Relato erótico

Reencuentro inesperado

Charo
9 de febrero del 2020

Un amigo le comentó si podía ir a su casa para hacerle compañía. Una amiga suya hacia una despedida de soltera y él, amablemente le dijo que podía celebrarla en su casa. Tenía una gran terraza y un jardín. Ellos estarían dentro de casa viendo la tele.

Gustavo – ZARAGOZA
Hola amigos de Clima. Creo que nadie sabe realmente de lo que es capaz de hacer una mujer que uno conoce. Normalmente, las personas que conocemos se reservan bastante frente a la gente que es cercana a ellos, es un instinto del ser humano. Pero cuando nadie las ve, o cuando están rodeadas de gente que no las conoce, las chicas pueden llegar a hacer cosas que jamás hubiéramos imaginado. Es por eso que su misterio es tan apasionante. La única manera de saber y de presenciar las cosas que son capaces de hacer las mujeres que conocemos, es o espiándolas, que no es lo mejor ya que nunca se puede tomar parte, o la otra, engañándolas frente a sus propios ojos. La verdad es que estas cosas pasan sin haberlo planeado y por eso voy a contaros algunas veces que he tenido estas experiencias con gente que llegan a hacer locuras inolvidables, de las que sus parientes o parejas jamás se podrían enterar.
La primera ocasión fue en la despedida de soltera de una amiga de Víctor, mi mejor amigo. En esa ocasión recuerdo que la despedida de soltera iba a ser en casa de Víctor, ya que tiene una terraza muy grande y su amiga vive en un apartamento muy pequeño. Para que cupieran todas las invitadas, la fiesta se llevó a cabo allí. Era un sábado por la tarde y Víctor me llamó para que lo acompañara a su casa mientras se llevaba a cabo la fiesta, ya que el debía quedarse en casa para cuidar que no pasara nada extraño con las invitadas, solo como sistema de precaución. Nosotros estaríamos tomando cerveza en el cuarto de TV. de la planta alta, mientras las chicas se divertían en la terraza de la casa, que estaba en la planta baja, junto al jardín.
Recuerdo haber llegado a casa de Víctor cerca de las siete de la tarde, mientras las invitadas empezaron a llegar a las ocho. Para la fiesta de unas quince amigas, se habían comprado dos botellas de ron de tres litros junto con los refrescos correspondientes. Pensábamos que con eso iba a ser más que suficiente para las quince mujeres.
Pero nos equivocamos. Cerca de las 11 de la noche llamaron a la puerta y llegó un stripper contratado para amenizar la despedida.

La festejada y sus amigas hicieron juegos con el stripper y se fue casi a la una de la madrugada. Entonces, mientras Víctor y yo veíamos una película, subió la festejada, Thais, informándonos que se había agotado el ron y que si le podía regalar alguna botella. Víctor, que como yo, no le gusta desaprovechar ninguna oportunidad, le dijo que le regalaría las botellas que quisiera, a cambio de que nos dejara bajar a la fiesta con sus amigas. A Thais no le agradó del todo la idea ya que se supone que la despedida sería con mujeres y a los novios de la mayoría de ellas no les agradaría. Le dijimos que nadie debía enterarse de que estuvimos allí, además éramos solo dos hombres y las chicas podrían defenderse solas y al fin Thais decidió ponerlo a consideración de sus amigas. Debió haber sido el alcohol o algo así, porque aún no acababa de preguntarles, cuando oímos una exclamación generalizada que decía:
– ¡Que vengan!
Fue música para mis oídos. Fuimos a por dos botellas de vodka y cuando entramos a la terraza, todas las chicas se giraron y vitorearon la llegada de los hombres con el alcohol. Fue una entrada impresionante, como si fuéramos los salvadores de la noche que hubiéramos llegado para remediarles la falta de bebidas, y nos trataron como tales.
Inmediatamente, comenzamos a prepararles los vasos a las chicas y mientras Víctor se liaba rápidamente con una de ellas y se la llevó a un rincón a hablar, yo me quedé en al barra sirviendo las copas de todas.
Víctor, en la distancia, se burlaba de mí, pero era la oportunidad de conocer a todas las chicas de la fiesta. Así que comencé a hablar con ellas, pero hubo una que me llamó mucho la atención. Parecía ser la mayor de la fiesta pues tendría unos 39 o 40 años. Comencé a hablar con ella pero notando que su rostro me era muy familiar. Cuando me dijo su nombre, inmediatamente relacioné todo aquello.

Era la “señorita” Elena, una de mis maestras durante casi toda la primaria.
Recuerdo que mientras cursábamos el segundo grado de primaria, la señorita Elena era la maestra más guapa de la escuela, y todos los maestros y entrenadores de fútbol querían una cita con ella. Pero la señorita Elena siempre fue la mujer más reservada, con faldas largas hasta los tobillos y ropa amplia que no desvelaba nada de su cuerpo. Finalmente supe que se casó con un tío de mucho dinero y que solo hacia vida social cuando iba con su marido, por lo visto era muy celoso. En público rara vez se la veía, pero era famosa por su belleza. Y ahí estaba, en la despedida de soltera de una de sus ex alumnas. Yo tengo 24 años y Elena debe tener unos 39, lo que significa que cuando fue mi maestra tendría aproximadamente unos 22 años. Por lo tanto, como es de pensar, no me reconoció como su alumno de hace más de 12 años.
Miss Elena, como la llamábamos en la escuela, era ahora una mujer muy delgada y alta, que mediría 1,75 metros y debía pesar unos 70 kg. Además era una mujer voluptuosa, con unas tetas enormes y con un culo bastante amplio. Su característica más notable, aparte de estas medidas, era su atractiva cara. Se veía que se cuidaba bastante en lo físico, ya que hasta el más mínimo detalle, como sus manos y pies, estaban perfectamente cuidados con su respectiva manicura y pedicura. Toda ella parecía una obra de arte de la feminidad, aunque por supuesto, no iba ataviada de manera sexy pues seguramente su celoso marido no se lo permitía. Pero el alcohol fluía entre todas las invitadas a la fiesta y Elena, aunque tal vez la más sobria de todas, también parecía disfrutar de las bebidas.
Mientras Víctor ya se comía a besos con una de las invitadas, yo estaba más interesado en hablar con mi ex maestra, sin duda la más bella de todas las chicas esa noche. Mientras servía una bebida a otra chica, ya en plenas funciones de barman, se me acercó Thais y me aconsejó que buscara a otra chica a quien ligar ya que, me dijo, Elena sería algo más que imposible. Estaba casada, tenía dos hijas pequeñas y un marido celoso que en cualquier momento se presentaría para recogerla, porque eso sí, por las noches Elena no debía conducir sola a ninguna parte.
Le dije a Thais que se tranquilizara, que yo solo quería hablar con ella, y se alejó. Serví una copa a Elena, que llevaba ya unos minutos sin probar nada y se la llevé. Se tomó la bebida bastante rápido y yo hice lo mismo así que, sin perder el tiempo, fui a servirle uno más pero ella me dijo que ya se sentía algo mareada y que debía dejar de beber, pero yo le dije que no importaba, que si algo malo pasaba, yo me haría cargo de todo.

La verdad es que mentía, el solo hecho de estar junto a ella me ponía tieso el aparato.
Recuerdo, cuando era chico, haber soñado repetidas veces con la maestra, a la que me follaba incansablemente en el aula y en presencia de mis compañeros muertos de envidia. Sin embargo, el sueño siempre terminaba igual, el director de la escuela llegaba, me tomaba del cuello y pateaba mi trasero.
La fiesta entonces comenzaba a tomar tintes más salvajes. De pronto, Thais puso una canción para strip-tease en el estéreo, nos tomó a Víctor y a mí de la mano y nos llevó hasta una mesa de granito, invitándonos a subir con ella para hacer un baile cachondo rodeados de todas las invitadas gritando y cantando, casi enloquecidas. Así que subimos y comenzamos a bailar entre los dos cogiendo a la festejada de las caderas y sobándola completa. En una de esas, Víctor le agarró las tetas a Thais, comenzó a sobarlas y todas las chicas gritaron eufóricas de emoción.
Para seguir el acto, me despojé de mi camiseta y las mujeres lanzaron un grito incluso más ensordecedor que el anterior. Poco a poco me bajaba los pantalones, mientras Víctor hacía lo suyo, despojándose él también de su ropa y mientras los dos le aplicábamos el masaje más salvaje que le hubieran hecho a Thais, que se casaba en un mes.
Tomé a Thais de los brazos, se los levanté y le quité de un tirón la blusita que llevaba sin sujetador. ¡Vaya tetas la tía, recién operadas para lucirlas en su boda! Por atrás Víctor, le cogió de las tetas y comenzó a masajeárselas al ritmo de la canción. Mientras, cogí mis pantalones y observando solamente a Elena, se los arrojé. Las chicas se dieron cuenta de mi osadía al jugar en terreno peligroso y la emoción solo creció más y más.
Seguimos Víctor y yo sobando a Thais, cuando me agaché y desabroché la diminuta falda que ella llevaba enseñando una tanga de hilo dental tan pequeño que apenas podía verse entre sus carnes. Thais no es una mujer gorda, pero si rellenita, por lo tanto en el festín que mi amigo y yo nos estábamos dando había para todos. De pronto, una de las amigas de Thais agitó una botella de agua mineral y nos bañó por completo. Luego otras la siguieron, y aquello se convirtió en una fiesta mojada. Entonces tomé yo una botella y mojé a dos amigas de la festejada y todos entonces ya habían estallado las botellas de todo tipo de refrescos hacia nosotros y nosotros hacia ellas.
Algunas comenzaron a quitarse la ropa mientras las mojábamos y mientras tanto yo estaba casi desnudo buscando a Elena.


La fiesta se comenzó a poner cachonda, con la música a todo volumen y algunas chicas comenzaron a bailar unas con otras. Entonces tomé a Elena del brazo y comencé a bailar recorriendo con mis manos sus caderas y su cintura de arriba abajo con suavidad. Al final me puse detrás de ella y la tomé del abdomen mientras recorría su cuello con la lengua y mientras ella me cogía de las nalgas, de pronto, una de las amigas de Thais, me bajó los calzoncillos de un tirón, dejándome totalmente desnudo.
En venganza, yo hice lo mismo con ella y así todas se comenzaron a desnudar. Elena estaba nerviosa, no estaba segura de lo que debía hacer, pero llegó Andrea, otra amiga de Thais y le arrancó por completo la blusa que llevaba puesta. Eso hizo que Elena tomara venganza y comenzó a su vez a tirar de la ropa de sus amigas, que respondían de igual manera. Al cabo de dos minutos, ya no había nadie que no estuviera al menos en bragas y sujetador. Entonces yo, completamente desnudo, cogí a Elena de las caderas y le di un enorme beso. Su reacción, aunque lenta, fue cogerme de las nalgas y apretar tan fuerte que sentía que me clavaba sus largas uñas en el trasero. Animado le cogí el sujetador y se lo arranqué con fuerza, desnudando sus enormes pero firmes pechos. Bajé con la lengua y mordí suavemente su pezón mientras sentía que con su mano cogía mi polla y la apretaba con fuerza, casi como si quisiera arrancármela. El ambiente era de total descontrol. Todo mundo bailaba, gritaba y se tocaba mutuamente.
Mientras besaba los pechos de mi ex maestra, otra de las amigas de Thais comenzó a besar a Elena y esta respondió besándola también. Entonces cogí las nalgas de nuestra improvisada compañera y la apreté en contra de Elena, que estaba entre nosotros dos. De reojo pude ver a Víctor coger a una chica, tirarla sobre la mesa y sacándose la polla, comenzó a follarla mientras besaba a otra. Aquello era increíble. Toda la fiesta se había salido de control y no había manera de pararlo. El alcohol fluía por las venas de cada invitada y mientras, siendo nosotros los únicos hombres del lugar, éramos asediados por todas las mujeres.
Aprovechando que la situación era más ardiente que nunca, tomé a Elena de la nuca y separándola de su amiga, la llevé directamente a mi polla, que estaba dura como poste. Ella comenzó a mamarla mientras cogía con su mano derecha mi tronco y con la izquierda me masajeaba los huevos. Yo asía mientras su cabeza y la llevaba contra mi cuerpo, para que mi polla entrara hasta el fondo de su garganta, que ella abría como un pozo para tragarme todo mi aparato. Mientras Elena se ocupaba de mamar mi verga, cogí a Thais, que estaba tirada en una silla inerte del cansancio, y comencé a besarla y acariciarle los pechos.

Al ver que Elena estaba ahí debajo, chupando polla como una loca, Thais se le unió y comenzaron a turnarse para mamármela. Nunca antes dos chicas me habían hecho una mamada al mismo tiempo y fue el momento más increíble de mi vida, ver a mi ex maestra y a una futura esposa tragándose mi polla completamente una a una.
En un momento dado llevé a Elena hasta la mesa, ya desocupada, le abrí las piernas y comencé por lamerle los muslos y seguí por su entrepierna hasta llegarle al coño. Debí haberle chupado el coño por unos dos o tres minutos, hasta que la hembra estaba ya ansiosa para que alguien se la follara. Finalmente le cogí las piernas y trayéndola hacia mí, le penetré el coño con fuerza hasta el fondo y comencé un vaivén sereno, follándola y disfrutando de cada movimiento como si fuera el último.
Finalmente, desnudos como estábamos, subimos a la habitación de los padres de Víctor y nos acostamos Elena y yo, abrazados y dormidos. Casi al amanecer nos despertamos, nos besamos y follamos de nuevo hasta que el sol salió. Después nos duchamos juntos como dos enamorados, y luego salió de la ducha para cambiarse e irse a su casa.
De eso hace unos seis meses y cuando la encuentro por la calle, de lejos nos miramos como quien hizo una travesura, pero de ahí no pasamos. Su esposo está siempre cerca de ella y como sé donde vive, algunas veces paseó cerca de su casa y a veces ella me ve por su ventana y me sonríe. Solo espero que su marido se vuelva a ir de viaje para repetir la experiencia.
Besos de los dos.

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