Relato erótico
Sesión porno
Son propietarios de una sala de cine porno y su mujer lo ayuda. Muchos clientes le preguntaban si ella era “fácil”. A él, le hubiera gustado verla con otros hombres, y creyó que había llegado el momento de hacer un montaje.
Andrés – MADRID
Amigos de Clima, me llamo Andrés, soy de Cartagena pero vivo en Madrid, tengo 35 años, estoy delgado pero desde siempre me gustaron las mujeres mayores, especialmente las gorditas, las encuentro hermosas y deseables, encuentro en las mujeres gorditas y maduras una belleza y sensualidad inigualables. Ahora voy contar como comienza todo.
Hace unos nueve años conocí a Manolita, la que hoy es mi esposa. Es una gordita de 98 kg, 1,60 de estatura, atractiva, ojos verdes y de 29 años. Todo lo tiene súper grande, sobre todo los pechos y el culo y eso me enloquece.
Como el ramo de la construcción estaba mal, decidí comprar una sala de cine xxx, en el centro de la ciudad, o sea, que además de ganarme la vida, pillaba unos calentones de campeonato.
Yo mismo atendía la taquilla y Manolita me ayudaba por las tardes. Estaba en el bar y acompañaba a los clientes hasta sus asientos. Para caldear un poco más el ambiente, mi mujer, solía llevar una ropa bastante atrevida que dejaba ver todos esos gordos encantos que ella tiene.
En el local solo había un baño que estaba al fondo de la sala y cada vez que ella iba al lavabo, podía observar como la miraban los tíos.
Una tarde, un cliente me preguntó:
– ¿La jamona esa que está por las tardes, es fácil?
– Pienso que sí – le contesté yo – pero inténtelo con mucho disimulo, no se vaya a molestar.
Le comenté a mi mujer, que los clientes se ponían cachondos cuando la veían pasar y que uno de ellos me había preguntado si era una tía fácil.
Se cabreó enormemente, pero conseguí calmarla. Le dije que me gustaba que los otros hombres la miraran e incluso me ponía caliente pensar que se la pelaban pensando en ella.
Pasaban los días y más clientes me preguntaban por ella. ¿Esta casada? ¿Sabes cuanto cobra? En fin todas esas preguntas que me hacían pensar que podía hacer para que Manolita se comportase como la golfa que yo siempre había querido. Era el ambiente y el sitio adecuado, incluso le dije que al menos se dejara por algún cliente, que yo quería verlo, pero siempre terminábamos riñendo.
Un día ella se fue a una fiesta con unas amigas del trabajo y quedó en venir a las 4 de la tarde, pero dieron las 7 y no llegaba. Pensé que esta era mi oportunidad, iba a venir con algunas copas de más y haría lo que fuera para que no me disgustara por haber llegado tarde. Comencé planeándolo todo y en ese momento llego un tipo, alto, con buen cuerpo, de unos 40 años que me preguntó:
– ¿A qué hora cerráis? – y al decirle yo sobre las 1, añadió – Bueno, deme una entrada y una cerveza.
Yo seguí planeando qué hacer para que Manolita pagase su falta. Entonces vi la bolsa con la ropa que se ponía para el cine. Había una especia de blusa larga, y unos pantalones. Saqué los pantalones y los escondí.
En esos momentos salió el cliente, él que había entrado hacía poco y me dijo:
– ¿Aquí no vienen mujeres en busca de macho?
– Sí, casi todos los días viene una veterana gordita y dicen que está muy buena y complaciente – yo le dije sin pensarlo mucho.
– ¿Y a qué hora viene esa?
– Siempre viene a esta hora.
– Bueno, entonces me dirá cual es.
– Usted se dará cuenta, porque suele llevar unas blusas que no le tapan ni el culo, y cuando va al baño es cuando los clientes le hacen proposiciones.
– Está bien, la esperaré, gracias – me dijo.
Yo estaba a tope, había preparado una noche de juerga para Manolita y ella ni se lo imaginaba. De pronto paró un taxi y ella bajo. Vi que venía un poco achispada de la fiesta. Entonces preparé mi show y tan pronto entró, me hice el enojado por la hora de llegada pero ella me dijo:
– No te enfades, que solo quería pasar un rato divertido con mis amigas, ya sabes que no lo hago muy a menudo y no me he enterado de que hora era.
– Eso no es disculpa – le dije.
Me hice el remolón y ella fue a vestirse. De pronto salió, con la blusa y sin los pantalones y dijo:
– Joder, me he dejado los pantalones en casa, espero que con las medias y gracias a la oscuridad, no llame mucho la atención.
Sonreí y le dije que estaba muy guapa, entré en la sala y le dije al tío aquel que ya había llegado y que estaba de rechupete.
Manolita, fue directamente al baño para ver si estaba limpio y no faltaba nada y al tío aquel le faltó tiempo para seguirla.
Cuando ella salió la saludó, la invitó a tomar algo y ella le dijo:
– De acuerdo, pero solo un momentito.
El salió para llevarle la cerveza que había pedido y seguí mirando lo que pasaba. El se sentó al lado de ella, le pasó la cerveza, hablaron de la película y medio se oía lo que decían entre los gemidos de la película. El tío rápidamente, le puso una mano en la pierna. Las copas que había tomado con sus amigas hacia su efecto. Estaba completamente relajada y no dijo nada.
Como es lógico, el tío se fue animando y le metió la mano entre las piernas buscando el chocho. Por la cara que puso él, deduje que no llevaba bragas, por lo tanto, se lo magreaba con toda libertad.
Vi que mi mujer cerraba los ojos y que lanzaba grititos de placer.
Entonces, me di cuenta que había tres tíos cerca de ellos, que al oír a mi mujer, se habían olvidado de la película y los estaban mirando.
Le estaban haciendo una paja a mi mujer y yo tenia la polla completamente empalmada.
El tío seguía pajeándola con una mano y con la otra se sacó la polla del pantalón. Mi mujer, ni corta ni perezosa, empezó a masturbarlo.
Se dieron un beso, y el muy cabrón, le bajo la cabeza para que se la chupara. ¡Menuda mamada le estaba haciendo! Me parecía oír los chupeteos desde mi sitio. De pronto, el tío se quedó quieto, le sujetó la cabeza y al cabo de un momento fue al baño. El muy cerdo se había corrido en la boquita de mi mujer.
En cuanto salió del baño, se fue, pero los otros tres tíos, estaban con las pollas en la mano, pelándosela como locos.
Ella no se movió del asiento y al cabo de unos minutos, uno de los tres tíos, se sentó a su lado. Debía tener unos 55 años. Agarró la mano de mi mujer y se la puso en la polla. Rápidamente, se acercó un chico como de unos 25 años, se sentó al otro lado y también la empezó a manosear por todas partes. Luego los dos se levantaron y le pusieron las pollas en la boca. La muy calentorra iba alternando la mamada.
Estaba tan emocionado, viendo ese espectáculo, que no vi cuando el otro tipo, un negro grande, y con una verga que superaba a cualquiera, se acercó y cogiéndola del pelo, se la metió en la boca.
Yo sabía que a ella le encantaban los negros bien cargados y Manolita se agarró a ese pollón como un bebé con su chupete y no la soltaba.
El chico joven, le estaba comiendo las tetas y el hombre mayor le estaba trabajando el coño. Estaba disfrutando como una cerda.
El tío mayor quería follársela, mi mujer le dijo que si, pero con condón. Por lo visto era un hombre previsor, lo sacó del bolsillo, se lo colocó y se la metió en todo el coño. A las tres o cuatro embestidas se corrió. Se apartó, se recompuso la ropa y se marcho al baño.
El chico joven, no tuvo tanta suerte, ya que mientras mi mujer se la comía al chico negro, se corrió mientras se masturbaba.
Manolita ni se dio cuenta de que el chico se iba, estaba tan ocupada con el pollón que no veía nada.
Vi como él, agarraba la cabeza de mi mujer, y por la forma de arquear su cuerpo supe que le había llenado la boca de leche.
Cerré el local en seguida y me fui para la sala. Yo estaba a reventar. Mi esposa estaba en la butaca con las piernas abiertas. Le toqué el coño, lo tenía súper caliente y muy mojado, su rostro estaba lleno de leche y también sus tetas… pero ya contaré el resto en una próxima carta
Saludos y hasta pronto.