Relato erótico
Rubia con sorpresa
Sus vacaciones habían terminado y volvían a casa. Cogieron el autocar de línea y pensaron que lo mejor sería descansar y dormir un poco. Una rubia muy atractiva subió al autocar y el viaje se hizo más interesante.
Martín – Bilbao
Todo comenzó, cuando se acabaron las vacaciones de verano de este año. Las había pasado con Tatiana, mi novia, a la que todos llaman “Tetania”, por tener las más grandes, gordas y hermosas tetas que uno se pueda imaginar. Esa noche íbamos de regreso a la capital donde ambos estudiábamos, yo odontología y ella arte dramático. Cogimos un bus el cual llevaba más o menos unos 10 pasajeros, nos sentamos en la última fila de asientos, todos vacíos hasta aquel momento, que era para 6 pasajeros, hasta que, al poco rato, se nos sentó al lado una hermosa rubia con la que, ya en marcha el bus, empezamos a hablar. Nos contó que se dirigía a la capital para visitar sex-shops ya que era representante de una empresa de productos afrodisíacos. Yo no creía en esto y así se lo dije y mi novia, también un poco incrédula, me apoyó.
El ticket del bus incluía un bocadillo y una copa, vino o refresco, en una parada que hacía en un bar de carretera. La chica rubia, amablemente, se ofreció para recoger la bandeja mientras nosotros escogíamos mesa. Pero, sin que yo me diera cuenta, la chica echó 3 gotas, en cada copa, de uno de esos afrodisíacos que llevaba como muestra. Después de esta única parada del camino, donde como digo, nos detuvimos a comer y las mujeres como siempre a mear. Yo compré algo de comida rápida para cuando llegásemos a casa, pues nada había en la nevera después de estar un mes fuera, y me subí al bus. Mi novia, tras ir al lavabo, me siguió, y me comentó que al limpiarse en el baño sintió un gran placer y estaba ansiosa de llegar para que me la follara. Además de esto, añadió que había notado que la rubia la había estado mirando de una manera muy intensa, como si la desnudara con la mirada y que se sintió incómoda pero excitada a la vez.
Yo, con las anécdotas, todas cargadas de sexo, que la chica nos contó, las gotas que no sabía había tomado con mi bebida y tres días sin mojar que llevaba, estaba muy caliente. Miré a mi lado derecho y observé a la rubia. Estaba dormida y pude al detalle sus hermosas y largas piernas desnudas, pues llevaba una cortísima falda y casi podía ver sus bragas. Recordé, entonces, que cuando se bajó del bus ofrecía un culazo de película. Muy cachondo, me dije a mi mismo que no aguantaba hasta la capital. Esto había que terminarlo allí mismo. Comprobando que casi todos los pasajeros también estaban dormidos y seguíamos sin tener a ninguno cerca de nosotros, desabroché mi bragueta, me saqué la verga, tiesa ya como un palo, y le dije a mi novia que me la mamara. Las gotas del afrodisíaco, también habían surtido efecto en ella y no dudó un segundo en inclinarse todo lo que pudo y protegida por el respaldo del asiento delantero, metérsela en la boca y empezar a chupármela después de dar un par de besos en el hinchado capullo.
Lentamente, mientras me lamía el capullo, se abrió la blusa y desabrochó su sujetador empezando a frotar mi verga con sus tremendos senos. Mi novia llevaba minifalda y yo la había convencido que con falda no se debía poner bragas.
Cuando ya empezó a mamármela, bien metida en su boca, ella notó como una mano le acariciaba el chocho, cálido y mojado. Me decía en voz baja, y sacándose mi polla de la boca, que se sentía muy feliz, pidiéndome que le besara el coño. Fue entonces cuando me di cuenta de que la mano que acariciaba el chocho de mi novia, era la mano de la rubia ya que, cuando esta chica oyó el ruego de mi novia, antes de que pudiera hacer yo algo, ella ya estaba en eso, en arrodillarse entre los muslos de mi novia y empezar a comerle el coño sin más preámbulos.
En este momento ya no tuvimos más alternativa que invitarla a disfrutar con los dos. Lo contrario hubiera sido una estupidez. Cuando, en un momento dado, el bus cogió un tramo del camino sin asfaltar, un tramo que estaba en obras, el brincar del automóvil produjo en ellas un deseo inaguantable de cabalgar sobre mi polla. Yo no sabía qué hacer ya que, si alguna se hubiera montado sobre mis rodillas, alguien se hubiese dado cuenta de la maniobra y más el conductor por el enorme retrovisor interior que llevaba el bus. Pero no tuve que pensar mucho ya que la rubia, como la vez anterior, tomó la iniciativa. En aquel momento, y con contorsiones casi circenses, mi novia gozaba de nuestras lenguas en sus puntos del placer, yo me centraba en su jugo vaginal, mientras la rubia chupaba de su ano, hasta que, al poco rato nuestra nueva amiga estiró la mano y sacó de su maletín un largo y gordo consolador.
Tras pasar la punta del falso pollón repetidamente por la raja del caliente y mojado coño de mi novia, procedió a metérselo en el chocho, empezando en el acto el metisaca. La inesperada follada y aquel trío menos esperado aún excitó tanto a mi novia que, entre profundos suspiros que intentaba disimular para que nadie notara lo que estábamos haciendo, me pidió que metiera mi verga en su culo. No perdí tiempo, pues metérsela por el culo es mi posición favorita. Aparté a la rubia, coloqué a mi novia tendida de lado sobre los asientos, con su trasero bien en pompa y procedí lentamente a la enculada que se me pedía. El ano de mi novia estaba bien cerrado, como me gustaba a mi, ya que hacía un mes que no lo usábamos y me costó algo llegar a meterle mi polla entera hasta que mis cojones chocaron con la dureza de sus redondas nalgas. En el momento en que yo empezaba a follármela analmente, al mismo tiempo que la rubia lo hacía en su coño con el consolador, ésta empezó a besarnos, al mismo tiempo, las partes íntimas, a mi novia el coño, sin dejar de meterle y sacarle el consolador, y a mi los huevos.
Fue entonces, al sentir su lengua en mis huevos y también como se acercaba al agujero de mi culo, cuando sentí un deseo tremendo de correrme y así se lo dije. Al oírme, las dos expresaron al mismo tiempo, el deseo de que fuera dentro de su boca. Accedí gustoso, se la saqué a mi novia del culo y mientras ellas se besaban, metieron mi verga entre sus bocas y al correrme, el semen que lancé, abundante y espeso, fue para las dos, tragándose todo lo que pudieron.
Satisfechas y felices, al quedarnos los tres tranquilos, me hicieron sentar entre las dos, conservando mi polla fuera del pantalón y aunque arrugada, al principio, estuvieron mamándomela todo el camino. Sus sabias mamadas fueron tan seguidas e intensas que lograron enderezármela al poco tiempo y me corrí de nuevo en sus bocas.
Al llegar a la capital, y tras habernos confesado la rubia la trampa que nos había tendido, tuve que reconocer, al igual que lo hizo mi novia, que las gotas, los afrodisíacos, sí servían. Nos despedimos, dándonos nuestras direcciones y teléfonos y ahora estamos esperando el próximo verano para encontrarnos de nuevo y hacerlo los tres juntos. Ya os contaré lo que ocurra.
Saludos para todos.