Relato erótico
Sexo “a la carta”
Ha querido contarnos el final del encuentro que tuvieron con una pareja que conocieron en nuestra revista. Desde aquel día su vida sexual ha cambiado, o mejor dicho su mujer ha cambiado. Si quiere “algo” lo pide.
Manuel – TARRAGONA
Amiga Charo, mi mujer y yo llevábamos meses fantaseando con la idea de compartir nuestra intimidad con otra pareja. Cada día cobraba más fuerza y era tema cotidiano entre nosotros, sobre todo al momento de estar haciendo el amor. Diez años de matrimonio habían servido para conocernos perfectamente y sabíamos en que momento sacar un tema a colación o en que momento pedirnos algo, y al final nos pedimos hacer ese intercambio con otra pareja, Sandra y Paco, que encontramos en vuestra revista de contactos.
Después de hablar con ellos, nos dimos cuenta que tenían edad afín a la nuestra, ideas y gustos similares y lo mejor de todo que eran de nuestra ciudad, la única diferencia era que ellos contaban ya con algo de experiencia. Nos citamos para conocernos y para tomar una copa. Ellos llegaron puntuales al piano-bar al que acordamos encontrarnos.
Nos gustamos, y nos citamos terminando mi relato anterior cuando estábamos los cuatro desnudos y gozando a tope y yo, entre la cabalgada que me hacía mi mujer, las caricias a los pechos de Sandra y los besos que me daba, llegué a un intenso orgasmo e inundé el chocho de mi mujer con potentes chorros de leche caliente al momento que ella tenía un orgasmo más que, al mezclarse con mi corrida, hacía que se oyera un intenso chapoteo.
Sandra también gemía por las caricias, los besos y la follada de su marido, adornando su corrida con gemidos que fueron cada vez más intensos hasta que soltó un fuerte grito casi simultaneo a mi corrida y en esos momentos de máximo placer, solté de nuevo a Sandra.
Afortunadamente la erección de Paco se mantuvo hasta que ella terminó, pero una vez pasado el momento, de nuevo salió de ella con la polla medio flácida.
Mi mujer puso una pícara sonrisa en su cara, que volvió hacia mi para que la viera, una sonrisa que más que nada era una solicitud, un ruego para autorizarle yo algo y yo, sin saber a ciencia cierta de qué se trataba, simplemente asentí con la cabeza. Ella se levantó para acercarse a una de las cómodas de la suite donde habíamos dejado algunas cosas, cogió un condón y volvió hacia la cama. Entre tanto Paco seguía tratando de estimular a su medio erecto pene mientras Sandra y yo recuperábamos el aliento hasta que, de nuevo mi mujer repitió la indicación de minutos atrás.
– Tócala, cariño.
El tono, entre ruego y orden, fue curioso, sin dejar espacio a duda o comentario, así que seguí la indicación, me giré sobre mi costado para comenzar a besar de nuevo a Sandra, mis manos fueron a sus senos, mi boca las siguió y de reojo pude ver como la verga de Paco de nuevo cobraba vida, entonces mi mujer le paso el condón que había cogido, él se lo colocó y hecho esto mi mujer se colocó a gatas casi sobre Sandra y yo, a la altura de mi verga. Paco al ver como seguía yo con el magreo sobre las carnes de Sandra adquirió una firme erección, la cual terminó dentro del coño de mi mujer y yo, al verla rompiendo las reglas acordadas de solo ver y ser vistos, me puse sumamente caliente, mi verga se recuperó de la tremenda corrida de minutos antes y entre mi mujer y Sandra se dedicaron a la tarea de comérmela.
El espectáculo de ver a mi mujer empalada por otro y el tener dos bocas disputándose mi verga fue algo singular. Si por momentos me distraía de las atenciones que le brindaba yo a Sandra y mi mujer al notar como bajaba la erección de la verga que tenía dentro de ella, me repetía la orden:
– ¡Tócala, tócala!
Me dediqué entonces a la tarea de acariciar y besar el delicioso cuerpo de Sandra hasta que la coloqué a gatas también para que siguiera mamando mi verga, pasé un brazo por debajo de ella y metí el pulgar en su vagina y el índice a su ano. La intensidad de sus mamadas se incrementó y sus gemidos también. La disputa entre ella y mi mujer por mamar mi verga quedó zanjada al momento en que mi mujer llegó al orgasmo, sus gemidos le impidieron seguir en la lucha por mi verga, quedando unos segundos despatarrada sobre la cama, pero no bien recupero algo del aliento, sacó de dentro de si a Paco, le pidió a Sandra que se acostara a lo largo sobre una de las orillas del colchón, me hizo levantar para que de nuevo metiera mi verga en la boca de Sandra y le dijo a Paco:
– ¡Fóllatela mientras se la mama a mi marido!
Paco se quitó el condón y procedió a meterle la verga en la mojada raja, sin despegar la mirada de mi verga entrando y saliendo de la boca de su mujer a la vez que repetía una y otra vez:
– Mámasela querida, mámasela, sácale toda la leche.
Cuando las avisé que estaba por venirme, mi mujer me indicó que acariciara también los senos de Sandra, para luego dirigirse a Paco diciéndole:
– ¡Mira como mama tu mujer, mira como la tocan, mira como lo disfruta…!.
Lo cachondo de la situación me llevó al límite y descargué mi corrida en la boca de Sandra, escurriendo mi leche de sus labios y salpicándole la cara y el cuello. Paco, al ver esto, explotó en un orgasmo que le arrancó intensos gemidos y un grito final que anunciaba una venida como hacía tiempo imagino no experimentaba. Sandra también anunció su orgasmo y los tres terminamos solo con breves segundos de diferencia.
Paco se desplomó al lado de la cama, Sandra nos miró y en su rostro se dibujó una sonrisa y una mueca de agradecimiento, tomó algo de aire y simplemente nos dijo:
– Gracias amigos, pero sobre todo, gracias a ti amiga que intuiste a la perfección la situación de Paco.
Días después llamo Sandra a casa, de nuevo le agradeció a mi mujer por haber roto las reglas del contacto y le explicó que Paco llevaba ya tiempo en que solo lograba una erección plena al ver como Sandra era tocada por otro, que solo alcanzaba el orgasmo cuando Sandra se encontraba en una situación sexual con un tercero y que le agradecía el que su intuición de mujer le hubiera permitido vislumbrar lo que se necesitaba para hacer la noche memorable.
Yo aprendí varias cosas una, que mi mujer puede convertirse en una zorrita total, dos, que solo era cuestión de tiempo para que ella tomara la iniciativa y que desde ese día hasta hoy, ya no tengo que ser intuitivo para lo que ella quiere, ahora lo pide con “pelos y señales” y lo más importante de todo, que no existe nada más bello que el rostro del ser amado cuando está gozando.
Besos de los dos.