Relato erótico

Sábado noche espectacular

Charo
22 de noviembre del 2018

Era sábado por la noche y pensaron en salir a dar una vuelta e ir a una discoteca. El ambiente era muy agradable y les gustaba ver como bailaba la gente. Estaban sentados en unos sofás y se acercó un chico a saludarlos, lo reconoció al momento, era un compañero de trabajo. Se saludaron y les presentó a su mujer. Eran más jóvenes que ellos y muy simpáticos.

Hugo – Sevilla
Tengo 44 años y me llamo Hugo. Estoy casado con Cristina desde hace 10 años, ella tiene 40 y a pesar de su edad, siempre ha tenido muy buena figura y ahora más, ya que hace tiempo que asiste a un gimnasio y eso le proporciona un tipo estupendo, mas que delgada es esbelta y conserva un buen culo y unas gordas tetas, con pezones rojos y salidos, aun sin estar excitada.
La historia que voy a contar sucedió un sábado por la noche que decidimos salir a dar una vuelta, pero no nos apetecía ir a la ciudad y nos acercamos a una discoteca cercana donde suelen tener muy buena música, y aunque no sabemos bailar, nos entretenemos mucho viendo a la gente bailar mientras tomamos unas copas.
Recuerdo que aquella noche yo me vestí con un traje oscuro y Cristina con un vestido corto negro muy elegante, que marcaba perfectamente su bonita figura y podía apreciar sus aún muy hermosas piernas que tanto me gustaban. Era Junio y hacía bastante calor por lo que la ropa era bastante ligera.
Llegamos a la discoteca y tras pagar la entrada, entramos en el salón. Había mucha gente. Ya se sabe lo que pasa en verano y en una zona residencial. Estuvimos pensando en irnos a otro sitio, pero todos estarían igual de llenos por lo que decidimos quedarnos allí y buscar una mesa para sentarnos. Después de un rato, nos sentamos cerca de la pista, pedimos unas copas y empezamos a divertirnos viendo bailar a la gente.
Al poco rato se plantó delante de nosotros un chico que no reconocí hasta que cambió de posición y le vi la cara. Era José, un compañero de trabajo y que hacía poco tiempo que se había incorporado a la empresa en la que trabajo. Es un chico de unos 25 años alto, moreno, de esos en los que se fijan todas las compañeras de trabajo. La verdad es que el tipo tenía su pinta. Me dijo que nunca me había visto por ese local y que él y su mujer solían ir a bailar bastante a menudo. Una vez intercambiadas las primeras palabras le presenté a mi mujer que estaba sentada a mi lado. Se levantó y se dieron dos besos.
Al momento apareció su mujer, Rut, y nos la presentó. Yo me quedé helado, pues era la mujer más atractiva que había visto en años, tenía unos 23 años, rubia, pelo largo y un cuerpo que mareaba. Vestía una mini con vuelo, de esas que se usan para bailar y dan espectacularidad a los movimientos femeninos y una blusa ancha blanca que permitía adivinar perfectamente el contorno del sujetador también blanco y de encaje.
El caso es que las dos mujeres hicieron muy buenas migas y pese a que Cristina no sabía casi bailar, Rut la arrastró a la pista de baile y le enseñó unos cuantos pasos de salsa. Cristina lo estaba pasando muy bien, mientras José y yo tomábamos unas copas charlando, sobre todo de cosas del trabajo. Al final acabamos los cuatro en la pista de baile moviéndonos al ritmo de la música.
Los movimientos de Rut al bailar era lo más excitante que había visto nunca y la verdad es que me llegó a poner caliente, especialmente cuando al bailar su faldita dejaba al descubierto su tanga negro.

Al rato pusieron música lenta y bailamos una canción cada uno con su pareja y a la siguiente canción nos cambiamos de pareja. A mí se me puso la polla dura como una piedra, pero por otra parte intentando evitar que Rut se diera cuenta. Además ella tampoco hizo ningún gesto ni movimiento provocativo conmigo, aunque sí que me fijé en José que se arrimaba demasiado a mi mujer, pero ella no hacía ningún gesto de desagrado ni por el contrario provocaba a José. Al fin y al cabo tampoco éramos viejos conocidos.
Estábamos ya cansados de bailar cuando avisaron que iban a cerrar la discoteca. Nos levantamos los cuatro y nos fuimos a la puerta para despedirnos y marcharnos a casa, pero Cristina dijo que si les gustaría tomar la última copa en casa, ya que vivíamos cerca de allí. Les pareció buena idea y cada uno cogió su coche, diciéndoles que nos siguieran hasta casa. Durante el corto trayecto que duró el viaje, noté como Cristina estaba excitada, pues me metía mano y entre broma y broma, comentaba lo agradables que eran tanto Rut como José y lo bueno que estaba José. Yo pensé que cuando se marcharan de casa echaríamos el mejor polvo de los últimos meses pues los dos estábamos muy calientes.
Al llegar a casa, Cristina sirvió unas copas, además de las que tomamos en la discoteca, nos ponía en un puntito muy peligroso. Estuvimos charlando un buen rato, y como siempre pasa, acabamos hablando de sexo y esto subió aún más la temperatura ambiental.
De pronto José, entre risas, preguntó si no teníamos alguna peli porno para ver. Le dije que había grabado una de la tele y la puse. Empezamos a ver la película, que trataba de intercambios de parejas, entre comentarios divertidos y jocosos. Estábamos sentados en los sofás del salón a media luz.
Cada vez los comentarios iban siendo menos jocosos hasta que al final cesaron. El ambiente se había caldeado a tope y mirábamos la pantalla los cuatro con verdadero interés. Observé en un momento determinado como José le estaba metiendo mano a Rut en las tetas por encima de la blusa y que Cristina los estaba mirando. Al darse cuenta mi mujer que yo la miraba, me lanzó una mirada provocadora y se acercó a mí para que hiciera lo mismo que estaba haciendo José. Así lo hice. Aquello estaba provocando un morbo ambiental increíble, morbo que crecería poco a poco. José y Rut nos miraron y vieron que hacíamos lo mismo que ellos y se desencadenó la noche de sexo compartido más alucinante que recuerdo.
Rut se lanzó desenfrenadamente sobre José y le sacó la polla del pantalón para metérsela en la boca y chuparla con verdadero frenesí. Nosotros no dábamos crédito a lo que estábamos viendo, pero no decíamos nada porque al fin y al cabo nos gustaba mirar aquello. Además el chico tenía una polla tremenda. Cristina se quedó por un momento alucinada mirando el espectáculo mientras su mano sobaba mi bragueta, hasta que se decidió a hacer lo mismo que Rut. El espectáculo era impresionante. Mi mujer me hacía una gran mamada sin ningún tipo de rubor ante aquella pareja que hacía lo mismo.

Mis ojos no podían separarse de la preciosa boca de Rut viendo como le entraba y le salía aquella verga digna de museo. José también estaba extasiado mientras miraba como me la chupaba mi mujer a mí.
Al momento Rut dejó de chuparle la polla y se recostó sobre el sofá que ocupaban poniendo la cabeza a pocos centímetros de nosotros mientras José le levantaba la falda y apartándole un poco las bragas empezaba a lamerle el coño. Rut nos miraba como pidiéndonos que les imitáramos, y supongo que la excitación del momento y los efectos de la bebida, así lo hicimos. Cristina se recostó para que le comiera el coño yo a ella de tal forma que mi boca pegada a su coño quedaba muy cerca de la cara de Rut.
Al momento noté como una mano agarraba mi polla y me estremecí, pues no podía ser la mano de mi mujer que no llegaba desde la posición en que se encontraba. Efectivamente era la mano de Rut que me la cogía y meneaba con gran maestría. José nos miró, sonrió y siguió trabajando el coño de su mujer. La sensación era indescriptible cuando mi mujer se dio cuenta y se excitó muchísimo más.
De repente José se levantó y metió su polla de nuevo en la garganta de Rut aún recostada en el sofá y vi como su mano se acercaba a las tetas de mi mujer empezando a sobarlas. Cristina abrió los ojos de golpe, me miró y con aquella mirada me pedía que permitiera que José siguiera tocándole las tetas. La verdad es que a mí me excitaba mucho aquella situación y no solo lo permití, sino que cambié de posición para que José tuviera mejor acceso a Cristina. Yo estaba sorprendido de que me excitara tanto aquello que estaba pasando en aquel salón.
Mientras yo seguía lamiendo a mi mujer, José tomó mi mano y la llevó a las tetas de Rut y empecé a disfrutarlas. Estaban duras y los pezones tiesos. Ella se quitó la blusa y el sujetador quedando aquellos pechos al aire. Eran preciosos. Los sobé con pasión y a ella esto le excitaba mucho hasta que yo no pude más y le quité el vestido a mi mujer para follármela. La volví a recostar en el sofá y le metí la polla de golpe dentro de su coño. Estaba mojadísima. Mientras, José había levantado a Rut, la había desnudado también por completo, él se había sentado y ella encima metiéndose su verga hasta el fondo.
Estuvimos así unos minutos mientras la excitación rebasaba todos los límites. De pronto Rut se levantó sacando la polla de José de su coño, se acercó a Cristina y le preguntó si le importaría que yo me la follara. Cristina quedó completamente alucinada, pues nunca había pasado nada parecido por su cabeza y estaba indecisa mientras yo aún tenía mi polla dentro de ella, pero pensó que si lo permitía ella sería follada con toda seguridad por José y consintió tímidamente.
Entonces se la saqué, me levanté y Rut no me dio tiempo a reaccionar, se agachó y se metió mi polla hasta la garganta. Cerré los ojos de placer mientras disfrutaba de aquella maravillosa mamada.

Al rato, sin darme casi cuenta, se tumbó en la alfombra y me pidió que la follara. Se la metí hasta el fondo de su coño y como yo la tenía enormemente dura empecé a meter y sacar mi polla de aquella rubia buenísima.
Había perdido de vista a mi mujer, pero levanté la mirada y la vi sentada sobre la gran polla de José que estaba a punto de metérsela. Le costó un poco, pero al fin le entró toda hasta los huevos. Se revolvía de placer mientras me miraba como yo me follaba a Rut. Tuvo varios orgasmos con la pija de José dentro de ella, hasta que José le dijo que estaba a punto de correrse y entonces hizo lo que más le gustaba. Se sacó la polla del coño y se la empezó a chupar, metiéndosela casi hasta la garganta. Al poco José suspiró profundamente y llenó de semen la boca de mi mujer. Yo estaba a punto de correrme también en tras la escena que acababa de ver, pero Rut me pidió que la sacara y cambiáramos de postura.
Me acosté en la alfombra boca arriba y ella se sentó encima frente a mí y se volvió a meter la polla hasta el fondo. Mi sorpresa fue cuando José se puso encima de ella y se la metió por el culo mientras yo me la follaba por delante. Los dos a la vez. Rut se volvía loca de gusto. Pedía que los dos se la metiéramos hasta el fondo aunque la partiéramos por la mitad. Mi mujer estaba mirando aquella excitante escena mientras se limpiaba la boca de la leche de José.
Rut tuvo también varios orgasmos hasta que Cristina se acercó y miró de cerca la doble penetración a Rut y viendo como disfrutaba nos dijo que ella quería probar lo que era eso de ser follada por dos hombres a la vez. Yo no creía lo que estaba oyendo de boca de mi mujer, pero sin esperar un momento, José se levantó sacando su polla del culo de Rut, se sentó en el sofá, cogió a mi mujer y la sentó encima de él de cara a nosotros y empezó la maniobra de follarla por el culo, cosa que le costó por el tamaño de su verga.
Mi mujer gritaba de placer y dolor hasta que al fin entró toda aquella polla en su culo. Cuando vi que ya estaba lleno de verga aquel agujero, dejé a Rut, me levanté, me encaré a Cristina y se la metí por delante. Costó un poco porque nunca había tenido dos pollas dentro, pero una vez metida hasta el fondo, Cristina comenzó a moverse para que le entraran y salieran las dos pollas a la vez. Cuando iba a correrme, saqué mi pija y se la metí en la boca. Quería correrme como antes hizo José, y así lo hice. Un chorro de leche llegó hasta la garganta de mi mujer mientras José se corría dentro de su culo al mismo tiempo que se corría Cristina. El grado de placer fue indescriptible para todos. Rut gemía mientras besaba en la boca a Silva para poder compartir los restos de mi leche en la boca de mi mujer.
Nos quedamos hechos polvo totalmente desnudos. Estuvimos hablando de lo que acabábamos de hacer y de lo que habíamos disfrutado. Al rato, y ya recuperados, Rut nos propuso a José y a mí una cosa que tenía ganas de probar.

Nos miramos expectantes. Quería tener dos pollas en su coño. Lo tomamos como un juego. Cristina le decía que no podría con dos pollas a la vez por el mismo agujero, pero nosotros ya estábamos otra vez empalmados y mi mujer nos pidió que lo intentáramos, supongo que con ganas de saber el resultado para podérselo aplicar a ella.
Después de pensar en las posiciones a adoptar, yo me acosté en la alfombra boca arriba, Rut se sentó de espaldas a mí y se metió mi polla hasta el fondo de su coño, entonces invitó a su marido a que se la metiera también. La sorpresa fue que le entraron las dos pollas a la vez sin problemas aunque costó un poco. Esa follada fue increíble. Nos corrimos los dos a la vez dentro de Rut y ella creía morirse de placer. Mi mujer nos miraba asombrada, pero ella no quiso probar de momento.
Estaba amaneciendo y quedamos en volvernos a ver. Había que repetir aquella experiencia.
Rut le dijo a Cristina que juntos los cuatro podríamos probar muchas cosas nuevas.
Besos y hasta otra.

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