Relato erótico
Sexo compartido
La relación con su novia se podría calificar de liberal. Habían hecho un trío hacia tiempo y le propuso volver a repetir la experiencia. Escogieron a un amigo, lo invitaron a cenar y a lo que surgiera.
Víctor – Bilbao
Sonia es mi novia, tiene 21 años, es una chica de pelo largo, rubia, con unos ojos grandes y verdes. Es monitora en un gimnasio, por lo que va todas las tardes y eso le hace mantener muy buen cuerpo. De cara es muy guapa y por si fuera poco, es muy inteligente, está sacándose los estudios universitarios por las mañanas. Yo me llamo Carlos, tengo 23 años, mido 1’75m, con pelo castaño claro, también compagino los estudios por las mañanas y un trabajito por las tardes. Llevamos tres años juntos y desde siempre hemos sido una pareja liberal. En alguna ocasión habíamos hecho algún trío y lo habíamos pasado realmente bien.
Después de estar bastante tiempo sin compartir nuestra intimidad con un tercero, queríamos repetir la experiencia y decidimos que esta vez podríamos probar con un amigo nuestro.
El elegido fue Jaime, él tiene 20 años, es un chico muy guapo y con muy buen cuerpo, trabajado por el gimnasio, también es universitario. Nos conocíamos hacía algunos años y desde siempre le había contado que tenía una relación abierta con mi novia. Alguna vez había hablado con él de la posibilidad de un trío y se mostraba muy entusiasmado, así que no creí que hubiera problema.
Hablar con ella y que aceptara, me llevó bastante tiempo, porque a pesar de ser tan inteligente y abierta, obviamente no puede escapar fácilmente de los prejuicios sociales sobre lo que le han dicho que está “bien” y lo que está “mal”.
La cosa es que una tarde logré que los tres conversáramos y quedar para
vernos unos días después. Así llegó esa noche y Jaime vino a tomar unas cervezas a casa. Le había advertido que quizás no pasara nada, todo sería según la química que se creara con Sonia. Llegó y fue a abrir la puerta a Sonia. Vestía con una camisa blanca, pegada a su pecho, marcando tabletas y con unos tejanos, eso le gustó a Sonia, le dio un par de besos y enseguida se sonrojó. Nos sentamos en el salón, tomamos unas cervezas y charlamos animadamente un buen rato.
En un momento que Sonia fue al baño, hablé con Jaime, él estaba encantado de hacer algo los tres, así que fui en busca de ella y traté de hablar a solas. El chico le gustaba y le caía muy bien, eso la ponía nerviosa, por eso no quería nada, le daba “vergüenza”…
Eso era todo lo que yo necesitaba saber, le gustaba y solo necesitaba un empujoncito. Abrí la ducha y le dije que nos ducharíamos los tres, al final aceptó. Fui a buscar a Jaime que estaba súper ansioso y le dije que viniera al baño. Yo también estaba nervioso porque no sabía lo que pasaría. Para romper el hielo, decidí ser el primero en desnudarme, luego comencé a desnudar a Sonia y también desabroché el cinturón a Jaime, ya que también estaba nervioso. Al tener delante a Sonia desnuda y otro tío a su lado, se me empezó a poner la polla muy dura. Empezamos a besarnos mientras Jaime nos observaba desde atrás.
Con una mano lo agarré y lo atraje hacia nosotros para que se integrara, Sonia estaba frente a mí y giró la cabeza para besarse con Jaime, mientras yo le estaba tocando las tetas a Sonia con una mano, dirigí la otra mano hacia la dura polla de Jaime y este se pegó a ella por detrás completamente erecto. Por curiosidad y como nunca lo había visto desnudo, quería saber que grande era, así que subí mi mano desde sus huevos hasta el tope, comprobando su envergadura y viendo que me sacaba bastantes centímetros de ventaja.
Luego de besarnos largo rato, fuimos a la ducha. Allí Sonia, sintiéndose una verdadera reina, cogía nuestros penes y nos masturbaba a ambos mientras disfrutábamos como enanos. Nuestro amigo Jaime bajó hasta su coñito y se quedó largo rato lamiéndolo, tanto que casi se ahoga por el agua que le caía encima. Después ella se agachó y nos chupó las pollas un rato. Finalmente decidimos ir a la cama. Nos metimos los tres en ella y mientras ellos se besaban, yo bajé a hacerle sexo oral a ella, cosa que le encanta. Cada ratito yo me asomaba, los observaba como estaban besándose y tocándose, eso me ponía más caliente aun. Entonces me di cuenta que a pesar de que ella lo masturbaba, él no conseguía una erección, supongo que por los nervios. Como esa situación lo ponía a la vez más nervioso, le propuse que apagáramos la luz y que viniera conmigo a chuparle también el coño.
Imagino que esa situación para una mujer debe ser increíble, dos machos se estaban desesperando por darle placer oral, confundiendo sus dos lenguas en una sola. Ella gemía y gemía, pero como buena hembra necesitaba un macho dentro.
Me hubiera gustado que arrancara Jaime, así que estiré mi mano a donde debía estar su paquete, pero toqué blando, su pene estaba medio morcillón, pero eso no estaba en condiciones de satisfacer a la dama, así que tomando la iniciativa, monté encima de Sonia y comencé a penetrarla. Ella estaba muy caliente y totalmente húmeda. Tuve que penetrarla despacio y con calma, ya que iba a eyacular en cualquier momento. Jaime de mientras se acostó al lado de ella y la besaba mientras yo la penetraba. Decidí abrir la luz, comprobando que no solo se estaban besándose, sino que ella lo masturbaba nuevamente y él ya tenía una erección incipiente.
Me acerqué al oído de ella y le sugerí que se la chupara, así que ella le pidió que le llevara la polla a la boca. Como yo estaba sobre ella, tuve ese aparato a pocos centímetros míos y vi que era grande y algo más gruesa que la mía. Evidentemente a ella le gustaba tener eso en la boca y yo envidiaba ese tamaño. Finalmente propuse cambiar de posición y que él la penetrara, mientras ella me chupaba. Entonces él se levantó, se puso un preservativo y al tratar de penetrarla volvía a tenerla fláccida. Para relajar el ambiente y quitar un poco los nervios, le indiqué que la chupara a ella, mientras se masturbaba. En ese instante sonó el timbre, fui a atender y eran las pizzas que habíamos pedido, tuve que bajar a abrir y pagarlas. Al subir, apenas entré en el piso y escuché muchos gemidos. Caminé despacio hasta mi habitación y los vi en la posición del misionero, ella gemía como una loca, como hacía mucho tiempo que no la sentía. De hecho, ella acariciaba constantemente la polla de Jaime que la penetraba con gran fuerza.
Fue una sensación muy rara. Yo sabía que estaba compartiendo a mi novia, a la mujer de la que estoy enamorado y que espero sea la madre de mis hijos, y me gusta compartirla porque siento que debo competir con otros hombres, incluso más dotados que yo, en las artes de complacerla. También porque me gusta ver en acción a otros hombres y ver y aprender de ellos, pues considero que cada cual tiene sus técnicas, además porque entiendo que una persona sea curiosa y que fantasee con tener sexo con otra que no sea su pareja. Así que yo prefiero que nos divirtamos juntos y no siendo infieles. Decía que me sentía raro, porque me sentía celoso. Ella estaba gozando mucho más con ese chico que conmigo, ese pene grueso la llenaba más y la tocaba más profundo que yo, y ella gemía.
Cuando me vio, me miró como diciéndome que realmente la estaba pasando muy bien, se debía sentir toda llena y animaba a Jaime a que eyaculara en su coño (aunque tenía condón). Me tiré en la cama detrás de él y veía claramente su largo pene entrar y salir en la vagina. Veía sus huevos rebotar y esa imagen me excitaba terriblemente. Veía las manos de Sonia recorrer su polla y ocasionalmente rozar su ano, y yo enloquecía… Finalmente, él con grandes gemidos descargó su semen y se quedaron fundidos en un beso y abrazo.
Tras unos instantes decidí poner orden, lo tiré para un lado para poder penetrarla, cosa que ella aceptó encantada. Por supuesto, se la metí sin preservativo (ella toma pastillas), empecé un mete y saca enloquecedor, los dos chillábamos de placer, hasta que noté que llegaba al orgasmo y en pocos segundos descargué una gran cantidad de semen en su interior.
Después de descansar un rato, nos levantamos y nos comimos las pizzas. Habiéndonos relajado un rato, conversando, explicando chistes y otras pavadas, la calentura vino de nuevo. Decidimos volver a la habitación. Sonia nos pidió que nos acostáramos y comenzó a chuparnos la polla alternativamente un largo rato, mientras chupaba a uno, se la meneaba al otro, después cambiamos de posición, me levanté, fui por detrás de ella y se la metí por el coño hasta el fondo, mientras la penetraba veía como ella seguía chupándole el mástil a Jaime. Cambiamos nuevamente y Jaime la penetraba a ella estando a cuatro patas, mientras ella me la chupaba. Jaime le daba fuertes embestidas, haciendo rebotar sus testículos en su vagina. Me aparté y estuve observando un buen rato sus brutales embestidas y sus caras de enorme placer, sobre todo la de Sonia.
Al rato Sonia me reclamó, nos pidió a ambos que la penetráramos a la vez, uno por cada agujero. Tumbó a Jaime boca arriba en la cama, se puso encima de él, le cogió la polla y se la metió entera en el coño, seguidamente acercó sus manos a sus nalgas, las abrió pidiéndome que le metiera mi polla entera por el culo. Estaba excitadísima, no lo dudé ni un momento, rápidamente abrí el cajón de la mesita de noche y saqué la botellita de lubricante, puse una buena dosis de él en su culo y otra en mi durísima polla, acerqué la punta de mi polla a su ano y empecé a penetrarla muy despacio. Entró toda sin ningún problemas, su culo la engulló por completo y entonces nos sincronizamos ambos para acabar en un mete y saca a la vez impresionante. Sonia estaba completamente llena de polla y esto le produjo un enorme placer, gritaba como nunca lo había hecho.
Por mi parte también era un placer nuevo y muy excitante, con mi polla notaba la polla de Jaime dentro de Sonia.
Así estuvimos un buen rato, ambos bombeando a Sonia, provocándole más de un orgasmo, hasta que quedó exhausta de placer, sin fuerzas para seguir. Salimos ambos de ella y nos masturbamos mutuamente durante poco tiempo para acabar corriéndonos encima de ella, llenándola totalmente de nuestras leches. Luego nos acostamos uno a cada lado de ella y cuando pasaron unos minutos, los justos para recuperarse y poder volver a la acción, me levanté, le abrí las piernas, le indique a Jaime que se acercara y ambos fuimos a lamerla toda. Ella volvía a gemir sin parar, una lengua alternaba a la otra estaba recibiendo una velada de placer inolvidable e insuperable. Una lengua se encontraba en su culo y la otra lengua en su clítoris y resto de vagina.
Estábamos tapados con la sábana, por lo que ella no sabía quien le chupaba. Mientras, abajo era una locura, ya que al estar tirados uno al lado del otro, ocasionalmente nos rozábamos los sexos con los pies o manos, creando un ambiente muy privado, extraño y a la vez, muy excitante. Por si fuera poco, Jaime y yo chocábamos nuestras lenguas varias veces mientras la chupábamos a ella… Después de sentir como ella acababa mientras la chupábamos y Jaime por indicación mía, le introducía un par de dedos en su húmedo coño (cosa que en combinación con lamidas en el clítoris, es la receta perfecta para que llegue a sus orgasmos), la dejamos descansar un rato. Ambos subimos, le besábamos todo el cuerpo, ella seguía siendo la reina, la que era colmada de atenciones, la que enloquecía a dos machos que morían por darle más placer.
Empezamos a besarnos en la boca con ella. De pronto se acercó Jaime y nos besamos los tres juntos, chocando lenguas y fluidos, fue absolutamente excitante, nunca había hecho algo tan atrevido. Finalmente volví a penetrarla, mientras ella en cuatro patas se la volvía a chupar a Jaime, que estaba sentado en la cama con las piernas abiertas, enseñándonos su sexo. Pude ver con gran claridad el tamaño de sus huevos, a los que ella le dedicó un gran rato a chupar, mientras que también vi cuando ella chupaba su polla y le iba introduciendo un dedo en el ano. Su polla ya estaba enorme y durísima, ella chupaba, lamía, succionaba, de todo y sin parar, durante un largo rato, hasta que consiguió que lanzara leche a borbotones, mientras ella le comía los testículos y meneaba su polla arriba y abajo sin parar. Yo también acabé con un gran gemido, corriéndome dentro de su coño, inundándola con mi esperma.
Quedamos los tres rendidos encima la cama y dormimos durante varias horas. Cuando nos despertamos Sonia y yo, comprobamos que Jaime ya no estaba, nos había dejado un mensaje en el móvil explicando que había tenido que salir, agradeciendo la velada. Ambos empezamos a recordar detalles de la noche anterior, produciéndonos mucho morbo y excitación, eso hizo que acabáramos echando otro polvo increíble. La verdad que realmente fue una noche excelente y si bien nunca lo repetimos con Jaime, ambos esperamos que algún día podamos volver a quedar con él para compartir nuevas y si cabe, mejores experiencias.