Relato erótico
Relación muy intensa
La conoció mediante un contacto en nuestra Revista Clima. Al principio solo intercambiaban cartas. Se contaban todas las fantasías que tenían y al final decidieron conocerse. Su relación no fue muy larga pero, si muy “intensa”.
José Miguel – Valladolid
Soy chico de Valladolid, hacía tiempo que deseaba tener un encuentro con una chica y al final, a través vuestra revista, contacté con una chica de Valladolid la cual solamente pedía correspondencia erótica. Después de varias cartas en las que nos contábamos nuestros deseos más íntimos, detallando todo lo que nos gustaría hacer o lo que nos estábamos haciendo en solitario en aquellos momentos, insistí en conocernos. Ella acabó por aceptar la cita quedamos una noche en el Campo Grande, un parque que tenemos en la ciudad. Ya nos conocíamos por las fotografías que nos habíamos intercambiado por carta, pero al natural era aún más atractiva, con buenas tetas y un culo precioso.
Fuimos a un bar a tomar unas copas y hablar de nuestras cosas. Muy pronto llegamos a entendernos y saliendo del local, volvimos al parque, paseamos a la luz de la luna y luego nos sentamos en el césped. Casi sin darnos cuenta empezamos a besarnos, uniendo nuestras bocas y nuestras lenguas. Mis manos acariciaron sus pechos, primero por encima de la blusa y luego, desabrochándosela, pude admirarlos y acariciarlos desnudos. Cuando comencé a lamer y chupar sus erectos pezones ella, suspirando, echó mano a mi bragueta. A los pocos instantes tenía mi polla, desnuda y totalmente endurecida, entre sus dedos, acariciándomela y masturbándola lentamente.
Sin dejar de chuparle los pechos, le fui levantando la falda hasta dejársela en la cintura. Luego, con las dos manos, le bajé las bragas, deslizándolas por sus caderas, sus muslos y así hasta sacárselas. Separé sus piernas para descubrir un coño de raja abultada y adornada de abundantes pelos negros y rizados. Me coloqué entre sus muslos, agarré con una mano mi polla y llevándola a aquel coño, ya muy húmedo, se la fui metiendo lentamente. Así me la follé disfrutando los dos a tope. Mientras entraba y salía de su cueva ardiente, nos besábamos al mismo tiempo que mis manos le masajeaban las tetas y pellizcaban sus pezones y las de ella me acariciaban y apretaban el culo como para hacer que mi polla entrara en sus entrañas hasta el fondo.
Nos corrimos los dos a la vez con profundos gemidos de placer. Había sido todo tan perfecto que decidimos seguir viéndonos en otras ocasiones. Así lo hicimos, al menos una vez cada quince días. Siempre follábamos o en el coche o en el campo.
Nos gustaba más hacerlo en el campo pues estábamos más cómodos pero si no había tiempo o el deseo nos apretaba, lo hacíamos en el coche.
Era incómodo pero también tenía su morbo. A ella le gustaba sentarse sobre mi verga, clavándosela hasta los huevos y luego cabalgarme, primero lentamente y luego como en una veloz carrera. Mi polla entraba y salía rápidamente de su almeja hasta que nos corríamos los dos gimiendo y suspirando como locos. Después de varias veces de encontrarnos y gozar a tope, le propuse hacer un trío con un amigo que, al igual que yo, es bisexual.
Tanto mi amigo como yo somos atléticos y los dos tenemos una buena polla por lo que solemos gustar tanto a tíos como a tías. Ella, sin demasiadas dudas, aceptó y el día indicado fuimos los tres a mi oficina. Allí empezamos a tocarnos y a despojarnos de la ropa. Una vez desnudos, la hicimos sentar a ella en la mesa, con las piernas bien abiertas y mientras el amigo empezaba a chuparle los pechos yo, arrodillado en el suelo, le comía el coño. María, que así se llama la chica, no podía parar de gemir y suspirar. Se iba echando lentamente hacia atrás hasta que quedó con la espalda apoyada en la mesa y las piernas muy levantadas para ofrecerme todo su coño bien abierto. Mi lengua no paraba de ir y venir por toda aquella sonrosada y mojadísima cavidad e incluso entraba en el agujero como si me la estuviera follando con ella. Así se corrió por primera vez gritando como una loca y diciendo lo hermoso que era tener dos hombres para ella sola. María quedó tendida en la mesa, suspirando y gimiendo. Entonces yo, abandonando su coño, me cuidé de mamarle los pechos. El amigo, conociendo perfectamente mis gustos, en vez de comerle el chocho a la chica, lo que hizo fue cogerme la polla y tras meneármela un poco, se la metió en la boca empezando una mamada que me hizo gemir ahora a mí. Me comía la polla de una manera perfecta poniéndomela tan dura y dándome tanto placer que creí me iba a correr, así que lo aparté ya que no deseaba hacerlo tan pronto y menos en su boca.
Mi amigo, con la mamada que me acababa de hacer, se había excitado tanto que su verga también estaba a punto de estallar. María, que mientras le mamaba las tetas había estado contemplando como otro hombre me chupaba la polla, estaba también a tope. La tumbamos de nuevo de espaldas sobre la mesa. Carlos, que así se llama mi amigo, se colocó entre sus muslos, se los levantó todo lo que pudo, separándolos y dirigió su endurecida polla a aquel coño que parecía estar llamándola.
La fue penetrando lentamente hasta que toda su verga, larga, gorda y dura como la mía, quedó inmersa en las calientes entrañas de María que no paraba de gemir animándolo a que continuara hasta dejarle sentir los cojones contra su carne.
Cuando, se la tuvo metida entera yo, detrás de Carlos, le separé las nalgas hasta dejar a la vista el agujero marrón de su ano. Sacando mi lengua, le estuve chupando el culo a él hasta que creí que ya lo tenía bien lubricado con mi saliva. Entonces le metí un dedo y luego dos hasta que lo tuvo también abierto. Carlos, mientras yo le estaba trabajando el culo, se follaba lentamente a María que no paraba de chillar diciendo que se corría. No sé cuantos orgasmos tuvo antes de que yo, cogiéndome la polla y apuntando en el distendido ano de mi amigo, se la fui metiendo en el culo hasta que le entró entera.
Los dos follábamos al mismo ritmo. Carlos follándose a María y yo follándomelo a él.
Parecía que yo me estuviera follando a María a través del cuerpo de mi amigo. Carlos decía que nunca había disfrutado tanto, que era la primera vez que se lo follaban estando follando él.
María volvió a correrse casi al mismo tiempo que Carlos le llenaba el coño con su leche. Yo tardé un poco más, deslizando mi polla por el culo de mi amigo hasta que, por fin y sin poderme aguantar más, eyaculé con fuerza en el culo de Carlos, llenándole el recto con mi abundante esperma. Permanecimos un rato los tres quietos. Nuestras pollas en los agujeros donde habían eyaculado hasta que, arrugadas, salieron por sí mismas. Terminamos los tres rendidos, sentados en el sofá del despacho y comentando lo bien que lo habíamos pasado. No nos costó nada decidir repetirlo otras veces los tres juntos. Yo me vi otras veces con María a solas, repitiendo nuestras folladas en el coche o en el campo, hasta que unos quince días más tarde nos volvimos a encontrar los tres.
Fuimos también a mi despacho, lugar tranquilo y donde nadie nos molestaría. Empezamos igual que la otra vez, es decir desnudándonos mutuamente mientras nos acariciábamos. Ella sobre la mesa, repetimos los mismos gestos. Comimos las tetas y el coño de María hasta que se corrió. Entonces la penetré yo y mientras me la follaba noté como Carlos me lamía el culo. Era evidente que deseaba hacer conmigo lo que yo hice con él la vez anterior.
La polla de Carlos no tardó nada en golpearme el ano y luego empezar a penetrarme. A los pocos instantes me estaba dando por el culo como yo le había dado a él. Notaba perfectamente su poderosa verga como se apoderaba de mis entrañas y hacía que, a cada golpe suyo, mi verga entrara en el coño de nuestra amiga. Era una follada a tres maravillosamente realizada. En verdad que en estos momentos, con una polla bien metida en un coño y otra penetrando tu culo, uno ve las estrellas de tanto placer. Pero esto, al cabo de unos cuantos encuentros más cargados de la misma intensidad sexual, terminó ya que a María le salió novio y este no aceptaba estas cosas, estos juegos…
Saludos para todos.