Sexo a tres bandas

Hacia un tiempo que se habían montado un trío con un amigo y su mujer le dijo que le gustaría repetirlo. Lo localizó y volvieron a quedar. El “reencuentro” fue bestial.

Jorge – Pamplona
Amiga Charo, en otro testimonio te conté que hacía casi un año que mi mujer y yo participamos en nuestro primer trío el cual fue sencillamente divino y ella gozó como nunca antes la había visto gozar, al igual que mi amigo Iñaki y yo. Pero ella deseaba repetirlo con este amigo y al final logré contactar con él y emparejarlos de nuevo.
Terminé mi relato diciendo que mientras yo los observaba follando, desde la silla, me desnudé y quedé con mi polla al aire, totalmente enhiesta, sin habérmela tocado siquiera, pero no quería adelantar nada, el placer había que regularlo y teníamos toda la noche por delante, sin embargo sin masturbarme, tenía la verga en total erección, palpitante y cabeceando de gusto y excitación, esperando con paciencia mi turno y tomando algunas fotos de las escenas que más eróticas me parecían.
Iñaki mientras, seguía clavando su voluminoso aparato en el coño de mi mujer y desde donde yo los observaba podía apreciar claramente como su chocho se dilataba al máximo para poder albergar una verga del tamaño de la de Iñaki. No sé muy bien calcular medidas pero fácilmente le pongo unos 22 ó 24 cm y realmente muy grueso, casi como una lata de refresco. Estaba preciosa su chocho repleto de polla, como a ella le gustaba y gimiendo de gusto. ¡Que escena!
Mi mujer poniéndome los cuernos en mi propias narices, con mi total complacencia y con un hombre con una herramienta mucho más grande que la mía, que es de tamaño medio, unos 16 cm y un poco delgada, nada que ver con ese pollón tan grueso de Iñaki y precisamente eso era lo que quería, verla gozar con otro hombre, que le llenara el coño a tope y que la hiciera sentir placer ante mis ojos pues ella cuando goza es todo un espectáculo sexual de primera y estaba satisfaciendo mis fantasías y las de ella y Iñaki gozaba sabiendo que se follaba a la mujer de otro delante de su propio esposo y que la ponía a gozar como nunca y por supuesto que lo excitaba muchísimo la situación.
Así estuvo un rato follándosela, sostenida en los aires los dos frente a frente, pero por supuesto que nadie aguanta mucho rato así, sosteniendo a la mujer, así sea delgada como mi mujer, que pesa como 48 kg, mide 1,65 cm y sus medidas son aproximadamente 88 de busto, 62 de cintura y 91 de cadera. De verdad que está muy buena, me parece que tiene una figura esbelta y preciosa y en la calle la miran mucho cuando pasa, lo cual me hace sentir muy orgulloso. Entonces Iñaki, con ella montada encima de él, estaban totalmente unidos por sus sexos y sus bocas, abrazados, ella en una actitud de total entrega, penetrada en su chocho hasta lo más profundo y él como todo un macho cabrío, poseyendo a la hembra con furia y desesperación.

Entonces se dirigió a la cama, la depositó allí suavemente y siguió dándole con pasión, alzando ella sus piernas sobre él y colocándoselas en sus nalgas, haciendo presión como para que se la metiera aún más adentro, si es que eso fuera posible.
Así siguió un rato, enterrando su verga en el coño de mi mujer, alzándole una pierna como para que yo pudiera ver como le entraba y entonces se la sacaba por completo y su coño se cerraba y quedaba un pequeño orificio, escurriendo jugos blancos, espesos, provenientes de los dos, allí mezclados, y su verga se veía desafiante, imponente, mirando hacia arriba, seguro molesta por haber sido sacada del lugar en donde estaba gozando tanto y ella le decía:
– ¡No la saques, métemela bien adentro, mi amor, hasta el fondo que me encanta!
Entonces él volvía a arremeter contra su coño, que tenía que abrirse más de la cuenta para poder albergar en su interior semejante cosa, y se veía que ella lo gozaba de una manera, que impresionaba y que me tenía alelado de placer.
Se podía escuchar cuando entraba y salía, sus jugos chapoteando por el movimiento de sus cuerpos y luego se besaban y él movía las nalgas con desespero, con fuerza, para luego hacerlo más lento y bajar su cabeza a sus senos y se metía un pezón en la boca, ella gemía entonces más fuerte y luego se metía el otro y ella decía:
– ¡Aaah… qué bueno, como me haces gozar, me fascina que me comas las tetas, que gusto!
Así estuvo bombeándola un rato, hasta que pude ver como las facciones de mi preciosa mujer se desdibujaban de gusto, y gritó de una manera bestial, que se corría, decía:
– ¡Aaah… así… así, Iñaki, que me voy a correr…oooh… sí, me corro… aaaaah…!.
Ese grito, que yo creo que lo oyeron en todo el motel, me dio un estremecimiento de gusto y todavía hoy escribiendo estas líneas recuerdo y se me levanta la polla, me excito y ya estoy pensando terminar el relato para follarme a mi mujer, mientras le leo lo que escribí, para que recuerde lo que gozó aquel día y que esperamos se vuelva a repetir muy pronto. Además le mostraré las fotos que tomé aquel día, que están muy bien guardadas y no las vemos mucho.
Resulta que cuando ella acabó, él se colocó encima de ella, sin aún terminar y la dejó así, con las piernas abiertas, bien follada y con una expresión de gusto y satisfacción que yo creo que ni chupando un limón se le quitaría. Entonces me hizo señas para que me la follara, porque a él también le gusta mucho ver como follamos.
Con mi verga dura como una piedra, me coloqué entre las piernas de mi amada, ocupando el sitio que hacía poco había ocupado Iñaki y la coloqué en la entrada de su mojado chocho, le acaricié los labios con mi polla y lentamente se la fui metiendo, poco a poco.

Noté que aquel chocho había estado ocupado por “algo más grande”, ya que, mi polla estaba muy holgada allí dentro. A los pocos segundos el placer era bestial y los susurros de mi mujer en mi oído me ponían cachondo. Me decía que se había corrido y que ahora, volvería a correrse con la verga que ella más quería. Fue oír aquello y correrme como un adolescente.
Iñaki, se estaba masturbando y había tomado algunas fotos de nuestra follada.
Entonces, de repente, noté que Iñaki se me acercaba por detrás y que su boca acariciaba las piernas de mi mujer y llegaba a nuestros sexos unidos, lo sentía allí atrás y era una sensación extraña pero morbosa, cuando de repente sentí que su cuerpo se acomodaba y ponía su verga al lado de la mía. Mi mujer y yo estábamos cerca a la orilla de la cama y ella estaba boca arriba y yo encima, ella con las piernas abiertas sobre mis hombros y yo clavándola por el coño.
Entonces él empezó a hacer presión por un lado y ella empezó a gemir con más ganas.
– ¡Aaah… así, que gustó!
De repente, con gran dificultad, lo logró y se coló “a mi lado” dentro del chocho de mi mujer. Podía sentir la piel de su polla junto a la mía. El coño de mi mujer estaba ardiendo y se quejaba de que le dolía, pero nos suplicaba que no le sacáramos las pollas, que sentía un placer inexplicable.
De pronto, Iñaki, dijo que quería que nos corriéramos juntos, que le avisara cuando llegara el momento, y cuando le dije que estaba a punto, aceleró sus movimientos, mientras que mi mujer seguía gimiendo, pues ya llevaba como cinco orgasmos seguidos. Yo no pude soportar más y me corrí de una forma salvaje e impresionante que me da escalofríos de solo recordarlo y le dije:
– ¡Me corro, mi amor, te voy a dar mi leche!
– ¡Oh, sí! – me dijo – ¡Sí, quiero que me llenéis de leche, mis dos machos!
Mientras me corría, notaba los chorros que salían de la polla de Iñaki, mientras gritaba:
– ¡Que coño más bueno, que delicia, que orgasmo… aaah… que bien se está así, entre tres!
Entonces nos separamos, nos abrazamos los tres y así estuvimos un rato, acariciándonos pero ya con ternura, mientras descansábamos para seguir con “la función” y la verdad es que lo pasamos de maravilla.
¡Que noche! Echamos cada uno seis polvos, es decir, ella se tragó doce corridas, en su boca, en su culo, en su coño, le dimos por todos lados, en el jacuzzi, en una silla, en el baño, en la cama y así hasta el amanecer y por la mañana de repente sentí que me despertaban unos jadeos y era ella que se la estaba mamando a Iñaki.

Esa fue la última vez que estuvimos con Iñaki y de verdad que los tres lo pasamos de maravilla y no vemos la hora de volverlo a repetir. Nos dijo que en noviembre volvía y estamos esperando ansiosos que llegue el día. Por supuesto que ella es la más ansiosa, me dice que se muere de ganas por volver a sentir ese pollón en su interior y que la volvamos a follar entre los dos. La verdad es que no nos arrepentimos para nada de lo que hicimos, somos muy felices y nuestra relación anda a las mil maravillas, gozamos más del sexo, nos lo pasamos de maravilla los dos y a veces lo hacemos hasta dos y tres veces al día, y definitivamente, esta relación nos llenó de deseos sexuales y nos ha dado muchas gratificaciones.
Saludos y felicidades por tus revistas.