Relato erótico
Secretos de alcoba
A nuestro amigo siempre le ha gustado ver a dos mujeres “amándose”. Se lo dijo a su mujer pero, no la convenció. Él insistió y mientras follaban le hacía ver lo bien que se lo podían pasar con otra mujer en la cama.
Fernando – SEVILLA
Somos un matrimonio, Fernando y Macarena, metidos en los cuarenta. Yo siempre he querido hacer un trío, con otra mujer. Me excita ver a dos mujeres haciendo el amor. Pero Macarena, cuando he hecho comentarios sobre el tema, no estaba por la labor. Eso sí, cuando estamos haciendo el amor, y le estoy follando en el coño, al oído, le digo:
– Como me gusta follarte, meterte la polla en tu chochete, pero mientras te la meto me gustaría ver cómo le comes las tetas a otra mujer que está follando con nosotros.
– Me comería lo que tú quieras – ella responde- Le chuparía los pezones y le daría bocaditos por todas las tetas.
Eso me pone a mil y acelero la embestida hasta que nos corremos los dos juntos. Muchas veces hablamos del tema, pero ella sigue diciendo que no le atrae mucho. Pero en la cama la actitud es distinta, y se pone muy caliente con lo que le voy diciendo al oído, y tiene unos orgasmos fenomenales.
Tenemos una amiga, que la llamaré Charo, es un poco mayor que nosotros, está muy buena, y siempre he deseado echarle un buen polvo. Un día, follando, volví a la carga con el tema, pero esta vez le nombré a Charo. Y esa noche en la cama, mientras follábamos, le decía como chuparíamos las tetas a nuestra amiga, mientras le follaba a ella, que le comería el coño a Charo, mientras ella le ponía el suyo en la boca de ella, etc. Esa noche fue una de las que más gozamos en mucho tiempo.
Pero no hablamos más del tema y dejé correr el asunto hasta que un día la invitamos a almorzar en casa, pues es separada y ya no nos veíamos tanto como antes. Como era avanzada la primavera, Charo venía con un conjunto bastante juvenil para su edad, con un pantalón pirata bastante ceñido, que le marcaba ese culazo que tiene tan bueno, y una blusa estampada, con un escote generoso, que dejaba asomar buena parte de esas tetorras tan apetecibles que tiene. Ahora bien, Macarena tampoco se quedo atrás ya que se vistió con una minifalda vaquera, la cual le deja enseñar sus piernas tan estupendas y como también tiene un buen culazo, se le sube por detrás la falda y deja entrever esas nalgas para restregarle el nabo por ellas.
Además se puso un jersey muy ajustado, que marcaban sus tetas, aunque no son tan grandes como la de Charo, pero a mi me encantan, pues cuando le como una me la puedo meter entera en la boca.
Lo pasamos muy bien ese día, hablamos de muchos temas y como el que no quiere la cosa, derive el tema hacia el sexo, los intercambios de pareja, tríos. La cosa se fue animando y subiendo de tono la conversación. Después de almorzar, tomando una copa, volvimos al tema del sexo, y la cosa se animó, pero no pude llegar a lo donde quería, pues desviaron el tema, no sé si intencionadamente. Al rato recogimos, llevamos los platos y vasos a la cocina, y volví al comedor, pero como que no venían, me fui de nuevo a la cocina, y allí estaban de charla. Cuando las vi mostrando esos culos tan buenos y apetitosos, que tienen las dos, me atreví a darle unos sobeos a cada una en el trasero y decirles lo bueno que lo tienen, y como me los comería. Las dos empezaron a reírse, pero Macarena no se molesto por ese atrevimiento, y Charo me dijo si sería capaz. Como un resorte, les empecé a sobarlos, ahora bien, mientras las dos seguían riéndose. Entonces mi mujer me dijo:
– ¿Te gustan nuestros culos?
– Pues claro – le respondí – ¿Como no me van a gustar estos dos culazos tan buenos que os los comería enteros?
– ¿A quién se lo comías primero? – preguntó Charo. ´
Entonces, sin dejar de sobarlas, le di un morreo a Charo, que correspondió con ardor, y a continuación le comí la boca a Macarena. Mientras morreaba a Macarena noté como Charo le sobaba las tetas por encima del jersey. Mi mujer empezó a suspirar mientras seguíamos besándonos, hasta que mi mujer se separó y comenzó a besarla mientras yo le metía mano por debajo de la minifalda, metiendo los dedos dentro de su braga y llegando a su coño mojadísimo. Después, a Charo le desabroché los botones del pantalón pirata y le sobé el culo, llegando al coño que ella, al tocarlo, pegó un pequeño respingo, marcándosele los pezones por la blusa. Decir también que los pezones de Macarena estaban a punto de rasgar el jersey, de lo duros que los tenía.
Mientras las pajeaba, ellas no dejaban de besarse y de tocarse las tetas. Yo cada vez estaba más caliente. De esa manera, y sin dejar de meterle mano en los coños y el dedo en sus culos, obtuvieron el primer orgasmo.
Entonces les dije, que por qué no nos íbamos al dormitorio, a lo que sin decir nada, nos fuimos, eso sí, sin dejarnos de sobarnos y besando. Ya allí nos arrancamos la ropa y nos tiramos en la cama.
Macarena empezó a comerle las tetas a Charo, que tiene una tetas grandes como a mi me gustan y unos pezones oscuros, preciosos y grandes, a lo cual me uní y le hicimos una comida de tetas que no tardó en gemir y correrse. A continuación, sin dejar Macarena de chuparle los pezones a Charo, fui bajando hasta el coño de mi mujer para meterle la lengua y chuparle la pipa, que la tiene grande y muy buena. Ella empezó a gemir y entonces Charo empezó a sobarle y comerle las tetas a Macarena, que no dejaba de moverse y gemir, mientras notaba como se corría.
Era un orgasmo como hacía tiempo no tenía. Dejé de comerle el coño a mi mujer y le dije:
– ¿No quieres comerle el coño a Charo?
Sin decir nada, Charo le puso el coño en la boca y mi mujer empezó a devorarlo. Debió de gustarle, ya que ella comenzó a decir:
– ¡Sí, sí, que bueno, cómeme el coño… como me gusta que me metas la lengua, chúpame la pipa… no pares, quiero que me hagas correr, como deseaba este momento, deseaba tanto hacer el amor con vosotros!
Mientras mi mujer, boca arriba en la cama con el coño de Charo en la boca, le seguía dando gusto, empecé a pasarle la punta de la polla por su pipa, empezando a sentir los latigazos del placer, para a posteriori metérsela y bombearla a conciencia, pues viendo esa escena estaba con la polla empalmadísima. Mientras, como tenía las tetas de Charo a tiro de boca, empecé a pasarle la lengua por esos grandes y marrones pezones, que estaban durísimos. Así estuvimos hasta que nos corrimos los tres. La primera en correrse fue Charo, entre suspiros y gemidos diciendo:
– ¡Me corro, me corro, no pares… chúpame el coño, méteme la lengua, aspírame la pipa… que gusto me das… como me gusta que me comas el coño!
Luego fui yo, dando las últimas emboladas y llenándole el coño de leche a Macarena, para a continuación hacerlo Macarena, entre gemidos de placer y dando los últimos lametones al coño de Charo. Nos quedamos los tres tendidos en la cama, abrazados y besándonos. Cuando descansamos algo, decidimos tomar algo y hablamos de lo que había sucedido.
– Siempre he deseado que hiciéramos un trío – dije yo – pero a Macarena no le apetecía.
– Yo, desde que nos conocimos – dijo Charo – he tenido la fantasía de hacerlo con vosotros, pues es la primera vez que lo hago con una mujer.
Macarena, me sorprendió al decir lo mucho que le había disfrutado y que teníamos que haberlo hecho antes, pero con Charo, también.
– ¿Por qué yo? – preguntó Charo.
– Porque estás muy buena y tienes unas tetas de escándalo que a mi me tienen loco, para comértelas – le respondí.
– También me ha gustado que me las comierais, nunca me habían comido las dos tetas a la vez, y menos tener dos lenguas chupándome los dos pezones a la vez, eso me ha puesto a cachondísima, que creía que me corría en ese momento.
Terminamos la copa y decidí darme una ducha, dejándolas en el salón, a las dos hablando. Cuando salí de la ducha, no podía creer lo que veían mis ojos. Allí estaban las dos en el dormitorio, besándose, pero cuando me vieron llegar siguieron. Allí estaba yo, de mirón, viendo como mi mujer empezaba a comerle la boca a Charo, mientras le sobaba las tetas. Empezó a besarla por el cuello y bajando a las tetas, para lamerle los pezones, mientras Charo gemía de placer y le decía:
– ¡Macarena, que lengua tienes, chúpame las tetas, que bien, como me gustas, así, así… dame más gusto, que me corro… me corro…!
Entre gemidos tuvo una corrida fenomenal, pero Macarena ya estaba llegando al coño de Charo y le estaba chupando de nuevo la pipa, metiéndole un dedo en el culo, que hizo que ella diera un respingo y comenzara a gritar de gusto, hasta que tuvo de nuevo otro orgasmo, más fuerte que el anterior, pero Macarena seguía a lo suyo, comiéndole el conejo, y haciendo que le pusiera la cara llena de jugos, que ella se bebía con deleite, mientras Charo no dejaba de correrse. Pero en un instante, mientras mi mujer seguía comiendo coño, Charo se empezó a poner tensa, y entonces fue cuando explotó en una corrida bestial, gritando:
– ¡Macarena, Macarena, no pares, no pares, no pares… me corro, me corro… me voy a mear de gusto… méteme la lengua más a dentro, méteme más dedos en el culo que me corro…!
Así fue como explotó, quedándose quieta en la cama y con la respiración agitada, pues no podía ni hablar. Poco a poco se fue reponiendo y besó a Macarena, diciéndole que ahora la iba a comer ella. Comenzó besándole los pies para, a continuación, empezar a subir, pasándole la lengua por las pantorrillas, los gemelos y cuando llegó a las rodillas, ya Macarena gemía y se había corrido una vez, pues se mordía el labio inferior y se tocaba las tetas, como a mi me gusta vérselo hacer y comenzó a gemir más fuerte y pedirle:
– ¡Cómeme el coño, que no aguanto más, chúpame la pipa, méteme los dedos en el coño… hazme correr… quiero sentir tu boca en mi coño, no me hagas esperar…!
Entonces Charo hizo lo que le pedía y empezó a pasarle la lengua por los muslos subiendo hacia su coño, lo que encendió más a Macarena, que ya gritaba de gusto. Pero antes de llegar al coño de mi mujer, dio un pequeño rodeo, pues se dedico a las tetas, chupándole esos pezones color chocolate, y darle bocaditos, poniendo a mi mujer en un estado de frenesí, pues no paraba de correrse y de gritar:
– ¡Me corro, me corro… sigue, sigue, pero cómeme el coño, que lo necesito, ya… ya… méteme la lengua, méteme los dedos en el coño, quiero correrme en tu boca, así, así… chúpame las tetas, muérdemelas… que gusto, como deseaba hacerlo contigo, cuantas pajas me he hecho, pensando ti!
Esto puso más caliente a Charo, y a mí ya ni os cuento, me dolía la polla de dura que la tenía. Sin demorarlo más Charo tomó posesión del coño de Macarena, que al instante notó los ataques de la lengua de Charo, gimiendo y danzando en la cama al compás de la lengua que le estaba proporcionando tanto placer.
De esta manera llevaban como cinco minutos de placer, en los que las corridas de Macarena eran casi seguidas, cuando decidí que ya había esperado bastante, me acerqué a Charo y le metí los dedos en el chochete, por detrás.
Entonces ella, al percatarse de mis intenciones, levantó el culo, lo que aproveché para meterle la polla en su coño, que lo tenía encharcadísimo, y comenzó a mover las caderas, pero sin dejar de comerse el coño de Macarena, que al ver que me follaba a Charo, entre gemidos de placer y orgasmos, me decía:
– ¡Así, así… aaah… que gusto, que gusto… métele bien la polla, dale gusto como ella me lo está dando a mí, méteme la lengua hasta el fondo de mi coño, como te meten la polla entera hasta el fondo del coño!
Nunca había, visto ni oído a mi mujer tan salida, ni fuera de sí como en estos momentos, cosa que me calentó más todavía, si era posible y con mi calentura no tardé en correrme. Cuando Charo se sintió inundada por la leche, que le entraba en su coño a borbotones, empezó a mover el culo más rápido y a lo que podría llamar mearse, ya que la corrida fue bestial. Pero la más bestial fue la de Macarena.
Quedamos los tres extenuados, encima de la cama, y abrazados. Nuestras respiraciones eran agitadas, pero con signos de satisfacción. Después de descansar un poco nos duchamos, luego charlamos de muchas cosas, pero no hicimos referencia de lo acontecido esa tarde, pues no hacía falta decir nada, ya que se nos veía en las caras. Avanzada la noche nos despedimos de nuestra amiga Charo, y nos fuimos a casa.
Cuando nos acostamos, empezamos a hablar de lo ocurrido y empezamos a calentarnos, hasta que hicimos un 69, que no podré olvidar nunca, pues Macarena me comió la polla como nunca antes me la había comido, parecía que le iba la vida en ello, cosa que se lo agradecí, haciéndole una buena comida de coño, pues me proporcionó una mamada de las mejores.
De esta forma nos quedamos los dos dormidos, plácidamente. Para terminar, deciros que nuestra amistad con Charo pasó a ser muy, pero que muy especial.
Muchos besos.