Reencuentro salvaje

Fue a una boda de una amiga y pensó que a lo mejor tendría la oportunidad de conocer a algún “soltero de oro” pero, la boda fue un rollo. Se fue antes de tiempo y cuando estaba en el taxi recibió una llamada. Era un chico al que había conocido hacia años y del que no había sabido nada, hasta hacia un par de meses.

Carmela – Málaga
Aquel día se casaba una amiga mía y yo andaba pensando en que esa sería una buena oportunidad para conocer a alguien, así la fiesta sería más llevadera. La recepción era temprano así que empecé a arreglarme en cuanto pude, por suerte ya tenía pensado lo que me pondría. Ese día me había levantado sintiéndome muy bien anímicamente, especialmente guapa además. Llegué a la recepción, encontré a algunas amigas y conversamos un buen rato, casi todas iban con sus maridos, ya los conocía a todos y por lo mismo no me cayó muy en gracia la situación.
La fiesta iba avanzando y por lo que podía ver no había nada bueno, nadie con quien enganchar, salvo un par de bobos que quisieron pasarse de listos, pero vamos que no estamos para aguantar esas cosas. Una lástima pensé. Como la noche pintaba aburrida decidí irme, así que pedí un taxi y en cuanto este pasó a recogerme simplemente desaparecí.
Ya en el camino seguía lamentándome por aquella fiesta que pintaba muy bien y resultó lo contrario, iba pensando en lo bien que estaba con ese vestido verde oscuro, satinado, poco más arriba de las rodillas, a juego con esas medias de liga color piel, andaba pensando en eso cuando volví en mí y noté que el conductor de rato en rato me miraba, por suerte era un trayecto corto y no tendría que lidiar mucho con él, pensé.
De nuevo en mis divagaciones una llamada me despertó, era un número desconocido, de esos que no suelo atender, siguió sonando y algo me impulsó a contestar y una voz me dijo:
-No tienes mi número, qué mal…
Tardé unos segundos en reconocerlo, era él Víctor, a quien había conocido hacía tiempo por mi antiguo trabajo y de quien no sabía nada desde hacía meses.
Víctor y yo nos conocimos hacía como cinco años, por mi anterior trabajo, de asesoría empresarial y él trabajaba en una de las empresas que asesorábamos; congeniamos bien, se puede decir que nos hicimos amigos y a pesar que se notaba la química nunca pasó nada. Después perdimos contacto y no fue sino hasta un par de meses antes, que por un amigo en común, nos encontramos nuevamente, mensajeándonos y quedando para citas que nunca se concretaban.
Me dijo que estaba cerca de mi casa (vamos, no conocía mi casa, eso de cerca era relativo) y si quería ir a tomar algo. Le explique que estaba en camino, que en menos de cinco minutos llegaba y si esperaba a que me cambiara de ropa, salía con él.
Le expliqué como llegar a mi casa y apenas el taxi me dejó corrí para ganar tiempo y tener más tiempo para arreglarme pero fue en vano, Víctor me había ganado, me llamó antes que pudiera entrar a casa, nos saludamos y me preguntó si mi fiesta también resultó trágica.

-Estamos en la misma situación -le dije-
No sé cómo, pero terminó convenciéndome de que no me cambiara y en menos de lo que pude imaginar estábamos camino a tomar algo.
La ciudad en donde vivo es costera y tiene unos sitios frente al mar muy acogedores, así que fuimos a una barra con vista al mar, la conversación fluyó como antes, las risas iban y venían hasta que Víctor me preguntó:
-¿Por fin me harás caso?
Eso me dejó helada y sólo atiné a decir:
-Pero si nunca intentaste nada… y él respondió:
-¿Me dejarías besarte?
Le repliqué:
-Esas cosas no se preguntan, tonto…
Y en menos de un segundo ya lo tenía sobre mí, besándome con una desesperación guardada durante cinco años. Cuando por fin pudimos despegarnos le dije:
-¿Sigues creyendo que no te haré caso?
Volvió a besarme y me dijo al oído:
Sólo dejare de creerlo cuando te haga mía.
Salimos de ahí y me dijo si quería ir a su casa, le dije que tenía una mejor idea. Quedarnos por ahí cerca del mar, aprovechando la oscuridad, al parecer la idea le gustó pues rápidamente buscó donde aparcar y comenzamos nuevamente a besarnos descontroladamente. Sus manos subían mi falda y en cuanto notó que llevaba portaligas me dijo que ni planeado salía mejor, siguió metiéndome mano por donde pudo, para suerte suya mi escote era generoso y así lo aprovechó. De pronto lo aparté de mí y le dije:
-Vamos atrás, estaremos más cómodos.
Ya en el asiento trasero me puse sobre Víctor y seguí besándolo, mis caderas empezaban a moverse buscando su polla, sus manos subieron mi falda y rozaban mi culo para luego ir a mis tetas, me sacó el vestido como pudo, yo le saqué la camisa, ataqué su cuello y seguía moviéndome. Ahora sus manos marcaban el ritmo sobre mis caderas, mi mano buscó su polla y le dije al oído:
-Esto es lo que buscaba…
-Es tuya -me dijo-
Como soy obediente hice caso a lo que me dijo, empecé a lamer su pecho, a acariciar sus brazos mientras iba bajando, buscando eso que era mío, hasta que por fin lo encontré, encontré esa polla hinchada, venosa, lista para recibir algo de atención, antes de hacer nada lo mire a los ojos y jugando con mi lengua le dije:

-¿Quieres?
En forma de respuesta Víctor agarró mi cabello, lo acarició y guiando mi cabeza me dijo:
-Chúpala, llevo esperándolo desde hace mucho tiempo.
Apenas terminó de decir esto mi boca estaba mamándosela, mi lengua lo recorría mientras que mi mano acariciaba sus bolas, él jadeaba de placer. Nuestro sudor era mezcla del placer y del calor de esa noche de verano. Mis labios presionaban su polla y cuando me la metí entera sentía como palpitaba en mi boca, continué así hasta que me avisó que se corría, de más está decir que durante su corrida lo miraba con deseo, mientras que descargaba su leche en mi cara.
Lo dejé descansar por un momento y ataqué nuevamente, esta vez por el cuello, mientras, él me agarraba las tetas y comenzaba a masturbarme suavemente, de lo mojada que estaba no hizo mucho esfuerzo para meterme los dedos, a los pocos minutos me dijo:
-Estamos listos…
Me dijo además que siempre me había querido follar a cuatro patas, así que como pudimos nos acomodamos, él, muy cruel jugó un poco conmigo, me pasaba la polla sin metérmela, me estaba volviendo loca, mis caderas la buscaban. Cuando vio que ya no podía más me la metió de golpe, esa fuerza me hizo gemir de placer. Por fin la tenía dentro, mi culo se movía queriendo más, él me agarraba de las tetas, me metía un dedo en la boca, si seguía así me iba a correr pronto y así lo consiguió.
Como sintió mi corrida aprovechó para cambiar de posición y me hizo montarlo, así podía tocar y morder mis tetas y me dijo:
-Que bien te mueves, sigue así, sácame la leche…
Yo ya no podía más, me estaba follando con fuerza, y con pasión. Mis caderas se movían solas mientras me dedicaba a su cuello y pude escuchar cuando me avisaba de su corrida.

Me bajé y acomodé frente a Víctor, me puse la polla entre las tetas y le dije que me las llenara de leche. A los pocos segundos sentí su leche caliente en mi piel.
Esa noche la terminamos en mi cama, a la mañana siguiente después de compartir un desayuno y ver algo de televisión quedamos en vernos más seguido, ya no estábamos dispuestos a esperar tanto tiempo, más aun sabiendo lo bien que la pasaríamos.
Besos para todos.