Relato erótico
Éxito total
Trabajaba en una inmobiliaria y la crisis le hizo cambiar de “producto”. Una amiga le hablo de unas reuniones denominadas Tuppersex. Se reunían en domicilios particulares, pero en lugar de vender tarros para la cocina, vendían productos de un sex shop.
Luís – Valencia
Mi novia Sandra trabajaba como comercial en una inmobiliaria, digo trabajaba porque obviamente con la crisis hace dos años que la echaron al no poder cumplir sus objetivos de ventas.
El quedarse en paro tampoco supuso al principio un problema muy grave, tenía subsidio y al no tener cargas familiares con lo que tenia de paro iba tirando. Aprovechó para hacer cursos y se lo tomó en plan vacaciones.
El problema vino hace 8 meses cuando se le acabó el paro. Con números rojos aceptó el consejo de una amiga montando reuniones tuppersex y trabajar a comisión.
Sandra nunca había ido a ninguna sesión tuppersex, le explicaron como iba: se monta una quedada en casa de alguien, sacas un catalogo de productos y los muestras. Allí mismo vendes tus productos. La verdad es que la comisión que le queda es muy generosa.
La primera reunión se montó un sábado por la tarde en casa de mi amigo Eugenio, venia su pareja Pepi, y unos amigos de Pepi: Juan y Charly, con Miriam, la mujer de Charly.
Sandra me pidió que fuera, estaba muy nerviosa y conmigo cerca se sentía más tranquila.
Nos vimos en casa de Eugenio a la 8. Al llegar, Eugenio sacó unas cervezas frías y estuvimos charlando un rato para romper el hielo. Sandra se bebió la cerveza de un trago para subir el tono y que no se notara que estaba nerviosa.
Empezamos a hablar de sexo: donde nos ponía hacerlo, como fue la primera vez, posturas y si nos gustaba usar complementos.
Mientras Eugenio sacaba otra ronda de cervezas, Sandra aprovechó para abrir la maleta y sacar unos consoladores de diferentes tamaños y formas. Todos empezaron a tocarlos y verlos, pero el tema no gustó mucho. Sandra se desanimo un poco, pero siguió mostrando, preservativos de sabores, disfraces etc. pero la cosa no se animaba. Sacó preservativos de diferentes colores y sabores, pero los encontraron caros.
Le dije que tenía que hacer algo para darle la vuelta al tema, y se sugerí que se pusiera el disfraz de enfermera. Al principio se resistió, pero dijo que sí. Se cambió de ropa, el equipo era explosivo: tenía un escote que llegaba hasta el ombligo, los pechos pugnaban por salir del escote y dejaba casi al descubierto los pezones, entallaba la cintura y la falda era más un cinturón ancho que una falda, se tocó con el gorrito y se puso sus zapatos de tacón de aguja de color rojo.
-Sácate las bragas –le dije- Estás impresionante. No te preocupes estoy a tu lado al 100%. Esto la animó.
Salí yo primero al salón y le dije a Eugenio que trajera más cervezas, luego salió Sandra y se hizo el silencio.
-Guauuuu!!!! -Menudo equipo -soltó Eugenio.
Sandra se bebió otra cerveza de un trago largo y se empezó a animar, dio la espalda a los presentes y se agacho para coger otro disfraz de su maleta. Al agacharse podría verse su culito rosado y su sexo, sólo con una tira de pelitos que subían hacia el ombligo.
¿Quien se lleva el de porno-chacha?-dijo- Es el último disfraz que me queda.
-Yo, dijo Eugenio, ya convenceré a Pepi.
¿Esto sirve para hombres? -preguntó Juan
Ahora lo veremos, respondió. ¡A ver tú, me dijo con tono duro, bájate los pantalones y ponte en el sofá!
Nunca había usado conmigo unas maneras tan autoritarias. No sabía qué hacer, pero no me quedó más remedio que hacerle caso. El asunto lo había empezado yo y ahora no podía pararlo.
Me saque los pantalones y me puse en el sofá sentado. Nunca me había imaginado ser exhibicionista, pero ahí estaba yo, tumbado en un sofá en pelotas, con mi novia vestida de enfermera y una pluma repasando una y otra vez el ojete. Los reunidos jaleaban y yo esperaba, deseaba, que Sandra me hiciera una paja. Mi novia me leyó el pensamiento, bajó la cabeza y sin dejar de excitarme analmente, empezó a comerse la polla. Al poco, con la excitación, empezó a salir mis primeras gotas, y ahí paró Sandra.
-Bueno ahora que tengo preparado el ayudante podemos continuar – dijo.
Y ahora otra sorpresa, dijo, el SexPower-Belt.
Un arnés de cuero, de los que se ajustan a la cintura, con diferentes penes intercambiables. Era uno de los productos estrella y costaba una pasta. Yo la miraba a los ojos y me susurro:
-Recuerda que me has dicho que me apoyabas al 100%, a ver si me lo demuestras.
Me sentía como un cordero que llevan al matadero. Se hizo un silencio en el salón.
Apuntó con la pequeña polla de plástico a mi ojete. Noté el contacto con mi esfínter, este se contrajo pese a la dilatación previa. Estaba frío. Empezó a empujar. Noté como se iba abriendo paso, mi recto se iba amoldando conforme avanzada el pene. Notaba molestias. Suerte que era pequeño, pensé.
Sandra se quedo quieta un minuto, completando la dilatación. Luego empezó a moverse sacando todo el aparato. Noté como se retiraba. Entro el aire fresco en mi ano. Lo volvió a meter de un golpe, sin delicadeza. Repitió la operación una y otra vez, cada vez más rápido.
Cuando llevaba unos minutos, se agachó a coger mi huérfana polla, mientras seguía el bombeo continuó la paja que antes no había completado. Notó como mi pene palpitaba y mi culo se contraía, aceleró la mano y empecé a sacar abundante semen en la toalla, chorretones como nunca los había soltado. Grité como un poseso y caí en el sofá. Me quede desnudo completamente relajado.
Sandra vendió todo lo que traía: bolas chinas, lubricantes, preservativos, consoladores, anillos, arneses, etc.
Las parejas se fueron rápido. Eugenio me dijo después que su pareja nunca había estado tan caliente, pegaron tres polvos seguidos.
Acompañé a Sandra al coche, quería pasar con ella la noche. Pero no quiso. Al marcharse me dijo:
Recuerda que mañana tenemos otra reunión en casa de mi primo Alberto, no me falles, a las 7h.
A fecha de hoy, ya lleva un mes en este tema. Tenemos la agenda llena de reuniones para todos los sábados y domingos en tres meses. El director de ventas de la empresa no entiende como, con sólo un mes, ya ocupa el número 1 del ranking de vendedores.
Es mi secreto, responde ella.
Besos para todos de parte de los dos.