Relato erótico
Queria una polla negra
Han frecuentado locales de intercambio y se han montado tríos muy satisfactorios. Sabía que a su mujer le gustaban los hombres negros. Puso un anuncio en Clima en el que buscaban a un hombre negro para un trío. Contactaron con ellos y el encuentro fue increíble.
José – Córdoba
Somos una pareja de 31 y desde hace unos cuatro hemos tenido experiencias liberales muy gratificantes. Mi mujer se llama Lorena, es alta y rubia con el pelo rizado unos pechos con una talla 90 pero muy buen puestos. Tiene un culo muy bonito lo que la convierte en una mujer muy atractiva y que levanta pasiones entre los hombres. Además tiene un carácter alegre y abierto.
Todo empezó cuando puse un anuncio en esta revista para buscar a un hombre de raza negra para Lorena, mi mujer. Los hombres de raza negra la dan mucho morbo y ya ha tenido alguna que otra experiencia antes pero en ninguna pude estar presente.
Una vez que contacté con el chico, Alexis, empezamos a charlar asiduamente para conocernos y saber que era ideal para ella, además él tenía pareja y también era liberal. Lorena aún no sabía nada de lo que la estaba preparando y un sábado por la tarde la dije que había quedado con una pareja y que él era de raza negra. Ella ya estaba acostumbrada a que yo la preparara este tipo de encerronas y que cada vez eran distintas e imprevisibles.
Se puso muy guapa con una blusa vaporosa y bien escotada y que dejaba adivinar sus pechos, unos pantalones bien ceñidos que la hacían tremenda y unos tacones que además estilizaban aún más su figura. Llegada la hora nos encontramos en el sitio señalado, nos presentamos y nos fuimos a cenar. Él era alto, de color negro tizón, delgado con cuerpo atlético y su mujer, Concha, morena de raza blanca y con pelo corto. Muy atractiva en general y bastante morbosa hasta la fecha.
Durante la cena nos fuimos conociendo y notaba como ellos se miraban con mirada de deseo y esta situación hacía que mi excitación aumentara. Al terminar la cena, salimos del sitio y quedamos en ir a un local a bailar un poquito de salsa y tomarnos alguna copa. Una vez que llegamos al local, pedimos, empezamos a hablar los cuatro y al rato empezamos a bailar. Yo bailaba con Concha, agarrado mientras los observaba en la distancia. Copa a copa, baile a baile la cosa se iba animando. Al rato, intente mirar a mi mujer pero no la veía por ningún lado. Se lo comuniqué a Concha y ya empezamos a elucubrar sobre lo que podría estar pasando cerca de allí y que nos lo estábamos perdiendo.
Mi excitación aumentaba al pensar que en la primera cita algo iba a pasar (nunca nos había sucedido porque nos gusta conocer mejor a las personas) y notaba la excitación en todo mi cuerpo. Mi corazón latía a mil y mi imaginación echaba a volar. Fuimos a pedir a la barra y allí estaban, en la barra, muy juntos hablando y acercándose mucho al oído el uno al otro.
Alexis hablo con su chica y después ella se dirigió a mí para comentarme que nos íbamos a algún otro sitio, pero por el ruido no la entendí todo lo que me decía pero asentí con la cabeza.
Salimos del local y Concha me dijo que nos marcharíamos en su coche y que Lorena y Alexis se irían en el nuestro. Entramos en el coche pero yo con la incertidumbre de a dónde nos dirigíamos. Fuimos por varias calles de la ciudad hasta que al final aparcó en un sitio libre, salimos y entonces vi que en la distancia mi mujer había terminado también de aparcar y que empezaba a besar a Alexis en la boca. La cosa iba subiendo de tono por momentos. Entonces adivine que íbamos a su casa, entramos en el portal y subimos a su casa. Mi mujer y Alexis tardaron al menos cinco minutos en llegar. Mientras, en mi me memoria, volvía a repetirse esa imagen de Lorena besándose apasionadamente en el coche y el morbo de no saber en qué depararía la noche, si subiría o no a la casa… una vez que llegaron nos pusimos cómodos en el sofá y sacaron unas bebidas mientras conversábamos.
La situación era rara, nunca antes en la primera cita mi chica había besado a nadie y menos ir a otra casa. Estábamos sentados Lorena y yo al lado en el mismo sofá, Concha en otro sofá. Cuando Alexis termino de servirnos se sentó al lado de mi chica. Estuvimos hablando unos diez minutos de cosas triviales, veía que Alexis tocaba con su mano derecha el costado y la espalda de mi mujer hasta que Alexis agarró de la mano a Lorena y levantándose tiró de ella sin mediar palabra y salieron del salón cogidos de la mano.
Yo miré a Concha con cara de póker y sonriendo. Se levantó de su sofá, se acercó a mi lado y empezamos a hablar del trabajo, del deporte de todo un poco en general. Ambos estábamos en lo mismo, en que nuestra parejita se había ido y no había ni rastro de ellos ni se les oía. A los cinco minutos Alexis y Lorena no habían vuelto y no se escuchaba nada. Le insinué a Concha que estos dos se nos habían perdido. Ella me agarró la mano, se levantó y me llevó a lo largo del pasillo hasta que nos detuvimos ante una puerta de una habitación totalmente cerrada. Abrió con sumo sigilo y pudimos observar con una luz muy tenue a mi mujer de espaldas a nosotros, totalmente desnuda, sobre el cuerpo de Alexis y con las manos apoyándolas en el pecho de este. Mi corazón se puso a mil… me fijé más detenidamente en el cuerpo de Lorena y vi que no solo estaba encima de Alexis sino que tenía el miembro de Alexis dentro de su sexo. Sus gemidos iban a más y se podía observar como su negro sexo entraba y salía del interior y de lo más profundo de mi esposa.
La situación manaba morbo por todos los lados. De repente mi mujer giró la cabeza y nos miró mientras seguía moviéndose sobre él. Su mirada fija en mi transmitía excitación y placer. Concha cerró la puerta y me llevo a la habitación contigua agarrado de la mano. Había una cama de matrimonio pero grandísima, me tumbó sobre la cama y me empezó a quitar toda la ropa mientras nos besábamos.
Estábamos súper excitados por la visión que tuvimos de nuestras parejas, a lo que sumaba que se podían escuchar los gemidos y como mi mujer se corría en la otra habitación. Durante un rato seguimos explorando nuestros cuerpos. Concha había tomado mi polla con su boca y me estaba lamiendo deliciosamente. De repente Lorena y Alexis entraron en la habitación y se tumbaron junto a nosotros. Yo empecé a besar a mi mujer mientras tocaba los pechos a Concha y ella seguía centrada en lamerme la polla con su cálida lengua. La excitación era total y Concha se apoderó de mi miembro introduciéndoselo también en su sexo. Mientras veía como mi mujer cogía la polla de Alexis entre sus manos y la empezaba a chupar de arriba abajo. ¡Qué tamaño tenia! Debía ser de unos 25 centímetros como poco y muy gruesa, me quedé algo acomplejado en ese momento porque la mía es de un tamaño medio, pero semejante polla estaba volviendo loca a Lorena que la engullía hasta el fondo de su garganta.
Cambié de posición y ahora podía ver como Alexis estaba tumbado sobre la cama y mi chica seguía mamando. Coloqué a Concha a cuatro patas y le metí mi polla despacio y suavemente. Una vez que la tuve dentro empecé a moverla lentamente mientras ella me rogaba que por favor lo hiciera más rápido.
Mientras yo seguía con ese ritmo lento y profundo observé como Alexis se ponía en la misma posición que yo tenía. Colocó a mi chica también a cuatro patas pude ver como Alexis tomaba su miembro descomunal, se puso un preservativo y se disponía a follársela. Esa imagen junto con lo que había visto en la otra habitación no se me olvidará en la vida. La tenía tan grande como un actor porno, y negra como el ébano. La empezó a introducir muy despacio en su chocho, se iba abriendo paso poco a poco y a cada empujoncito Lorena suspiraba hasta que tenía el pollón dentro de ella. Poquito a poco empezó a avivar el ritmo que iba acompasado con los gemidos de Lorena que cada vez eran más ruidosos. Mientras la penetraba empezó a lubricar con sus dedos mojados de saliva el ano e introducía poco a poco su dedo índice.
No podía retirar la mirada de aquel pollón entrando y saliendo con tanto ritmo del interior del coño de mi chica. Estaba más centrado en lo que veía que en follarme a Concha. Yo seguía envistiéndola ahora con más fuerza. Seguía observando aquel panorama de mi mujer blanquita gozando con un negro y es que las anteriores veces que ella había probado con chicos de raza negra había sido a solas y tan solo me pude contentar con lo que ella posteriormente me narraba.
De repente sacó su polla y vi como la apoyaba sobre el ano de mi esposa. La lubricó con saliva y empezó a metérsela poco a poco dentro de ella. Lorena soltaba algún que otro quejido de dolor pidiéndole que lo hiciera más despacio e incluso le cogió la polla para metérsela poco a poco. Cuando la tuvo dentro, él, empezó a moverse lentamente para que se fuese adaptando al movimiento y mientras sus dedos se introducían en la chocho para masturbarla.
Poco a poco fue acelerando el ritmo y la verdad es que me hubiera gustado hacerle lo mismo a Concha pero ella me lo negó ya que el sexo anal no la gustaba mucho y que prefería que me corriera en sus pechos o en su boca… donde yo eligiera. Cuando estaba a punto de correrme la saqué y la acerqué a sus labios para correrme en su boca. Fue maravilloso ver cómo me corría en su boca y ver la imagen de mi mujer que estaba siendo penetrada por este animal.
Una vez exhausto y tumbado sobre la cama me disponía a ver como se corría Alexis dentro de su culo con grandes embestidas por su parte y jadeos por parte de Lorena. Fue algo espectacular oír a Lorena y Alexis correrse al unísono.
Fue una noche inolvidable y cuando volvimos a nuestra casa Lorena y yo empezamos a recordarlo y revivirlo. Ella me dijo que nunca había tenido unos deseos tan irrefrenables de follarse a alguien como aquella noche. Para mí fue el momento en que conseguí que mi mujer se desinhibiera totalmente y a partir de ahí ha habido grandes momentos con esta pareja, tanto juntos como separados realizando intercambios, tríos… y de todo lo que se pueda imaginar.
Besos de mi caliente mujer y míos.