Rebosando placer

Nos cuenta que desde muy joven ha sido una chica muy caliente. En el sexo le gustan todas “las variantes”. Un traslado provisional en su trabajo le dio la oportunidad de vivir una de las experiencias sexuales más salvajes que había vivido.

Eugenia – Barcelona
Mi nombre es Eugenia, y vivo en Barcelona. Soy atractiva y me siento afortunada pues siempre he tenido éxito con los chicos. No quiero hablar mucho de mi físico, creo que varía mucho dependiendo de los gustos, pero lo que si creo, es que tengo algo que a los chicos les atrae mucho y es mi gran trasero, mis nalgas son realmente grandes y duras.
Pero sin más preámbulo comenzaré mi relato.
Desde muy joven fui muy caliente y con mis novios he hecho de todo, pero, por desgracia, siempre he terminado mal, pues no había sabido separar el sexo del amor y acababa enamorándome como una tonta y destrozado mi corazón, así que de mi última relación quedé tan mal que ya no me dieron ganas de conocer a nadie más y para no caer en una depresión me dediqué a trabajar y hacer mucho ejercicio y cuando tenía deseo de algún macho, pues usaba mi consolador.
A mi antiguo novio solo le gustaba follarme por el culo, así que se me acostumbró tanto que ya no me dolía al follar y su polla podía entrar con facilidad y cuando ya no tenía verga que me follara, usaba mi enorme consolador. Después me excitaba tanto que incluso me lo llevaba a la oficina, lo metía en mi bolso y a la hora de ir al baño me masturbaba metiéndomelo entero por el culo y así eliminaba mi estrés.
Un día conseguí un consolador pequeño y me lo dejé puesto, pues es especial porque tiene unas tiritas para sujetarlo y que no se salga. Así me fui a trabajar y recuerdo que cada vez que me sentaba y me levantaba sentía un placer indescriptible. Así pasaron los meses, solo me dedicaba al trabajo a tiempo completo y no me quedaba tiempo para pensar en encuentros sexuales con chicos. Pero en una ocasión me mandaron a trabajar por un mes a Gerona y pensando que de alguna manera esto me iba a relajar un poco, acepté. Llegué a la nueva oficina y sin darme cuenta caí nuevamente en la rutina de comenzar mi día muy temprano y terminar ya de noche trabajando duro.
Un sábado decidí ir a bailar a una disco, aunque me sentía un poco incomoda porque no acostumbro salir sola a bailar. Estando allí no tardé ni diez minutos cuando ya me habían invitado una copa. Era un chico joven, de unos 20 años. Tímidamente y empujándolo un grupo de chicos hacía mí, se arrimó y me invitó a bailar, pero yo no acepté, pues no me gusta mucho bailar y el chico, apenado se dio a la fuga, pero entonces lo detuve del hombro y le dije que aceptaba un trago. Como estábamos en la barra del bar, hizo señas al barman y ordenamos unas bebidas.

Entonces me di cuenta que sus amigos nos miraban, pues estaban a la expectativa del futuro ligue de su amigo y pensé que este chico necesitaba testigos de su “tal vez” primer ligue con una chica mucho mayor, pues tengo 28 años.
Conversando me dijo que se llamaba Daniel, y como yo había ya bebido bastante antes de llegar a ese lugar, me sentía increíblemente relajada y sensual. Me desabroché un poco más la blusa, le cogí la mano y le pedí permiso para darle un beso a lo cual él aceptó muy orgulloso. Tiré de él y lo llevé a un ambiente más oscuro de la disco y allí nos comenzamos a besar desbordadamente y le lleve su mano hasta mi monte de Venus e indicándole con su dedo mi clítoris, lo comenzó a mover. No me importaba que me vieran, porque nadie me conocía y los prejuicios me resbalaban. Era evidente su falta de experiencia pero eso me excitaba más y cuando me di cuenta y miré a mi alrededor sus amigos nos observaban morbosamente de lejos. Fue cuando me excité más y me pasaron mil ideas lujuriosas por mi mente. Me sentía realmente liberada pues no me había dado cuenta que lo que necesitaba realmente era volver a la vida con buen macho y no con un consolador. Así que esta era mi oportunidad y no la iba a desperdiciar. Le comenté al chico que quería más de él y que le ofrecía una noche increíble y mi hotel estaba a su disposición, no tardé nada en decirle esto cuando se levantó y fue a despedirse de sus amigos y en medio de expresiones y alborotos los chicos le palmeaban la espalda como felicitándolo por su conquista. Eso me dio risa, pero de alguna manera sabía que estaba contribuyendo favorablemente a la buena reputación de este joven.
Para mi sorpresa el chico llevaba un coche de lujo equipadísimo, que seguramente era de sus padres, y nos fuimos en él. Por el camino tuve mejor oportunidad de observarlo, era muy alto, pelo castaño y muy largo, ojos grandes y expresivos y unos labios muy grandes y carnosos, que hacían juego con su piel bronceada. Parecía un roquero asustado. Me comentó que era de allí, no era turista y esos chicos en la disco eran compañeros de instituto y que les había dicho que lo pasaran a buscar más tarde a mi habitación del hotel. Esto no me molestó, pues pensé que lo había hecho por seguridad.
Justo antes de entrar al cuarto del hotel, en el pasillo, Daniel, me comenzó a desnudar salvajemente y de alguna manera lo contuve, pues no quería que echara a perder esa noche con arrebatos y temiendo que allí mismo eyaculara, como suele sucederle a los chicos inexpertos, pero me di cuenta poco rato después que este chico no era así, pues tenía muy buen control. Ya en la habitación, me sacó la blusa y como no llevaba nada debajo, inmediatamente me comenzó a lamer los pechos, me los mordisqueaba y mamaba salvajemente, mientras arrimaba su cadera fuertemente a mi, pegándome su enorme bulto que se sentía a través de su pantalón. Yo no quería esperar más tiempo, solo pensaba en que quería que me penetrara, y en ese momento yo era la que parecía la inexperta queriéndose comer el pastel antes de tiempo.

Ya desnudos logré ver su enorme verga. Era lo más hermoso que había visto, aunque no era tan grande como había pensado, medía como unos 17 cm, pero era muy gorda y su cabeza era muy roja y ancha. Inmediatamente me lancé a mamársela, mordisqueando su cabeza y mamando fuertemente pues su pre-semen me sabía a gloria, él jadeaba y se retorcía, yo estaba arrodillada y él de pie y decía casi a gritos que estaba soñando, que era yo era increíble. Después nos fuimos a la cama, lo acosté y lo monté metiéndome, como ya estaba muy húmeda, su verga de una sola estocada en mi coño, y comencé a cabalgar, con movimientos suaves. Luego la saqué y la metí en mi culo y como mi ano ya está acostumbrado, entró sin problemas, solo con los jugos de mi vagina.
Entró hasta el fondo y él se sorprendió, pues yo sabía que eso era más placentero, porque estaba más apretado y lo comencé a apretar con mi culo, apretando y aflojando, como espasmos. Daniel, se retorcía de placer, yo gritaba como una loca y gemía y brincaba salvajemente, hasta que con un grito eyaculó y me entregó toda su leche. Aun sin sacarlo de mi ano, le dije que quería que me orinara, que orinara allí dentro y sin sacarla nos acomodamos y me puse a cuatro patas y él arrodillado, así descargó toda su orina dentro de mi. Yo grité aun más fuerte de placer, pues estaba aun más caliente que su semen. Si saberlo él, acababa de cumplir uno de mis tantos sueños eróticos.
No me importó que no estuviera protegido con condón, pues bien sabía que lo más probable esa era su primera vez. Y efectivamente así fue pues cuando nos quedamos descansando en la cama, me comentó que era su primera vez, que se masturbaba mucho viendo videos o internet pero nunca se imaginó que era así. Y sentí mucho orgullo el haberle dado tanto placer. Luego fui al baño a lavarme y como contuve su orina dentro apretando el esfínter, eso ayudó a limpiarme bien todo mi conducto. Y después volví a la cama.
En eso saqué unas cervezas del frigorífico y estuvimos descansando un rato hasta que me puse otra vez caliente, pero no quise decirle nada, pues no quería herirlo, tal vez iba a pensar que no me había satisfecho por completo. Pero era verdad, pero necesitaba más, eso había sido solo el arranque de lo que necesitaba. En ese momento llamaron a la puerta, era uno de sus amigos, yo le abrí la puerta y desnuda y sin taparme, lo dejé entrar. El chico, un poco tímido pasó, y vi que Daniel se estaba ya vistiendo por lo cual yo sentí como una ducha de agua fría, pues necesitaba más placer y mi macho se iba. ¡No! , pensé, y viendo al amigo comencé a coquetear pero él comentó que los demás lo estaban esperando abajo, que querían seguir la noche en otro bar y esperaban ansiosos que les comentara su gran aventura conmigo. Así que le dije a Daniel que si no le importaba su amigo podía quedarse un poco más y fumar o tomar unas cervezas con nosotros, y su amigo sorprendido lo miró para esperar su reacción a lo cual este respondió:
– Los amigos lo compartimos todo, ¿No es así Toni?

Yo lo comencé a besar y acariciar, y mientras Daniel miraba. Le bajé la bragueta del pantalón a Toni y le saqué su enorme verga, pues este chico sí que tenía una vega espectacular, pues creo que medía unos 20 cm y mientras él miraba incrédulo la situación, yo se la succionaba como una aspiradora hasta chocar con mi garganta. Entonces Daniel me comentó que nos esperaría abajo, yo dejé de mamar, lo miré a la cara y le dije que había gozado mucho con él, pero que realmente estaba en celo, porque llevaba más de seis meses sin follar. Él dijo que no se molestaba, al contrarío sabía que su amigo la iba a pasar muy bien. Pero lo cogí de la mano, la llevé a mi coño y le dije:
– Sí, pero quiero que tu también participes, claro está si no le molesta a Toni.
Pero éste no quiso y le dijo:
– Tú disfrutaste ¿no? Pues ahora déjame a mí.
No se si fue por celos o es que era demasiado tímido como para que su amigo lo viera follando, no sé, pero le dije a Daniel:
– Está bien chicos, no discutáis, porque me voy a enfriar, pero espera en la salita y ahora yo pongo las condiciones. Quiero haceros un favor y vosotros y a vuestros amigos. ¿Cuantos chicos hay abajo? – me contestaron que cuatro más – Bien – añadí – Llamadlos y que vayan pasando uno a uno por mi habitación, claro está el que lo desee, pero mientras te doy a ti, Toni, todo lo que me pidas.
Yo con la voz ya temblorosa de saber lo que me esperaba, era una locura, solo en las películas había visto tal cosa, y pensé, realmente estás loca, vas a coger con seis en una noche. Me dio miedo, pero pensé que esa era mi oportunidad para cumplir mi sueño. Así que le dije a Daniel que invitara a subir a sus amigos y mientras se chuparan las cervezas que había en el frigorífico, pero que no hicieran ruido, pues ese era un hotel y no quería problemas. No me di cuenta de cuando entraron, porque me encerré con Toni en el cuarto. Así que se la mamé primero para que se volviera a poner dura y así sucedió. Nos salimos a la terraza , pues esta tenía vista al mar, apagué la luz y le dije que quería coger viendo al mar, así que me recargué en la baranda apoyando mis manos y me agaché, con una mano abrí mi gran trasero y le indique que lo metiera por el culo, que eso me gustaba más. El chico no se sorprendió, pues tratándose de experiencias nuevas cualquier chico acepta. Así que la metió toda, esta verga si se sentía muy grande y sujetándome bien de la baranda le dije que se moviera, que empujara duro, y mordiéndome los labios para no gritar. Lo metía y lo sacaba. Y no tardó mucho en terminar eyaculando, apreté mi esfínter para contener más rato su leche, luego se vistió y le dije que avisara al próximo.

El próximo chico ya animado por lo que les habían contado tal vez Daniel y Toni, llegó desabrochándose el pantalón, listo para enfundar verga, ni mamada, ni nada más quería, solo enfundar su espada. Como yo estaba tirada en las toallas, vi desde abajo su verga, morena y carnosa. Este chico era muy guapo, verdaderamente hermoso, su cara y cuerpo eran únicos. Pensé en lamerle todo el cuerpo, pero estaba inquieto, solo pensaba en meterla y no lo hice esperar más. Me abrí ahí mismo en las toallas y le di mi coño pero cuando me dijo que quería mi culo, me negué, diciéndole que sus compañeros me lo habían destrozado, que necesitaba descansar, que si quería coño, le prometía moverme como una loca y morderle su verga con espasmos. Pero cuando terminé de decir esto el muñeco, que se llamaba Mauricio, ya me había ensartado su gran verga gorda, y solo duró unos cinco minutos, pues eyaculó seguido de un gran grito.
Pero me excitaba saber que me estaban esperando otras tres vergas y eso no me importó y grité, “¡el que sigue”! Y así transcurrió la noche en medio de vergas, leche y lamidas, pues a los tres que siguieron les deje que me ensartaran por el culo, mi ano mejoró y preferí que me bombearan por ahí.
Con este relato me he mojado bastante solo de recordar aquel día. Ahora estoy casada y soy feliz, pero me siguen gustando ese tipo de locuras y me da morbo recordar esa gran aventura.
Con cariño.