Relato erótico
Reencuentro muy especial
Fue a tomar unas copas a un local que solía ir casi cada noche. De pronto se dio cuenta de que su ex novia estaba esperando en la barra. Ella no se dio cuenta. La notaba nerviosa, por lo visto su novio le estaba dando plantón. Se acercó, la saludó y por lo visto, le dio tal susto que le tiró la copa encima. Esa copa fue la causante de su reencuentro.
Juan – Jaén
Era una noche de verano, hacía mucho calor, y había salido a tomar unas copas como solía hacer todos los días.
Me dirigí a, un pub que frecuentaba habitualmente. Entré y me acerqué a la barra para pedir una copa. Al cabo de un rato gire la vista y la vi. Allí estaba Natalia, mi ex-novia. Levaba un vestido corto de tirantes. Era de color azul y hacia juego con sus ojos también azules.
Natalia era muy atractiva, tenía un cuerpo de envidia y una bonita cara. Al verla no pude evitar recordar nuestras noches de pasión, pero ahora ella tenía novio y yo sabía que no tenía posibilidades o, al menos, eso creía yo.
Ella miraba insistentemente el reloj como si esperase a alguien que no acababa de llegar. Pasó un rato y decidí acercarme a la máquina de tabaco ya que había apurado mi último cigarrillo. Pasé por su lado y la saludé. Ella que no me había visto se sorprendió y derramó su copa sobre mi ropa accidentalmente.
– ¡Lo siento! ¡Perdona! ¡No te había visto! – dijo – ¡Déjame que te limpie! – añadió.
Me pidió que la acompañase al baño para limpiarme y allí sacó un pañuelo de su bolso y comenzó a limpiar mi camiseta. Sentí un escalofrió. Ella me seguía gustando y aquel roce despertó en mis viejos recuerdos.
– También te he mojado el vaquero – dijo mientras lo secaba.
Al notar su tacto no pude evitar tener una erección. Ella se dio cuenta y noté en su cara una expresión entre sorprendida y picara pero no dijo nada.
Salimos del baño. Me contó que estaba esperando a su novio, pero que ya estaba tardando mucho y que seguramente ya no iba a llegar. Me dijo que no era la primera vez que eso ocurría. En su tono noté un cierto reproche hacia su novio.
Me comentó que no tenía con quien irse y que si la podía llevar a casa en mi coche. Yo le dije que sí. De camino a su casa pasamos por un descampado donde solíamos ir cuando salíamos juntos. Era un sitio muy bonito solo frecuentado por parejas.
– Es temprano. ¿Te apetece que paremos y demos un paseo? -le dije.
– De acuerdo ¿por qué no? – contesto ella.
Llegamos y aparqué mi coche en un sitio apartado. Bajamos del coche y nos alejamos unos metros.
– Creo que esto no se ha secado aun – dije mirando mis vaqueros.
– Quizá no te lo he secado bien antes – me contesto.
Se agachó para volver a secarme y al hacerlo pude entrever sus pechos en su escote. Volvió a frotar su pañuelo contra mi pantalón. Mi polla que todavía seguía dura se empalmó aun más.
– Está muy mojado – dijo – creo que voy a tener que quitártelo para secarlo.
– Si – le contesté cada vez más excitado.
Desabrochó el botón de mi pantalón, bajó la bragueta y me quitó los pantalones. Mis calzoncillos no podían contener mi erección y ella lo notaba. Pensé que mi polla iba a estallar. Me miró todavía agachada y en su mirada pude ver que ella también estaba excitada y que deseaba lo mismo que yo.
Entonces empezó a acariciar el interior de mis piernas, bajó mi calzoncillo con la boca y sin mediar palabra comenzó a chupar mi polla. Sentí su lengua sobre mi capullo suavemente como solo ella sabía hacerlo. Lamió primero su borde y luego poco a poco lo fue recorriendo todo con su lengua. Mientras lamia mi capullo me masturbaba suavemente con su mano. Mi polla estaba ya como el acero cuando ella apretó mi capullo con su boca y empezó a mover su cabeza adelante y atrás, una y otra vez, cada vez más rápido. A ella le encantaba chupar mi polla. La volvía loca y yo lo sabía. Mi polla se hinchaba cada vez más. No pude aguantar más, tras avisarla me corrí en su boca y no paré hasta descargar todo mi semen.
Cuando se levantó pude ver mi leche chorreando en sus labios. Me acerqué a ella y sin dejar de mirarla, bajé despacio los tirantes de su vestido. Sus tetas eran grandes y firmes. Empecé a besarlas y cuando llegué a sus pezones noté su dureza. Comencé a lamerlos suavemente en movimientos circulares con mi lengua acompañados de pequeños mordisquitos. Sentí como se estremecía de placer. Entonces la sujeté por las piernas, ella se abrazó a mi cuello, la acerqué al coche y la senté sobre el capó. Mientras seguía lamiendo sus tetas subí un poco su vestido y bajé sus braguitas. Al quitárselas pude notar que las tenía empapadas y eso me excitó aun más.
Abrí sus piernas y bajé por su ombligo con mi lengua hasta llegar a su chochito. Ella no pudo evitar soltar un gemido. Su chochito estaba ardiendo y deseoso de ser satisfecho. La recosté para atrás mientras lamia sus labios. Con mis dedos los separé y metí mi lengua en su interior. Eso la enloqueció y empezó a arquearse y a gemir más fuerte.
Su chochito estaba chorreando. Lamí su clítoris una y otra vez ocasionándole un placer que noté hacia tiempo no sentía. Ella no paraba de gemir y eso me ponía a cien. No hay nada que me excite más que hacer gozar a una mujer. La llevé al orgasmo un par de veces y cuando mi excitación ya no podía ser mayor, coloqué sus piernas sobre mis hombros, acerqué sus caderas hacia mí y la penetre. Metí toda mi polla de un golpe como a ella le gustaba. Me encantó sentir su humedad y su calor. Empecé a follármela primero despacio y luego más rápido cada vez, haciéndole sentir toda mi polla en cada embestida. Su cara estaba desencajada y su cuerpo se estremecía. Volvió a correrse y yo ya no pude más y solté mi leche caliente en su interior hasta vaciarme. Luego se la saqué y deje que ella se saciara limpiando con su lengua los restos de mi corrida.
Pasado un rato regresamos al coche y la llevé a casa. Se bajo sin decir nada y se fue. No hemos vuelto a repetirlo porque ella no quiere pero yo sé que en el fondo lo desea y que cuando lo hace con su novio en quien realidad piensa es en mí o al menos, eso es lo que quiero pensar.
Un saludito para todos y todas.