sesión.
Por lo menos ahora puede disfrutar de una polla y no como con el cabrón de su marido.
Un saludo y hasta pronto.